viernes, 28 de abril de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Semana Santa, una muñeca de porcelana japonesa y yo mismo.4-Rumores, sospechas y componentes)

SEMANA SANTA, UNA MUÑECA DE PORCELANA JAPONESA Y YO MISMO.4 (Rumores, sospechas y componentes)


        Estábamos a lunes. El lunes de semana santa. Cuando sonó el despertador a las seis y media, Darío se hacía el remolón, de hecho, él ya estaba de vacaciones y el levantarse tan temprano para irse a su casa a seguir durmiendo no le apetecía absolutamente nada. Sin demasiado entusiasmo le dejé una copia de la llave de casa para que pudiese seguir durmiendo a pierna suelta mientras yo me iba a trabajar hasta las cinco de la tarde a la empresa multinacional. No me iba tranquilo, aún no tenía la confianza suficiente con ese chico como para dejarlo solo en casa con las llaves para que pudiese entrar y salir a su aire.
        La semana pasaría rápido pues solo trabajaríamos de lunes a miércoles. Había muchísima gente en la empresa que estaba cambiado horas extra por días de fiesta, hacer diez días de vacaciones seguidos era muy tentador. Ese era el motivo por el que, de las seis cadenas de producción había dos de paradas. El mismo porcentaje se aplicaba a la sección de control de calidad, por lo que me encontré solo haciendo los chequeos rutinarios, pues María había sido requerida para sustituir a alguien que estaba de vacaciones.
        Al encontrarme solo de nuevo en el antiguo almacén de control de calidad no pude evitar que me viniese a la memoria todo lo que había sucedido allí, desde el intento de estafa al Sr. Hamahaka hasta el primer beso que le di a Álvaro. Me estaba distrayendo y se me acumulaba el trabajo. El día pasó rápido, a las cuatro y media cuando le presenté el informe del día a mi superior, descubrí con sorpresa que Álvaro no estaba, teniendo que entregar las fichas de los controles horarios a Tomás, el segundo al mando. -Vaya… ¿ahora estas de jefe?- Le pregunté con curiosidad.
        -Sí, estos tres días sustituiré a Álvaro.- Me dijo muy orgulloso.
        -Vaya, por lo que parece el jefe se ha ido de vacaciones.- Dije con ironía.
        -Bueno, es más bien un viaje de trabajo, se ha ido diez días al Japón para unos cursillos de adaptación a su cargo.- Me explicó Tomás presumiendo de la confianza que le demostraba el jefe de sección.
        -Entiendo, Klaus ha tenido que volver a Japón y se ha llevado a su putita para no tener que ir de caza por ahí.- Pensé sorprendiéndome a mí mismo completamente alterado por el ataque de mala leche que acaba de tener.
        No entendía el porque me enojaba tantísimo descubrir que la historia entre Klaus y Álvaro parecía funcionar la mar de bien. Me daba la sensación que por más que lo intentase jamás podría aceptar el modo tan abrupto como se rompió nuestra relación. Sin duda alguna era por eso que, el solo hecho de que ese pelirrojo pudiese ser feliz con otra persona me ponía totalmente de los nervios.
        Cuando llegué a las cinco y media a casa estaba tan alterado por la mala leche que llevaba encima que creía que en cualquier momento podría explotar y llevarme a medio municipio por delante. Lo último que me esperaba al entrar en casa era un café con pastitas y a un chavalín rubio esperándome totalmente orgulloso de haber dejado la casa como los chorros del oro.
        El pobre Darío había limpiado y fregado toda la casa, había recogido toda la ropa y había hecho tres lavadoras, colgando toda la ropa en los tendederos. El cuarto de baño y la cocina relucían como nunca lo habían hecho antes y la terraza estaba recogida y completamente barrida. Se me pasó la mala leche de golpe, y mientras tomábamos un capuchino juntitos, llegué a la conclusión de que no podía envidiar a Álvaro por quedarse con el Director General de la empresa multinacional, pues en el reparto, a mí me había tocado la mejor chacha del mundo. Tengo que reconocer que después del café me liberé de todo el stress que traía de la fábrica maltratando un buen rato el culo de Darío.
        A las ocho y media de la noche, ya mucho más relajado llevé a mi amante rubio al PACHA, esa noche y las dos siguientes trabajaría llevando él solito la barra de Tatiana. El Sr. Roure había decidido abrir todos los días con el mínimo de personal. Como yo tenía que trabajar hasta el miércoles en la empresa, le había dejado todo el protagonismo del espectáculo a Dragg Essencia. Les acompañé durante el trayecto de promoción y a la cena (pagando yo mi parte). A las doce los despedí y me fui para casita para ponerme a dormir.
        Esa noche volví a soñar con Hikaru, esta vez volvía a ser Dragg Issis con el kimono azul con ribete rojo corriendo con las plataformas de veinte centímetros por un interminable jardín de estilo japonés, con puentes blancos sobre un larguísimo riachuelo y bonsáis por todas partes. Al estilo de la escena del jardín de invierno japonés de la película de Quentin Tarantino “Kill Bill” donde Uma Thurman y Lucy Liu se batían en un duelo a muerte con katanas. Continuamente me encontraba con un salto de agua que hacía golpear un trozo de bambú: chapoteo de agua… ¡CLAC!... chapoteo de agua… ¡CLAC!... chapoteo de agua… ¡CLAC!... Ese sonido se repetía continuamente en mi cabeza mientras corría por ese jardín sin fin.
        Al final, llegaba hasta una higuera que había crecido en forma de cueva, Hikaru se encontraba sentado debajo del árbol, al estilo de un buda con la posición del loto, vestido con un kimono masculino de color azul oscuro. Al verme, me hacía una señal con la mano derecha para que me parase y con la izquierda cogía una espada corta y se la clavaba en el vientre realizando los movimientos típicos del harakiri. Yo le gritaba que se detuviera, pero no salía ningún sonido de mi boca. Sin mostrar ninguna muestra de dolor en su cara, volvía a adoptar la posición de loto mientras su sangre se derramaba sobre las losas de mármol del suelo escribiendo alguna palabra en caracteres japoneses que me era imposible de entender o descifrar. Al volver a levantar la vista Klaus-Hiro estaba al lado de su padre y con un golpe certero de espada le cortaba la cabeza. Fue en ese momento que me desperté al oír el ruido que hacía Darío abriendo la puerta de la entrada.
