lunes, 30 de octubre de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO. (Miquel, Thomas y las conveniencias de los amantes enfermeros)

MIQUEL, THOMAS Y LAS CONVENIENCIAS DE LOS AMANTES ENFERMEROS.


        El sábado tres de junio, a las doce de la mañana, alguien estaba aporreando la puerta. -De no estar seguro de que Miquel estaba en los Estados Unidos, juraría que es él.- Refunfuñé mientras salía de la cama como podía y me arrastraba hacia la puerta. Hacía escasamente cinco horas que nos habíamos metido en la cama Darío y yo y, sinceramente, necesitábamos al menos un par de horas más de sueño.
        Al abrir la puerta me encontré frente a Miquel. -¡¡¡Sorpresaaa!!!- Gritó mientras entraba en tromba seguido de su séquito habitual: Nuria, “La Cuca”, Lidia y Lola, con un añadido, traía además a su novio americano con él. -Nosotros traemos los croissants y tu pones el café, y después… ¡¡¡Barbacoaa!!!  ¡Dios! Como he echado de menos esto.- Dijo mientras me abrazaba con fuerza.
        En ese momento vi pasar por delante de mí a Nuria y el enorme barrigón que iba pegado a ella. -Voy a preparar café.- Dijo riéndose, mientras el resto de la “troupe” colocaba todo el avituallamiento sobre la mesa. Desde el pasillo podía ver la cara de susto que estaba poniendo Darío, tapándose con el nórdico pues estaba en pelotas.
        -Este es Thomas.- Dijo Miquel presentándome a su actual pareja.
        -Encantado.- Dijo el americano dándome la mano mientras yo le sonreía un poco desconcertado.
        -Perdona el desorden pero supongo que Miquel ya te habrá dicho que los que vivimos aquí somos artistas.- Le dije, disculpándome por tener la casa completamente manga por hombro.
        Hacían una curiosa pareja, aunque conociendo las ultimas conquistas de Miquel (Drako como muestra), este chico era de lo mejorcito que le había visto. Lo que me llamaba más la atención era la diferencia de edad. Contrastaban los veinticinco o veintisiete años de mi amigo con los cuarenta y pico de Thomas. Además el americano era mucho más bajito y rollizo que Miquel, y ya empezaba a tener el pelo canoso. Me resultaba curioso el que, a la que subía dos escalones o hacia algún esfuerzo, se ponía a resoplar como un cerdo el día de San Martin. Eso, unido al acento mexicano que tenía su español, lo hacía parecer entre entrañable y divertido. Con un bigote y un sombrero de ala ancha habría sido una versión rubia y pecosa de Pancho Villa.
        Una vez hechas las presentaciones, fui en auxilio de mi pareja, con la excusa de ponerme algo de ropa más adecuada, pues tan solo llevaba puesto los pantalones de chándal. Mientras, mis amigos tomaban posesión de la cocina, el comedor y la terraza, empezando a tomar café o aperitivos, según fuese su necesidad o conveniencia. Darío estaba perplejo, se agarraba al edredón cubriéndose como si estuviese viendo peligrar su intimidad. -Tu solo habías conocido a Miquel ¿verdad? además se fue a Los Ángeles a la semana siguiente que lo conociste.- Le dije.
        -¿Siempre son así de eufóricos e inoportunos?- Preguntó con cara de terror.
        -Antes, cuando hacia una barbacoa los jueves de cada dos o tres semanas casi no aparecían por casa en sábado o domingo, bueno, el Miquel muy a menudo, pero ese no cuenta. Y como desde semana santa no hemos hecho ninguna cena para reunirlos, pues tarde o temprano tendría que suceder esta reunión improvisada.- Le dije riéndome. -La excusa, aunque podría haber sido cualquier otra, es la llegada de la parejita americana.-
        -¿Y no podrían quedar en un bar como hace todo hijo de vecino?- Se quejó mi chico.
        -Están acostumbrados a usar mi casa de centro social mariquita, y a ver quién es el guapo que les dice que no pueden seguir reuniéndose aquí.- Dije mientras me vestía. Darío se reía y hacia como que no con la cabeza.
        Cuando estuvimos a punto, con los pantalones tipo pirata y una camiseta de manga corta, aparecimos en la terraza. -Para quien no esté al día de la situación: Os presento a mi chico, Darío.- Todos saludaron con un inapetente “hola”, no parecían excesivamente interesados por mi actual pareja. Solo Nuria se le acercó y le ofreció una taza de café.
        -Eres el hijo pequeño de Piluca “La ferretera”, ¿verdad?- Preguntó mi embarazadísima amiga.
        -Si.- Respondió Darío muy escuetamente.
        -Era inevitable que los dos chicos que más escándalos han protagonizado en el pueblo acabasen juntos.- Dijo riéndose ante un avergonzado Darío. -Hacéis una pareja perfecta.- Añadió mientras le daba un beso en la mejilla y regresaba a la cocina seguida por mi actual novio.
