lunes, 28 de marzo de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (SEXO, “DRAGG ISIS” Y AMOR ACONDICIONADO)

        Desde el primer momento en que me calcé unos plataformones, y con cuatro trapitos me hice un modelito di-vi-no para subirme al pódium de uno de los locales más turísticos de Ampuriabrava. Dos cosas me quedaron clarísimas:
        La primera era, que en un local hétero de provincias, por mal que actuase y por muy pésimos que fuesen mis play-backs, la clientela siempre vitorearía, gritaría y aplaudiría a cualquier petarda que con mayor o menor gracia les animara la noche.
        Y la segunda era, que dentro del mundo heterosexual (incluyo a ellos y a ellas) había y hay un grupo de gente, que siente una morbosa fascinación por todo lo que rodea la ambigüedad sexual del mundo Dragg.
        La principal consecuencia de estas dos revelaciones era, que, a Dragg Issis nunca le faltaban jóvenes mozos interesados en bajarle el bañador negro o plateado, tipo culotte, para jugar con su polla. A poder ser en el camerino o en cualquier rincón que ofreciese cierta intimidad  y normalmente (eso era lo que más me sorprendía)  con la novia mirando excitadísima y en muchos casos tocándose o masturbándose.
         -Esos chicos tenían que ser gais armarizados.- Me diréis vosotros. Es posible. Aunque yo tengo mis dudas al respecto:
        Estos chicos solo tenían interés en el personaje. Mientras yo era Dragg Issis, ellos se desinhibían totalmente y eran capaces de ser verdaderas putillas dóciles y sumisas. Capaces de cumplir sin ningún pudor cualquier capricho sexual que se me ocurriese. Solía suceder muy a menudo que después de hacerme una mamada de profesional se daban la vuelta y practicaban sexo con una excitadísima novia que no había perdido detalle de la actuación anterior del novio. Y era en ese momento en el que Dragg Issis los dejaba para que pudiesen fornicar tranquilamente. Y mientras, un poco más relajada, salía a tomar un JB con limón para poder seguir con el Show de esa noche.
      Pero, en el momento en que me sacaba el maquillaje, el vestido, los plataformones y era yo mismo. Esos chicos perdían todo interés en mí. Actuando como si nada de lo que había sucedido en los camerinos o en el almacén hubiese tenido nada que ver conmigo. Y supongo que desde su punto de vista era cierto: Habían practicado sexo con la Dragg Queen, no conmigo.
         En los cuatro años que llevaba ejerciendo como Dragg Issis siempre había a mi alrededor algún que otro chico con su novia dispuestos a llevar a cabo sus fantasías en algún rincón discreto del local en el que actuaba. Esto fue así hasta julio de 1994, cuando topé con Panter Rosa en el PACHA.
        Como creo que os había contado en otra ocasión, Panter Rosa era la persona más promiscua con la que jamás había coincidido (y tengo que reconocer que me he movido en ambientes que dejarían a las bacanales romanas a la altura de fiestas de pijamas). El relacionarme profesionalmente con él, supuso la desaparición para Dragg Issis de todas las oportunidades de sexo esporádico durante las tres semanas en las que trabajamos juntos.
         No es que esté reconociendo que yo fuese tan promiscuo como Arturo.  Arrasando, como hacía él, con todo lo que se le acercaba. En realidad. Tengo que reconocer que siempre que me he enamorado y mi pareja me ha correspondido, he sido un amante de lo más fiel. Pero bueno. Estando soltero. Uno no es de piedra y tiene sus necesidades, y si un chico guapísimo te ofrece una felación sin demasiadas complicaciones y ningún compromiso. Pues eso. A nadie le amarga un dulce. Además, personalmente creo que disfrutaba más con la idea de ser el centro de atención y poder elegir entre varios chicos guapos y deseables que con el sexo en sí.
         Y fue en esas circunstancias en las que conocí a Jordi.
         Jordi no era el tipo de chico que me suele atraer. Era más alto que yo. De fisonomía musculosa, muy alejado de los mozos fibrados y canijos que solía beneficiarme para el placer de sus novias. Era moreno, de pelo lacio con un corte a lo garçón que lo hacía parecer más joven de lo que realmente era. Tendría unos 28 años, vestía con ropa de marca, siempre llevaba zapatos tipo botín cubano o botas camperas, un arcillo de plata en la oreja izquierda y un reloj de tipo suizo (de los de manecillas, no de los digitales). No era de los tipos que se lanzaban directamente a meterte mano al paquete o al culo. Era de los conversadores. Y ya que gracias a la Panter Rosa habían desaparecido los mozos necesitados de calentar novias, me dedique al maravilloso arte de la conversación.
          Me hacía gracia. Porque Jordi era de los clientes que seguían con gran atención las actuaciones de todos. Parecía como si verdaderamente entendiese lo que había detrás de cada número. Nuestras motivaciones artísticas y los intríngulis de las puestas en escena (si alguien llegara a saber que cuando no me sabía la letra me dedicaba a recitar la lista de la compra gesticulando con la boca). Y entre actuación y actuación, mientras Arturo se beneficiaba a todos los calienta novias del local, Jordi y yo hablábamos. No había ningún tema en concreto: su trabajo, el mío, situaciones divertidas, mis penosas actuaciones y cosas por el estilo… aunque la conversación era lo de menos, lo que verdaderamente me gustaba de él eran sus ojos y su manera de mirarme: Como un niño mira a su primer pastel de cumpleaños.
