jueves, 2 de febrero de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Álvaro, mentiras, manipulaciones y Klaus-Hiro)

ÁLVARO, MENTIRAS, MANIPULACIONES Y KLAUS-HIRO.


        Y llegó el lunes. Mientras iba a trabajar con mi FIAT Punto de color lagarto, podía ver por el retrovisor a Álvaro que iba detrás de mí conduciendo su Peugeot 206 de color rojo. En mi cabeza toda la información que tenía sobre nuestro jefe y las posibles motivaciones en su necesidad de acostarse con nosotros, rebotaban de un lado a otro sin que se me hiciese una imagen clara del “qué coño estaba pasando”. Al llegar, como solía hacer normalmente, aparqué el coche dentro de la zona de control de las cámaras de seguridad. Curiosamente mi chico hizo lo mismo en la zona de las cámaras de vigilancia de la nave del almacén, por un momento me alegró el saber que no fingía escucharme cuando le contaba las cosas.
        Yo me fui a tomar el café con las mosqueteras, mientras que Álvaro se fue directamente a la sección de control de calidad. -Todos siguen con el culito apretadísimo.- Me susurro a la oreja Andrea.
        -¿Os han informado de algo?- Le pregunté.
        -Nada, desde la reunión del martes, absolutamente nada. De hecho nos dejaron muy claro que a partir de ahora, al comité de empresa se nos considera hostiles.- Me contestó muy seria.
        Mientras hacíamos la gimnasia japonesa pude darme cuenta de que todos los jefes y mandos intermedios no me quitaban el ojo de encima. Nada más terminar el meeting del jefe de producción, se me acercó una de las chicas de la oficina de compras y me dijo: -Te reclaman en la oficina de personal.-
        Respiré hondo y me encaminé con paso firme hacia la nave del fondo. -Total, ¿Qué era lo peor que podría pasarme? ¿Qué me despidieran? No sería tan grave. Tenía bastantes ahorros y suficiente dinero en efectivo escondido en casa para pasar dos o tres años sin tener que apretarme el cinturón. Además seguiría teniendo los ingresos de los fines de semana.- Pensaba. Y por muy mal que fuese la reunión, en ningún momento había aceptado el nuevo puesto, como mucho, podría pasar que me pudriese en el almacén hasta el día del juicio final cargando contenedores. Eso ya lo conocía, y una vez acostumbrado el cuerpo, tampoco era tan malo. -Bueno… ahora es cuando lo matan.- Dije mientras entraba en el vestíbulo de la oficina de administración.
        Al presentarme, otra vez, a la chica de la recepción, en vez de hacerme subir a la sala de reuniones, me hizo entrar en el despacho de personal. -¿Perdón?, ahora que el jefe ya se me ha follado ¿voy a tener que tratar las cosas en personal? Esto es lo más parecido que he visto a una patada en la autoestima.- Pensé. Pero la humillación distaba mucho de acabar allí. Una vez en la sección de personal no salió a recibirme Vanessa, me esperaba una Dolores eufórica e impaciente para empezar a trabajar conmigo. -Doble humillación.- Pensé mientras me iba encendiendo por segundos.
        Después de invitarme a pasar a una mierda de cuchitril que no mediría más de ocho metros cuadrados, sacó un montón de dosiers y empezó a háblame de tecnicismos y de protocolos de no sé qué mierda de parámetros y tendencias. A mi toda esa verborrea me sonaba a un dialecto del Klingon y sinceramente estaba haciendo un esfuerzo infinito para no levantarme e irme de allí cagando leches. -Tu principal cometido será el realizar un estudio optimizado para poder determinar…- Ahí dejé de escucharla. Acababa de firmar su sentencia de muerte.
        Al incluirme ya como parte integrante del proyecto, no pude más y exploté. –Perdona.- La interrumpí. -Llevo escuchándote un ratito y, sinceramente, ¿me gustaría saber en qué momento te he dado a entender que yo había aceptado ese trabajo?- Le recriminé.
        Ante mi evidente hostilidad, pude ver como contraía todos y cada uno de los músculos de su cuerpo. -Pe… pero, a mí me han dicho que ejecutara contigo todos estos protocolos.- Dijo una secretaria de Personal completamente contrariada.
        -Pues por lo que parece, quien te haya dicho eso había tomado esa decisión por mi.- Le dije con tono muy molesto. -Mi decisión es que NO.- Añadí.
        Sin duda alguna ese No sonó como un terremoto en la cabeza de Dolores, porque se levantó de sopetón, golpeándose en una rodilla con la concentrada mesa y salió cojeando del mini cubículo tirando por el suelo alguno de los dosiers. Yo, dando por finalizada la reunión me dispuse a regresar al que había sido hasta el miércoles mi sitio de trabajo.