        En la terraza se había formado un grupillo alrededor de Thomas, que estaba reclinado en una de las tumbonas. Todos parecían interesados en lo que estaba contando, preguntándole con ansia. Solo abandonaban la conversación para hacer caso a sus teléfonos móviles. Bueno, todos menos Miquel, que no se atrevía a abandonar el grupo, pero estaba muy pendiente de lo que yo hacía, y por su actitud de niño que se está haciendo pipí, deduje que se moría por contarme algún chisme importante. Vi cómo se bebía el Martini que tenía en la mano de golpe y excusándose, fingió ir al comedor para rellenar su copa. Al pasar por mi lado me hizo una señal para que lo siguiese dentro de la casa.
        -¡Está forrado de dólares!- Me dijo al oído cuando estuvo seguro de que nadie nos escuchaba.
        -Mira tú por dónde, has pegado el braguetazo del año.- Le dije riéndome mientras me acababa el café que me había preparado Nuria.
        -Es increíble, me trata como una reina y me consiente todos los caprichos del mundo.- Dijo Miquel completamente eufórico.
        -Pues hija, cásate con él y no lo dejes escapar, que un partido así no se encuentra todos los días.- Dije con tonillo irónico.
        -A eso hemos venido.- Afirmó mi amigo con tono muy serio. -En quince días se me acababa el visado de vacaciones y hemos regresado para poder tramitar desde la embajada de aquí un visado de trabajo permanente.-
        -¿Y te quedaras ya por siempre en Los Ángeles?- Le pregunté sorprendido.
        -Eso es el paraíso gay. No te puedes ni imaginar los chulazos que hay por ahí, si uno está bueno el de al lado está mejor. No sé qué les dan de comer a los chicos americanos pero crecen con unos cuerpazos que quitan el hipo…- Miquel parecía excitarse solo con imaginárselo. Dicho eso, cogió su Martini recién rellenado y regresó al lado de su novio para vigilar como un ave de presa que ningún palomito se lo birlase, y yo, como buen anfitrión, me decidí a poner en marcha las brasas de la barbacoa.
        Durante el almuerzo Thomas estaba en su salsa. Por lo que deduje de la conversación, el americano había sido bróker en la bolsa hasta los treinta años. Edad en la que se retiró con una cartera de acciones y una cuenta corriente de escándalo. Dedicándose los últimos quince años a montar empresas de software que daban servicio de apoyo a grandes multinacionales en los temas de informática y de internet. Realmente aprendí más de ordenadores y sus programas en esa comida que en diez años de trabajar con robots en una fábrica japonesa.
        Aprovechando que tenía a mano a alguien tan instruido a nivel de nuevas tecnologías, lo usé para intentar que me confirmase si las palabras póstumas de mi difunto amante japonés tenían algún sentido práctico.
        -¿Cuál de los formatos de video acabará imponiéndose, el VHS o el Beta?- Preguntó Lidia pretendiendo hacernos creer que entendía algo sobre el tema.
        -Lamento decirte que antes de diez años habrán desaparecido del mercado los dos sistemas y serán sustituidos por sistemas digitales del tipo DVD.- Dijo Thomas con cierto aire de disculpa. Hay que tener en cuenta que el formato DVD en ese año ya existía, pero eran unos discos compactos enormes y muy aparatosos. Aunque en los USA ya se comercializaba el sistema actual de DVD, la gente de calle de Palamós no vería uno de esos disquetes hasta casi el año 2000.
        -¿Y qué haremos con los aparatos y todos las cintas de video que tenemos en casa?- Preguntó Lola totalmente desconcertada.
        -Pues lo que hace todo el mundo con los trastos viejos.- Dijo el americano sonriendo. -Lo guardareis en las estanterías de los muebles al lado del aparato de video durante un tiempo mientras os adaptáis al nuevo aparato digital, con la falsa ilusión de que ese sistema aun tendrá alguna utilidad en el futuro y al cabo de varios años descubriréis en un trastero todas las cintas y aparatos asociados al sistema de video que se habrán convertido en trastos inútiles y engorrosos.- Añadió ante la cara de sorpresa de todos los comensales. -En realidad es una estrategia de mercado a medio plazo genial. Tened en cuenta que cuando os hayáis adaptado al nuevo sistema de DVD, las grandes multinacionales del consumo de electrónica domestica ya tendrán a punto otro formato para obligaros a cambiar televisiones, sistemas de almacenamiento de películas y reproductores cada cinco o diez años.-
        -Entiendo, y supongo que con los teléfonos móviles sucederá lo mismo.- Dije yo.
        -En efecto.- Dijo mostrándome su teléfono móvil. -Este aparato lleva incorporada una pequeña cámara fotográfica y una pantalla, es de lo último en tecnología digital y me permite descargar las fotos en mi ordenador personal.- Todos nos quedamos alucinando con la sofisticación de ese teléfono que parecía un hibrido entre mando a distancia y ladrillo. -¿Conocéis la serie de televisión Star Trek?- Preguntó, asintiendo todos con la cabeza. -Pues la tendencia comercial consiste en que los teléfonos móviles se vayan pareciendo cada vez más a los “Tricordes” de esa serie, con infinidad de aplicaciones y funciones incluidas.-