         Me hacía sentirme deseado. No como un trozo de carne del que vas a comer hasta saciarte. Sino como algo difícilmente alcanzable. Algo que deseas con todas tus ansias, pero que, por falta de experiencia no te atreves a coger por miedo a que desaparezca en el momento en que lo toques.
      Y así estuvimos tres fines de semana. Al cuarto, todo cambió, después de que Panter Rosa hubiese sido finiquitado por  follarse a todos los camareros de los restaurantes del propietario del PACHA, en horario laboral.
         Era evidente, sin duda, que a Jordi le estaba quedando claro que, de no actuar rápido, el grupo de chicos calienta novias no permitirían que sucediese algo entre los dos. Ya que estaban reclamando toda mi atención. Cuando lo vi en la barra de Tatiana (la camarera morena de pechos enormes), mirándome con cara de cordero degollado, no pude soportarlo más. Fui hacia él. Lo tomé de la mano y lo lleve al office de la barra y corrí la cortina.
         -¿Qué pasa?- Me preguntó.
        A lo que solo respondí: -Necesito saber una cosa.- Y lo besé en la boca. Beso que me devolvió metiéndome la lengua hasta la campanilla (dios que torpe que era). Lo frene un poco, cogiéndole por la cara y dándole un beso lento, jugando con su lengua, pausadamente. Se adaptó enseguida. Parecía que disfrutaba tanto como yo de ese momento, que me parecía mágico.
        Estuvimos unos cinco minutos abrazados, comiéndonos los labios. Tanto que tuve que retocarme todo el maquillaje. Cuando nos separamos y decidí salir de nuevo para actuar me cogió de la mano y me dijo: -No te vayas con ninguno de esos mamarrachos con novia.-
        Me sorprendió. No me esperaba que estuviese al tanto de lo que sucedía en los camerinos con los chicos héteros y sus parejas. Sin mostrar sorpresa, me giré, lo volví a abrazar y después de darle otro beso le dije: -Solo si me esperas a que acabe de trabajar.-
         Ya me estaban presentando para la segunda actuación y salí sin esperar su respuesta, el resto de la noche me la pase como si un nido de mariposas hubiese montado una fiesta en mi estómago. La verdad es que estaba tan eufórico, que parecía que flotaba en el aire a un palmo del suelo por debajo de los plataformones.
         Después de la segunda actuación. Jordi había desaparecido. No lo vi en la barra de Tatiana, ni en ninguno de los rincones por los que solía esconderse. Además Verónica S3 estaba de los nervios a consecuencia del inesperado debut de Peggy la Charcutera, y de su evidente pérdida de protagonismo. Todo el mundo a mí alrededor me hablaba, y yo no podía dejar buscar a Jordi con la mirada. Solo de pensar en la posibilidad de que lo hubiese asustado y se hubiese largado del local, provocaba que ya ni tan siquiera me molestase en fingir que les escuchaba.
        Hacia las cinco de la madrugada salí a la zona donde estaba la barra de los jardines. Ya no podía aguantar más, me estaba ahogando, necesitaba coger aire. Una angustia tremenda me estaba destrozando por dentro. -¡DIOS!, que estúpido era, me había enamorado de un primerizo y con mi torpeza lo había asustado, seguro que no volvería a verlo.-
        -Se ha ido.- Me dijo Markus, el segurata rubio.
        -¿Co…como dices?- Le contesté.
        -El chico moreno con el que te lo montabas en el office de Tatiana. Que se ha ido.- Me replicó.
        Lo mire con cara de susto y sorpresa.
  -Ya lo sabes. Mi trabajo consiste en saber todo lo que sucede dentro del local.-  Añadió guiñandome un ojo.
        Me quede muy abatido. Sobreponiéndome como pude. Di media vuelta y volví para felicitar a “Peggy la Charcutera” por el gran éxito que había tenido esa noche.
        Sin demasiadas ganas. Después de cambiarme y desmaquillarme me reuní con los compañeros para desayunar en el Bar Paco. A las 7 de la mañana, ya no me divertía ser el centro del cachondeo de mis compañeros de trabajo. Decidí que ya era hora  de irme a dormir y olvidarme de una vez por todas de esa maldita noche.
        Al llegar a donde tenía aparcado el coche… ¡SORPRESA! Ahí estaba Jordi, apoyado sobre el capó de mi FIAT Punto diésel. Esperando a que yo apareciese. Me quedé de piedra. Me acerqué mientras me miraba y sonreía. Cuando estuve a su altura me cogió de la cintura y me dio uno de los besos más apasionados que me han dado en mi vida.
         - Me dijeron que te habías ido, y creía que te había perdido.- Le dije.
         -Tenía que arreglar un par de cosas, porque se supone que hoy no iré a dormir a mi casa ¿no?- Me contestó.
      No le dije nada. Tan solo lo abracé y nos besamos apasionadamente. A los quince minutos estábamos en mi cama haciendo el amor como si el mundo se acabara al día siguiente. No sé si en algún momento había conocido el amor, pero sin duda tenía que ser algo muy parecido a lo que sentía en ese momento con Jordi.
        El domingo amaneció para nosotros a las cuatro de la tarde. Abrazados y necesitados de caricias y sexo. Cosas ambas que nos entregamos sin medida alguna. Comimos un poco. Un par de horas de playa y después, más amor y sexo, antes de volver a ponerme la piel de Dragg Issis, para ser la diva más feliz de la Costa Brava. ¿Cómo no? Tenía ante mí las mejores vacaciones de mi vida y a mi lado un hombre que me volvía loquito.