        Había olvidado que le había dado una copia de las llaves de casa. Me acosté pensando que se iría a dormir a casa de su madre. Ahora estaba en mi casa a las cinco y media de la mañana, y en una hora yo me tendría que levantar para irme a trabajar. -Mierda.- Pensé.
        -Hola amorcito.- Dijo mi amante mientras se desnudaba y se metía en la cama. -Sigue durmiendo que yo me pongo a tu lado.- Añadió.
        -Y una mierda.- Pensé yo. - Falta una hora para que suene el despertador. Ya que te tengo aquí y me has desvelado, te vas a enterar de lo que vale un peine.- Pensaba mientras me abalanzaba sobre ese joven con la correspondiente erección matutina de turno.
        A las siete me iba de casa hacia la fábrica dejando a Darío completamente exhausto durmiendo en mi cama.
        Una vez en la empresa, a media mañana, hice un viaje paseando hasta el almacén de componentes, necesitaba algunos recambios, pues habían salido algunos aparatos con defectos que precisaban la sustitución de alguna pieza. Al circular entre las cadenas de montaje me di cuenta de lo rápido que había vuelto toda la empresa a la rutina anterior a la gran auditoría de enero.
        Me llamaba la atención el que se estuvieran clausurando de nuevo las cadenas auxiliares y se volviese a externalizar la sección de las piezas premontadas. -Uiixxh.- Pensé. -Como me jode tener que darle la razón a Álvaro, al final todo volverá a ser igual que como estaba antes de la inspección del Sr. Yamahaka.- Y sin darle más vueltas al tema entré en el almacén con el carrito. Una vez dentro me llamó muchísimo la atención lo vacía que se veía esa sección.
        Normalmente al inicio del año nuevo fiscal japonés, que solía coincidir con los últimos días de marzo o los primeros días de  abril, se solían hacer las primeras pruebas de producción de los nuevos diseños de los modelos a fabricar durante el resto del año y en consecuencia, los almacenes de componentes eran un caos de dimensiones cósmicas, ya que al material para la producción diaria normal se le solían incluir los millones de componentes de los nuevos productos a fabricar.
        Me dio muy mala espina. Sin querer ser pájaro de mal agüero, el que no hubiese nuevos productos a fabricar era muy mala señal, significaba que en tres o a lo sumo cuatro años no tendríamos pedidos de fabricación, porque ese era el tiempo de vida que solían tener en el mercado los modelos de todos los aparatos que se producían en la fábrica. Decidí consultarlo a Andrea cuando la viese a la hora del almuerzo.
        Pero a la una del mediodía, Andrea no se nos acopló como de costumbre para ir a comer. Cuando pregunté a las demás mosqueteras por ella, me contaron que estaba reunida con todos los miembros del comité de empresa porque tenían que presentar un informe de sus actividades a la empresa madre del Japón, y eso les podría llevar varios días.
        Decidí entonces sondear a Eugenia. Tal y como recordaba, la sección de las máquinas insertadoras de componentes electrónicos eran las primeras en notar la llegada de los nuevos modelos, pues tenían que reprogramarse completamente para que se adaptaran a las nuevas medidas de todos los componentes de los nuevos diseños.
        -¿Tenéis mucho follón con las placas de los circuitos de los nuevos modelos?- Le pregunté del modo más inocente que pude.
        -¿A qué te refieres?- Dijo Eugenia sin saber de qué le estaba hablando.
        -Normalmente en abril solíamos ir de puto culo con las producciones para los nuevos modelos que se tendría que fabricar a partir de Mayo.- Dije poniéndola en situación. -¿Me estás diciendo que aún no habéis empezado a preparar los nuevos modelos?-
        -Ni a mí ni al chico del otro turno nos han dicho nada de preparar piezas para ningún modelo nuevo.- Me dijo Eugenia confirmando todas mis sospechas.
        Decidí no insistir más en el tema, porque empezaba a ver que mi amiga se estaba preocupando. Durante las horas de la tarde, hasta las cinco, seguí dándole vueltas al tema sin llegar a ninguna parte. Cuando faltaban cinco minutos para salir, apareció Andrea en mi sección, parecía muy molesta. -Oye… ya está suficientemente alterado el gallinero, como para que vayas tú y todavía infundas más miedo en la gente.- Me dijo muy alterada. Por lo que parecía, Eugenia le había ido a preguntar por el tema de los nuevos diseños.
        Me la quedé mirando con cara de circunstancia y le dije: -Entonces es cierto, en cuatro años esto se va a la mierda.-
        -Aquí todos estamos luchando para que eso no suceda, y no ayuda en nada que haya alguien gritando al desastre.- Me dijo muy seria. -Te has empeñado en no ayudar en nada, pero, por lo menos déjanos al resto que luchemos como podamos.- Añadió.
        -Un momento.- Dije. De golpe el desconcierto empezaba a transformarse en cabreo. -A qué cojones te refieres.-
        -No me vengas ahora haciéndote el inocente, en administración todo el mundo sabe que si te hubieses cerrado la bragueta y la boca no estaríamos en la situación en la que estamos.- Ahora sí que Andrea estaba muy molesta y a mí ya se me había subido la mosca a la nariz.