        -No creo que eso sea así.- Dijo Nuria. -Estos aparatos son carísimos, y la mayoría de la gente no podrá permitírselos.-
        -Sí, en este momento sí que son caros, ya que la mayoría de los aparatos que aparecen en el mercado son prototipos de exploración de posibles cupos de venta, pero cuando la producción sea masiva los precios bajaran mucho. Una cosa que tienen a su favor es que es un tipo de tecnología muy barata de producir.- Sentenció Thomas dejándome con una gran preocupación en el cuerpo, pues de golpe acababa de entender exactamente a qué se refería Hikaru en el mensaje póstumo que me hizo llegar dentro de la muñeca de porcelana.
        Después, la barbacoa siguió con los temas habituales, nos pusimos al día sobre los chafardeos locales y Miquel nos contó algunas curiosidades de Los Ángeles. Hacia las cuatro de la tarde “La Cuca” y Lola se fueron pues tenían obligaciones laborales que atender y Thomas parecía que se estaba indisponiendo, así que Lidia, la enfermera del grupo, propuso que se retirase a descansar y tomase su medicación. -¿Medicación?- Me pregunté.
        A las cuatro y media solo quedábamos en casa Nuria, Darío y yo. -¿Qué le pasa a Thomas?- Le pregunté a Nuria esperando que me aclarase porque se ahogaba tanto y tenía a veces la piel tan violácea.
        -Tiene problemas de corazón.- Me dijo muy seria.
        -Problemas tipo me puede dar un infarto en cualquier momento o del tipo me enamoro de quien no debo.- Si, ya lo sé, sonaba excesivamente sarcástico, pero es que me estaba refiriendo al novio de Miquel.
        -Del tipo: Miquel puede quedarse viudo en cualquier momento.- Dijo Nuria mirándome con cara de mala leche. -¿Por qué sois tan malas entre vosotras las mariquitas?- Añadió molesta.
        -Es que se me hace extraño ver a Miquel en una relación con alguien tan… dependiente.- Dije con tono de preocupación.
        -Ya sabes cómo es Miquel, siempre necesita tener relaciones muy intensas.- Dijo Nuria mientras Darío nos miraba muy atentamente sin decir ni mu.
        -¿Y el que esté podrido de pasta no influye para nada?- Yo volvía a ser malo.
        -Supongo que algo estará influyendo, pero tienes que entender que Miquel en los USA tiene la misma consideración que tienen aquí los inmigrantes ilegales que vienen a trabajar en la construcción. El que estén aquí intentando solucionar su situación legal en Los Ángeles dice mucho de la implicación de los dos en la relación que mantienen.- Dijo Nuria muy complacida.
        Dando por concluida la autopsia a la relación de Miquel y su novio, nos dispusimos a recoger la mesa y limpiar un poco la terraza y la cocina. Nuria se apropió del fregadero y no nos dejó limpiar ni un plato, tal y como solía hacer siempre. Eran las siete cuando nuestra amiga se despidió. Insistimos en llevarla hasta su piso, pues su bloque estaba al otro lado del municipio, pero ella se empeñó en ir dando un paseo, pues quería ir un ratito a la playa para mojarse los pies y sentarse en la arena. Insistí en que al menos Darío la acompañase por el trozo del paseo marítimo, me hacía cosa dejarla ir por ahí con ese barrigón sin que nadie le diese apoyo.
        Cuando salieron yo me dediqué a preparar los trastos de Dragg Issis para esa noche.
        A las ocho y media cuando Darío regresó, yo ya tenía todos los trastos cargados en el FIAT Punto de color lagarto. -Por lo que parece, al final las cosas le han ido muy bien a Miquel en América.- Dijo mi chico rubio muy complacido mientras entraba en el coche.
        -No te dejes impresionar.- Le dije. -Los arboles no te dejan ver el bosque.-
        -¿A qué te refieres?-Preguntó Darío.
        -Una cosa es verlos cara a la galería, donde los dos se comportan como lo que se esperaría de una pareja ideal.- Dije yo al poner en marcha el automóvil.
        -¿Quieres decir que todo es una fachada?-Preguntó mi chico desconcertado.
        -Ignoro qué tipo de relación tienen esos dos, pero una cosa tengo clara: Thomas a Miquel lo tiene contratado como cuidador personal o enfermero.- Sentencié. -Lo de meterse en su cama no tengo ni idea si está incluido en el contrato o no.- Darío me miraba con la cara muy seria y sin contestarme. -Me preocupa mucho que todo esto acabe en un baño de lágrimas.- Concluí.
        Eran las nueve y en pocos minutos Dragg Issis aparecería de nuevo y tendría toda la noche para lucirse y ser el centro de la fiesta. Nadie debía de notar lo tremendamente preocupado que estaba por un amigo que no había parado de cagarla en todo lo que había hecho desde el momento en que lo conocí hacía ya ocho años.


