jueves, 23 de febrero de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Fede, Darío y la solucion a dos semanas sin practicar sexo)

FEDE, DARÍO Y LA SOLUCIÓN A DOS SEMANAS SIN PRACTICAR SEXO.


        La semana siguiente, Álvaro y yo jugamos a ignorarnos mutuamente. Como el contacto profesional era inevitable, ya que estábamos los dos asignados a la misma sección, intenté que todos los documentos e informes que teníamos que hacer, los realizase María, aunque yo tuviese una categoría superior a ella. Por lo demás, procuraba ser el primero en llegar al comedor y a los descansos para no darle la oportunidad de que, en caso de aparecer, poder sentarse con las mosqueteras.
        Con María, me estaba trabajando cierta confianza y camaradería, más que nada, porque, al no tener ella ninguna información sobre la situación real de mi relación con Álvaro, resultaba ser una confidente involuntaria de lo más eficaz.
        Y así me pasé toda la semana, chequeando producto susceptible de tener algún defecto de calidad junto a mi nueva amiga. La verdad es que me gustaba ese trabajo, íbamos a nuestro ritmo y teníamos mucho tiempo libre. Demasiado bonito para que durase mucho tiempo, pensaba yo.
        El lunes me desplacé hasta Girona para ir a una tienda de Telefónica para contratar una línea de teléfono para mi casa. Después de rellenar un montón de papeles y domiciliar en mi cuenta bancaria las facturas de consumo, me dieron un papel que prometía en menos de una semana la instalación de la línea telefónica. El resto de las tardes las dediqué a quedar con Miquel, otros amigos y hacer la visita de rigor que tenía pendiente a la peluquería del Fede, aprovechando que Nuria tenía hora el jueves para hacerse un moldeado.
        El miércoles había quedado con Miquel para dar una vuelta por el LOLA’S a ver si encontrábamos alguna cosa que nos gustase lo suficiente como para gastarnos el pastizal que valía la ropa allí. Cuando le comenté que acompañaría a Nuria a la peluquería de Fede me advirtió: -No dejes que esa maricona te toque el pelo, a menos que quieras acabar sujetándote los postizos con grapas o chinchetas.- Me sorprendió esa repentina desconfianza hacia las capacidades profesionales de nuestro amigo común. Decidí hacerle caso, pues yo llevaba el pelo en capa al estilo paje con flequillo largo. Me era muy cómodo para engancharme los postizos de Dragg Issis. Normalmente en la empresa me solía atar el pelo con una cola al cogote al estilo samurái (hay que reconocer que en esa época eso era algo muy transgresor, ya que solo se lo había visto hacer a algunos italianos durante las vacaciones de verano).
        El jueves, me cambié de ropa en la empresa y recogí a Nuria directamente en el portal de su casa. Fede tenía la peluquería en las afueras, supongo que era el local más barato que había podido encontrar. La peluquería era un antiguo colmado de barrio reciclado. En lo único que había gastado algo de dinero era en la instalación del agua para los lavadores de pelo. El resto se veía repintado por él y algunos amigos. Se notaba a la legua que todo lo que habían usado era material reciclado de otros negocios. Los sillones de peluquería eran antiguas sillas de barbero restauradas y retapizadas con piel artificial de estampado animal. Tenían su encanto. El resto o eran cristaleras de segunda mano o carritos y soportes del todo a 100. El conjunto era de una belleza ecléctica y totalmente “sui generis”.
        El servicio era otro tema. Reconozco que un moldeado con permanente no es algo que te hagan en cinco minutos. Pero, en las cuatro horas que estuvo Nuria allí, Fede solo atendió a cinco clientas y cuatro de ellas salieron con el pelo totalmente chamuscado. Y Nuria no fue precisamente, la afortunada número cinco. Al salir de la peluquería, de la melena rubia de Nuria solo quedaba una escarola de rizo apretadísimo y chamuscado. Estoy seguro que, del disgusto que se llevó estuvo a punto de abortar al mulatito. Le pronostiqué una vida profesional muy corta a ese negocio.
        Para ver si se le pasaba el disgusto, invite a Nuria a cenar en el CALZONE’S. Como parecía que el tema de su embarazo era una conversación tabú, no hice ninguna referencia a ello durante la cena. Ella me felicitó por lo bien que parecía que llevaba mi ruptura con Álvaro. -La procesión va por dentro.- Le contesté tal y como solemos decir por aquí cuando alguien está de luto.