        Respire hondo, y medité muy seriamente que le iba a contestar a mi amiga. Tenía que encontrar las palabras precisas para ponerla en su sitio sin parecer resentido. -Sabes qué es lo que más lamento.- Le dije. -Que te consideraba una buena amiga, eres la única persona de esta empresa a quien le confiaría mi vida. Que te pongas de parte de esos hijos de puta no me lo esperaba de ti.-
        -No lo entiendo.- Dijo Andrea. -¿Porque no aceptaste el cargo de jefe de control de calidad? Era la única condición que habían impuesto desde la casa madre para seguir adjudicándonos nuevos modelos a fabricar.-
        De golpe sonó como un frenazo en mi cabeza. -Entonces… si mi amiga no estaba aludiendo a mi relación con el Sr. Yamahaka ¿a qué diablos se refería Andrea?- Pensé.
        -No entiendo nada.- Le dije. -¿Qué quieres decir con tener la bragueta cerrada?- Le pregunté.
        -No has aceptado el puesto y has impuesto a tu pareja para el cargo.- Dijo un poco desconcertada. Yo respiré aliviado al descubrir que no había trascendido nada aun de mi relación con Hikaru.
        -No te has enterado de nada.- Le dije riéndome. -Sí, yo me negué a aceptar el cargo, pero lo hice porque era consciente de que no tenía la preparación adecuada para ejercerlo.- Le aclaré a la presidenta del comité de empresa. -En cuanto a Álvaro, a la que vio la oportunidad, salió corriendo de mi cama para meterse en la cama del director general y así asegurarse el cargo para él solito.- Añadí consciente de que acababa de escupir un montón de veneno sobre mi ex pareja.
        En ese momento la cara de Andrea se desencajó, estuvo balbuceando un momento y después me dijo: -Dios mío, lo siento mucho, corren muchísimos rumores en administración y ese era el más consistente. Me siento la persona más ruin del mundo. Tienes razón, tenía que venir a preguntarte a ti desde el primer momento en vez de creerme los chismes que corren por la empresa.- En ese momento sonaba la sirena que anunciaba el final de la jornada laboral y yo solo quería alejarme de nuevo de toda la mierda que se volvía a generar a mi alrededor. Salí a toda prisa de la nave del almacén de producto acabado seguido de cerca por la presidenta del comité de empresa y me dirigí a toda prisa a mi coche. Ni tan siquiera fiché a la salida. Me alejé lo más rápido que pude de ese mundo de ladrones e hijos de puta.
        Al llegar a casa me encontré con Darío en el comedor comiéndose una pizza. Haría una hora que se habría levantado. Al verme tan abatido me dijo: -Vaya… ¿Un mal día en el trabajo?- Tenía todos los labios sucios de salsa de tomate y llevaba puesto solo los calzoncillos, me hizo mucha gracia la imagen y de golpe olvide todos mis problemas y me centré en ese chico guapísimo que me sonreía desde la mesa.
        Más tarde, mientras tomábamos un café, le sugerí a mi amante que esa noche fuese a trabajar al PACHA con su moto, pues yo no tenía el cuerpo para volver a dormir solo cinco horas. Fue entonces cuando me recordó que estaba trabajando de noche para poder pagar la reparación de su vehículo, pues se le había escacharrado no sé qué parte del motor. -Ufff… cuando tengo carencia de sueño se me olvidan las cosas.- Así que, a las ocho y media lo acompañé con mi coche a la discoteca y a las diez ya estaba durmiendo como un lirón.

        Posdata:
        Hay veces que tengo la sensación de que mi vida es un autocar sin frenos a toda leche por una pendiente que acaba en un precipicio.




sábado, 22 de abril de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Semana Santa, una muñeca de porcelana japonesa y yo mismo.3-Sexo y sueños)

SEMANA SANTA, UNA MUÑECA DE PORCELANA JAPONESA Y YO MISMO.3 (Sexo y sueños)


        Recuerdo que en la época que vivía en la granja de mis padres, durante mi infancia y adolescencia, toda la estructura del primer piso de la casa estaba articulada alrededor de un larguísimo pasillo que iba desde la cocina y el comedor hasta el cuarto de baño. Ese interminable pasillo de unos treinta metros de largo, distribuía a su alrededor todas las habitaciones de la casa. Era claustrofóbico. Tendría un metro de ancho y en el trayecto encontrabas un sinfín de puertas.
        Empezando por la cocina, había primero la puerta de la alacena, que estaba frente a la del comedor de fiestas, después venia la puerta de la habitación de mis abuelos y la de la habitación de la tía abuela monja (que pasó a ser la mía cuando cumplí los trece años). Frente a estas, estaba la puerta de la terraza del secadero de maíz (el lugar donde mi madre instalo la primera lavadora), seguía después la puerta de la escalera a la planta baja, que estaba frente a la puerta de la habitación de los niños y casi al final habían las puertas de la habitación de la torre, la de la habitación de mis padres, la del cuarto de baño, la que daba a los graneros y la de las antiguas cuadras.
        Desde muy pequeño cuando cruzaba el pasillo caminaba poniendo los pies de baldosa en baldosa, y haciendo un saltito de tres baldosas cada vez que pasaba por delante de una puerta. Todo empezó como un juego en el que me imaginaba que había un foso delante de cada puerta y tenía que saltarlo. Todo esto, os lo cuento porque en la actualidad todavía me encuentro haciendo un paso largo delate las puertas en los pasillos. Ahora ya no me imagino que haya un foso delante de mí, pero he interiorizado tanto esa acción que he realizado durante tanto tiempo, que lo hago sin pensar. Mucha gente que me ve hacer un salto delante de las puertas está convencida de que debo de ser tremendamente supersticioso, nada más lejos de la realidad, en realidad soy totalmente racional, hasta el punto que, en situaciones que la mayoría de la gente cree que son paranormales o como mínimo extrañas, yo me limito a racionalizarlas hasta encontrar una explicación lógica y mínimamente científica.