        Posdata:
        Una buena amiga siempre me decía: Nada es tan efímero como la ciega felicidad de los amores imposibles.

        Imagen: Eriko Stark


domingo, 22 de octubre de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO. (Fragmentos del diario de un directivo japones.3 (Carta de despedida de Hikaru Yamahaka a su amante))

FRAGMENTOS DEL DIARIO DE UN DIRECTIVO JAPONES.3 (Carta de despedida de Hikaru Yamahaka a su amante).

        No sé muy bien cómo debo empezar esta carta. La verdad es que no estoy acostumbrado a escribir este tipo de misivas. Normalmente redacto informes a mis secretarios, pero este mensaje es demasiado personal para permitir que otra persona lo escriba por mí. Así que te pido disculpas por adelantado por los errores que pueda cometer en la redacción y espero poder plasmar exactamente cuáles son mis sentimientos e intenciones.
        Hoy es siete de enero de 1995. Esta mañana el maestro Akira Hukame, cumpliendo el plazo prometido, me ha entregado las dos piezas de porcelana que le pedí hace una semana. Son unas esculturas de una exquisita perfección y el trabajo de bordado que han realizado en el kimono es sublime. He colocado una de las muñecas de porcelana en un lugar especial en el porche de mi casa de Kioto. Recibe una luz indirecta durante todo el día y he colocado a su alrededor los doce bonsáis que he cuidado en los últimos veinticinco años. Cuando la nostalgia me invade, su presencia me reconforta y me recuerda que aún hay esperanza. La otra muñeca de porcelana, como ya habrás descubierto, era para ti.
         Pienso en ti constantemente, mi bello y joven artista. Creía que el tomar consciencia de haberte humillado y maltratado en mi despedida, haría que me fuese más fácil el pasar página y olvidarte. Pero el resultado ha sido el contrario del que esperaba… me siento culpable, ruin y mezquino. Solo puedo pensar en el daño que te he provocado y en como compensarlo.
        Es irónico, ya me había convencido de regresar a España para recuperarte, de hecho ya estaba preparando mi viaje de retorno, cuando el Doctor Ukemawa me ha informado de que me quedan pocos meses de vida. Y aun así, solo puedo pensar en que desearía pasar el poco tiempo que me queda a tu lado. Pero entonces me calmo y pienso que sería muy injusto transformarte en el enfermero de un moribundo. Realmente deseo que me recuerdes tal y como éramos en estas fotos que te envío, felices y deseosos el uno del otro, no como lo que empiezo a ser en este momento: la sombra de aquel hombre poderoso que fui.
        Es mi deseo informarte de lo que sucederá en el futuro más próximo en vuestra empresa. Es justo que lo sepas y así podrás entender por qué estoy actuando como lo estoy haciendo.
        Mi inmolación como Directivo del Consejo de Ejecutivo de la Casa Madre, debería traer como consecuencia una larga época de estabilidad en la filial de nuestra empresa en España, de la mano de mi hijo Klaus-Hiro. Él todavía no sabe que está destinado a controlar esta gran multinacional en un futuro próximo. Tiene la preparación necesaria para ser un gran Director General, pero todavía no entiende cual es la esencia que se esconde en el alma del consorcio empresarial. Sin duda tendrá curiosidad por conocerte. De hecho lo he preparado todo para que tenga la necesidad de conocerte. Si ejerces en él solo una pequeña parte de la influencia que me has realizado a mí, sin duda alguna empezará a desear amar a esta empresa.
        Puede que al principio la situación sea turbulenta: mis enemigos en el consejo de administración se envalentonaran con mi desaparición, mostrándose tal y como son en realidad al estar convencidos que mi hijo es débil de espíritu. Sus agresiones sin duda harán a Klaus-Hiro más fuerte, para que así aprenda a usar las armas que he dispuesto que le lleguen a sus manos de manera progresiva.
        Una vez se concluya mi plan, se podrá garantizar un periodo de tranquilidad en vuestra empresa de entre cinco y ocho años. Porque, y eso me rompe por dentro el alma, tus esfuerzos por salvar la empresa en la que trabajas solo permitirán darle una bocanada de aire y un poco de tiempo. Eso es así porque la viabilidad del planteamiento productivo de la fábrica de Girona es completamente obsoleto a largo plazo.
         La base de los beneficios de esa factoría, y que tan buenos resultados ha dado en los últimos veinte años, es una combinación de mano de obra relativamente económica junto con unos materiales asequibles y a bajo precio. Eso nos ha servido para introducirnos en un mercado que imponía grandes aranceles a los productos fabricados fuera de la Unión Europea. Podíamos así contentar a un público que pedía productos voluminosos, tecnológicos y de cierta calidad en la manufactura sin tener que importarlos de los países que realmente podían producirlos a unos precios verdaderamente bajos.
        En el futuro más próximo, la tendencia del mercado llevará a la desaparición de los aranceles de importación y acabarán por imponerse los productos altamente tecnológicos y con formatos muy pequeños y ligeros, que permitirán un fácil transporte. Es en este punto donde los sistemas de producción de vuestra empresa fallan por completo. Los directivos, no han invertido ni un céntimo en reconvertir la empresa en un modelo de fabricación de productos de alta gama y digitales. Están anclados en un modo de producción basado en el potencial humano, renunciando a la utilización de robots de alta tecnología aplicados a la producción.
        Esa carencia hará que en pocos años vuestros sistemas de producción sean totalmente obsoletos y no puedan competir con la oferta de mano de obra muchísimo más barata de otros países con economías emergentes.
        En previsión de lo que sin duda alguna sucederá, incluyo dinero suficiente para que puedas rehacer tu vida cuando el inevitable final de la empresa suceda. No es justo que después de lo que te has expuesto para luchar por nuestra empresa la única recompensa que recibas sea una carta de despido. Invierte bien ese dinero para que te asegure un futuro próspero. Por mi parte me despido convencido de que he hecho todo lo que estaba en mi mano para protegerte. Te deseo toda la felicidad y prosperidad del mundo.

        Hikaru Yamahaka.