        Estaba saliendo de la recepción cuando un grito aterrador hizo temblar el edificio: -¡Ni se te ocurra salir de aquí!- Gritó una Vanessa que, sin duda, estaba fuera de sí.
        Me paré en seco y me giré mostrando mi mejor cara de complacencia. -Desesperada te veo bonita. A ver por donde me vas a salir tú- Pensé.
        -¡Vamos arriba!- Me gritó mientras empezaba a subir hacia la sala de reuniones. En ese momento me di cuenta de que Vanessa no se parecía en nada al antiguo jefe de personal. Mientras el antiguo jefe siempre mantenía la compostura y sabía negociar sin que pareciese que te impusiesen las condiciones, Vanessa, perdía los papeles y las maneras al primer indicio de tener la sensación de que estaba perdiendo el control de la situación.
        -¿Cómo qué no? ¿Tú eres idiota o qué?- Me gritó nada más entrar en la sala de reuniones. -¡Si es un chollo! ¡Solo tendrás que elegir a quien coño pones en cada sitio y te darán categoría y sueldo de jefe! ¡Todo el trabajo lo harán otros!-
        -No te ofendas Vanessa.- Le dije con tono conciliador. -Mi respuesta será que NO hasta que no hable con Klaus.-
        -Pero si hoy el Director General está en Barcelona, y estos protocolos se tenían que estar aplicando desde la semana pasada.- Insistió la jefa de personal.
        -Pues más a mi favor, al no aceptar el cargo, ya no es “Mí” problema.- Dije fingiendo aires de suficiencia. -Estoy convencido de que sin duda tenéis a alguien de repuesto por si yo no aceptaba ¿No?- Añadí.
        -No hay repuesto.- Dijo mientras su cara pasaba de la ira al terror. -Klaus te quiere a ti en ese puesto. Y a ese tío hay que darle absolutamente todo lo que quiere.-
        -Entiendo.- Le contesté. –Dile de mi parte al nuevo señorito que se ponga mi empleo donde le quepa. Que yo no trago.- Mi cara pasó del enfado a la mala leche.
        -¿No lo quieres entender?- La cara de Vanessa era de puro terror. -Este tío ha venido aquí con carta blanca para hacer lo que considere más oportuno. Y cuando digo eso me refiero a cerrar secciones de producción y echar a la plantilla de patitas a la calle, y con los resultados económicos del último año tiene motivos suficientes para hacerlo sin dar explicaciones a nadie.-
        -La que no lo entiende eres tú, Vanessa.- Mi cara era puro resentimiento. -Gracias a lo que ha hecho ese tío, en este momento me importa una mierda la empresa y todos los que trabajan en ella.- Obviamente eso era un farol… o quizás no. En realidad, lo que pretendía era que la jefa de personal le pasase a Klaus-Hiro mi evidente enfado y resentimiento.
        Aclarado ese tema, di por concluida la reunión y después de abandonar el edificio de administración me desplacé a mi sitio de trabajo. Al pasar por la sección de control de calidad pude ver a Álvaro y a Tomás que estaban repasando toda la documentación de Yolanda. -A ver si va a resultar que Yolanda era una excelente gestora de recursos, porque a esos dos se les ve totalmente perdidos.- Pensaba mientras se quedaban los dos mirándome mientras yo cruzaba la cristalera.
        Al poco rato apareció mi chico por la puerta de mi sección. -¿Ya eres nuestro jefe?- Preguntó con curiosidad.
        -Aun no. He liado una de buena en personal.- Le contesté. -¿Cómo van las cosas por aquí?-
        -Tal y como quedamos le he dicho a Rosita que ya no estamos juntos, supongo que antes del descanso de las diez toda la empresa ya lo sabrá.- Dijo sonriendo mi pelirrojo.
        -Perfecto.- Me relamí en mi mala leche. -Tengo curiosidad por saber si te llamaran de personal o cuánto tardará Klaus en aparecer.- Le dije a Álvaro.
        Álvaro se despidió y yo regresé al montón de aparatos que aún faltaban para repararles el profundo rayazo del embellecedor. Curiosamente me dejaron tranquilo toda la mañana. Durante el descanso de las diez Álvaro se había sentado con las mosqueteras, así que para darle mayor dramatismo al tema, entré en la sala, me saqué el café y me fui a la calle. Hacia una mañana soleada y muchos operarios aprovechaban esos quince minutos para tomar el sol.
        -Tengo entendido que han echado a la calle sin indemnización a los que te destrozaron el coche.- Dijo Eugenia mientras se sentaba a mi lado.
        -No tengo ni idea Eugenia. Este tema lo ha llevado totalmente Andrea desde el comité de empresa.- Le dije a mi amiga.
