miércoles, 6 de julio de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Verónica S3 y un film llamado "Fin de año sangriento")

VERONICA S3 Y UN FILM LLAMADO “FIN DE AÑO SANGRIENTO”

       Solía ser tradición en las casas de Payes en Cataluña (ignoro si también lo era en el resto de España). Que la abuela y señora de la casa tuviese una habitación privada, cerrada a cal y canto al resto de la familia. Especialmente a la nuera. Con quien normalmente las relaciones solían ser malas o pésimas, cuando no pasaban directamente a ser intentos de asesinato.
        En mi caso. La mía, era la tradicional familia de payes catalana. Y las relaciones entre suegra y nuera eran todo lo malas que podían ser, sin llegar al asesinato (aunque estoy convencido de que las dos lo habrían planeado en más de una ocasión). 
        Una tradición casi litúrgica se producía siempre a la muerte de la suegra. Una vez pasado el luto y un tiempo prudencial, y, normalmente sin consentimiento del marido. La nuera tomaba posesión del tesoro de la suegra (me estoy refiriendo a la habitación antes mencionada). En caso de tener la llave de la puerta, se hacía de un modo discreto. Si la llave estaba desaparecida, los medios eran más expeditivos. Recuerdo a mi madre con un pico forzando la puerta de la habitación de los trastos de mi abuela.
        En ese momento se producía la verdadera expiación de todos los pecados de la muerta. Todo lo que por educación se había callado la nuera durante el velatorio, salía allí. 
        De hecho, en el interior, normalmente, solo había parte del ajuar de boda, telas y encajes que la mujer guardaba para cuando pudiese hacer un buen uso de ellos, muchas fotos y papeles que para ella tendrían algún valor, algún mueble viejo y los perfumes que había coleccionado durante toda su vida. Aunque claro. Eran telas, encajes, sabanas, perfumes y colonias que a una esposa joven y con niños, le habrían evitado muchísimos problemas a la hora de tirar adelante a su familia.
        -¡Hija de la gran Puta!- Esa palabra se repetía continuamente en los labios de mi madre, cada vez que encontraba algo que le había negado de joven. -Me tuvo quince años remendando sabanas viejas y aquí tenía un armario repleto de nuevas por estrenar. Pues no te las has llevado al otro barrio ¡Cabrona!-
        Una vez realizado el ritual. La habitación quedaba abierta durante unos días para que se airease, y después se volvía a cerrar. Hasta que la nueva señora de la casa necesitara alguna de las cosas que se hallaban en el interior.
        Era martes veintisiete de diciembre. Tanto Álvaro como yo padecíamos del síndrome de la resaca de exceso de reuniones y comidas familiares. Navidad y San Esteban eran la excusa anual para reunir a toda la familia y atiborrarlos de comida. Cada uno lo habíamos sufrido por nuestro lado, con nuestra correspondiente familia. Nos levantamos tarde (los dos estábamos de vacaciones) y con pesadez en el estómago. Álvaro preparó café mientras yo abría un paquete de madalenas. -No puedo con mi alma.- Se quejaba. Busqué en el cajón de las medicinas y le ofrecí una aspirina. -¿Esto me quitara la resaca?- Preguntó.
        -Si lo mezclas con el café hace milagros.- Le respondí. Era evidente que Álvaro no estaba acostumbrado a hacer muchos excesos con la comida y la bebida.
        Después de desayunar, yo me dediqué a organizar un par de paquetes que me había traído de casa de mis padres. Había un mueble pequeño de recibidor sin las puertas, unas cajas de cartón grueso y un montón de telas antiguas. -¿Que pretendes hacer con toda esta basura?- Me preguntó intrigado mi chico.
        -¿Basura?- Le contesté indignado. -A ti no te suena el concepto “reciclaje artístico” ¿Verdad?- Y seguí removiendo cosas y preparando ropa junto a los patrones que tenía con mi talla. Mientras Álvaro me seguía en todos mis movimientos. Mirando con curiosidad.