        Después de leer la carta quedé totalmente abatido. No entendía nada, se suponía que habíamos ganado los buenos: Klaus tenía todo lo necesario para poner de rodillas a todos los directivos del Japón y aun y así eso no sería suficiente para que la empresa sobreviviese más allá de ocho años… -No era justo.-
        Me senté en el sofá mirando a mí alrededor, intentando imaginarme a que se refería Hikaru cuando hablaba de los productos altamente tecnológicos. Para mí en ese momento la alta tecnología era sin ninguna duda el reproductor de video y el televisor de cuarenta pulgadas con sonido envolvente, que podía conectarlos con el enorme equipo de música de módulos independientes con Compac Disk, amplificador, ecualizador, grandes altavoces de madera lacada, doble platina de cassete, y tocadiscos de discoteca.
        Él no va más de la tecnología a la que había tenido acceso en ese momento, en mis posibilidades económicas, era la antena parabólica que me había hecho instalar, dirigida al satélite ASTRA y que usaba para ver y grabar el único canal gratuito al que podía acceder: la MTV. Otra de las filigranas tecnológicas que veía venir con fuerza eran los teléfonos móviles, pero en ese momento no le veía una utilidad real, aparte de seguir como un borrego a la moda tal y como hacían la mayoría de los “Pijos” del momento.
        En ese momento me parecía imposible que los ordenadores saliesen de las oficinas o talleres y entrasen como un electrodoméstico más en todas las casas y escuelas. La palabra internet tan solo aparecía en los comics, novelas y películas de ciencia ficción americanas, donde algunos privilegiados y empresas ya empezaban a usarlo. Pero en mi mundo real de 1995 lo único que conocíamos de esas complicadas tecnologías eran los E-Mails que enviaban desde Japón a los directivos de la empresa y, sinceramente, nos parecían extraños y ciertamente irreales.
        Como comprenderéis, la idea de televisores planos, sonidos envolventes con altavoces mínimos, y todas las características de video, sonido, fotos y archivos de datos concentrados en un PC o un teléfono móvil me sonaban más a Star Trek que a productos de centro comercial (tal y como lo entendemos ahora).
        Ante el gran desconcierto que tenía en ese momento solo me quedó clara una cosa: A la fábrica le quedaba tan solo cinco años de vida.
        Quería pensar que el disponer de esa información me daba alguna ventaja sobre el resto del mundo, pero de golpe el terror invadió mi mente. Llevaba varios años deseando que me echasen a la calle para poder cobrar el subsidio de desempleo y poder acabar mis estudios de arte, pero en el momento en que tuve la certeza de que eso sucedería con una fecha límite, empecé a cuestionarme todos mis planes mientras una terrible ola de inseguridad invadía todos los poros de mi cuerpo. -¿Qué había cambiado para que yo reaccionase de ese modo? si yo siempre había estado bastante seguro de mí mismo en ese aspecto.- Sin duda alguna mi relación con el Sr. Hikaru Yamahaka había tenido algo que ver en este cambio de actitud.
        Para poder entender un poco todo lo que me contaba mi examante en la carta, durante varios días dedique cierto tiempo a investigar algunas de las cadenas auxiliares, concretamente las que se dedicaban a terminar de montar las placas de circuitos integrados de los equipos electrónicos que fabricábamos en la empresa. Conocía bien el departamento, durante varios años me había encargado del proceso inicial de esa sección, estando al cuidado de las insertadoras automáticas de componentes. Esas máquinas, aunque muy sofisticadas, no dejaban de ser verdaderas antiguallas que básicamente colocaban puentes (algo parecido a grapas), resistencias, diodos y bobinas, vamos las piezas más simples y voluminosas de las placas.
        Al observar a las chicas que insertaban los chips y circuitos integrados entendí a qué se refería Hikaru cuando hablaba de la obsolescencia de nuestra empresa. Los chips solían ser pequeñas piezas muy delicadas de entre medio y dos centímetros, con infinidad de patitas metálicas que tenían una posición muy determinada en la placa. Era muy complicado colocarlas correctamente y a eso se le añadía el que las patitas metálicas muy a menudo se doblaban o no entraban en su posición correcta, error que provocaba que todo el aparato no funcionase correctamente. Fue en ese momento que me vino a la mente una escena de la película “Acoso”, con Demi Moore y Michael Douglas como protagonistas, en esa escena el personaje protagonizado por Demi Moore se paseaba por una cadena de montaje similar a las que teníamos en la empresa, donde unas mujeres vestidas con el típico sari indio y largas melenas trenzadas intentaban colocar de manera muy complicada y a mano, unos chips muy parecidos a los que usábamos nosotros. Esa escena servía para demostrar la inocencia del protagonista, pues sus órdenes habían sido que esos chips de alta tecnología debían de ser colocados de manera automática y en atmosferas muy controladas, cuando en realidad se colocaban del mismo modo que hacíamos nosotros: a apretones y manualmente.
        En ese momento me di cuenta de que la empresa no dejaba de ser un mega taller donde solo colocábamos tornillos y ensamblábamos piezas muchísimo más sofisticas que en realidad se fabricaban en Japón, China o el Reino Unido. Las únicas piezas originales que se realizaban en la zona eran algunas cajas de madera, piezas de plástico, embalajes y poca cosa más... Algo me decía que se seguirían produciendo aquí hasta que desde el gobierno se endureciesen las normativas de protección del medio ambiente.
        Ante semejante panorama llegué a la conclusión de que debería tener una charla con Klaus-Hiro y pedirle explicaciones sobre lo que Hikaru contaba en la carta. Aunque no le mostraría la carta original, sino la traducida por mí, obviando la parte que hablaba de los cuarenta mil dólares, se trataba de ser honesto, pero no tanto.
        Estábamos a veintidós de mayo y el verano ya nos llamaba desde el otro lado de la calle. Darío en menos de media hora llegaría de las prácticas de trabajo en la peluquería RIÇÇO’S y yo me preguntaba sobre la conveniencia o no de contarle todo lo que había descubierto en el mensaje póstumo de mi examante a mi actual pareja. -Ya se lo contaré otro día, cuando tenga las ideas más claras.- Pensé. Y empecé a recoger los trastos de la mesa del comedor.