         Posdata:
         El amor existe, sino que me lo pregunten a mí.

         Dragg Issis es el personaje del libro de recopilación “MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO”. Podéis encontrar el libro completo y otras cositas de Agusti Pericay en los siguientes enlaces:




sábado, 26 de marzo de 2016

27 YAHOREE (Quimeras) 1.2


27 YAHOREE (Quimeras)

       Vamos a por la segunda entrega de el libro comic 27 YAHOREE. Narra la historia de Alex Romagor, un joven muy normal, el que sin comerlo ni beberlo, se verá envuelto en un montón de historias fantásticas, relacionadas con los extraños seres que viven en los cuerpos de sus familiares desde hace miles de años. La muerte de su único pariente vivo, su tío abuelo Gregory y el regreso a la que fue la residencia de su infancia le hará descubrir que los fantasmas de su infancia eran mucho mas reales de lo que nunca había podido creer.









domingo, 20 de marzo de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (TACONAZOS, PEGGY LA “CHARCUTERA” Y OTROS OFICIOS DE ALTO RIESGO)



        Habían pasado tres semanas del mes de julio de 1994, y gracias a Arturo y su afición a follarse todo lo que menea. El grupo de las “Divinas” se había quedado cojo para los días de entresemana. La verdad era que, aunque Verónica S3 era mucha Dragg Queen, el pasearse sola con los seguratas de la discoteca por la localidad. Como espectáculo, resultaba ser un poco pobre. Así que aprovechando que habían empezado las vacaciones de verano en la empresa multinacional en la que trabajaba entresemana. Le propuse al propietario del “PACHA” trabajar la semana al completo a cambio de una mejora sustancial en mi nómina.
        En esa misma reunión, el propietario me hizo saber que había contratado a otro miembro para el equipo de las “Divinas”. Me sorprendió la rapidez con la que había reconstituido el grupo, teniendo en cuenta que no parecía para nada ser un señor muy metido en el mundo de los espectáculos de noche alternativos.
       Por lo tanto, estábamos impacientes por conocer al nuevo miembro del grupo ese mismo viernes, ya que la nueva adquisición solo actuaria los viernes y los sábados. Pero en la sesión de preparación, maquillaje y camerinos no apareció nadie. Nos quedamos un poco decepcionados. -Esta se ha asustado y ha salido por piernas.- Bromeo Julio, todos nos reímos.
    Esa noche cenamos en la “Yaya Pepa”. Era un restaurante de cocina catalana, de esos que consiguen incluir en una carta los platos típicamente catalanes junto con los platos típicamente españoles (los que suelen pedir los turistas), pero con un toque al estilo de la clientela local. Había conseguido así, ser uno de los pocos negocios del propietario que no eran solo de temporada, ya que solía tener abundante clientela durante todo el año.
        El encargado y cocinero, Alfredo, era un señor mayor, tendría unos 50 y pico años, muy amable, servicial y enorme como un buda. Le encantaba el cancaneo y había retirado una de las mesas céntricas para poner un mini escenario donde los clientes se hacían fotos con nosotros y si la cosa se terciaba improvisábamos un playback para la clientela, algo que le hacía muy feliz y lo demostraba haciendo que circularan chupitos de licor a los postres.
        Esa noche, Alfredo, estaba especialmente contento. Después de las fotos con los clientes, nos dijo que pidiésemos lo que deseáramos de la carta que la diferencia en el precio la pondría él (el presupuesto de la cena era de 1000 pesetas por cabeza a precio de carta, por lo que no solíamos desmadrarnos mucho en los segundos platos si deseábamos hacer postres o tomar café) obviamente aprovechamos la ocasión para meternos unos solomillos y entrecots con salsa roquefort y quedarnos como dioses, bueno Veronica S3 y Dragg Issis se quedaron como diosas.
     En agradecimiento a tan buena acogida les hicimos una actuación cada uno. Alfredo estaba pletórico, y a la salida del local nos despidió con un: -Hasta luego chicas, nos vemos en un ratito.- Me sorprendió esa despedida, ya que Alfredo no era una persona muy dada a las fiestas nocturnas, así que extrañado le pregunté a Julio. -¿Y esa opulencia a que ha venido?-