        De las tres habitaciones de la casa, la más grande, la había transformado en un taller, mitad de corte y confección mitad de ferretería y bricolaje. En un lado se amontonaban todos los trajes y complementos de Dragg Issis, justo al lado de la mesa donde tenía la máquina de coser. Al otro lado tenía un banco de carpintero improvisado, con todas las herramientas para cortar madera, plástico y metal. -No veas el pedazo de taller que tienes montado aquí.- Dijo Álvaro, mientras jugueteaba con un enorme abanico de “LOKOMIA” (versión Dragg Issis, claro está).
        -Este es el nido de la bestia.- Le dije mientras sacaba lo que parecía una especie de camisón de noche antiguo del paquete de la ropa. -Si he conseguido que Dragg Issis casi no repita ningún modelito ha sido gracias a este taller.-
        -¿Estas preparando algo para la fiesta de fin de año?- Me dijo ilusionado.
        -Tengo una idea en mente.- Le dije 
       -¿Puedo ayudarte?... Vaaa Porfa…Porfaa…- Puso la carita de niño pidiendo que no lo excluyeran del juego.
        -Podrías ayudarme… Pero primero necesito asegurarme que entiendes claramente cuál es la idea con la que trabajo.- Le dije mirándolo con cara siniestra.
        La verdad es que para el mucho tiempo que le suelo dedicar a confeccionar y hacer arreglos a la ropa. Al final el tema de la actuación en sí, siempre lo acababa improvisando en el último momento. Esta vez quería hacer algo totalmente espectacular.
        Nos sentamos en la mesa del comedor con un puñado de folios en blanco y empecé a contarle mi proyecto, haciéndole un montón de dibujos y croquis de cómo me imaginaba que tendría que ser la actuación. Cuando nos dimos cuenta eran las cuatro de la tarde y Miquel estaba llamando a la puerta.
        -Hola a todas.- Dijo Miquel al entrar en tromba con un par de bolsas llenas de botellas. -Traigo el avituallamiento para la cena, gentileza de POMELO’S.- Mientras iba sacando las botellas y poniéndolas sobre la mesa. Miraba sonriendo a mi chico pelirrojo: -Lo siento, pero tengo que decirlo. ¡Cómo me pone tu novio!- Álvaro se puso colorado como un tomate.
        -Todavía no hemos salido de casa.- Le dije a Miquel. -Tendríamos que salir a que nos dé el aire y aprovechar para comprar algo de postres para la cena.-
        -Pues abrigaos que hoy hace un frio de cojones fuera.- Dijo Miquel, adoptando con las manos la postura de la tetera.
        Decidimos ir al centro a tomar un café y de paso comprar alguna cosa buena de postres, en la pastelería.
        Nos plantamos en la granja-pastelería que hay en la Calle Mayor. Tomando un capuchino para rehacernos del maldito frio que hacía en la calle. La borrasca que se nos había metido encima el día de navidad, juntamente con el viento de tramontana invernal que no cesaba, amenazaban con dejarnos encerraditos todas las vacaciones en casita.
        Por la calle casi no pasaba un alma. Solo los villancicos y las luces de navidad daban cierta alegría a una situación climática que, de no ser por eso, sin duda alguna, induciría al suicidio. En ese momento pasó Javi (“la Cuca”) por la calle, y Miquel, al verlo, salió dando saltitos y lo llamo.
        -Vengo de tu casa.- Me dijo Javi, un poco molesto. -Y después de medio congelarme delante de tu puta puerta, esperando a que alguien me abriera. Me volvía para casa.-
        -Pues como puedes ver. No estábamos en casa.- Le respondí con ironía.
        Después de dejar un grueso anorak sobre el respaldo de la silla que quedaba libre. Se dirigió a la barra para pedir su consumición.
        -¡Joder! Es clavadito a como me lo describiste… y yo que creía que estabas exagerando.- Me dijo Álvaro al oído. -Este es el que sale con la Verónica esa ¿no?- Añadió hablando flojito.
        “La Cuca” regreso con una infusión de manzanilla en las manos.
        -¿Cómo llevas el tema con Julio?- Le preguntó Miquel refiriéndose al cabreo que llevaba con Verónica.