        Posdata:

        Dicen que la realidad siempre supera a la ficción: Para muestra un botón.





domingo, 8 de octubre de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO.10 (Semana Santa, Álvaro y veintinueve días después)

SEMANA SANTA, ÁLVARO Y VEINTINUEVE DIAS DESPUES.

       Solía ser habitual en las academias de peluquería que, a los alumnos del último curso se les ofreciese la posibilidad durante el segundo semestre, de realizar prácticas en las peluquerías que constaban en los registros de la escuela para tal fin. Esas prácticas solían estar mal pagadas (en el caso de recibir alguna remuneración). Y como actividad, era considerado por los alumnos más un engorro que un paso previo a la integración en el mundo laboral.
        Por su parte, los propietarios y empresarios colaboraban de mala gana, más que nada por no hacerle un feo a la administración laboral, ofreciendo a los estudiantes prácticas de barrer pelo, limpiar utillajes, o en caso de tener mucha suerte podían empezar a lavar algunas cabezas si lo hacían bien. Ya que la realidad era muy simple: había miles de peluquerías en cada municipio y lo último que deseaban los propietarios era que una manada de nuevos peluqueros salidos de la academia, incrementase la ya de por si excesiva la oferta del mercado.
        Darío había tenido suerte, empezado las prácticas en un local llamado RIÇÇO’S, una céntrica peluquería con más fama que clientes. La propietaria triunfó durante la época de los setenta y ochenta a base de cardados imposibles y las famosas permanentes y moldeados de pelo frito, pero con la entrada en el municipio de las peluquerías tipo franquicia con nombres muy televisivos y peinados excesivamente estilizados se quedó con lo que tenía: la clientela de los años setenta y ochenta. Era la típica peluquería de cuarentonas y viejas, pero como tenía el local en propiedad y casi todo el negocio lo hacía en caja B, le iba de maravilla.
        Mi chico estaba encantado, porque a diferencia de las demás peluquerías, Josefina, la propietaria, les permitía a los becarios hacer todos los trabajos de peluquero. Todos menos cortar pelo, que se lo reservaba siempre y en exclusiva para ella. Así que se pasaba las tardes aplicando tintes, lavando cabezas, colocando rizos para permanentes, secando pelo y peinando. Gracias a eso la propietaria se ahorraba las nóminas de una o dos operarias y tenía a los chavales contentos porque hacían prácticas reales.
        Ese era el motivo por el que cuando llegué casa, aterrorizado por haberme encontrado el enorme fajo de billetes dentro el paquete que el Sr. Hikaru Yamahaka había escondido para mí, dentro el cajón secreto de la urna de la muñeca de porcelana que me guardaban en custodia en la empresa multinacional japonesa, Darío no estaba.
        Después de cerrar la puerta a cal y canto me sentí seguro. Corrí a la habitación de invitados, moví el pesado armario ropero y con un cuchillo retire con cuidado la baldosa suelta que ocultaba un agujero de unos quince centímetros de profundidad. Retiré de su interior la bolsa de plástico grueso rellena de arroz, donde guardaba los sobres con el dinero que ahorraba de mi trabajo en el PACHA. El cobrar de caja B tenía ese inconveniente: en la libreta del banco solo podía tener el dinero que me ingresaban de la nómina de la fábrica. Porque a la hora de hacer la declaración de la renta, a la que resultase que tenías más dinero en el banco del que la empresa había declarado, te encontrabas con un inspector de hacienda llamando a tu puerta y eso era malo, muy malo. Todo eso lo sabía porque ya había tenido una muy desagradable experiencia con la avidez impositiva de Hacienda. Y sinceramente, estoy de acuerdo en eso que dicen que el dinero de los impuestos sirve para pagar las escuelas y los hospitales, pero también para retribuir a millones de ladrones que metían y meten la mano de manera descarada en los presupuestos municipales, comarcales y nacionales, así que consideraba que pagando la mitad ya cumplía con mi parte social y no tenía por qué subvencionar a los políticos corruptos y chorizos varios.
        Ese dinero lo usaba para los gastos del día a día y todo lo que se podía pagar sin necesidad de factura.
        No sabía a qué hora regresaría Darío, así que me apresuré en contar los fajos de billetes. Hice sitio entre el arroz y guardé los cuarenta mil dólares del paquete en la bolsa, debajo del ladrillo. Hice mis cuentas y me pareció una burrada de dinero, excesivo… incluso tratándose de Hikaru. Después de colocar de nuevo el armario ropero en su sitio y limpiar la zona para que no se notase que se había movido, me relajé tomando un capuchino.
