miércoles, 27 de julio de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Nuria, sexo en zonas públicas y striptease)

NURIA, SEXO EN ZONAS PÚBLICAS Y STIPTEASE.

        Era sábado 7 de enero. Nos levantamos relativamente pronto (las nueve) para poder ir con tiempo al aeropuerto de Barcelona para recoger a Nuria. El motivo real de la invitación a cenar por parte de Miquel la noche anterior, no fue en realidad el presentarnos a Draco, su actual… llamémosle… rollito sexual. El motivo real había sido el encajarnos a nosotros la responsabilidad que él había asumido con Nuria, con el compromiso de ir a recogerla a la llegada de sus vacaciones.
        Nuria regresaba de su enésimo viaje a Burkina Faso. Por lo que sabía, mantenía una relación abierta y esporádica con un guía local. Relación que reanudaban cada vez que ella podía tomarse unas vacaciones en su empresa (que solían ser unas tres o cuatro veces al año). En esos días en África, Nuria se comportaba como su segunda esposa (si, tal y como habéis oído, Muh-nbà era un hombre casado).
        Por lo que parecía, la relación entre Nuria y Mayame (la primera mujer) era muy buena. Acogía de muy buen grado compartir a su marido por unos días al año a cambio de un poco de ayuda (ignoro si era económica o le regalaba toda su ropa de la temporada anterior).
        Durante el viaje hasta Barcelona (hay que tener en cuenta que había unos ciento cuarenta kilómetros entre mi casa y el aeropuerto) paramos a desayunar en uno de esos complejos que hay en la autopista, que son una mezcla entre gasolinera, restaurante, hotel y supermercado. Mientras Álvaro pedía en el bar unos croissants y café en abundancia, yo me di una vuelta por el bazar en busca de alguna revista de mi agrado para poder leer durante el camino. No estoy acostumbrado a usar las áreas de servicio de las autopistas, aparte de alguna emergencia en la gasolinera o una necesidad imperiosa de café a la vuelta de una fiesta salvaje en Barcelona. Y digo emergencia porque siempre he encontrado abusivos los precios de estos locales (estoy convencido que se aprovechan de que te será imposible encontrar otro café en menos de cien kilómetros).
        Buscando las revistas, descubrí que el supermercado era de lo más curioso, parecía estar pensado para amantes infieles o viajeros descuidados, porque la mayoría de los productos que ofrecían eran suvenires de países extranjeros: ensaimadas de Mallorca o sobrasadas, quesos de bola suizos o holandeses o franceses perfectamente etiquetados con el idioma de su país de origen, salmón noruego o finlandés también etiquetados en su idioma original y una perfecta vuelta al mundo con los licores más extraños y típicos de Rusia, México, bourbon americano, incluso tenían hasta sake japonés. Me hizo gracia la idea y compre una botella de mezcal, el famoso tequila del gusano mexicano. Unos caramelos típicos ingleses empaquetados en una cabina de teléfonos totalmente del estilo de la cabina del Doctor Who y una revista del corazón.
        Mientras seguíamos el trayecto hasta Barcelona, empecé a recordar la última vez que hice ese trayecto junto a Hikaru, en el coche alquilado con conductor. Recordé el morbo que me dio el acabar haciendo el amor en el asiento trasero, sabiendo que el conductor estaba viéndonos.
        -Me lo parece, o ¿el ir de copiloto te pone a cien?- Me dijo Álvaro al darse cuenta de mi evidente y potente erección. En ese momento me quería morir de vergüenza. Pero Álvaro tomado las riendas de la situación, se metió en un área de servicio y aparcó mi coche entre dos camiones de ruta internacional.
        -Yo también estoy cachondisimo.- Me dijo. -Entre tu gripe y las obligaciones sociales, llevamos cinco días los dos a pan y agua.- Mientras me desabrochaba el pantalón y empezaba a hacerme una de las felaciones más bestias que recordaba.
        La verdad que yo nunca he sido muy aficionado al cruising. Recuerdo que en todos mis intentos de tener sexo en el campo con extraños, nunca conseguí tener una erección aceptable y mucho menos satisfactoria. Pero eso que estábamos haciendo era distinto. Si, estábamos en el campo, pero Álvaro no era un extraño. Pertenecía más al voyerismo, y me estaba excitando de sobremanera la idea de que alguno de los camioneros pudiese vernos hacer el amor.
        Fue sexo. Puro sexo salvaje. Rápido, intenso y brutal. Con una complicidad tremenda. Los dos conocíamos perfectamente el cuerpo del otro y como conseguir que se estremeciera de placer. Acabamos exhaustos en el asiento trasero de mi FIAT Punto color lagarto. Álvaro apoyaba su cabeza en mi pecho mientras jugueteaba con las manchas de esperma que correteaban sobre mi barriga, deslizándose hacia el tapizado del asiento trasero.
        Cogió el paquete de caramelos ingleses que había comprado en el bazar de la gasolinera, y puso uno en mi boca. Sabía a tofe dulzón. Después, con dificultad, pues los dos estábamos con los pantalones y los boxers bajados, saco un paquete de clínex de la guantera y empezó a secar mi barriga. -Podría acostumbrarme a esto.- Me dijo con voz picara.
        -Pues por mi podemos repetirlo cuando y donde desees.- Le respondí con el caramelo en la boca, medio babeando saliva i dulce de tofe.
        -Te tomo la palabra.- Dijo mientras terminaba de secarme el estómago, mirándome como un niño malo.
        Proseguimos el camino hacia Barcelona, llegando al aeropuerto sin más distracciones. Para descubrir que el avión acumulaba un retraso de dos horas en la escala que hacía en París.
        -No lo entiendo viene de África ¿no? Entonces no sería más práctico que primero parase en Barcelona y después prosiguiese hasta París.- Comento Álvaro con cierto desasosiego.
        -Ya pero Nuria viaja en Air France y el centro de destino de los viajes internacionales de esa compañía es Paris.- Le comenté con cara de circunstancia, mientras me encogía de hombros. -Tenemos tres horas, a ver cómo nos distraemos para no aburrirnos.- ¿Que acababa de decir? La cara de Álvaro, paso del desasosiego a la del niño planeando travesuras.
        -Te apuesto una mamada a que los lavabos se pueden cerrar por dentro.- Me dijo con tono muy desafiante. Y claro tuvimos que ir a comprobarlo. Varias veces, ya que el retraso final fue de unas cinco horas.
        Eran las cuatro de la tarde cuando apareció Nuria por la puerta de llegadas. Arrastraba una maleta enorme de color rojo y un carrito con un par de bolsas de mano. Se sorprendió al vernos a nosotros esperándola. -Ese cabrón de Miquel os ha encasquetado el venir a recogerme. Chicos no sabéis como lo lamento. Pues se va a quedar sin regalo. El regalo que traía para él os lo daré a vosotros.- Dijo con tono enojado.
        -En defensa de Miquel tenemos que decirte que tenía una buena excusa. Se ha liado con Draco, el portero del ANARKO.- Le soltó Álvaro antes de que pudiese hacerlo yo. Mientras, me guiñaba un ojo y me decía al oído: -El que se duerme la pierde.-
        Cargamos las maletas y bolsas en el Fiat Punto y empezamos el camino de vuelta a Palamós. Al sentarse en el asiento trasero Nuria nos dijo algo que nos avergonzó un poco: -Vaya tenéis el asiento trasero del coche mojado.-
        Suerte que Álvaro reacciono deprisa: -Vaya, en el camino de venida se nos ha derramado un poco de coca cola, creía que no había salpicado tan lejos.- Y le ofreció un par de clínex para cubrir las manchas y no se manchara de esa supuesta “coca cola”.
        Durante el camino de vuelta nos contó que ese había sido el último viaje que hacía a Burkina Faso. Resultó que al llegar al poblado, Muh-nbà le oculto se había casado con una segunda esposa mucho más joven que Mayame. Al cuarto día de vacaciones descubrió que la relación entre las dos esposas era muy mala. Que de hecho, la nueva esposa no sabía nada del trato entre Mayame y Nuria y entro en cólera al descubrir que su marido la compartía no con una, sino con dos mujeres.