        La primera vez que racionalicé algo extraño que me estaba sucediendo fue a los dieciséis años, el día en que descubrí que la mayoría de la gente no puede ver la aureola de luz que cambia de color alrededor de las personas (si, desde siempre he podido ver el aura de casi todo). Fui consciente desde muy temprana edad de que debía de guardarme ese tema para mí mismo, me lo dejaron muy claro las collejas que recibía cada vez que veía a un sanador (en el argot de los aficionados al Reiki Chamánico es la persona  que está siempre rodeado de la típica y enorme aura blanca que les suele recorrer todo el cuerpo en forma de llamaradas) y hacia pasar vergüenza a mi madre cuando le decía: -Mamá, ese señor está rodeado de fuego.- Aunque de mayor, el hecho de poder ver el aura de la gente me ha ayudado mucho, sobre todo desde que algunos de mis conocidos se han empeñado en explicarme el significado de cada color.
        Otro tema que le ponía los pelos como escarpias a mis amigos de la adolescencia nos solía suceder cuando hacíamos sesiones de ouija. Al principio todos teníamos ataques de pánico cuando el vaso de chupito sobre el que teníamos todos puesto el dedo índice empezaba a moverse sobre el tablero, respondiendo a las preguntas que se le hacían al supuesto espíritu al que habíamos invitado. Empecé a sospechar que pasaba algo raro cuando en una de esas sesiones, el invitado espiritual resulto ser uno de los personajes del comic que estaba dibujando esa semana (a si, en esa época dibujaba muchísimo comic). Llegué a la conclusión de que, sin duda, debería haber sido yo el que había apretado de manera inconsciente el vaso hacia las respuestas que coincidían con la historia que estaba creando. Pero, como yo estaba seguro de que no había hecho nada para alterar el resultado de la sesión, el fin de semana siguiente, decidí que no participaría en la invocación y me lo miraría desde la distancia con un cubata de botellón en la mano. Esa noche la ouija les contó a mis amigos el argumento del último comic que había empezado a escribir, que trataba de una tal Eleonor que era una guerrera de la edad media. Con esa información dejo que cada cual de ustedes saque sus propias conclusiones.
        Otro tema que también me preocupó durante mucho tiempo fueron los sueños, y más cuando empezaron a suceder las cosas que soñaba. Durante varios años me encontré reviviendo cosas que había soñado dos o tres días antes, desde situaciones cotidianas de sitios a los que iba por primera vez y ya había soñado con ellos, hasta situaciones muy duras con personas muertas de por medio. Era por ese motivo que cuando empecé a soñar con Hikaru me preocupé de nuevo, pues hacía unos tres años que ya no tenía sueños, bueno, sí que tenía pero no los recordaba. Y la verdad, el hecho soñar con alguien que había muerto cuando anteriormente los sueños se me solían cumplir, no me tranquilizaba nada.
        La primera vez que soñé con el Sr. Yamahaka fue en la madrugada de domingo de Ramos. Me encontraba en un entorno onírico que me recordaba mucho al PACHA con las luces encendidas y con el láser rebotando en la gran bola de cristalitos. No sonaba la música, ni había el gentío habitual, ni los camareros, ni el disc-jockey, solo estaba yo haciendo un playback sobre el pódium vestido con el kimono azul de ribete rojo, repitiendo flojito la lista de la compra, ya que no tengo ni idea de cuál era la canción que en realidad no estaba sonando. Como único espectador, Hikaru Yamahaka, muy atento a todo lo que hacía. Al terminar mi patética actuación saludé haciendo una reverencia y al levantar la vista me encontré frente a mi amante japonés, que me sonreía mientras me acariciaba el cuello y me susurraba algo ininteligible en la oreja, después me besaba y empezábamos a hacer el amor apasionadamente, el placer que estaba sintiendo era brutal y cerraba los ojos mientras presentía la llegada al clímax.
        Justo en el momento que empezaba a notar la presión del orgasmo, de golpe oía la música estridente de la discoteca y al gentío vitoreando. Al abrir los ojos descubría horrorizado que estaba desnudo en el escenario de la discoteca haciendo el amor con Klaus-Hiro Yamahaka, y que todo el público me estaba vitoreando. Justo en ese momento de extrema vergüenza y ansiedad, desperté de golpe, mientras notaba una extraña sensación de orgasmo incontrolado. Descubrí entonces que tenía encima a Darío, que por lo visto, había decidido aprovechar la tremenda erección que descubrió en mí cuando se despertó. Mi joven amante se estaba corriendo sobre mi barriga sentado a horcajadas sobre mis caderas, mientras mi erección lo penetraba al ritmo que él marcaba con los espasmos de su cuerpo.
        -Por Dios… no me lo puedo creer.- Dije un poco contrariado por los espasmos del orgasmo involuntario, la incomodidad de tener las piernas liadas con el nórdico y la inmovilidad que me producía el tener a alguien encima.
        -Buenos días… Esto ha sido una pasada.- Dijo Darío mientras se agitaba removiendo mi miembro dentro de su recto, provocándose los últimos momentos de placer asociados a la gran corrida que aún estaba salpicando mi barriga. -Creo que acabo de violarte. Y ha sido tremendo.- Añadió mientras de su polla erecta aun chorreaba un hilito de esperma. El chaval rubio que tenía encima estaba eufórico.
         Acto seguido se retiró cayendo como un saco de patatas a mi lado. Mi sexo aún seguía completamente erecto, con el preservativo colocado y relleno del esperma asociado a lo que acababa de suceder. -¿Cómo es que no se te baja la polla?- Me pregunto extrañado y sorprendido mi amante.
        -Supongo que será porque aún no he ido a mear.- Contesté. -Sospecho que aún estoy en posición de erección matutina.- Añadí. Y acto seguido, el joven rubio que tenía al lado me sacó el preservativo y empezó de nuevo a jugar con mi aparato. Cuando me quise dar cuenta ya estaba colocándome otro preservativo y empezaba a montarse encima de mí introduciéndose en ese culito tragón mi erecto falo. Esta vez me costó mucho correrme, pero después de varias posturas y dos orgasmos de Darío acabe explotando dentro de ese joven.