        El viernes, mientras preparaba las cosas para irme a trabajar sonó el timbre de la puerta. Era Klaus. -Te había prometido que esta semana tendríamos una cita.- Dijo al ver mi cara de sorpresa.
        -Pues va a ser que no.- Le contesté. –En media hora empiezo a trabajar.-
        -Pero si he reservado mesa en el mejor restaurante de Palamós.- Dijo muy sorprendido.
        -Pues tendrás que pedir que te cambien la reserva para otro día.- Le contesté con tono irónico mientras cogía el petate con las cosas de Dragg Issis y lo colocaba en el maletero de mi FIAT Punto.
        -Pero es que he reservado langostas frescas y marisco para esta noche.- Añadió intentando convencerme.
        -Vaya, pues va a ser una verdadera lástima.- Dije con tono apenado mientras cerraba la puerta de la terraza detrás de Klaus.
        -¿De verdad no piensas dejar lo que tienes previsto hacer por una mariscada conmigo?- Sonaba ciertamente desesperado y tentador, y me estaba costando muchísimo no ceder ante esos ojazos verdes.
        -Suena muy tentador, muchísimo, pero no podrá ser.- Le dije mientras sacaba el coche a la calle. -Aunque estoy seguro que te será muy fácil encontrar a alguien con quien aprovechar la reserva.- Le recriminé con muy mala leche al cerrar el portal y dejarlo en la acera totalmente desconcertado.
        Antes de subirme al coche me acerqué a Klaus y le di un beso en la mejilla. -Aunque, si lo deseas podemos quedar para hacer lo mismo el domingo.-
        -Te cojo la palabra.- Dijo mientras ponía en marcha mi coche. -El domingo tú y yo tendremos una cita.- Gritó mientras yo me alejaba.
        -Pues si consigues una reserva, serás el primero que consigue hacer una mariscada con pescado fresco un domingo.- Pensaba mientras me reía y me alejaba de casa.
        Para todos aquellos que no sepan de lo que estoy hablando, les explicaré brevemente por qué no hay que comprar pescado supuestamente fresco en domingo: las barcas que proveían de pescado las lonjas no salían al mar los sábados ni los domingos, por lo que el pescado más fresco que podías comerte un domingo era del viernes. Era por ese motivo que los dos únicos restaurantes del municipio especializados en ese tipo de menú tenían como día festivo semanal el domingo. Así que Klaus tendría que esforzarse muchísimo para poder ofrecerme lo que me había propuesto.
        Ya en la discoteca, mientras me maquillaba, llegó Darío, monísimo como ya empezaba a ser habitual en él. Se había hecho un peinado entre rastas y pelopincho a base de cera y laca que contrastaba mucho con su cara de adolescente. Una camiseta blanca ceñida de cuello alto, sin mangas y decorada con motivos tribales contrastaba con un pantalón ancho al estilo paracaidista de color caqui. Un gran cinturón de cuero con remaches metálicos y unas botas tipo militar también con remaches completaban un conjunto que lo hacía ser tremendamente sexy sin perder un ápice del estilo gay. -Este niño se está dejando el sueldo en el LOLA’S.- Pensé.
        -Podría arreglarte un poco las pelucas y postizos.- Me dijo mientras toqueteaba mi ropa. -Los tienes muy descuidados.-
        Me lo quedé mirando mientras sujetaba y hacia como si se probase la enorme falda de tul con vuelo que había preparado para esa noche. -¿Esto es una propuesta para que te invite a mi casa?- Pensé desconcertado. La verdad era que el niño era monísimo, pero se comportaba y actuaba como si en su vida nunca se hubiese comido una polla. Por lo que había muchísimas posibilidades de que aun tuviese que estrenarse, sexualmente hablando. Y como el que no quiere la cosa, le propuse que se pasara algún día, para ver que se podía hacer con el arsenal de pelucas y postizos que guardaba en casa.
         Durante todo el paseíllo y la cena, Tatiana lo estuvo instruyendo en las habilidades necesarias para poder solventar cualquier contingencia en la barra del pódium, sin descuidar en ningún momento el reparto de tarjetas de descuento. Era evidente que los viernes cada vez iban a más. Ya en la discoteca, mientras me paseaba hacia la cabina del disc-jockey, luciendo la enorme falda de tul blanco, sobre los plataformones embutidos en licra dorada y meneando los tres enormes postizos de pelo ondulado artificial de sesenta centímetros de largo, me encontré de nuevo con María y sus amigas. -Mierda.- Pensé, -Estas ya han cogido como costumbre el conseguir los chupitos gratis.- Nos saludamos efusivamente. No pude atenderlas mucho tiempo porque tenía que empezar a presentar al primer stripper.
        Mientras un tal Rokko empezaba a quitarse un uniforme que recordaba a los policías motorizados que solía dibujar Tom de Finlandia, me di cuenta de que Darío ya empezaba a desenvolverse mucho mejor dentro de la barra y que a Tatiana ya no se la veía tan agobiada.
        Para ser un viernes había mucha gente, estaríamos casi al 70% del aforo. Sin duda alguna el resto de las discotecas de la zona estarían tomando buena nota del acierto comercial del Sr. Roure y evidentemente ya estaban preparando sus estrategias para luchar contra el éxito del PACHA. Eso me quedo clarísimo a las seis de la mañana, cuando desayunábamos en el Bar PACO. Estela y Sergio nos comunicaron que el sábado sería el último día que trabajarían con nosotros, ya que el dueño de la discoteca no podía superar la oferta que les había hecho el gerente del ATENA’S, una discoteca de la competencia. Eso quería decir que a partir del mes de marzo habría dos locales de gran aforo haciendo striptease masculino. Darío nos miraba y escuchaba, casi no participaba en la conversación, no sé si por timidez o por no cagarla hablando de algún tema que quizás desconocía.
        Al final todos compañeros fueron dejando la mesa, hasta que quedamos solo Darío y yo. -Bueno, yo me voy a dormir.- Le dije al nuevo camarero.
        -¿Puedes llevarme hasta Palamós?- Me preguntó un poco cohibido.
        -Claro. ¿Creía que tenías vehículo propio?- Le dije un poco sorprendido.
        -Tengo una moto, pero se me ha averiado y me ha traído una amiga con su scooter.- Respondió a mi pregunta.
        -¿Tienes novio?- Le pregunté mientras hacíamos el camino hasta Palamós.
        -¿Tanto se nota que soy gay?- Contestó con otra pregunta.
        -Como si llevaras un neón luminoso en la cabeza.- Pensé mientras me reía de su pregunta.
        Pasamos por delante de mi casa, así le enseñaba donde vivía, por si quería venir a practicar un poco de peluquería con mis pelucas y postizos. Después me indicó hacia donde debía ir para llevarlo a su casa. Cuando casi estuvimos en las afueras de Palamós me hizo parar. -¿No te gusto?- Me preguntó muy seguro de sí mismo.
        Me quedé un poco descolocado, no me esperaba esa pregunta para nada.
        -Es que eres el único gay que he conocido que, a los diez minutos de conocerme no ha intentado clavarme la polla en el culo.- Dijo muy serio.
        -A ver, eres muy mono.- Le dije con un poco de apuro. -Pero no soporto a la gente que antes de preguntarte cómo te llamas ya pretende chuparte la polla.- Cuando me quise dar cuenta ya lo tenía casi encima de mí, dándome un apasionado beso en los labios.
        -¿Vas a ensenarme tu colección de pelucas?- Me dijo después de ese morreo inesperado. Por un momento dudé sobre la idoneidad de tirarme a un menor de edad. Pero, era evidente que ese chico tenía las ideas muy claras y yo llevaba dos semanas sin practicar sexo, así que la decisión era obvia, puse el coche en marcha y en cinco minutos estábamos arrancándonos la ropa en mi casa. Me di cuenta desde el primer minuto que la imagen que transmitía ese chico no tenía absolutamente nada que ver con la realidad. Sus habilidades y técnicas sexuales eran comparables a las de cualquier profesional del sexo con muchos años de experiencia a sus espaldas. Y eso me quedó muy claro cuando en plena felación me puso un preservativo con la boca sin que ni tan siquiera me diese cuenta de que lo estuviese haciendo. Me enteré de que me lo había puesto cuando le expresé mi preocupación por estar penetrándolo sin protección. Esa técnica junto con el resto de la profesionalidad sexual que me estaba demostrando, hacía que me preguntase si este chico no sabía demasiado para la edad que aparentaba. Todo eso lo sabía porque a los veintidós años había tenido una relación con un chico que se dedicaba a la prostitución, pudiendo disfrutar y tener conocimiento de todas sus artes amatorias.
        A las diez de la mañana acabamos tirados en la cama, exhaustos y sexualmente descargados. Sobre la mesita de noche había tres preservativos anudados. Darío se levantó y sonriendo me dijo: -Voy a darme una ducha.- Yo estaba demasiado hecho polvo para seguirlo, así que no me moví de la cama. Cuando acabó de ducharse, se vistió, vino a mi lado y después de darme un morreo me dijo: -¿Me llevaras esta noche al PACHA? ¿A qué hora sales de casa?-
        -Suelo salir a las ocho y media, y si claro que te llevaré.- Le contesté extrañado del porque se había vestido.
        -Pues nos vemos a las ocho y media.- Dijo. Acto seguido salió de casa y se fue.
        Me quedé un poco traspuesto. -Caray con el niño, que claras que tiene las cosas.- Pensé. Por un momento me supo mal que Darío solo buscase sexo puro y duro. Me habría gustado que se quedase a dormir. Después, pensé que dada la situación en la que estaba, de ruptura no declarada con Álvaro, la peor situación que podría darse era, que viniese el que ya consideraba mi ex y me pillara en la cama con un extraño. La verdad es que en estas rupturas tan traumáticas siempre prefería coger el rol de pareja traicionada. Creía, y pienso que acertadamente, que era preferible que te considerasen y tratasen de cornudo que de cabrón promiscuo. Eran las diez y media, acababa de follarme a un chaval guapísimo y me disponía a dormir de lo más relajadito, y al resto del mundo que le diesen morcilla.
        Desperté a las seis de la tarde. Estaba hambriento y tremendamente eufórico y satisfecho de mí mismo. La tremenda sesión de sexo con Darío me había subido la autoestima hasta niveles que, de no conocerme muy bien, se me hacían difíciles de soportar. Calenté el horno y descongelé una pizza mientras preparaba café.
        Me tomé un café muy cargado mientras esperaba a que la pizza estuviese bien calentita. Después de almorzar o desayunar o la comida del día que tocase, preparé el conjunto que luciría esa noche Dragg Issis. Y la hora y media que me quedaba para volver al PACHA me la pasé perreando en el sofá.
        A las ocho y media, mientras cargaba las cosas en el coche, llegó puntual Darío. -¿Ya lo tienes todo listo?- Me preguntó luciendo el mismo peinado del día anterior, un chaleco de sastre en piel de ante rojo y unos pantalones Levi Straus 501 que le hacían un culo divino.
        -Por supuesto.- Le contesté mientras lo invitaba a entrar en coche.
        Era tal el subidón de autoestima que me había proporcionado la tremenda sesión de sexo que había tenido la madrugada anterior con el chavalín que tenía al lado, que ese día pretendía prescindir de los típicos vestidos de Dragg Queen con falda larga que solía usar últimamente. Y recuperé uno de los modelitos que había usado durante el verano, que daban todo el protagonismo a los bañadores plateados y dorados del tipo culotte o bóxer.
        Esa noche, mientras hacíamos el recorrido promocional repartiendo invitaciones, se me acerco una chica que se presentó como la encargada de personal de la discoteca ATENA’S, intentado sondearme para averiguar cuanto me pagaban en el PACHA, supongo que para hacerme una oferta mejor. Ante la poca receptividad a cambiar de empleo que mostraba, no insistió en exceso. Interpreté el interés por contratar el máximo de empleados del negocio de la competencia como una prueba de la guerra comercial que estaba a punto de declararse entre los dos locales de ocio con más aforo de la zona. Y por lo que parecía, mi falta de receptividad por cambiar de empresa, sería interpretada como un posicionamiento por mi parte hacia el negocio del Sr. Roure.
        El resto de la noche se desarrolló sin demasiados contratiempos. A las cinco y media mientras todos recogían y rellenaban neveras, yo tenía la esperanza que a Darío aun le picase el culo y me regalase otra noche de sexo profesional. Durante el desayuno en el Bar PACO despedimos a Estela y Sergio, nos prometimos seguir reuniéndonos en el futuro por la mañana a la salida, aunque trabajásemos en diferentes discotecas. Al regresar a casa, tomé dirección hacia el extrarradio, donde me había indicado que lo llevase el día anterior mi acompañante. -¿A dónde vas?- Me preguntó mi acompañante, extrañado de que tomase esa dirección.
        -A tu casa. ¿No es por aquí? Esta es la dirección que me indicaste ayer.- Le dije sorprendido.
        -Pero si vivo tres calles más debajo de tu casa.- Me replicó.
        -Ah, vaya, pues vamos para casa entonces.- Dije disculpándome, mientras cambiaba de dirección el coche.
        Al aparcar delante de casa me lo quedé mirando y sonriendo como diciendo “y ahora qué”. Darío se quedó riendo y dijo: -¿Me invitas a la última copa?-
        -Como no.- Contesté sonriendo pícaramente.
        Al entrar en casa no hubo copa ni nada de eso. Al instante volvimos a arrancarnos la ropa y nos pusimos a follar de nuevo como dos posesos.
        Dos horas después, mi joven amante volvió a repetir el ceremonial del día anterior duchándose y vistiéndose de nuevo. -¿Cómo es que después de follar siempre te vistes y te vas?- Le pregunté extrañado.
        -¡Ah! ¿Pero te apetece que me quede?- Preguntó con sorpresa.
        -¿A ti no te apetecería quedarte a dormir?- Pregunté.
        -Es por costumbre, como normalmente me echan después de follar. Por eso me voy y así me ahorro malos rollos.- Dijo.
        -Pues puedes quedarte, vamos, si es que te apetece.- Le dije mostrándole el otro lado de la cama.
        -Hmmm… Hoy no, pero igual otro día me quedo ¿Vale?- Dijo sonriendo mientras empezaba a abrir la puerta de la calle.
        Me quedé mirando la cama vacía, era toda para mí y me estaba entrando una tremenda morriña post coito, así que, a las diez y media me dispuse a dormir a pierna suelta. Y eso conseguí hasta pasadas las dos, momento en que volvían a aporrear la puerta. -Voy a matar a Miquel.- Pensaba mientras me arrastraba para abrir a ese maldito impertinente.
        Eran Miquel (¿cómo no?), Nuria, Lidia, La Cuca y Lola, traían un montón de carne, un saco de carbón y mucha bebida. -Hola, hoy toca barbacoa improvisada en tu casa.- Dijo Miquel sin prestar la más mínima atención a mi cara de sorpresa y cansancio, al tiempo que esa manada que eran mis amistades tomaban posesión de mi casa.
        Mientras encendían la barbacoa, ponían música e iban abriendo botellas de vino y aperitivo, yo me daba una ducha y procedía a vestirme adecuadamente. -¡Tú has follado!- Gritó Miquel mientras miraba desde la puerta de mi habitación como me vestía.
        -Y... ¿Se puede saber cómo diablos has llegado a esa conclusión?- Le contesté con tono irónico.
        -Pues… vamos a ver: tienes chispitas en los ojos… se te han relajado todas las expresiones de mala leche que tenías en la cara…y… tienes tres preservativos usados y anudados encima de la mesita de noche.- Dijo sonriendo cínicamente.
        -¡Mierda!- Dije mientras recogía las pruebas del delito y las escondía dentro de una bolsa de supermercado que usaba a modo de papelera. Una vez resuelto este incómodo incidente nos unimos a la fiesta improvisada que se estaba desarrollando en mi casa.
        -¿Quién es?- Me preguntaba continuamente Miquel, sin resignarse a quedarse sin conocer el nombre de mi nuevo amante. -¿No será el japonés del otro día?- Yo cerré el pico y no solté prenda en toda la tarde, recordando que esa noche tenía una cita con Klaus-Hiro. Me preguntaba si conseguiría cumplir lo que me había prometido y encontraría algún sitio que sirviese marisco fresco.


        Posdata:
        La mejor que puedes hacer cuando te rompen el corazón, es usar una temporada el cerebro. Descubrirás que el ignorar a tu amado y seguir con tu vida suele ser al final la venganza más adecuada.




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