        -Será su cumpleaños.- Me contestó sin darle más importancia.
        Esa noche nos pateamos la calle comercial dos veces, haciendo el loco, riéndonos y haciéndonos fotos con casi todo el mundo. Con la esperanza de haber digerido el maldito solomillo antes de empezar en la discoteca. A las dos de la madrugada, cuando la limusina de la discoteca nos dejó en la puerta de la discoteca. El chico de la caja nos dijo que esperáramos a entrar a que llegara la nueva. Nos quedamos un poco desorientados.
       -¿La nueva?- Preguntó Julio un poco ofendido. -¿Es que esta no se va a patear la calle como hacemos nosotras?- Los seguratas, el portero y yo nos reímos del desparpajo de Verónica S3. A los pocos minutos regresó la limusina: por fin conoceríamos a la nueva “Divina” después de tanto suspense.
        Se abrió la puerta de la limusina y salió (No pongo más apelativos descriptivos porque allí se me acabaron todos). Era enooorme. Solo para que os hagáis una idea: Cada pierna tendría el mismo diámetro que mi torso, y yo no era precisamente un chico raquítico. Sus brazos tenían la envergadura de la cintura de Julio. Parecía increíble que un volumen tan enorme pudiera moverse con tanta soltura dentro de esos zapatos de tacón de aguja de más de 10 cms. Todo él estaba embutido dentro de un vestido de cola de lentejuelas de color rojo cereza. Maravillosamente maquillado (a Julio se le desencajó la mandíbula de envidia, ya que le daba 20 patadas a su maquillaje, y eso que él siempre presumía de su buen saber hacer en ese tema). Unos guantes de satén blancos, bisutería plateada, una peluca rubia a lo Tina Turner y una boa de plumas de color blanco remataban el conjunto.
       -Niñaaas, ¿a que no os lo esperabais?- Nos dijo esa enorme Dragg Queen, mientras fingía darnos un beso a cada uno. -Venga vayamos entrando que el espectáculo tiene que empezar.-
        No entramos. Fuimos arrastrados por ese torbellino de arte, plumas y lentejuelas que era “Peggy  la  Charcutera”. Esa noche, por más que nos esforzamos, no pasamos de ser unas simples coristas de Peggy. Simplemente, era el centro de atención de toda la fiesta y su repertorio iba desde la copla hasta los clásicos de los años 60 y 70. Por mucho desparpajo que le pusiésemos era imposible estar a su altura. Todavía sigo alucinando al pensar cómo podía andar con tanta soltura encima de esos taconazos que, tal y como me confirmaron después, median trece centímetros y eran de acero reforzado.
        Estuve toda la sesión pensando que me recordaba a alguien. Su voz, sobretodo su voz, me era terriblemente familiar. No fue hasta el final de la sesión, cuando abrieron las luces y cesó la música. Al verlo hablando y riéndose con los camareros del restaurante en el que habíamos cenado, que conseguí reconocerlo:
        -¡Es Arturo el cocinero de la “Yaya Pepa”!- Exclamé.
        Me acerque y con toda franqueza le dije: -Tengo que admitir que no te he reconocido hasta hace un momento, desconocía por completo esta faceta tuya.-
      -Ayy guapetón, estoy molida, a mi edad el cuerpo ya no me aguanta estos saraos.- Me dijo orgullosa.
       -Tú dirás lo que quieras, pero, llevar esos tacones con ese desparpajo no se consigue en un ratito.- Le indiqué con tono de admiración.
        Me miró y sonrió. Se acercó a mi oído y me expresó: -A vosotros los jóvenes todo os sorprende, pero este cuerpo ha dado mucha guerra y tiene muchas tablas ya.- Y con los zapatos de tacón en la mano (los había sustituido por unas cómodas chancletas). Salió fuera donde le estaba esperando la limusina de la discoteca y varios de los camareros de la “Yaya Pepa”.
     Esa mañana, en el ya tradicional desayuno en el Bar Paco, con todos los empleados de la discoteca. Julio no podía disimular el cabreo que llevaba encima: -¿Pero qué se ha creído esa mamarracha? ¿Qué puede llegar y pasar por encima de todos?- Farfullaba, en un tono muy ofendido.
        -Julio, tendrás que reconocerle que es muy buena. Su actuación de Raffaela Carrá ha sido espectacular.- Le dije recriminándolo.