        Las tres de la tarde nos pilló jugando en la ducha, me sorprendía el cambio que estaba notando en Darío. Normalmente, contrastaba lo apasionado que era en la cama con lo distante que se solía mostrar conmigo en público. Pero desde hacía un par de noches, ese joven se me mostraba muy afectivo delante de los compañeros de la discoteca. Y ese cambio coincidía con la llegada de Klaus y el regalo en forma de muñeca de porcelana. La verdad era que no estaba seguro de que ese extra de atención me gustase demasiado. Hasta ese momento, para mí, Darío era solo un chaval cachondo que follaba de puta madre, con el que me lo estaba pasaba genial en una época de mi vida donde lo último que deseaba era otra relación monógama con gran dependencia emocional hacia mi pareja. Aunque, la idea de dejarme querer por alguien una temporada, no me desagradaba nada, además, me daba una extraña sensación de control sobre la relación, algo que en mis últimas tres relaciones no tuve.
        Teníamos hambre, así que nos descongelamos unas pizzas y las acompañamos con una coca cola de gran reserva (es lo que tiene salir con críos). Mientras devorábamos las pizzas no podía apartar la mirada de la maldita muñeca. Aún estaba en un rincón de la mesa del comedor y a cada bocado que le daba al enorme pedazo de pizza que tenía en mi plato un escalofrió me recorría la espalda dándome la sensación de que la figura de porcelana se movía intentando señalarme alguna cosa con los abanicos. -¿Que vas a hacer con esa figura?- Preguntó Darío sacándome de golpe de esa especie de trance en el que me había inducido.
        -Lo primero, después de comer, será sacarla de aquí. Me pone muy nervioso el verla mirándome a la hora de comer.- Dije un poco alterado.
        -Podrías hacerle un sitio sobre la alacena, que la tienes muy vacía y luciría mucho allí.- Dijo mi joven amante.
        -La verdad es que pensaba guardarla en la habitación de invitados.- Dije yo.
        -Vaya, es una lástima que algo tan bonito acabe escondido en una habitación oscura.- Se lamentó Darío.
        Más tarde, mientras yo limpiaba los platos, mi amante rubio saco el tiesto con un moribundo potus que tenía en la alacena y lo sustituyo por la caja acristalada que contenía la muñeca. Cuando regresé al comedor con toda la parafernalia para prepararnos un café pude ver el cambio. -Si la pobre planta veía poca agua donde la tenía antes, ahora que la has puesta arriba de la alacena aun verá menos.- Le dije vaticinando el triste futuro que le esperaba al pobre potus.
        -¿Qué te parece? queda muy bien ¿no?- Dijo orgulloso Darío.
        La verdad era que en la alacena, ese trasto se veía muy bien. El tono de la madera de la caja de cristal era muy parecido al del mueble con lo que se integraban muy bien. Al no ser de tonos estridentes pasaba desapercibida y no atraía constantemente la atención como cuando estaba sobre la mesa.
        Hacía una tarde radiante, habíamos cambiado la hora al horario de verano y tendríamos luz hasta casi las ocho de la tarde, por lo que no teníamos ninguna excusa para quedarnos haciendo el remolón en casa, más si tenemos en cuenta que teníamos el mar a menos de treinta metros. Al poco rato estábamos tumbados en la arena a pocos metros del agua, Darío se sacó la camiseta. El aire era un poco frio pero los primaverales rayos de sol quemaban bastante la piel. Diez minutos después, yo también me quité la camiseta. Era el primer día del 1995 que tomábamos el sol en la playa. Había bastante gente y algunos atrevidos se metían en el agua helada dando saltos y gritos.
        Al poco rato pasaron por delante de nosotros Nuria y Lidia, por lo visto y a juzgar por lo quemadas que estaban del sol, llevaban todo el día en la playa. Lidia al tener la piel más oscura, el tono que llevaba era entre moreno y rojizo. La pobre Nuria, entre la permanente de rizo apretado, la hinchazón de la prominente preñez que ya se le empezaba a intuir y el moreno color gamba al genuino estilo de guiri nórdico estaba hecha un cromo. -Dios, Nuria, como te has podido quemar tanto… vas a pasar una noche fatal.- Le dije compadeciéndola.
        -Esto… no es nada, cuando llegue a casa me embadurno de aftersun y no me va a molestar nada.- Dijo quitándole importancia a la enorme quemadura de primer grado que ocupaba todo su cuerpo.
        -Nos vamos a tomar un granizado, ¿os apuntáis?- Dijo Lidia invitándonos a acompañarlas.
        Nos incorporamos de un salto y las seguimos hasta el centro comercial. En una de las terrazas del puerto ocupamos una mesa en posición directa para aprovechar los últimos rayos de sol de ese domingo de Ramos. Mientras esperábamos que nos sirviesen los refrescos le pregunté a Nuria por Miquel.
        -Ha llegado bien a Los Ángeles, en el aeropuerto lo estaba esperando Thomas y por lo que parece se está adaptando al lugar.- Explicó Nuria. -Por cierto, me da miedo preguntarte por Álvaro. No tenemos muy claro que ha pasado entre vosotros.- Me quedé un poco sorprendido de que me preguntase eso, había olvidado que todo lo concerniente a mi ruptura con el pelirrojo era el único secreto que Miquel se guardó para sí mismo.
        -Bueno… creo que se podría reducir todo en que Álvaro ha encontrado un novio de mucho más alto standing que yo y me ha cambiado por él.- Contesté.
        -¿Cómo?... así, sin darte ninguna explicación.- Dijo Nuria.
        -Podría decirse que sí, un lunes estábamos de puta madre y el martes ya no estábamos ni nada.- Expliqué.
        -Qué fuerte.- Dijeron todos, incluido Darío.
        Seguimos hablando del tema hasta que la temperatura en la terraza empezó a bajar, antes de irnos acordamos en hacer una barbacoa la noche del miércoles, que era el día en que yo empezaba oficialmente las vacaciones de Semana Santa. Después nos fuimos cada uno a su casa. Por el camino de regreso, Darío seguía con la misma actitud híper cariñosa y melosa de los dos días anteriores. En vez de quedarse en casa de su madre, Piluca la Ferretera, me siguió hasta mi casa. Eran casi las ocho y no me apetecía lo más mínimo quedarme solo, así que invité a mi joven amante a cenar y si lo deseaba a dormir.