        Al final pasó las últimas cuatro noches en un hotel de Uagadugú, la capital. Donde la visitó cada noche Muh-nbà. La verdad es que regresaba un poco escaldada de todo el asunto. Y con la visa completamente seca, ya que el gasto del hotel fue un extra con el que no contaba. -No podré volver a mi querida África en un año.- Se lamentaba.
       Llegamos a Palamós a las seis y media. Después de descargarlo todo en su piso, nos dio los regalos que nos había traído del África indómita. Intentó invitarnos a tomar algo, pero su nevera estaba vacía y lo dejamos para otro día. Regresamos a casita con un cuenco de cerámica con inscripciones tribales y una máscara africana (que tenía cierto interés étnico). Una vez en casa nos relajamos un poquito en el sofá y nos reímos del día de locos que habíamos tenido.
        Después nos duchamos y cada cual se preparó para su sábado. Álvaro se puso guapo para salir con sus amigas mariliendres y yo me preparé para ir a trabajar en el PACHA.
        A las ocho y media, Álvaro ya se había ido y yo aproveche para esconder el sobre con el dinero de Hikaru en el sitio que consideraba más seguro de la casa. Me quedé de piedra, habían doscientas mil pesetas (casi lo que ganaba en la fábrica en dos meses).
        Esa noche Verónica S3 no apareció. El propietario me hizo llamar al despacho para informarme de la nueva situación del espectáculo. También estaba Marcus, que tenía toda la cara llena de cicatrices de arañazos. Por lo que parecía, cuando Álvaro se me llevo con treinta y nueve grados de fiebre, después de recoger mis cosas en el camerino, Julio estaba en pleno ataque de ira. Verónica la tomó con Marcus y acabaron en una pelea de gatas de la que Marcus se llevó la peor parte. Bueno, la peor parte se la llevo su cara que estaba totalmente llena de cicatrices con costras.
        En principio y hasta que no se encontrase como rellenar el hueco que provocaba el despido fulminante de Verónica S3, yo era la Drag Queen única y oficial de la discoteca. La cual cosa no dejaba de ser una gran mierda, porque un espectáculo con una sola Dragg Queen no deja de ser de lo más patético. El show no dejaba de ser la eterna competición entre dos o más divas. Eso es lo que le da chispa a la fiesta, y lo que había ahora era un monólogo de uno solo.
        Y allí estaba yo, Dragg Issis, un segurata con toda la cara marcada a arañazos y la temperatura que estaba descendiendo al cero absoluto. Era sábado, en plena resaca de vacaciones de navidad. Con las calles de la zona comercial medio vacías.
        -Solo se me ocurre una forma de animar esto.- Le dije a Marcus
        -No pienso matar a nadie.- Me contesto con sarcasmo.
        -No seas idiota.- Le dije. –Voy a subirme al tejado de la limusina y me paseáis lentamente por la calle, si la gente se acerca para pedirme invitaciones, paráis sin rebotes. Que os quede claro SIN REBOTES.- Abrieron la ventana corredera del tejado de la limusina y me subí encima, agarrándome con una mano y con uno de los pies de la bota de plataforma a la ventana corredera. Y empecé a hacer la locaza y a comportarme como una Pin Up de los años cincuenta. La lie parda. A la media hora habíamos provocado tal colapso en el centro, que tuvieron que intervenir los agentes de la guardia urbana. Que, por cierto, acabaron pidiéndonos entradas y  haciéndose fotos con Markus y con Dragg Issis.
        Mientras íbamos a cenar se me ocurrió algo verdaderamente diabólico y genial. -Markus, ¿tú nunca has hecho un striptease a lo “Full Monty”? porque con ese cuerpazo que tienes, seguro que arrasarías. Y no haría falta que te sacaras el tanga, vamos, a menos que te apeteciese sacártelo.- Markus se puso colorado como un pimiento. No me contestó. Mientras cenábamos consideré lo del desnudo integral una mala idea decidiendo olvidarlo.
        De entrada había conseguido repartir las invitaciones de la discoteca y el show sobre la limusina había sido aceptable. Eran las tres de la madrugada y aún no había caído en el patetismo. Aunque solo había preparado tres actuaciones y sin duda, teniendo al público acostumbrado a como mínimo entre cuatro y seis actuaciones cada sábado, eso no pronosticaba nada bueno.
        Álvaro y sus amigas estaban en la barra de Tatiana. Después del fotocool me acerque a saludarlos. -Tatiana nos ha contado lo de verónica y Marcus la semana pasada.- Me dijo mi chico al saludarme.
        -Esto es un desastre, estoy súper nervioso, un espectáculo es un mínimo de dos divas, y yo solo no voy a dar la talla.- Le dije al oído a Álvaro, esperando su apoyo mientras me presentaba a sus amigas.
        Mientras hablaba con el disc jockey para acordar la música de mi primer número, se me acerco Markus. -Lo hará Sergio.- Me dijo mirándome muy serio.
        -¿Que Sergio hará que?- Le pregunté. En ese momento no tenía ni idea de que narices me estaba contando.
        -Que Sergio hará el striptease.- Insistió, ante mi cara de total sorpresa. ¡Ya lo tenía solucionado! Un striptease entre mis actuaciones seria el cambio de ritmo que haría que los clientes del PACHA no se diesen cuenta de los defectos de mis play-backs. O podía ser que me estuviese engañando a mí mismo y todo acabase en un total desastre.
        -No te preocupes. Ya lo ha hecho antes, suele trabajar de “Boy” en despedidas de soltera. Aunque lo lleva en secreto para la mayoría de la gente que lo conoce.- Markus, evidentemente, sabía todo lo que se cocía dentro de la discoteca.
        Después de un medio aceptable “Sisters are doin it for themselves” de Annie Lennox, me pasaron el micrófono y con la voz lo más mariquita posible presenté la nueva actuación de la noche: “El agente Vicente, el hombre potente que viene pisando fuerte”. La verdad es que escuchado ahora me suena de lo más cursi, pero en ese momento y con el alcohol que llevaba la gente encima, sonó de lo más contundente.
        Sergio hizo el típico striptease masculino al uso: bailó sacándose la ropa provocativamente. Primero la chaqueta, después la camisa y al final el típico pantalón cogido con velcro a los lados. Quedándose solo con el bóxer mostrando una tremenda erección. Se sacaba el bóxer y se quedaba con un diminuto tanga que, se sacaba con cuidado de no enseñar absolutamente nada aun. Acababa el número usando una tela semitransparente con la que jugaba hasta que al final mostraba un enorme pene en erección durante un instante antes de finalizar la actuación. Momento en el que todo el público femenino explotaba en aplausos y silbidos, jubilo al que acababan sumándose también los hombres.
        Hay que tener en cuenta que a medianos de los noventa y en provincias, muy poquita gente había podido asistir a un striptease masculino (solo alguna despedida de soltera que pagaban un pastizal haciéndose bajar un gogo de Barcelona y poco más). Por lo que, el show que se montó la noche del sábado siete de enero de 1995, provocó un antes y un después en la forma de entender la fiesta en las discotecas de provincia en la zona. Se acababa de abrir la veda, y en relativamente poco tiempo, todos los locales nocturnos de la comarca quisieron o se sintieron obligados a ofrecer un show como el del PACHA. Aunque el motivo de tal suceso fuese el acojone de una patética Dragg Queen por la inseguridad que le provocaba el actuar como diva única.
        El resto de la noche… ¿A quién le importa como actué esa noche? ¡En la fiesta de Reyes del PACHA hicieron un striptease masculino! A nadie le importaba una mierda como había actuado la Dragg Queen.
        Por cierto, el espectáculo del striptease masculino se aguantó hasta pasado el verano de 1995.