      -Lo que sucede, es que hasta ahora, Julio no ha tenido competencia real. Porque reconozcámoslo, Drag Issis es bastante petarda. Y que le de sombra una ballena como esa, tiene que ser duro de llevar.- Sentenció Tatiana, la camarera morena de los pechos enormes.
        -Por cierto, Dragg Issis podría aprenderse la letra de las canciones de Annie Lennox, porque se le nota un montón que no va acompasado con el playback.- Dijo Sergio, el segurata con pinta de Marine moreno.
        -¿Qué haces? ¿Recitas la lista de la compra mientras finges que cantas en inglés? Tomates, patatas, pollo y ternera… - Dijo Markus el segurata rubio, mientras todos se reían de mí. Así que todos empezaron a cachondearse de Dragg Issis, con el rollito de la lista de la compra.
        Durante los 3 siguientes fines de semana el ambiente entre los componentes de las Divinas se fue enrareciendo cada vez más. Peggy la Charcutera, la mega-obesa Dragg Queen, ensombrecía cada vez más el enorme ego de Verónica S3. Parecía que en Julio podría producirse una combustión espontánea en cualquier momento. Por mi parte, la curiosidad por saber más del gran cocinero-Dragg Queen, me hizo frecuentar asiduamente la “Yaya Pepa”. Entre desayunos y carajillos de Baileys, me puso al corriente de todo su curriculum artístico: Por lo visto en los años 70, con tan solo 15 años ya era un personaje reconocido dentro de la farándula y el movimiento de la “Gauche Divine”. Actuando como transformista en clubs nocturnos y saraos privados. Con la llegada de la democracia su estrella se fue apagando. Enterrada por los miles de, según él: “Mariconas liberadas que se subían a un escenario por un plato de lentejas”. Acabó por entrar en el mundo de la hostelería hasta la actualidad. En ese aspecto creo que se parecía más a Dragg Isis que a Verónica S3. No se subía al escenario por el dinero que iba a ganar, sino, que estaba intentando resucitar al chico que fue hace 40 años.
        Y llegó el 15 de agosto (curiosamente caía en viernes), esa noche VeronicaS3 realizó la que creo que fue la peor actuación de su carrera.
        -Chica si lo que buscas es dar sombra a Peggy te acabas de lucir.- La recriminé riéndome.
        -Ya verás cuando te toque subir a ti.- Me contestó. -No sé con qué producto han limpiado el pódium, pero resbala como el suelo de un churrero.-
        Miré al pódium. En ese momento empezaba la actuación Peggy. Tuve una extraña sensación, como un estremecimiento que me recorría la base de la nuca… algo no iba bien. Y así fue. En pleno Show (Peggy estaba haciendo el “explota-explótame” de Raffaela Carrá), durante el movimiento de melenaza p’atrás. La enorme Dragg Queen voló por un instante en el aire, cayendo como un saco de patatas sobre el pódium. Y del pódium al suelo de la discoteca. Ese fue el final del breve retorno de “Peggy la Charcutera”, que acabo con una costilla, el codo y la tibia rotos.
        De esa noche recuerdo, a parte del patético resbalón. La cara de enorme complacencia y satisfacción de Julio, además de la siniestra sonrisa que lucía en su cara, Verónica S3. -¿Habría sido premeditado?- Me pregunté a mí mismo. De lo que no había ninguna duda, era que, VeronicaS3 estaba al corriente de la peligrosidad del pódium y en vez de avisar al siguiente en actuar se calló como una puta.
        A finales de agosto volví a desayunar en la “Yaya Pepa”. Allí estaba Alfredo con el brazo y la pierna escayoladas, me sorprendió que no se hubiese cogido la baja laboral (por lo visto el restaurante era su vida). Lo había hablado con el propietario y el resto del servicio del restaurante. Al exponerles la situación, todos accedieron a compensar con horas de trabajo y dedicación las carencias que tendría su encargado durante la convalecencia (otra cosa no, pero Alfredo era un gran profesional, admirado y querido por todos sus colaboradores).
        Por lo que respecta a mí. El resto del verano me guarde mucho de molestar a Julio. Había descubierto al diablo que vivía en su interior y no tenía ninguna intención de arriesgarme a sufrir su ira.