        -Yo no te cambiare nunca por un novio de más alto standing.- Me dijo Darío al oído esa noche cuando estábamos en la cama. Semejante acto de ternura me enterneció mucho, pero no lo suficiente como para que empezase a fantasear con la posibilidad de una relación a largo plazo con alguien tan joven.


        Posdata:
        Tres tristes tigres comían trigo en un trigal… Y Darío follaba con el más guapo de los tres.

         Imagen: Eriko Stark





viernes, 7 de abril de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Semana Santa, una muñeca de porcelana japonesa y yo mismo)

SEMANA SANTA, UNA MUÑECA DE PORCELANA JAPONESA Y YO MISMO.


        En el momento en que dejas los estudios y empiezas tu vida laboral descubres con sorpresa, que la Semana Santa es un timo. Acostumbrado desde la más tierna infancia a no menos de diez días de fiesta; de golpe y porrazo te encuentras con que, lo que te queda, no puede ser considerado de ninguna manera vacaciones. Como máximo, si tienes mucha suerte, de lo que disfrutaras va a ser de un fin de semana largo.
        A toda esta consideración hay que añadir otro tema: el mortal aburrimiento. Porque como no tengas la suerte de vivir en una zona turística, te vas a encontrar con absolutamente todos los negocios cerrados. Era por ese motivo por el que, los fines de semana y todas las fiestas nacionales, Palamós y el resto de localidades consideradas de interés turístico se veían completamente invadidas por la gente de las poblaciones del interior. Ya fuese para poder ir de compras entre todas las tiendas y boutiques, para poder pasear tomando un helado o merendar en una de las granjas, bares o tascas. Desplazarte era la única opción que te quedaba si te había tocado vivir en alguno de los municipios que estaban considerados como NO turísticos… bueno, otra opción para combatir el terrible tedio que suponía esa circunstancia, era recorrerte todo el circuito de procesiones y eventos religiosos, pero claro, para eso se tendría que ser un ferviente creyente, y como podéis comprender, ese no era mi caso.
        El viernes a las nueve, antes de transformarme de Dragg Issis, el Sr. Roure me llamó a su oficina. Quería conocer mi disponibilidad para todas las vigilias de Semana Santa. En principio yo no tenía ningún problema en trabajar todos los días, pero el propietario, en previsión de tener poca afluencia en algunas noches quería limitar el striptease masculino estrictamente al viernes y el sábado, por lo que me puso sobre la mesa los cinco books de Dragg Queens de que disponía en ese momento, para que eligiese a una e incluirla desde ya, todas las noches. Y así tener parte del show del verano montado.
        Después de tranquilizarme, pues me quejé por la tremenda responsabilidad que el dueño ponía sobre mi decisión, hice de mala gana un repaso rápido a los candidatos. El primero que retiré fue el de la Dragg Queen que nos increpó mientras hacíamos publicidad. La eliminé (aunque fuese genial), por lo desagradable que fue con nosotros y porque fue la primera en salir corriendo cuando se vio con el fracaso del ATENA’S.
        El segundo que retiré era el de una tal Dragg Violetta, bueno así era como se hacía llamar ahora, por lo visto cambiaba de nombre cada dos por tres. No la conocía personalmente, pero me constaba que estaba peleadísima con Draco (sí, el ex portero del ANARKO) por un tema de trafico de éxtasis. Sinceramente, no tenía ni idea de si alguien traficaba con drogas dentro del PACHA. Pero tenía clarísimo que no sería yo quien le facilitase a ningún camello el montar el chiringuito dentro.
        Quedaban sobre la mesa tres opciones, las dos Draggs de la competencia y Martin. Me alegró ver su book entre los candidatos, sin dudar lo elegiría a él. Éramos amigos desde hace casi ocho años, fue mi confidente y apoyo cuando me fui de casa a los veinte años y empezamos con toda esta locura del mundo Dragg juntos (de hecho si sabía maquillarme era gracias a sus consejos). Solo había un problema, vivía en Figueres, a unos setenta quilómetros de Palamós. Tenía mis dudas si con lo que pretendía pagarle el Sr. Roure le saldría a cuenta el desplazarse desde tan lejos. Otra cosa que me preocupaba era el hecho de que, sin duda, si se estaba planteando el trabajar los fines de semana tan lejos de su ciudad, era porque pretendía quedarse a dormir en mi casa. Reconozco que suelo ser muy generoso con mis amigos… siempre y cuando no tenga la sensación de que se están aprovechando de mí.
        Opté por elegir a una tal Dragg Essencia, que de las dos que quedaban, era la que me parecía más glamurosa, además, en su catálogo de canciones solo había temas en español, creía que así no nos solaparíamos y se evitarían posibles conflictos. Consideré reservar a Martin para el verano, por si había alguna urgencia durante las vacaciones estivales. El propietario parecía satisfecho con mi elección y se comprometió en tenerla para el sábado.
        Durante el recorrido publicitario descubrimos por donde se moverían los demás locales de aforo medio de la zona. Habían empapelado de carteles de publicidad todas las farolas y jardineras del municipio.
        De los tres locales, el HIT’S era quizás el que mejor montado estaba. Tenía la sala dividida en dos partes. Una gran puerta corredera separaba la sala de baile de lo que se podría considerar un pub con muchos sofás y mesas al estilo terraza. Durante las tardes funcionaba como cafetería y coctelería y a partir de las dos de la madrugada se abría la pista de baile y funcionaba como discoteca. Solían poner clásicos del rock y música alternativa, los precios no eran tan excesivos como el PACHA y apostaban por los grupos locales, que normalmente los viernes hacían conciertos en plan “Jam Session”, a cambio de un porcentaje de la caja. En los carteles anunciaban una batería de conciertos de grupos locales y algún cantante que empezaba a recoger  un poco de éxito.