        Posdata:
        Un día descubrirán que, la guerra de los cien años empezó, sin duda alguna, porque una cortesana en su torpeza dejó insatisfecho al Señor incorrecto.














miércoles, 20 de julio de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Regalos de reyes, karma y sustos)

REGALOS DE REYES, KARMA Y SUSTOS

        Después de estarme casi toda la semana a base de zumos de naranja y limón, aspirinas, sopitas de pollo y arroz a consecuencia de la gripe. La idea de conocer a mis futuros suegros en plena salida del armario de mi novio, me hacía perder totalmente el sueño.
        Mirarlo dormir, como hacía con mi otro amante, Hikaru, hacía que irremediablemente los comparase. A nivel sexual no había comparación posible, Álvaro, nunca y por mucho que se esforzase, estaría a la altura de Hikaru. Pero tenía un gran punto a su favor: no era un incompetente dominante. No soporto a los hombres que se forman una idea sexual a partir de sus fantasías masturbatorias y te las imponen en la cama aunque a ti te desagraden. 
        A Álvaro lo podría definir como un aprendiz inquieto. Tenía sus ideas preconcebidas sobre el sexo, pero estaba totalmente abierto a probar cualquier propuesta que viniese por mi parte. Lo que lo hacía muy divertido ya que a mí el rollo profesor–alumno siempre me ha atraído muchísimo (funcionase en la dirección que funcionase).
        A nivel de atención, los dos se parecían muchísimo, eran atentos en extremo. El altísimo nivel de atención pasional de Hikaru estaba intrínsecamente unido a una relación que tenía un final marcado. Podía permitírselo, ya que no lo obligaba a nada más, después de la fecha marcada. A otro nivel, me sorprendía el contraste entre la ternura casi infantil de Álvaro y con su pre-claridad de ideas racionales a nivel de pareja, que, pretende que sea duradera.
        Y sobre todo: aquello que hacía de Álvaro el hombre de mi vida, había venido a mí para quedarse.
        Lo abracé e intente dormirme.
        El día de Reyes llegó. Solucionados los problemas de la noche anterior. Al despertar nos dimos un beso y nos intercambiamos un regalo. Los dos nos sorprendimos. En realidad estábamos preparando el regalo para el otro como una sorpresa y no concebíamos que el otro también pudiera estar haciendo lo mismo (aunque, verdaderamente, me habría cabreado muchísimo que yo me quedase sin regalo de Reyes, vamos, aunque fuese una chorrada del bazar de todo a 100).
        Los dos coincidimos en el regalo. A Álvaro le encantaba la colonia que yo solía usar, “Esencia de Loewe”, y desde que vivíamos juntos la usaba siempre, hasta el punto de casi agotarla. Así que le compre una botella grande para que él también pudiese usarla a discreción. Y él, sintiéndose culpable por arrasar con mi colonia, también me había comprado una. Nos reímos muchísimo y acabamos retozando sobre la cama hasta que nos entró hambre.
        Más tarde, mientras desayunábamos, decidí contarle a Álvaro lo que había hecho el día anterior. Movido quizás por el remordimiento. –Ayer me dijiste que si tenía alguna cosa importante que decirte te lo contara antes de que te enterases por otro lado.- Le dije mientras le servía el café.
        -Sí, y me reafirmo en ello.- Contesto mirándome a los ojos.
        -Vale, pues ayer hice algo de lo que ahora no me siento excesivamente orgulloso.- Álvaro me miraba con una expresión en plan ¡suéltalo ya! con las manos abiertas. -Después de que Verónica destrozase las cosas de Dragg Issis y pisotease tu trabajo, decidí que ya le había aguantado bastantes tonterías y le conté a “La Cuca” cuál es su trabajo. Aparte del que hace en el PACHA, claro.-
        -No te habrás atrevido.- Me estaba mirando con la mandíbula desencajada.
        -Sí, le solté la bomba y me fui.- Le dije con tono de arrepentimiento.
        No pudo contestarme. En ese momento Miquel aporreaba la puerta con tal fuerza que creía que la iba a tirar al suelo. Tal y como era habitual en él, entro en tromba y se sentó junto a mi chico robándole media madalena que tenía en la mesa. Le ofrecí café y me vacío la cafetera. Hice más café. Álvaro lo miraba con la misma cara de sorprendido que ponía siempre que irrumpía de ese modo.
        -Lo siento pelirrojo, pero hoy no me pones… Porque hace cuatro días que estoy liado con un chico.- Nos confesó eufórico.
        -Vaya. Y ¿Cómo ha sido eso?- Le preguntamos los dos a la vez.
        -Pues nada… nos buscábamos y nos encontramos.- Añadió, mientras parecía que le salían chispitas de los ojos.
        Se tomó la enorme taza de café de un trago y cogió una madalena mientras se levantaba para irse.
        -Me voy, que ya llego diez minutos tarde a mi turno.- Ya en el pasillo, se giró y nos dijo: -Por cierto, esta noche os invito a cenar. A las nueve en el BRAVISSIMO. Mirad de ser puntuales, que solo me dan una hora para la cena en el POMELO’S.- Y siguió por el pasillo dando saltitos delante de mí cantando: -Cena de parejitas… cena de parejitas.-
        Hacía una mañana radiante y yo ya me encontraba mucho mejor, así que decidimos tomarnos nuestro primer día de vacaciones real desde que empezamos las vacaciones, haciendo algo fuera de casa los dos juntos durante todo el día. Después de prepararnos para cualquier contingencia. Mientras nos subimos a su coche, le dije a Álvaro: -Quiero que me lleves a ver algo bonito.-
        Puso en marcha su Peugeot 206 y no paro hasta Banyoles, un pueblo que está a unos treinta kilometros de Girona. Antes de llegar, se metió por un camino casi rural y siguió hasta que llegó a un recinto vallado con un local parecido a un bar al lado. Ese sitio estaba perdido donde Cristo perdió las zapatillas. El recinto a la primera impresión parecía un vertedero de metal o algo parecido a un centro de reciclaje de materiales metálicos. Entramos en el bar, que estaba atendido por una pareja de chicos jóvenes, muy, pero que muy alternativos (lo digo básicamente por las enormes rastas que llevaban los dos), y Álvaro les pregunto cuál era el sistema  que debíamos de seguir para visitar el bosque. Mientras hablaba con ellos yo cogí uno de los muchos panfletos que estaban distribuidos por el bar y adiviné donde estábamos.
        -¡Me ha traído al Bosque de Can Ginebreda!- De golpe estaba encantadísimo. Hacía mucho tiempo que deseaba verlo pero en cada intento de visitarlo o me había perdido o no lo había conseguido localizar.