        Ahora me preguntareis: -¿Y el arroz, a qué demonios viene?- El arroz era el mayor de los secretos que aprendí conviviendo con una camarera cocainómana. Ella lo utilizaba para que la humedad no le echara a perder su alijo de cocaína, guardando la farlopa en la cocina dentro del bote del arroz. Cosa que me proporcionó alguno de los momentos más surrealistas de la época que estuve conviviendo con ella en Girona, al encontrarme pequeños paquetitos sellados cada vez que preparaba una paella. Ese método resultó ser la mejor solución para que el dinero no se quedase lleno de moho a los cuatro días de tenerlo escondido dentro de la bolsa, a consecuencia del tremendo problema de humedades que tenía en invierno en esa casa.
        Darío regresó a las ocho y media. Estaba entusiasmado: en su primer día trabajando con Josefina había preparado una permanente y siete tintes sin que la dueña le tuviese que corregir nada.
        -¿Cuantos sois en la peluquería?- Le pregunté.
        -Con la dueña cinco.- Me dijo.
        -¿Y a los demás les corrige si lo hacen mal?- Insistí.
        -Si la cagan, claro que los corrige.- Dijo un poco molesto por mi insistencia. -A ver, soy bueno en lo que hago, y si no lo tengo claro, propongo que lo haga otro becario que sepa más que yo.-
        -Jejejjeje.- Me reí. -Solo quería saber si la dueña era objetiva o simplemente buscaba empleados baratos.-
        -Bueno… suele contratar durante un año o dos a los mejores peluqueros de cada promoción.- Dijo Darío dejándome claro que lo que perseguía era ser uno de esos contratados. Aunque el hecho de haberse apuntado a hacer prácticas en el último momento, cuando solo quedaban dos meses para terminar el curso, me daba la sensación de que le restaría puntos ante la jefa.
        Acto seguido nos pusimos a preparar la cena. Mientras preparaba unos espagueti a la carbonara, miraba de reojo la mochila que contenía la carta y el otro paquete más pequeño, pensando en la conveniencia o no de mostrárselos a Darío. Decidí, creo que con acierto, que primero chequearía lo que contenía el otro paquete y después, si lo consideraba apropiado, le comentaría el tema a mi pareja.
        A la mañana siguiente, antes de entrar en el complejo de fabricación, me paré en el bordillo de la calle y abrí el segundo paquete. Contenía unas veinte fotos en las que aparecíamos Hikaru y yo en el hotel y en los locales que recorrimos por Barcelona. Las volví a meter en la mochila y guardé la carta escrita en inglés en el bolsillo de la chaqueta, procediendo a entrar a la zona de parking de la fábrica. Después de aparcar en alguna zona cubierta por alguna de las cámaras de seguridad corrí a prepararme para tomar el café de rigor con las mosqueteras.
        Dediqué todos los minutos libres que tuve ese día a intentar traducir la carta, llegando a la conclusión de que mi nivel de lectura en ingles era muchísimo más bajo de lo que creía, tendría que hacerlo en casa con la ayuda del diccionario. Aunque las mosqueteras me miraban extrañadas mientras intentaba leer el texto de la carta, ninguna de ellas me hizo ningún comentario al respecto.
        Por la tarde, a eso de las cuatro, apareció Álvaro en mi sección. Muy amablemente le pidió a María que nos dejase solos. Mi compañera al salir volvió a canturrear la cancioncita de marras: -Dos semanas, dos semanas… no tardaran ni dos semanas…- Mientras, yo me miraba extrañado al jefe pelirrojo.
        -Creo que no he sido justo contigo.- Me dijo con tono afligido. -Te mereces al menos una explicación de lo que está pasando.-
        -Oye, no hace falta que me expliques nada. Yo ya he asumido lo que ha sucedido y sigo con mi vida adelante.- Le respondí cortándolo en seco. Sinceramente no me apetecía lo más mínimo tener esa conversación.
        -Podrías callarte diez minutos.- Sentenció. -No tienes ni idea de lo molesto que resulta esta manía tuya de querer decir siempre la última palabra.- Añadió mientras yo decidía cerrar mi bocaza. -Los diez días que estuvimos en Japón, Klaus intentó negociar con los directivos de la casa madre la adjudicación de nuevos productos para fabricar en nuestra franquicia. Descubrió entonces que el nuevo hombre fuerte de la compañía, un tal Sr. Semaho, tenía planeado con anterioridad al informe del Sr. Yamahaka el desmantelamiento de varios centros de producción en Europa, reubicando toda la producción en los complejos más eficientes logísticamente hablando. Sinceramente, el ensañarse con nuestra empresa no estaba en sus planes hasta que tu amante demostró interés por ella. Ese informe le sirvió de excusa para presionar a Klaus-Hiro, al que le ha sido imposible defender nuestra empresa, de la cual él ahora se siente responsable.- Dijo Álvaro sin pestañear. -En realidad, se espera desde El Consejo de Dirección de la Casa Madre del Japón que esta fábrica quede clausurada para el mayo del año que viene.- En ese momento una ola de terror invadió todo mi cuerpo. -Klaus ha aceptado las durísimas condiciones que le ha impuesto el Sr. Semaho para conseguir que la clausura de la empresa sea más progresiva y en vez de hacerse en un año se hará en tres. Esperando conseguir tener más tiempo para poder negociar en el futuro. Eso no evitará que entre diciembre y abril el treinta por ciento de los empleados se vaya de patitas a la calle.-