        Sus carteles competían con los del HAWAII, un antiguo local de los años setenta decorado a la manera tropical, con infumables paisajes de playas y palmeras pintados en las paredes. Era famoso por ser la discoteca más barata de la zona y también por ser el local que servía el alcohol de peor calidad. Muchísimos jovencitos y jovencitas sin demasiado dinero en el bolsillo se reunían cada sábado para pillar una borrachera rápida. El local tenía mala fama por la cantidad de incidentes en los que se habían visto implicados menores. Su publicidad prometía música trance, progressive y ska hasta el amanecer.
        El tercer local de aforo medio era el DIABOLO, un antro. Me recordaba un matadero del estilo del film “Viernes 13”. Las paredes estaban recubiertas de alicatado blanco donde rebotaban las luces de colores de los flashes y el láser. Era una versión en más voluminoso del ANARKO, del cual recogían toda la clientela cuando cerraban a las tres de la madrugada. Solían ser también clientes habituales a esa hora las meretrices de todos los burdeles de la zona.
        Y por último nos encontramos a varios chicos y chicas repartiendo invitaciones del ATENA’S. Parecía que habían tomado la decisión de eliminar los espectáculos y centrar el reclamo publicitario en la entrada por consumición mínima y precios más bajos en las copas. Sin duda alguna les iría bien ese sistema durante la temporada de verano.
        Sin competencia a la vista, nos bajamos de la limusina y nos lanzamos al paseo comercial dispuestos a comernos la noche.
        Curiosamente, el aforo de ese viernes fue más bajo de lo que esperábamos. -La Semana Santa es una temporada muy mala para los shows de striptease y eróticos en general.- Me dijo Markus mientras uno de los Boys estaba haciendo su baile erótico. -La mayoría de las mujeres que se suelen desmadrar el resto del año, estos días se comportan como santas novicias.-
        -Si ya lo veo.- Dije comprobando que el propietario había cerrado tres de las cinco barras del local, dejando solo las dos principales con un par de camareros cada una y la de la terraza chill-out con la nueva camarera que sustituía a Estela.
        Disponía de diez minutos antes de que el gogó acabase su show, así que salí a la terraza para saludar a la nueva empleada de la discoteca. Se llamaba Irene, también era rubia aunque con muchísima más delantera que Estela. Como casi no había clientes en el chill-out, nos servimos un chupito para celebrar su debut en el local y charlamos de tonterías hasta que el stripper acabó su número.
        Más tarde, mientras hablaba con el disc-jockey para preparar la música de mi actuación, pude ver a Klaus-Hiro que salía hacia la terraza. -Hmmm, ya ha llegado de Japón.- Pensé. -Que se espere hasta después de la actuación si lo que quiere es hablar conmigo.-
        Después de hacer una versión muy “Sui Géneris” del “Addicted To Love” de Tina Turner, ataviado con una enorme falda de tul y un corpiño metálico similar a una cota de malla. Me dirigí hacia la terraza esperando poder hablar con mi principal admirador. Como solía ser habitual en él, me lo encontré delante de un wiski on the rocks, hablando con la nueva camarera. -Veo que ya has regresado. ¿Qué tal por Japón?- Le dije sin excesivo entusiasmo.
        -Bien.- Contestó el japonés sonriéndome. -Te veo muy bien a ti… y muy metálico.- Añadió haciendo referencia a mi vestido.
        -¿Esto? Un trapito para lucir en estas fiestas.- Contesté muy metido en mi papel.
        -Tengo que entregarte algo que he traído del viaje.- Dijo Klaus poniéndose muy serio. -¿Te va bien que me pase por tu casa mañana y te lo entrego?- ¡Zas! Tal y como me esperaba no tardó ni cinco minutos en buscar una excusa para quedar conmigo.
        -Perfecto.- Dije Yo. -¿Qué te parece si quedamos a la hora de comer y hablamos un poco en casa?- Esta vez, por poco que insistiese estaba dispuesto a llevarme de nuevo a mi jefe al catre.
        -Vale, me pasaré por tu casa a eso de las dos del mediodía.- Me dijo apurando el wiski. Acto seguido me dirigí al fotocool de las cuatro de la madrugada, donde ya esperaban algunas chicas para hacerse una foto junto a la Dragg Queen y los strippers.
        A las seis de la mañana, descubrí que, curiosamente, Darío había ido a trabajar con su moto y en vez de venirse a desayunar con nosotros, se fue con otro chico de más o menos su edad, según nos dijo a Palamós, con la excusa de que sus colegas lo habían dejado colgado. No le di más importancia, en realidad no teníamos ningún compromiso y se suponía que cada cual podía hacer lo que quisiese sin tener que darle explicaciones al otro. O al menos así lo entendía yo.
        Dos cruasanes y un café con leche después, llegaba a casita y me disponía a meterme en la cama, cuando sonó el timbre. Era Darío. -¿Puedo dormir contigo?- Me preguntó poniendo cara de niño bueno.
        -Claro.- Le dije. -Aunque creía que ya tenías plan con ese chico tan mono.- Añadí con cierta malicia.
        -¿Yo y el Jose?- Dijo extrañado y riéndose. -Creía que ya tenías claro que los niñatos no me atraen nada. El Jose es un colega de la escuela que, además de un fumeta de mucho cuidado, cuando bebe más de la cuenta pierde el mundo de vista y sus colegas lo dejan tirado donde esté.- Añadió aclarándome cualquier duda que tuviese. -Además, quien me pone a cien eres tú.- Sentencio mientras se me arrimaba y se mordía el labio inferior.
        Lo dejé entrar con la condición de que antes de las dos del mediodía tendría que estar fuera de casa. Me costó un poco explicarle el tema del almuerzo con mi jefe de la empresa sin que pareciese lo que realmente pensaba que seria. Me supo mal, porque empezaba a sentir que volvía a meterme en otra espiral de mentidas como la que me llevo al maldito desenlace con Álvaro.