        El bosque erótico de Can Ginebreda es la exposición al aire libre del artista Xicu Cabanyes. Había visto muchos reportajes televisivos sobre él y leído muchos artículos de prensa que lo ponían por las nubes. Me sentí feliz y orgulloso de mi chico, por haber acertado en una cosa así. -Un punto más para ti.- Pensé.
       Durante lo que quedaba de la mañana y todo el medio día, recorrimos los senderos plagados de esculturas monumentales con sugerentes formas, entre vulvas, pechos y penes que crecían entre frondosos pinos, encinas y robles. Fue fantástico. Hice miles de fotos de todos los ángulos y formas. A las tres, cuando terminamos el circuito nos dimos cuenta de que el restaurante estaba muy concurrido (teniendo en cuenta que estaba perdido en medio de la nada). Consultamos la lista de precios y viendo que era muy asequible decidimos almorzar allí.
        Serían las cuatro y media cuando dejamos el lugar, dudando entre si hacer una visita al casco antiguo de Girona o regresar a Palamós. La brusca bajada de las temperaturas sumadas a un par de estornudos por mi parte, nos convenció de que por un día y en mis condiciones ya habíamos hecho muchísimos excesos. Y en una horita estábamos de nuevo en mi calentita casita de Palamós. Ya en casa, mientras nos poníamos cómodos en el sofá. Me di cuenta al ver la mochila con los maquillajes de Dragg Issis, que el sobre con el dinero de Hikaru aún estaba allí dentro. -¡Mierda! Como no coloque en algún sitio seguro ese pastizal, mañana lo volveré a pasear de nuevo por el PACHA.- La verdad, ya había tenido suficientes disgustos con ese tema y quería zanjarlo cuanto antes.
        A las nueve menos diez llegábamos al BRAVISSIMO, era el típico restaurante italiano pensado para los turistas: mucha pizza, algún plato de pasta y pocos postres. Pertenecía al mismo propietario que el POMELO’S, por lo que casi todos los empleados cenaban o comían allí. Ya que, tal y como me contó Miquel, les hacían el 50% de descuento del precio de la carta. Lo único que lo hacía mínimamente interesante, era que tenían una muy buena carta de ensaladas y un tiramisú casero excelente.
        Nos recibió Sofía, la encargada. Por lo visto ya estaba sobre aviso, y nos acompañó a la mesa que nos estaba reservada. Cinco minutos después, mientras nos entreteníamos con unas olivas y un poquito de embutido que nos habían puesto de aperitivo, apareció en la barra Draco, el portero del ANARKO. Era un hombre enorme, de unos treinta años, con la cabeza rapada y todo el cuerpo lleno de tatuajes, incluso en la cabeza. Tenía fama de tener muy malas pulgas y de ser muy violento. Por eso, cuando nos miró y se dirigió directamente hacia nosotros me temí lo peor. –Joder… “La Cuca” ha pillado un cabreo de cojones y nos ha enviado a este matón para que me parta la cara.- Pensaba mientras creía que me orinaría encima. 
        Se acercó, tomó asiento y se presentó: -Soy Draco.- Nos dijo con una voz muy potente.
        -Yo soy Álvaro, y este es…- No pudo acabar la frase porque Draco le interrumpió.
         -Se quién es. Por cierto, muy feo lo que le hiciste ayer al Javi.- Dijo mientras me miraba a los ojos y yo creía que me iba a desmayar en cualquier momento.
        Justo en ese instante apareció Miquel, se sentó al lado del enorme portero y le dio un morreo en toda la boca. -Que os parece el pedazo de hombre que me he pillado.- Nos dijo. Mientras, yo no sabía si salir corriendo o empezar a respirar aliviado.
        Pedimos la comida rápido, porque el tiempo del que disponían Miquel y Draco era limitado. Reponiéndonos de la sorpresa inicial, descubrimos a la versión Gay de la Bella y la Bestia (en este caso debería llamarse La Maricona y el Bruto). Draco nos contó que “La Cuca” se había quedado muy hecho polvo después de mi actuación (llamémoslo así) de la noche de Reyes. Entre Javi y Verónica las cosas iban fatal y esa información sin duda precipitaría lo peor. Miquel estaba muy sorprendido por el valor que había demostrado yendo a contarle el chisme directamente al principal interesado. Aunque el portero dudaba de la bondad de mi acto. En el ANARKO, sin duda, eran muy corporativistas. 
        Tenía un poco de experiencia en el mundo del sadomasoquismo y el bondage. Pero a partir de mis conocimientos, me era totalmente imposible ubicarlos en alguna de las categorías de amos y esclavos, o dominantes y dominados. -Al final resultará que solo son dos gais de lo más común que se atraen.- Pensé. Dejando esa opinión en cuarentena para posteriores análisis.
        El tiempo se les echó encima y sin poder tomar postre se fueron de nuevo a sus respectivos trabajos. Quedamos en la mesa Álvaro y yo pidiendo el postre.
        -Hay que reconocer que con Miquel, aburrida la vida no es.- Dijo mi chico mientras apilaba las cartas de postre.
        -Pues yo casi me meo encima.- Dije con tono de alivio. –Creía que ese matón venía a partirme la cara, de parte de “La Cuca” y Verónica.-
        -Aaaah, eso siempre es lo que sucede cuando haces las cosas por rencor. El karma siempre te devuelve la putadita de algún modo.- Me soltó mi acompañante con tonito de autosuficiencia.
        -¡DIOS! Como el karma me devuelva todo en lo que me he entrometido estas últimas semanas, seguro que me atropella un avión.- Le dije sonriendo a Álvaro, mientras la camarera nos tomaba nota de los postres.
        Nos tomamos un tiramisú cada uno y un carajillo de Bailey’s. Junto con la cuenta pagada por nuestro anfitrión, nos invitaron a un chupito de Limonchello. Después, tranquilamente, nos fuimos a tomar un coctel de la mano de Miquel en el POMELO’S. Era viernes. Festividad de Reyes Magos y queríamos aprovechar la noche un poco. Ya que el sábado no podríamos salir de fiesta, porque yo estaría trabajando en el PACHA. 
        Le propuse a Álvaro que el sábado saliese con sus amigas, así no tendría que estar pendiente de mí toda la noche. Accedió, pero en vez de irse a otro local con sus amigas, lo que decidió, fue que se las traería al PACHA. La idea le entusiasmó. -¡Joder! Ahora además de mi chico voy a tener que estar pendiente de unas cuantas mariliendres.-
        El día de Reyes pasó y a todo el mundo le quedo un regalito. El problema era que, en ese momento, ninguno de los que formaban el extraño grupo de mi entorno podría, ni tan siquiera imaginar, la cantidad de veneno que podría contener en su interior.