        Posdata:
        Creo que la ley de riesgos laborales debería de tener un apartado donde aclarase a  partir de  cuantos  centímetros,  unos  tacones,  pueden transformar una actuación en un trabajo de altísimo riesgo.

         Dragg Issis es el personaje del libro de recopilación “MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO”. Podéis encontrar el libro completo y otras cositas de Agusti Pericay en los siguientes enlaces:




jueves, 17 de marzo de 2016

27 YAHOREE (Quimeras) 1.1


27 YAHOREE (Quimeras)

       Empezamos este viernes con el libro comic 27 YAHOREE. Narra la historia de Alex Romagor, un joven muy normal, el que sin comerlo ni beberlo, se verá envuelto en un montón de historias fantásticas, relacionadas con los extraños seres que viven en los cuerpos de sus familiares desde hace miles de años. La muerte de su único pariente vivo, su tío abuelo Gregory y el regreso a la que fue la residencia de su infancia le hará descubrir que los fantasmas de su infancia eran mucho mas reales de lo que nunca había podido creer.








lunes, 14 de marzo de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (CAMARERAS, SIDA, PREÑEZ Y PANTER ROSA)

           Fue en el verano del 1994. Estábamos en plena resaca de los juegos olímpicos de Barcelona. Toda la zona de la Costa Brava capeaba la crisis como podía y las empresas turísticas maldecían el hecho no reconocido nunca oficialmente, que el auge turístico de Barcelona se había creado a costa del turismo de la Costa Brava.
        Todas las empresas se esmeraban en ofrecer algún plus para que los escasos clientes que pululaban por la localidad se decidiesen por su local, y ahí estábamos nosotros: “las Divinas”, contratados en el “PACHA” de turno, para hacer la animación de las noches del verano.
        “Las Divinas” éramos: Julio, cuyo nombre artístico era Verónica S3 (todos lo pronunciábamos stress), Arturo, conocido entre sus círculos como Panter Rosa y yo, Dragg Issis. No es que formáramos un grupo al uso, de hecho con Arturo, antes de este trabajo nunca habíamos coincidido. Con Julio habíamos coincidido en varias discotecas, aunque nunca habíamos actuado en el mismo show.
        Sinceramente, creo que la discoteca, un veterano local de capa caída desde hacía unos 3 años, nos había contratado porque éramos la opción más barata que se les había presentado.
        El contrato incluía mantenimiento, cama y según nuestra conveniencia, alta en la seguridad social (si, en esa época y sobretodo en el mundo de la noche casi todo se movía en dinero negro), Julio y Arturo necesitaban el dinero como el aire para respirar por lo que trabajaban cada día, para mí esa opción no era válida ya que yo trabajaba para una empresa multinacional de lunes a viernes y tenía casa propia. Así que les propuse actuar solo los viernes, sábados y domingos.
        La noche empezaba entre las ocho y las nueve, que nos reuníamos en los camerinos de la discoteca, donde nos acicalábamos, maquillábamos y nos vestíamos con las ropas que definirían la velada.
        Después, el Show siempre se desarrollaba del mismo modo: primero íbamos a cenar a una de las pizzerías, hamburgueserías, o restaurantes propiedad del dueño de la discoteca (por lo visto la mitad de los locales del municipio pertenecían a ese tipo) con lo que matábamos dos pájaros de un tiro: publicitábamos la discoteca y hacíamos el espectáculo en restaurante mientras cenábamos, hay que reconocer que como estrategia de marketing era genial, mientras los demás restaurantes contrataban músicos o animaciones, nosotros por el mismo precio, (ya que la animación éramos nosotros) cenábamos, animábamos el restaurante y repartíamos publicidad de la discoteca (nunca he entendido la fascinación que tiene la gente por hacerse fotos con hombres travestidos o Dragg Queens).
        Y ahí estábamos, “Las Divinas”, acompañados de dos seguratas, repartiendo publicidad y haciendo las locazas por el paseo marítimo, recorriendo bares y locales hasta las dos y media de la noche, hora en la que nos recogía el coche oficial de la discoteca. Haciendo nuestra entrada oficial y súper-glamurosa en el “PACHA”.