        -No me atrevo a preguntarte cuales eran las condiciones que ha aceptado Klaus.- Le dije a mi expareja, muy afectado por las revelaciones que me estaba confesando.
        -Las conoces bien.- Dijo Álvaro. -Ha tenido que casarse con Sayaka Semaho, una maldita niña malcriada y consentida capaz de amargarle la existencia a cualquier persona mínimamente cuerda.- Injurió, dejándome claro que no sentía ningún aprecio por esa mujer. -Esa chica lo primero que impuso fue mi desaparición de Tokio.-
        -¡Por dios! ¿No te agredirían?- Le pregunté preocupado.
        -No. Estate tranquilo. Sayaka considera Europa como una región subdesarrollada y no aceptaría venir a vivir a Barcelona bajo ningún concepto y mucho menos a una provincia tan rural como Girona. Sabe que su familia en este momento ostenta el poder económico de la multinacional y se lo hace valer a su marido. En cuanto a Klaus… cuanto más lejos está de ella más tranquilo se siente.- Álvaro parecía relajarse. -El Sr. Semaho ahora está satisfecho. Al controlar las acciones que ha heredado Klaus, controla el sesenta por ciento de la compañía multinacional. Lo que viene a ser el equivalente a comportarse como el dueño y señor.-
        -Oye… Lamento que todo haya acabado así.- Dije muy afectado.
        -Ahora viene lo bueno.- Dijo sonriendo. -¿Sabes lo que contenían exactamente las dos libretas que le diste a Klaus-Hiro?- Preguntó.
        -La que pude leer parecían una especie de últimas voluntades de su padre.- Dije.
        -Sí, esa contenía eso, pero la realmente importante era la otra, la que estaba escrita en japonés. Consistía en una relación detallada de todos los trapos sucios y porquería legal de todos y cada uno de los directivos de la compañía. Era lo que el Sr. Yamahaka había utilizado desde hacía muchos años para tener a raya y totalmente controlados a los miembros del consejo de administración.- Álvaro se relamía de satisfacción. -Contenía jugosas informaciones de tipo penal y moral sobre la persona del Sr. Semaho que, de hacerse públicas podrían hacer que acabase con sus huesos en la cárcel.-
        -Vaya, pues me alegro de haberos sido útil.- Le dije sonriendo.
        -Klaus ha regresado esta tarde a Japón, tiene una guerra que librar, y ahora tiene armas y los aliados necesarios que sin duda necesitará para ganarla.- El hombre pelirrojo que tenía delante destilaba esperanza por todos los poros de su piel. Y eso era evidente en su rostro, habían desaparecido de su cara gran parte de las arrugas que lo envejecían, mostrando ahora de nuevo una imagen más que jovial.
        -Por cierto, te agradezco que te preocupes por mí, más teniendo en cuenta lo mal que te lo hice pasar en nuestra separación.- Dijo mientras se dirigía a la salida y yo me lo miraba con cara de póker. -Klaus me contó lo que le dijiste en la sala de reuniones.- Yo lo miraba con los ojos como platos. Podría ser que todo lo que me había imaginado sobre la relación que mantenían esos dos estuviese equivocado. Y la base de su relación no era la dependencia y la sumisión sino más bien la complicidad y el respeto mutuo.
        Al poco de salir Álvaro, regresó María. Estaba eufórica. -Tres cuartos de hora… llevabais tres cuartos de hora hablándoos sin gritaros. Voy a ganar la apuesta.- Dijo entusiasmada. Mientras, yo me reía y la dejaba con la duda de lo que realmente había sucedido en ese almacén.
        A las cinco y diez, mientras regresaba a Palamós, un sentimiento extraño bailaba en mi cabeza. Por un lado me complacía en la satisfacción de haber hecho lo correcto entregando el legado de Hikaru a su legítimo heredero, no sabía muy bien porque, pero estaba convencido de que con esa acción se podría salvaguardar la empresa y todos los empleos que proporcionaba, aunque fuese a costa de usar la extorsión y el chantaje para lograrlo… -¿Quien dijo que verdaderamente había nobleza e integridad en la victoria?... ¡La victoria se conquista!... al precio que sea.- Eso lo dicen todos los generales que recuerda la historia, porque los que no consiguieron el triunfo, en el mejor de los casos, fueron olvidados.
        Otro sentimiento que también me invadía, del cual no me sentía tan orgulloso, era mi reticencia a aceptar que Álvaro y Klaus pudiesen disfrutar de una relación amorosa razonablemente sana. Si, aun sentía cierto resentimiento hacia mi expareja y solo podía aceptar su perdida si la veía desde una óptica en la que nadie más, excepto yo, podría hacerlo feliz. Aun tendría que trabajar muchísimo en mi autoestima para superar ese trance.
        Esa tarde, mientras esperaba a que Darío terminase su jornada laboral en la peluquería, volví a montar el kit de traducción en la mesa del comedor. Me llevó tres días el traducir la carta y el mensaje que contenía me dejó de piedra.


        Posdata:
        Si el espacio de tiempo que dedicamos a odiar a quien nos ha dañado, lo dedicásemos a recuperarnos de la herida que nos han infringido en el alma, nos quedaría el resto de la vida para disfrutarla. Aunque, admitámoslo, hay heridas del alma que jamás cicatrizan.


Imagen: Eriko Stark