        Posdata:
        Vive al día, disfruta de cada momento como si fuese el último. Porque puede que lo sea.










martes, 12 de julio de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Verónica S3 y un film llamado "Fin de año sangriento".2)

VERONICA S3 Y UN FILM LLAMADO “UN FIN DE AÑO SANGRIENTO”.2

        Uno de los recuerdos más nítidos que tengo de mi primera infancia era el día de la colada. Mi abuela, una señora hecha a base de tradiciones ancestrales, ese día paralizaba la actividad productiva de la granja. Durante toda la jornada todos los mozos debían estar para su disfrute personal (estoy convencido de que ella disfrutaba enormemente jodiendo la marrana a todo el mundo). Incluso su nuera tenía que dejar todo lo que estaba haciendo para apoyar a la suegra en esa dura faena.
        El día empezaba muy pronto, justo al salir el sol, las dos criadas hervían en un gran puchero las cenizas semanales de la cocina de leña, junto con los aceites y grasas usadas y rancias. En el jarabe resultante se introducía toda la ropa que necesitaba de un trato de limpieza especial (dudo de si realmente eso que utilizaban como desinfectante tuviese alguna utilidad real). Después, los hombres limpiaban las carretillas de la casa y cubrían el cajón con tela de saco. Y con las carretillas llenas de ropa pre-tratada y sin pre-tratar, se organizaba una especie de procesión desde la casa hasta el lavadero del pueblo. Una vez allí se tomaba posesión del tramo de lavadero que les correspondía y empezaba el lavado en público de los trapos de casa. La ropa normal con jabón lagarto y la ropa de la familia con jabón de Marsella. En realidad no dejaba de ser una puesta en escena donde se pretendía dar a entender de manera pública, que todas las mujeres de la casa estaban bien avenidas y que navegaban en el mismo barco de los intereses familiares (que no dejaban de ser los de la suegra). Todo esto se fue al traste cuando entró en casa, de la mano de la nuera, ese monstruo infernal: La lavadora.
         Todos creíamos que uno de los intentos de asesinato más fragantes que vi en mi abuela contra mi madre lo provocó ese artilugio. Pero la realidad era otra, mucho más siniestra. A mi abuela lo que realmente le dolía, era, que públicamente ya no podría demostrar que era dueña de su casa. Estaba convencida de que era y sería la comidilla de todas las mujeres de bien del municipio (a saber, suegras dominantes y cerriles como ella). Al final no tuvo más remedio que aceptar la nueva situación. Pero no se resignó a renunciar a su cuota de poder, y obligó al abuelo a construirle un lavadero acoplado al depósito de acumulación de agua para el regadío del huerto (no podría joder a la nuera, pero seguiría jodiendo al resto de la casa).
        Una de las cosas que recuerdo de mi madre con esa antigua lavadora de carga superior, era verla repasando todos los bolsillos de las camisas y pantalones, colocando todo lo que encontraba en un cestito de mimbre que había en una las ventanas que daban a la terraza cubierta con uralita que usaba de tendedero. Costumbre que tanto a mi padre como a mí nos costó más de un disgusto. Ya que no hay nada que moleste más a una esposa abnegada, que, el que se le oculte dinero o gastos que ella no controla. En mi caso eran monedas que había encontrado por la calle o sisado por casa. Que ella las encontraba junto a los miles de piedras bonitas que acababa recogiendo del suelo. En el caso de mi padre, era el dinero que le ocultaba para sus caprichos y los recibos de compras de objetos, sobretodo licor, que solía beber a escondidas.
        Era treinta de diciembre y Álvaro y yo nos lo habíamos pasado de muerte preparando el show de fin de año para Dragg Issis. Tenía que reconocer que era casi tan manitas como yo a la hora de usar las herramientas de bricolaje. Porque había hecho un trabajo excelente. Y por mi parte sería la primera vez en toda mi carrera que haría un playback sabiéndome de memoria ABSOLUTAMENTE toda la letra de la canción.
        Y llegó el sábado treinta y uno (fin de año). Así como el sábado anterior, al caer en nochebuena, fue un desastre para las cajas de la mayoría de los negocios de la zona. Este sábado pronosticaba que se doblarían las cajas de casi todos locales que abriesen. Al juntarse la caja normal de un sábado corriente con el extra de gente que se apuntaría a celebrar nochevieja. El propietario del PACHA decidió en el último momento que si el local estaba totalmente preparado para abrir, los empleados podrían celebrar nochevieja como y donde quisiesen. Siempre que estuviesen a punto a las dos para trabajar. Eso nos pilló a todos por sorpresa y sin ningún plan previo preparado, acabamos decidiendo juntarnos a la fiesta de empleados de locales nocturnos que tradicionalmente se celebraba en el POMELO’S.
        Allí estábamos todos, las camareras y chicos del PACHA y los empleados de varios de los pubs de copas de la zona, incluso estaba “La Cuca” junto con los tres camareros y el portero del ANARKO, con sus pintas de macarras tatuados.
        Solo faltaba Verónica. –Tendrá algún servicio que atender.- Pensé. Mientras le pedía a Miquel una aspirina para ver si me libraba del dolor de cabeza que me había empezado a dar por la tarde. Álvaro se lo estaba pasando de miedo. Él estaba acostumbrado a las fiestas enlatadas y prefabricadas. Esas en las que pagas entrada y te tienes que buscar la vida, y como no conozcas a nadie te aburres como una ostra. Aquí conocía a casi todo el mundo, y como la mayoría más o menos, venía de algún estudio de arte o teatro, todos tenían historias interesantes que contar.
        A la una y cuarto nos fuimos al PACHA, se suponía que empezábamos a las dos, así que a esa hora Dragg Issis ya tenía que estar a punto. Cuando aparcamos el coche en el parking nos quedamos viendo visiones. Habría unas cien personas haciendo cola esperando a que se abriesen las taquillas para entrar. Sergio, el segurata moreno con pinta de marine, estaba haciendo guardia junto a las taquillas al lado del enorme cartel que anunciaba la apertura de la discoteca a las dos de la madrugada ¡con los mismos precios de un sábado normal! Íbamos a tener un lleno brutal, pues todas las demás discotecas y salas de fiestas habían doblado cuando no triplicado los precios para esa noche.
        A las tres en el PACHA no cabía ni un alma y fuera haciendo cola habría más de trescientas personas que los miembros de la seguridad intentaban contener como podían. Las cajas de la entrada y de las barras parecía que explotarían en cualquier momento y no paraban de llenarse, todos los empleados se esforzaban al máximo y deseaban que empezásemos pronto a actuar para que se relajase un poco la demanda en las barras.
        Empecé yo, llevaba los postizos de lana deshilachada de color rojo, todo encrespado para arriba. Maquillaje habitual en azules de Dragg Issis. Un jersey de licra plateado brillante recortado por debajo del pecho al estilo del sari indio. Con una tela de color burdeos brillante había hecho una funda para las botas de plataforma y la termine en forma de polainas que se sujetaban con un estilizado cinturón del mismo género a la cintura. Bañador plateado al estilo del jersey. Y como no era cuestión de enseñarlo todo a la primera lo cubrí bastante con un corpiño amplio de una tela que simulaba cuero y del que colgaban cds y apliques metálicos. De esta guisa interpreté (diría que de un modo aceptable) el “We don’t need another Hero” de Tina Turner.
        Cuando le tocó el turno a Verónica S3. Que por cierto, llevaba un conjunto de lencería tan atrevido, que temía que en cualquier momento mostraría sus genitales al público. Me dio un fuerte empujón diciéndome: -Aparta patética, y aprende como se hace un show.- Mientras se subía al pódium.
        Decidí que vería la actuación de Verónica S3 desde la barra de Taiana que era la que estaba menos aglomerada, además mi amante pelirrojo me esperaba allí. Su actuación resultó ser una provocativa versión de “Sola” de Marta Sánchez y Ole Ole.
        -Me lo parece a mí o Verónica S3 cada vez actúa más como una stripper de burdel.- Nos dijo Tatiana mientras me servía un wiski con limón y nos ponía un chupito de licor de fresa para los tres. Nos miramos, y le dimos la razón mientras bridábamos con el chupito. Claro, teníamos conocimiento de causa.