         -Me tiene totalmente de los nervios.- Exclamó Javi. -Ya no soporta que nadie lo llame Julio. Ahora quiere que todo el mundo lo llamen Verónica y lo traten en femenino. Además desde que solo usa ropa de tia esta intratable. Se pasa todo el día fuera y no me cuenta nada de lo que hace, ni con quien lo hace.-
        Álvaro y yo nos miramos con cara de circunstancia. Estoy convencido de que los dos pensamos lo mismo: -Que tu novio además de ser mujer, es prostituta. A ver si te enteras de una vez.-
        En fin. Tal y como correspondía, lo invitamos a la cena. Quedamos en reunirnos en casa a las nueve de la noche.
        De vuelta a casa paramos en el videoclub. Había una película que deseaba ver con mi chico esa tarde. Y me serviría para empezar a poner hilo y aguja el proyecto que tenía en mente para el show de fin de año.
        Desde que apareció por casa. Miquel tenía algo importante que decirnos. Eso lo sabía porque, cuando Miquel está ansioso, se comporta como un niño que tiene pipi y desde que dejamos a “la Cuca” parecía, que de un momento a otro iba a explotarle la vejiga. De lo retorcido que se movía.
        No pudo esperar a llegar a casa. Saliendo del videoclub nos soltó el, que según él, era el mayor secreto del reino: -Esto que quede entre nosotros. Pero la Verónica está haciendo de puta travesti en el “BAHIA”.- Y se quedó desahogado como si acabara de parir.
        Mi chico y yo volvimos a mirarnos, intentando no reírnos. Pero nos fue imposible contenernos. Empezamos a carcajearnos sin control ante la cara de estupefacción de Miquel. -Pues si tú lo sabes. Esto ya es de dominio público.- Le dije sin poder parar de reírme.
        -Hombre, yo solo se lo he contado a mis doscientas mejores amigas.- Y se nos juntó en la carcajada. No pudimos parar de reír hasta que llegamos a casa. Mientras. Nos explicábamos como lo habíamos descubierto. Por lo visto cada vez que las señoritas del “BAHIA” tenían un ratito sin clientes. Se iban en grupito al POMELO’S a tomar una copa o a hacer tiempo delante de un coctel. Y últimamente. Tenían muchísimo tiempo libre. Porque el travesti que la dueña había contratado, les estaba dejando casi sin clientes. -¡Mira tú! Y yo que tenía a Verónica por una mosquita muerta. Y resulta que es una “destroyer” en técnicas amatorias.-
          Al llegar a casa, mientras Álvaro preparaba el video para ver la película y Miquel abría una de las botellas de cava que se habían extraviado en su empresa. Yo saqué la carne del congelador, y así se fuese descongelando para la cena. Brindamos. -Para que el dueño no eche las botellas en falta.- Dijo solemnemente Miquel. Y empezamos a ver la versión de DRACULA que había hecho hacia un par de años Francis Ford Coppola. 
        Dejando a un lado la maravillosa puesta en escena de la película y la mediocre interpretación de alguna de sus actrices (Keanu Reeves, como siempre, estaba genial. A este chico se lo pienso perdonar todo. Por mal que actúe). Mi principal interés residía en el video musical que iba incluido una vez finalizaban los créditos de la película: Annie Lennox y su canción “Love Song For a Vampire”. -¡Ya veo por donde vas!- Grito Álvaro, mientras señalaba al televisor. -Tu idea es una pasada.- Y me besó en los labios.
        A las ocho y media ya estaban todos los invitados a la última barbacoa del año en casa: Nuria y dos amigas suyas. “La Cuca”, Miquel, mi amorcito pelirrojo y yo mismo. 
        La cena fue un éxito. Reímos muchísimo. Liquidamos todas las botellas de cava y licores que Miquel había extraviado del POMELO’S mas alguna de vino que corría por casa.
        Llegué a la conclusión de que Nuria y las demás chicas también sabían lo de Verónica. Ya que, continuamente las pillaba mirando por la ventana del comedor. La que daba al patio con la terraza. Ventana, por la que se podía ver clarísimamente, el cartel de color amarillo y verde del “BAHIA”.



        Posdata:
        Los proyectos compartidos con alguien a quien amas y deseas son lo más parecido a una adicción: los disfrutas enormemente y al final siempre tienes necesidad de más.












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