        -Andrea nos contó que Yolanda se había pasado tres pueblos contigo y que realmente quien filtro tus informes a personal fue Tomás, de hecho ahora lo sabe toda la empresa.- Dijo Eugenia con tono de disculpa mientras yo la miraba y encogía los hombros. -Si ese ha sido el motivo de que os peleéis tú y Álvaro, estoy segura de que acabaréis arreglándolo.- Esta mujer siempre acababa enterneciéndome y estuve a un plis de contarle que realmente no habíamos cortado… pero me mordí la lengua. No podía arriesgarme a que ninguna persona lo supiese, por mucha confianza que tuviese depositada en ella.
        A la una del mediodía, la hora de almorzar, me retrasé deliberadamente para ir al comedor de la empresa, esperaba que Álvaro estuviese comiendo ya con las mosqueteras. Así podría conseguir aumentar más el efecto de patetismo que quería que le transmitiesen a Klaus, al comer yo solo aparte de mis compañeros de siempre. El efecto fue tan demoledor que la pobre Eugenia se levantó del grupo a medio almorzar y se sentó a mi lado. No me dijo absolutamente nada, pero me miraba continuamente como diciéndome -Yo te apoyo-. Después me acompañó todo el tiempo mientras hacíamos el café de la sobremesa.
        Por la tarde, serían casi las tres, vi como Dolores se llevaba a Álvaro de la sección de control de calidad. -Bueno, ahora te toca el turno a mi chico, a ver cómo le irá.- Pensé. Y seguí con mi trabajo hasta las cinco.
        Al irme de la empresa, pude ver desde mi coche que Álvaro estaba delante de la puerta de la recepción del edificio de administración, le estaba estrechando la mano a Klaus-Hiro. -Déjame adivinar, ya tenemos nuevo jefe de control de calidad.- Pensé mientras sonreía y cogía la carretera principal dirección a Palamós.
        Al llegar a casa, aparqué mi FIAT Punto de color lagarto al fondo del patio para dejarle espacio al coche de Álvaro. No tenía muchas esperanzas de que viniese pronto. De hecho si había aceptado el cargo que me habían ofrecido a mí, estaría ocupadísimo junto con Dolores y Tomás (este último lo incluía porque estaba convencido de que lo premiarían por chivato) organizando la nueva configuración del departamento de calidad. Me preparé un gin-tonic y me tumbé en el sofá viendo los dibujos animados mientras esperaba.
        -¿A quién diablos esperabas?- Os preguntareis vosotros. Pues al mocetón que a las seis y cuarto llamaba al timbre de casa.
        En efecto, tal y como había previsto Klaus-Hiro estaba frente a mí cuando abrí la puerta. Nada más abrir la puerta se me abalanzó intentando besarme en los labios. Yo le aparté la cara rechazándolo. Se me quedó mirándome extrañado. -Pero ¿qué te pasa?- Se quejó.
        -Lo siento, no estoy borracho.- Le dije. -Normalmente, cuando estoy sereno no soy tan fácil.- Añadí.
        -Vaya, pues estaba convencido de que verdaderamente habíamos conectado.- Dijo el japonés.
        -La verdad es que yo también había pensado eso… hasta que descubrí que también habías “conectado” con mi pareja.- Le recriminé.
        -Aah… es eso. No me vendrás ahora con que eso supone un problema para ti.- Dijo mientras yo lo miraba con cara de “¿Qué mierda me cuentas?” -No era yo el que estaba con pareja, que yo sepa los que teníais un compromiso erais vosotros.- Añadió muy seguro de si mismo.
        -¿Qué diablos me estás intentando decir?- Refunfuñé.
        -Que cuando bebes lo que pierdes es la vergüenza, no el conocimiento, y sinceramente, esa noche en la última persona en la que pensabas mientras te lo hacías conmigo era en tu pareja.- Me recriminó y por un momento me quedé sin saber que contestarle.
        -Gracias.- Le dije cuando recobré el habla. -Gracias por confirmarme en tal y como realmente me siento: no soy más que una gran zorra.-
        -No estoy diciendo eso.- Dijo Klaus contrariado.
        -Pues eso lo que estoy entendiendo yo.- De hecho en el tiempo que estaba durando la conversación no había dejado que entrase más allá del recibidor. -Oye, lo siento, pero no me apetece seguir hablando, creo que deberías irte.- Le dije mientras lo invitaba a salir de casa.
        -¿De verdad quieres que me vaya?- La cara del japonés rubio se movía entre la sorpresa y la incredulidad.
        -Sí, me incomoda tu presencia, me siento totalmente utilizado y manipulado por ti.- Le dije.
        -Espera. Creo que deberíamos de hablar de esto.- Dijo con un tono que ciertamente empezaba a sonar a desesperado.
        -De acuerdo, hablemos de la extraña manipulación emocional a la que me has sometido para que acepte ese maldito puesto-trampa.- Le recriminé.
        -Yo solo he intentado hacer lo que mi padre pretendía para ti.- Dijo con tono solemne.