        A las cuatro, en mi segunda actuación pusimos en práctica todo lo que habíamos preparado con Álvaro la semana anterior. Mientras Markus desalojaba el pódium, Álvaro y Miquel subían el mueble de recibidor sin puertas, lo cubrían con una colcha antigua de estilo muy retro. Y depositaban, procurando que al público le quedase bien clarito lo que era. La buenísima reproducción en cartón pintado de un piano electrónico, en el que mi amante pelirrojo había trabajado varios días con tanta ilusión y empeño. Abrieron el portalito que cerraba a un lateral la barra de Tatiana y pusieron una pasarela que quedaba casi horizontal desde la barra hasta el pódium.
        Con un antiguo camisón de dormir y algunos encajes, sustraídos de la habitación de los trastos de mi abuela, junto con varias telas blancas de algodón que corrían por casa, hice una versión de camisón de noche al estilo victoriano con muchísimo vuelo. Con los encajes y unas varillas para que quedase tieso, hice un cuello de salamanquesa DI-VI-NO. Todo ello lleno de purpurina dorada que se sujetaba a la ropa gracias a los cuatro botes de laca de pelo que le había aplicado.
        Tal y como había acordado con el disc jockey. Apagó las luces, dejando solo dos focos: uno fijo al piano y otro siguiéndome a mí por la pasarela. Poniendo de fondo ruido de truenos y tormenta. Y en mitad del foco de la pasarela aparecí yo, con el cuello de salamanquesa, los pelos rojos encrespados, el larguísimo camisón blanco brillando con la purpurina, un candelabro con tres velas encendidas y la expresión en la cara de ser un vampiro reencarnado.
        Aluciné, se hizo el silencio en la discoteca. Caminé con paso seguro hasta el pódium. Tomé asiento en el taburete que me habían puesto para tal uso y puse las manos sobre el teclado. El disc jockey puso una versión a “capela” de Love song for a Vampire de Annie Lennox acompañada por un piano, y empecé a fingir que tocaba y cantaba con mi propia voz. En los cuatro minutos que duraba la canción no oí ni un grito, ni un silbido. Cuando acabé,  me levanté pausadamente, hice una reverencia y me volví por la pasarela caminando lentamente. Todo el mundo seguía en silencio. De golpe toda la discoteca explotó en un aplauso y en gritos de júbilo. ¡Se lo habían tragado! La puesta en escena había sido tan buena que creían que había sido en directo y a viva voz.
         El resto de la noche ya fue intrascendente, Verónica S3 siguió con su petardeo con lencería, y mi última actuación fue en plan apoteosis con las polainas el bañador, el sari y un poco de bisutería. Cuando acabé mi última actuación,  me sujeté con Álvaro, pues me sentía un poco mareado. -Creo que he bebido un poco más de la cuenta.- Le dije.
        Álvaro me puso la mano en la frente. -Estás ardiendo, tú lo que tienes es fiebre.- Me dijo preocupado. Le pidió ayuda a Miquel para que me acompañase al coche mientras él recogía las cosas de Dragg Issis del camerino.
        Cuál fue su sorpresa cuando encontró en el camerino a Verónica S3 fuera de sí y gritando como una posesa, destrozando el maravilloso camisón de noche y el teclado en el que él tanto había trabajado. Llamó a Marcus para que la controlara mientras recogía como podía mis cosas del suelo.
         Me llevaron a casa, Álvaro conducía mi coche y Miquel nos seguía detrás. Ya en casa mientras iban desmontando a Dragg Issis, mi chico me puso un termómetro en la axila y me tumbó en el sofá. Al poco descubrieron que estaba a treinta y nueve de fiebre y decidieron meterme en la bañera con agua fría. Mientras, me prepararon un combinado de aspirina fuerte y vitamina C. con zumo de naranja. Había pillado la gripe.
        Durante cuatro días, casi no me moví de la cama, solo cuando las aspirinas me lo permitían, me desplazaba al sofá. En todos esos días mi chico pelirrojo ejerció tanto de madre, como de enfermera y esposa abnegada. Cuidándome de un modo que creo que no me merecía.
        Al quinto día, y viendo que la ropa sucia se nos estaba amontonando por todas partes. Álvaro decidió que había llegado el momento de activar un buen zafarrancho de limpieza. Recogió toda la ropa y la llevó a la cocina, donde, tal y como debió aprender de su madre repasó todos los bolsillos, no fuese el caso que hubiera algún documento importante. Y puso la lavadora en marcha. Sin duda alguna le llamaría la atención el papel doblado que encontró en la chaqueta del uniforme gris de trabajo. Y más le sorprendería el leer en el papel la carta de despedida a su amante del Sr. Hikaru Yamahaka.
        Cuando me la mostró con cara muy enojada, exigiendo algún tipo explicación. Me di cuenta de que me había olvidado completamente de la carta y que la había paseado por todos los sitios de la fábrica desde martes, juntamente con el enorme fajo de billetes que tenía dentro de un sobre en la mochila donde guardaba los maquillajes de Dragg Issis. -¡Mierda! En algún momento debería de acabársete la buena suerte.- Pensé abatido.
        Decidí contarle parte de la verdad (la parte que creía que le sería soportable). Me escuchó en silencio, después, cogió algunas cosas y se fue. De hecho era la noche de Reyes y en casa de sus padres se reunían sus hermanos junto con los sobrinos para repartir los regalos de la fiesta de Reyes Magos.
       Me quede solo. A los efectos de la gripe se sumaron el desasosiego por lo sucedido. Al entrar en el taller pude descubrir el nivel de los destrozos que Verónica había hecho a los complementos de Dragg Issis.
        -Hasta aquí hemos llegado.- Me dije a mi mismo. Mientras miraba los desgarrones que sus pisotones habían hecho en el  falso piano electrónico de cartón y los trasquilones en mi ropa.
        -No es justo, con lo que Álvaro había trabajado en esto, que tenga que verlo así.- Y en ese momento decidí que se había acabado el darle cancha a Verónica.
       A las seis de la tarde, me abrigué y salí a la calle para demostrarle con quien se estaba metiendo ese proyecto de travesti con mala leche. Todo el pueblo estaba de fiesta siguiendo la cabalgata de los Reyes Magos. Crucé la cabalgata intentando no pisar a los niños que se afanaban en recoger los caramelos que caían por el suelo. Pasé entre infinidad de padres con niños pequeños en sus brazos y cogidos de las manos hasta que, una vez dejada la cabalgata lejos, estuve delante de mi objetivo. Entré en tromba en el ANARKO. Me salió al paso uno de los macarra-camareros diciendo: -Eeeeh que aún no está abierto al público.-
       -No vengo de cliente.- Lo aparté mientras me dirigía a “La Cuca”. -A ver, nadie que te conoce tiene los cojones de decírtelo a la cara, aunque se descojonan a tu salud a tus espaldas.- “La Cuca” me miraba con ojos como platos (más de lo normal en él). -La Verónica se ha metido a trabajar de puta travestida en el “BAHIA”, y por cierto, el tratamiento de hormonas que se mete la está volviendo completamente majara.- Después de soltar el bombazo, me di la media vuelta y me volví para casa.
        Al llegar a casa, me encerré en el taller y me puse a arreglar el trabajo de Álvaro. No sé por qué, pero estaba convencido de que si conseguía reconstruir el falso piano y lograba que quedase tal y como él lo había dejado, nada de lo sucedido habría pasado o tendría alguna importancia.
        A las dos de la madrugada llegó. Me encontró en el taller, con el piano casi reconstruido. Me miró muy serio y me dijo: -Vamos al sofá, tenemos que hablar.-
        -En el futuro, si hay algo que me ocultas, prefiero enterarme de tu boca. Y no tener que llegar a conclusiones por las pistas que te vayas olvidando por la casa.- Me dijo mientras nos sentábamos. -Otra cosa, no tengo ni idea de si les ha gustado el regalo que les he hecho a mis padres y a mis hermanos.-
        -¿Que les has regalado?- Le pregunté con curiosidad.
        -Mi salida del armario.- Me dijo muy serio. -Les he contado que soy gay y que llevo tres semanas viviendo contigo.-
        -¡Vaya! ¿Y cómo se lo han tomado?- respondí.
        -Estamos invitados este domingo a comer a casa de mis padres, quieren conocerte.- Sentenció. Mientras a mí se me hacía un nudo en la garganta. –Otra cosa, si tienes alguna cosa importante que creas que debo de saber, estaría bien que me la cuentes.-
        Decidí que, ya que ahora y de golpe, habíamos cambiado de estatus, de follamigos a pareja formal. Había unas cuantas cosas que debía de saber.