        A la una sonó el despertador y nos pusimos los dos en marcha. Darío se vistió sin ducharse y se largó por la puerta de la terraza, mientras, yo recogía todas las evidencias de la batalla sexual que acabábamos de tener, cambiaba las sabanas (por si acaso), me duchaba y lo dejaba todo preparado para que solo tuviese que encender la barbacoa cuando llegase Klaus.
        A las dos en punto llegó. Detrás del japonés rubio estaba el conductor del coche con un enorme paquete. Los invite a pasar mientras pensaba: -¿Qué mierda me habrá traído?- Después de dejar el paquete sobre la mesa del comedor el conductor se despidió y abandonó mi casa. Cuando quedamos solos Klaus me sonrió y me hizo el típico saludo japonés.
        -A estas alturas no creo que haga falta tanta corrección en el trato.- Le dije mostrando sorpresa.
        -Lo siento, pero esta es una visita de protocolo.- Me dijo muy serio. -Hikaru ha muerto.- Al oír eso me quedé de piedra.
        -¡Oh Dios mio! ¿Ha tenido un accidente?- Pregunté, cuando en realidad solo me venía a la cabeza la imagen de japoneses haciéndose el harakiri. -Tenía preparado vino, pero creo que me voy a tomar algo más fuerte.- Dije mientras lo invitaba a sentarse en el sofá y yo sacaba la botella de wiski de la nevera.
        Preparé dos vasos con hielo con un buen chorro del licor y le ofrecí uno a mi invitado, después me senté a su lado, di un buen sorbo y me lo quedé mirando en plan “cuéntame”.
        -Hace un mes recibí una llamada del Doctor Ukemawa, es el medico que ha tratado desde siempre a nuestra familia. Desobedeciendo las órdenes de mi padre, me informó de la situación de cáncer terminal en la que se encontraba Hikaru. Organicé como pude mis asuntos en la empresa y volví a Japón para atender la urgencia familiar.- Klaus parecía muy afectado por toda la situación.
        -Pero, si cuando lo conocí no parecía para nada enfermo, más bien todo lo contrario.- Le dije estupefacto.
        -Es lo que tiene el cáncer de hígado, cuando da señales de dolor es porque ya está en la fase terminal, y mi padre achacaba las molestias a los excesos en la comida y el alcohol.- Dijo el japonés. -Antes de venir a España el Doctor Ukemawa lo convenció para que se hiciese unos controles rutinarios, que diagnosticaron el peor de los resultados posibles a su regreso. En vez de ponerse en tratamiento en seguida, se dedicó a organizar toda la reforma en la fábrica de Girona. Supongo que aceptó su propia mortalidad como algo inevitable, porque nadie entiende que en vez de luchar por su vida se dedicase a perder un tiempo que, sin duda, habría sido necesario para poder atacar la enfermedad. Y sin duda alguna, la exclusión del consejo de administración fue la gota que termino de hundirlo en la desesperación.-
        -¿Estabas con él cuando murió?- Le pregunté.
        -En todo el tiempo que he estado en Kioto, mientras Hikaru ha estado consciente se ha negado a recibirme.- Dijo con la expresión muy afligida. -Los doctores, al final, siendo conscientes de lo inevitable pasaron por alto la prohibición expresa que hizo y dejaron que sus hijos le acompañásemos en sus últimas horas.-
        -Vaya, lo lamento muchísimo. Aunque tuvimos algo muy especial, la verdad es que no lo conocía muy bien, pero, nadie se merece morir así. Debes de estar muy afectado.- Dije intentando animar al mestizo rubio.
        -Eso es lo que más me molesta, sabes. Era mi padre, pero en realidad jamás había ejercido como tal. Había huido de las responsabilidades hacia sus hijos al quedar viudo. En realidad le dedicó más tiempo y atenciones a ti en diez días, que a sus hijos en toda su vida.- Creía que en cualquier momento Klaus se derrumbaría ante mí. -Después del funeral, fue como si la familia enloqueciese. Desde la dirección de la empresa se exigía saber quién era el nuevo propietario de sus acciones. Mi hermana y mi cuñado presionaban a todo el mundo para saber si ahora eran ellos los dueños del patrimonio de mi padre.-
        -Vaya, la familia en estas situaciones, siempre saca lo peor de sí misma.- Dije con tono conciliador.
        -Al ver como todo a mí alrededor se hundía, cogí el primer avión y me volví para Barcelona.- Dijo aliviado. -No sé qué tiene esta región que me siento seguro y tranquilo aquí.-
        -Supongo que ya tendrás todas tus cosas instaladas en tu casa ¿no?- Pregunté intentando cambiar de tema.
        -Me he traído de Kioto la muñeca de porcelana. Cuando entramos en la casa familiar, después del funeral, mi hermana y su familia empezaron a arrasar con todo lo que creían que era de valor que encontraron. Ellos desconocían la historia de la muñeca, no tenían ni idea de lo importante que era ese símbolo para Hikaru. Fue lo único que me llevé de allí. De haberla dejado habría acabado destrozada o amontonada en algún rincón. Tengo la sensación de que su alma, o quizás parte de ella se ha quedado encerrada en esta caja. Creo que le habría gustado que la conservases tú.- Me enternecía el profundo respeto que sentía ese chico por su padre ausente mientras los dos mirábamos el gran paquete cuadrado que había sobre la mesa.
        Fue en ese momento cuando me di cuenta de que ya llevábamos tres whiskies, así que, paré en seco la conversación para ponerme a preparar algo para comer. Estaba convencido de que si seguía bebiendo acabaría pasando lo que pasó la última vez que me quedé a solas y borracho con esos ojos verdes. Y esta vez quería disfrutar del paisaje mientras conducía.


        Posdata:

        Si tengo que elegir entre un amante y un amigo yo siempre preferiré un amigo… con derecho a roce (a poder ser).