        -Pero. ¿Qué mierda me estás contando? ¿Qué tiene que ver Hikaru con meterte en nuestra cama y ese paripé de puesto de responsabilidad?- Grité muy molesto.
        -Oye, yo solo estaba intentando blindar tu posición dentro de la empresa.- Dijo con tono ofendido.
        -¿Blindar mi posición en la empresa? ¿Cómo? ¿Con un puesto para el que no tengo la más mínima preparación y en el que dependeré de lo bien que quieran hacer su trabajo mis subordinados?- Empezaba a explotar como una bomba. -Y qué pasará cuando suceda el próximo problema grave de calidad. Porque tenlo por seguro: sucederá. Y por mi falta de preparación no lo pueda predecir y mucho menos reaccionar a tiempo y nos encontremos con algo parecido a lo que has usado para hundir a Yolanda. Lo taparás para protegerme o me tiraras a los leones como has hecho con ella.- Pum exploté.
        -Yo solo buscaba mejorar tu situación en la empresa.- Se lamentaba Klaus-Hiro.
        -Pues a mí me parece que lo que estabas haciendo era prepararme una encerrona, porque, no te veo tapando todas las cagadas que, ya puedes tener bien claro que acabaría cometiendo en ese cargo.- Añadí. -Además, que especie de confianza ciega esperas que tenga en ti después de follarte a mi pareja.-
        -Eso no tiene nada que ver con este tema.- Dijo justificándose. -Me gusta el sexo, y mucho. Y curiosamente todo el mundo quiere acostarse conmigo, y a mí me encanta. Disfruté follando con él y contigo y lamento que Álvaro no se apuntase con nosotros el jueves porque estoy convencido de que habría sido una noche memorable.- Me quedé de piedra, parecía que se estaba excitando solo con recordar esa situación.
        Entonces se me aclaró todo. La segunda hipótesis estaba cobrando forma. Klaus estaba acostumbrado a que todo el mundo lo tratase como un objeto sexual. No era de extrañar, esa mezcla étnica entre europeo y asiático lo hacía tremendamente erótico e irresistible, tanto para los hombres como para las mujeres. Él era consciente de ello y lo explotaba hasta el límite. Y yo, había sido tan estúpido, que con mis prejuicios y paranoias conspiratorias me había dejado perder un chollazo de puesto de trabajo (aunque estuviese totalmente convencido de que yo no servía para ejercerlo). La buena noticia era que sin duda el puesto sería para mi pareja, así que todo quedaría en casa.
        Ahora solo tenía una duda. ¿Cómo diablos lo haría para sacar de casa esos ojazos verdes sin volver a caer en la tentación de tirarme de cabeza en ellos? Además, tampoco quería ser desagradable (bueno, más de lo que ya había sido) para evitar el perjudicar a mi pareja en la empresa.
        -Mira, eres tremendamente bello, y me alaga que te intereses por mí, pero en este momento tengo demasiadas cosas que reordenar en mi cabeza, y, sinceramente, no creo que volver a acostarme contigo me haga ningún bien.- Le dije disculpándome.
        -¿Me estas rechazando?- Dijo sorprendidísimo.
        -Ahora sí.- Le dije con cara de situación. -Puede que más adelante y sin tanta presión podamos darnos una oportunidad.-
        -Eso quiere decir que puedo invitarte a cenar algún día, porque, aun somos amigos ¿no?- Dijo poniendo su mejor cara de seducción, esa que se nos hacía totalmente irresistible a todo el mundo.
        -Claro, pero espera un poco, ¿vale?- ¿Qué diablos estaba haciendo? ¿Por qué le estaba dando esperanzas a alguien que sabía que no me convenía lo más mínimo? Además ¿Dónde dejaba eso mi relación con Álvaro?
        Después de eso, Klaus, se me acercó y me dio un beso rápido en los labios, se volvió hacia la salida y ya en la puerta me dijo: -La semana que viene tú y yo tendremos una cita.- Mientras, yo me lo miraba con cara sorprendida, intentando recordar quién demonios me había dicho eso mismo hacía un tiempo.
        Una vez el mestizo japonés se había ido, regresé al sofá, el gin-tonic había fundido todo el hielo y había una mancha del agua de la condensación encima de la mesa del comedor. Le di un trago. Aunque estaba un poco aguado aún estaba bueno.
        Eran las siete. Puse de nuevo la programación infantil y esperé a que llegara mi novio pelirrojo.


        Posdata:
        La mayoría de los vividores y promiscuos están moralmente por encima de los que fingimos ser monógamos fieles. Ellos no te engañan cuando presumen de lo bien que se lo pasan contigo. Somos nosotros, los que en nuestro egocentrismo, no aceptamos el hecho de que se lo pasan tan bien con nosotros como con el resto de sus amantes.

 


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