        Posdata:
        En ese momento me di cuenta, de que verdaderamente, estaba saliendo con mi madre. Y no tenía nada claro si eso me reconfortaba o me acongojaba.








miércoles, 6 de julio de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Verónica S3 y un film llamado "Fin de año sangriento")

VERONICA S3 Y UN FILM LLAMADO “FIN DE AÑO SANGRIENTO”

       Solía ser tradición en las casas de Payes en Cataluña (ignoro si también lo era en el resto de España). Que la abuela y señora de la casa tuviese una habitación privada, cerrada a cal y canto al resto de la familia. Especialmente a la nuera. Con quien normalmente las relaciones solían ser malas o pésimas, cuando no pasaban directamente a ser intentos de asesinato.
        En mi caso. La mía, era la tradicional familia de payes catalana. Y las relaciones entre suegra y nuera eran todo lo malas que podían ser, sin llegar al asesinato (aunque estoy convencido de que las dos lo habrían planeado en más de una ocasión). 
        Una tradición casi litúrgica se producía siempre a la muerte de la suegra. Una vez pasado el luto y un tiempo prudencial, y, normalmente sin consentimiento del marido. La nuera tomaba posesión del tesoro de la suegra (me estoy refiriendo a la habitación antes mencionada). En caso de tener la llave de la puerta, se hacía de un modo discreto. Si la llave estaba desaparecida, los medios eran más expeditivos. Recuerdo a mi madre con un pico forzando la puerta de la habitación de los trastos de mi abuela.
        En ese momento se producía la verdadera expiación de todos los pecados de la muerta. Todo lo que por educación se había callado la nuera durante el velatorio, salía allí. 
        De hecho, en el interior, normalmente, solo había parte del ajuar de boda, telas y encajes que la mujer guardaba para cuando pudiese hacer un buen uso de ellos, muchas fotos y papeles que para ella tendrían algún valor, algún mueble viejo y los perfumes que había coleccionado durante toda su vida. Aunque claro. Eran telas, encajes, sabanas, perfumes y colonias que a una esposa joven y con niños, le habrían evitado muchísimos problemas a la hora de tirar adelante a su familia.
        -¡Hija de la gran Puta!- Esa palabra se repetía continuamente en los labios de mi madre, cada vez que encontraba algo que le había negado de joven. -Me tuvo quince años remendando sabanas viejas y aquí tenía un armario repleto de nuevas por estrenar. Pues no te las has llevado al otro barrio ¡Cabrona!-
        Una vez realizado el ritual. La habitación quedaba abierta durante unos días para que se airease, y después se volvía a cerrar. Hasta que la nueva señora de la casa necesitara alguna de las cosas que se hallaban en el interior.
        Era martes veintisiete de diciembre. Tanto Álvaro como yo padecíamos del síndrome de la resaca de exceso de reuniones y comidas familiares. Navidad y San Esteban eran la excusa anual para reunir a toda la familia y atiborrarlos de comida. Cada uno lo habíamos sufrido por nuestro lado, con nuestra correspondiente familia. Nos levantamos tarde (los dos estábamos de vacaciones) y con pesadez en el estómago. Álvaro preparó café mientras yo abría un paquete de madalenas. -No puedo con mi alma.- Se quejaba. Busqué en el cajón de las medicinas y le ofrecí una aspirina. -¿Esto me quitara la resaca?- Preguntó.
        -Si lo mezclas con el café hace milagros.- Le respondí. Era evidente que Álvaro no estaba acostumbrado a hacer muchos excesos con la comida y la bebida.
        Después de desayunar, yo me dediqué a organizar un par de paquetes que me había traído de casa de mis padres. Había un mueble pequeño de recibidor sin las puertas, unas cajas de cartón grueso y un montón de telas antiguas. -¿Que pretendes hacer con toda esta basura?- Me preguntó intrigado mi chico.
        -¿Basura?- Le contesté indignado. -A ti no te suena el concepto “reciclaje artístico” ¿Verdad?- Y seguí removiendo cosas y preparando ropa junto a los patrones que tenía con mi talla. Mientras Álvaro me seguía en todos mis movimientos. Mirando con curiosidad.
        De las tres habitaciones de la casa, la más grande, la había transformado en un taller, mitad de corte y confección mitad de ferretería y bricolaje. En un lado se amontonaban todos los trajes y complementos de Dragg Issis, justo al lado de la mesa donde tenía la máquina de coser. Al otro lado tenía un banco de carpintero improvisado, con todas las herramientas para cortar madera, plástico y metal. -No veas el pedazo de taller que tienes montado aquí.- Dijo Álvaro, mientras jugueteaba con un enorme abanico de “LOKOMIA” (versión Dragg Issis, claro está).
        -Este es el nido de la bestia.- Le dije mientras sacaba lo que parecía una especie de camisón de noche antiguo del paquete de la ropa. -Si he conseguido que Dragg Issis casi no repita ningún modelito ha sido gracias a este taller.-
        -¿Estas preparando algo para la fiesta de fin de año?- Me dijo ilusionado.
        -Tengo una idea en mente.- Le dije 
       -¿Puedo ayudarte?... Vaaa Porfa…Porfaa…- Puso la carita de niño pidiendo que no lo excluyeran del juego.
        -Podrías ayudarme… Pero primero necesito asegurarme que entiendes claramente cuál es la idea con la que trabajo.- Le dije mirándolo con cara siniestra.
        La verdad es que para el mucho tiempo que le suelo dedicar a confeccionar y hacer arreglos a la ropa. Al final el tema de la actuación en sí, siempre lo acababa improvisando en el último momento. Esta vez quería hacer algo totalmente espectacular.
        Nos sentamos en la mesa del comedor con un puñado de folios en blanco y empecé a contarle mi proyecto, haciéndole un montón de dibujos y croquis de cómo me imaginaba que tendría que ser la actuación. Cuando nos dimos cuenta eran las cuatro de la tarde y Miquel estaba llamando a la puerta.
        -Hola a todas.- Dijo Miquel al entrar en tromba con un par de bolsas llenas de botellas. -Traigo el avituallamiento para la cena, gentileza de POMELO’S.- Mientras iba sacando las botellas y poniéndolas sobre la mesa. Miraba sonriendo a mi chico pelirrojo: -Lo siento, pero tengo que decirlo. ¡Cómo me pone tu novio!- Álvaro se puso colorado como un tomate.