        Julio, Verónica S3, huía de una familia de militares. De una adolescencia de malos tratos y palizas propinadas por su padre y hermanos a consecuencia de la poca marcialidad que desprendía su actitud. A sus 20 años utilizaba el mundo del espectáculo como paso previo a su cambio de género, era morbosamente femenino, delgado, depilado, limpio y a juzgar por las incipientes tetillas que le estaban creciendo había empezado a hormonarse. Al trato, se veía que había recibido una buena educación y se podía mantener con él una conversación fluida sobre cualquier tema. Cosa que contrastaba mucho con Arturo, la Panter Rosa, gaditano de pura cepa, cerril y analfaburro como nunca nadie me lo había dado a entender. Era la persona más promiscua que nunca he conocido. Para él éramos un trámite que tenía que soportar durante el verano para poder cambiar de ciudad con algo de dinero, donde poder follarse todo lo que se menease, Casi nunca solía aguantar más de tres meses en el mismo sitio. Tres meses era el tiempo que solía tardar para conseguir que todo el mundo lo conociese, reconociese y huyera de él.
        Verónica S3 siempre usaba maquillajes de calidad, ahí coincidía con Dragg Issis. Más que nada porque con según qué marcas, se me quedaba la piel llena de rojeces y sarpullidos. Panter Rosa era la reina del “todo a 100” (a, si, es que aun íbamos con pesetas, ¿qué os creíais?). Había que guardarlo todo bajo llave porque Arturo, además, era muy amigo de lo ajeno.
        Un viernes mientras cenábamos totalmente emperifollados y mega-maquillados, después de las fotos de rigor con unos cuantos clientes de la pizzería Napoli’s, Nos quedamos solos Verónica S3 y yo. Mientras Panter Rosa iba al lavabo a retocarse y a lo que soliera hacer ahí (ignoraba lo que era, pero siempre solía estarse casi media hora en el lavabo a la hora de la cena). Estuvimos hablando del SIDA y de los amigos que habíamos perdido durante los últimos años y de la esperanza que suponía la experimentación con nuevos fármacos, vamos, muy transcendentales solían ser siempre las conversaciones con Julio. Total que, no sé cuánto tiempo había pasado, creo que lo que se tarda en tomar los postres y un café, y Arturo aún no había regresado a la mesa. Era muy evidente que faltaba servicio y el encargado estaba muy, pero muy molesto. No le di demasiada importancia al tema, hasta que el encargado se acercó a nuestra mesa y nos suplicó que por favor nos lleváramos al marica, porque cada noche que cenábamos allí le destrozaba el servicio.
       Julio y yo nos miramos extrañadísimos y decidimos ir a ver qué diablos sucedía en el lavabo. Cuál fue nuestra sorpresa cuando encontramos en plena faena a Arturo enganchado con dos de los camareros del local. El espectáculo era digno de una película porno dirigida por Billy Wilder: Arturo con el vestido arremangado, el tanga entre los zapatos de plataforma y la peluca totalmente movida, enculando con ahincó a uno de los camareros al tiempo que le hacia una mamada al otro, que estaba subido a la taza del wáter.
        Solo se me ocurrió decirle: -Arturo vas a conseguir que los despidan.-
        A lo que solo obtuve por respuesta de uno de los chicos: -Total, mañana no pensábamos venir a trabajar.-
        Salimos totalmente avergonzados de la pizzería, en plan a “ese no lo conocemos absolutamente de nada”. Dejando a Arturo que completase la faena.
        Esa noche “Las Divinas” pasaron de tres a dos. El encargado del Napoli’s llamo al propietario, el cual rescindió el contrato con Arturo “Ipso Facto” (sinceramente dudo de que lo hubiera llegado a firmar). Por lo visto en las tres semanas que llevaba en la localidad había logrado el despido de catorce camareros (siempre por el mismo motivo: enculadas en horario laboral).
        A las seis de la mañana, después de las actuaciones en la discoteca. Reunidos  en el bar Paco, ya desmaquillados y con ropa de calle. Estábamos Julio, un par de camareras y los seguratas desayunando. Comentando toda la movida de la cena, entre Arturo y los camareros.
        Y como decimos por aquí: -“no se puede hablar mal sin que aparezca el animal”.-  Apareció Arturo, junto con los dos ex-camareros con evidentes síntomas de llevar en el cuerpo algo más que alcohol. Saludaron y sin prestar la más mínima atención a nuestra cara de pasmo, se sentaron con nosotros. Entre risitas y cachondeo se dedicó a poner a parir al encargado de la pizzería y al propietario de la discoteca: - Que si se van a acordar de mí, esos hijos de la gran puta. Que si me lo propongo les hundo todos los negocios.- Y así se estuvo el tiempo de meterse entre pecho y espalda un bocadillo de tortilla de patatas y un combinado de cola con ron.