        -Todavía no hemos salido de casa.- Le dije a Miquel. -Tendríamos que salir a que nos dé el aire y aprovechar para comprar algo de postres para la cena.-
        -Pues abrigaos que hoy hace un frio de cojones fuera.- Dijo Miquel, adoptando con las manos la postura de la tetera.
        Decidimos ir al centro a tomar un café y de paso comprar alguna cosa buena de postres, en la pastelería.
        Nos plantamos en la granja-pastelería que hay en la Calle Mayor. Tomando un capuchino para rehacernos del maldito frio que hacía en la calle. La borrasca que se nos había metido encima el día de navidad, juntamente con el viento de tramontana invernal que no cesaba, amenazaban con dejarnos encerraditos todas las vacaciones en casita.
        Por la calle casi no pasaba un alma. Solo los villancicos y las luces de navidad daban cierta alegría a una situación climática que, de no ser por eso, sin duda alguna, induciría al suicidio. En ese momento pasó Javi (“la Cuca”) por la calle, y Miquel, al verlo, salió dando saltitos y lo llamo.
        -Vengo de tu casa.- Me dijo Javi, un poco molesto. -Y después de medio congelarme delante de tu puta puerta, esperando a que alguien me abriera. Me volvía para casa.-
        -Pues como puedes ver. No estábamos en casa.- Le respondí con ironía.
        Después de dejar un grueso anorak sobre el respaldo de la silla que quedaba libre. Se dirigió a la barra para pedir su consumición.
        -¡Joder! Es clavadito a como me lo describiste… y yo que creía que estabas exagerando.- Me dijo Álvaro al oído. -Este es el que sale con la Verónica esa ¿no?- Añadió hablando flojito.
        “La Cuca” regreso con una infusión de manzanilla en las manos.
        -¿Cómo llevas el tema con Julio?- Le preguntó Miquel refiriéndose al cabreo que llevaba con Verónica.
         -Me tiene totalmente de los nervios.- Exclamó Javi. -Ya no soporta que nadie lo llame Julio. Ahora quiere que todo el mundo lo llamen Verónica y lo traten en femenino. Además desde que solo usa ropa de tia esta intratable. Se pasa todo el día fuera y no me cuenta nada de lo que hace, ni con quien lo hace.-
        Álvaro y yo nos miramos con cara de circunstancia. Estoy convencido de que los dos pensamos lo mismo: -Que tu novio además de ser mujer, es prostituta. A ver si te enteras de una vez.-
        En fin. Tal y como correspondía, lo invitamos a la cena. Quedamos en reunirnos en casa a las nueve de la noche.
        De vuelta a casa paramos en el videoclub. Había una película que deseaba ver con mi chico esa tarde. Y me serviría para empezar a poner hilo y aguja el proyecto que tenía en mente para el show de fin de año.
        Desde que apareció por casa. Miquel tenía algo importante que decirnos. Eso lo sabía porque, cuando Miquel está ansioso, se comporta como un niño que tiene pipi y desde que dejamos a “la Cuca” parecía, que de un momento a otro iba a explotarle la vejiga. De lo retorcido que se movía.
        No pudo esperar a llegar a casa. Saliendo del videoclub nos soltó el, que según él, era el mayor secreto del reino: -Esto que quede entre nosotros. Pero la Verónica está haciendo de puta travesti en el “BAHIA”.- Y se quedó desahogado como si acabara de parir.
        Mi chico y yo volvimos a mirarnos, intentando no reírnos. Pero nos fue imposible contenernos. Empezamos a carcajearnos sin control ante la cara de estupefacción de Miquel. -Pues si tú lo sabes. Esto ya es de dominio público.- Le dije sin poder parar de reírme.
        -Hombre, yo solo se lo he contado a mis doscientas mejores amigas.- Y se nos juntó en la carcajada. No pudimos parar de reír hasta que llegamos a casa. Mientras. Nos explicábamos como lo habíamos descubierto. Por lo visto cada vez que las señoritas del “BAHIA” tenían un ratito sin clientes. Se iban en grupito al POMELO’S a tomar una copa o a hacer tiempo delante de un coctel. Y últimamente. Tenían muchísimo tiempo libre. Porque el travesti que la dueña había contratado, les estaba dejando casi sin clientes. -¡Mira tú! Y yo que tenía a Verónica por una mosquita muerta. Y resulta que es una “destroyer” en técnicas amatorias.-
          Al llegar a casa, mientras Álvaro preparaba el video para ver la película y Miquel abría una de las botellas de cava que se habían extraviado en su empresa. Yo saqué la carne del congelador, y así se fuese descongelando para la cena. Brindamos. -Para que el dueño no eche las botellas en falta.- Dijo solemnemente Miquel. Y empezamos a ver la versión de DRACULA que había hecho hacia un par de años Francis Ford Coppola. 
        Dejando a un lado la maravillosa puesta en escena de la película y la mediocre interpretación de alguna de sus actrices (Keanu Reeves, como siempre, estaba genial. A este chico se lo pienso perdonar todo. Por mal que actúe). Mi principal interés residía en el video musical que iba incluido una vez finalizaban los créditos de la película: Annie Lennox y su canción “Love Song For a Vampire”. -¡Ya veo por donde vas!- Grito Álvaro, mientras señalaba al televisor. -Tu idea es una pasada.- Y me besó en los labios.
        A las ocho y media ya estaban todos los invitados a la última barbacoa del año en casa: Nuria y dos amigas suyas. “La Cuca”, Miquel, mi amorcito pelirrojo y yo mismo. 
        La cena fue un éxito. Reímos muchísimo. Liquidamos todas las botellas de cava y licores que Miquel había extraviado del POMELO’S mas alguna de vino que corría por casa.
        Llegué a la conclusión de que Nuria y las demás chicas también sabían lo de Verónica. Ya que, continuamente las pillaba mirando por la ventana del comedor. La que daba al patio con la terraza. Ventana, por la que se podía ver clarísimamente, el cartel de color amarillo y verde del “BAHIA”.



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        Los proyectos compartidos con alguien a quien amas y deseas son lo más parecido a una adicción: los disfrutas enormemente y al final siempre tienes necesidad de más.