        En todo ese tiempo estuvimos los seis mirándole con cara de póker y sin soltar palabra. Cuando acabó, se levantó, nos miró con cara de odio, se sacó un billete de 1000 pesetas, lo lanzo a la mesa increpandonos diciendo: -Repartíos el cambio, sois la misma mierda que ellos.- Y agarrando a los dos chicos de las nalgas se fue calle abajo.
        Cuando nos recuperamos de la incomodísima situación, Julio retomó la conversación de la cena pero esta vez centrándola en Arturo y la Panter Rosa. -Este cabrón tiene que estar totalmente podrido. Además siempre folla a pelo y estoy seguro que habrá contagiado a media provincia.- Dijo muy, pero que muy ofendido.
        -Tienes razón, y por ahora ya ha expuesto a catorce chicos.- Le replico Estela, la camarera maciza y rubia. Dando a entender que alguna enfermedad debía de tener.
        -Catorce son los que os han contado- Dijo Markus el segurata rubio. -En la discoteca tenía una media de tres a siete ligues cada noche, por lo visto los lavabos públicos le producen un morbo especial.- Añadió riéndose.
        -¿Y tú como sabes eso?- Le replicó Tatiana, la camarera morena de los pechos enormes.
        -El trabajo de Sergio es vigilar la puerta, y mi trabajo es controlar en interior de la discoteca- Dijo Markus sin dejar de reír pícaramente.
        -Lo que os estaba diciendo. Este tío tiene que estar podridísimo.- Insistió Julio cada vez más molesto.
        -A ver, tal y como lo veo yo: el SIDA es como la preñez, un mal rollo que te amarga la vida.- Dijo Tatiana en un tono muy solemne.
        -¿Qué diablos quieres decir?- Le dije yo, que empezaba a molestarme la deriva que estaba cogiendo la conversación.
        -Para que lo entendáis. Una tía se queda preñada sin que lo busque por tres motivos: 1º por mala suerte, 2º por estúpida y 3º por inconsciente. El SIDA se pilla por los tres mismos motivos: 1º por mala suerte: todos sabemos que los preservativos se rompen. 2º por estúpida: Ayyy, es que lo quiero tanto que confío plenamente en él. 3º por inconsciente, anda ya, eso del sida es un invento de las fábricas de condones para vender más, yo follo a pelo que da más gustito.- Teorizó Tatiana, mientras gesticulaba en plan teatrero.
        Ante tamaña revelación, no tuvimos más remedio que reconocerle el mérito de sus palabras, y admitir que detrás de ese par de maravillosas glándulas mamarias había una filósofa del tamaño de una catedral.
        Toda esta historia viene a cuento porque la semana pasada en la presentación de una revista con la que colaboro, en Madrid, se me apareció Arturo.
        Era Arturo, bueno, más bien lo que quedaba de él. Era evidente, a juzgar por la lipodistrofia que sufría, que estaba tomando A.Z.T. (el combinado de fármacos que inhiben el desarrollo de la enfermedad de inmunodeficiencia).
        -Hija de la Gran Putaaa.- Me soltó en plan saludo, como si tuviésemos la confianza de hermanas.
        -Estas usando todo lo del PACHA para tus artículos. Que gran cabrona que eres.- Me dijo, mientras tosía como un fumador terminal.
        -¿Te encuentras bien?– Le pregunté, mostrando un falso interés.
        -Ay.- Se lamentó. -Si yo te contara. He tenido muy mala suerte con la gente con la que me he relacionado, y aquí estoy, llevando como puedo el ser seropositivo.-
        Me quede de pasta de moniato. Decidí, después del evento, irme a la primera biblioteca que encontré para consultar en un diccionario de sinónimos. Necesitaba saber cuándo diablos la real academia de la lengua había puesto “mala suerte” como sinónimo de estupidez o inconsciencia.



        Posdata:

        Chicos, tomad precauciones. El SIDA no es ninguna tontería.  Ante la mala  suerte poco podemos hacer.  Pero podéis evitar el ser inconscientes y estúpidos: usad siempre el preservativo.

             Dragg Issis es el personaje del libro de recopilación “MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO”. Podéis encontrar el libro completo y otras cositas de Agusti Pericay en los siguientes enlaces: