miércoles, 29 de junio de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Verónica S3: Metamorfosis de marica a mujer)

VERONICA S3: METAMORFOSIS DE MARICA A MUJER

        Era el primer día de las vacaciones de navidad. Esa noche seria nochebuena, y el hecho de caer en sábado auguraba una muy mala noche para las cajas de los restaurantes y discotecas. De buena gana me habría quedado en casita con Álvaro. Pero mi acuerdo con el dueño del PACHA y mi amor propio me exigían el cumplir con mi contrato. También ayudaba el que mi nuevo amante no pudiese excusarse a asistir a la (según él) tradicional cena de nochebuena de su familia.
      Pero vayamos al principio. Álvaro y yo nos despertamos a las diez y media de la mañana a consecuencia del insistente timbre de la puerta de casa. Me puse los pantalones y fui a ver quién diablos era ese impertinente que nos molestaba en nuestro nidito de amor. Al abrir la puerta aparecieron Miquel y Nuria con un enorme bolsa llena de croissants. -Traemos el desayuno. Espero que tengas café.- Dijo Miquel entrando en tromba hacia el comedor, seguido por Nuria. 
        Al pasar por delante de mi habitación Miquel no pudo evitar el chafardear dentro, como hacia siempre (la puerta se había quedado abierta). -¡VIRGEN DEL AMOR HERMOSO! ¿De dónde has sacado este pedazo de hombre?- Exclamó sorprendido.
        -Mierda.- Pensé. -Si quería que mi historia con Álvaro fuese discreta, la he bien cagado.-
        -Vaya, que embarazoso. No creía que íbamos a ser tan inoportunos.- Dijo Nuria disculpándose. Y acto seguido se sentó al lado de la cama y se presentó: -Soy Nuria. La locaza escandalosa es Miquel ¿y tú eres?-
        -A… Álvaro.- Dijo sin acabar de creerse lo que estaba sucediendo.
        -Bienvenido a mi mundo.- Le dije a Álvaro mientras se cubría con las sábanas (él aún estaba en pelotas). -Con mis amigos tenemos unas confianzas que a veces dan un pelín de asquito.- Dejé a Nuria en la habitación hablando con mi amante y me dirigí a la cocina junto con Miquel para preparar una buena dosis de café.
        -No sabía que te gustasen los pelirrojos.- Me dijo Miquel mientras distribuía los croissants en un plato grande de pizza.          
        (Es cierto. No os había comentado que Álvaro era el típico pelirrojo con la cara llena de pecas.) 
        -Por cierto, ¿de dónde lo has sacado? Y, lo más importante, ¿había más como él?- Añadió.
      Diez minutos después teníamos preparado el desayuno en la mesa del comedor. Fui a la habitación a rescatar a Álvaro de Nuria. -Nuria, si lo dejas un momentito a solas se podrá vestir, y saldrá con nosotros.- Nuria se dio por aludida y abandonó la habitación. -Lo siento muchísimo. No he podido evitar que entraran.- Me disculpé. Álvaro me dio un beso en los labios y se puso a reír. Nos reímos los dos. 
        -Si me dejas salir de la cama, me vestiré y podremos desayunar con tus amigos.- Añadió. Yo me puse una camiseta de manga larga, ya que aún iba con solo los pantalones.
        Una vez controlada la situación, nos dispusimos a desayunar con la normalidad que se podía esperar de un grupo de locazas como nosotros.
        -Me he quedado con las ganas de saber si de abajo también eres pelirrojo.- Le dijo Nuria con todo el desparpajo del mundo a mi chico.
        Álvaro se quedó totalmente cortado. 
        -Te puedo asegurar que si.- Conteste yo, saliendo al rescate.
        Y luego salieron todas las preguntas de rigor. Que, si como os conocisteis. Que, si cuanto hace que estáis juntos. Que, si sabe que soy Dragg Queen (era evidente que me sería imposible ocultarle ninguna faceta de mi vida que conociesen esos dos). Después de poner al corriente a Álvaro de todas y cada una de mis intimidades. Salió el tema por el cual habían venido a mi casa: “La Cuca” y su historia con Julio.
        -Pues el Javi está de los nervios, porque Julio ha empezado a trabajar entre semana y no le da ninguna información de en qué consiste su faena.- Dijo Nuria. -Y para colmo han vuelto a abrir el ANARKO y ahora Javi trabaja cada día. Con lo que la sensación de descontrol sobre Julio todavía lo pone más estresado.-
        -Vaya no sabía que “La Cuca” fuese tan controlador.- Dije yo.
        -A ver. Centrémonos en lo importante de todo esto.- Insistió Miquel. –El ANARKO vuelve a estar abierto, eso significa que  se acabó la sequía de hachís y la farlopa.- Sabía que a Miquel le iba la marcha, pero no estaba acostumbrado a que hablase con tanta soltura de sus vicios.
        A las doce se despidieron los dos. Acordando antes, que el martes veintisiete (ese día Miquel tenía fiesta en el POMELO’S) haríamos la última barbacoa del año. Por fin nos quedamos solitos de nuevo Álvaro y yo. -¿Por dónde íbamos antes de que nos interrumpiesen?- Me dijo, sentándose encima de mis muslos. Y reanudamos nuestra actividad amatoria esta vez en el sofá.
        A las dos y media, aprovechando que hacía un día radiante. Decidimos ir a dar una vuelta al paseo marítimo. No soplaba nada de viento y el solecito invitaba a sentarse en la arena junto a la playa. A las cuatro nos entró hambre y nos tomamos unas tapas con una cerveza. Eran las cinco, y ya estaba oscureciendo cuando volvíamos a casa por la calle que va paralela al paseo marítimo. En ese momento, Álvaro hizo que me diese cuenta de algo que en realidad ya sabía. -¿Esta es la calle del barrio chino?- Me preguntó mostrando curiosidad. 
        -¿Porque lo dices?- En ese momento no sabía a qué se refería.
       -Es que, en los diez minutos que llevamos andando ya he contado cinco farolillos rojos.- Añadió. Tenía razón, exactamente no sabía porque, pero en las tres calles paralelas al paseo marítimo, se concentraban un total de catorce burdeles. Y sin ir tan lejos, la casa donde vivía tenía uno por delante y dos por detrás.
        -Pues ahora que lo dices. Tienes razón. De hecho delante del patio de casa está el “Bahía”. Que tiene fama de ser uno de los burdeles más selectos de la región. Aunque estas calles son muy tranquilas, nunca he tenido la sensación de que esta sea una zona de Barrio Chino al uso.- Le dije mientras llegábamos a casa. 
        Estábamos delante del “Bahía”. Durante el día, ese local daba la sensación de ser un bar antiguo cerrado al público. Los cristales que daban al exterior estaban tintados en negro y lo único que demostraba alguna actividad era la bombilla roja de baja intensidad que se encendía cuando oscurecía. La verdad es que nunca había visto ningún cliente entrar o salir de esa puerta. Me constaba que para entrar tenías que tocar un timbre. De hecho me recordaba a muchos de los locales de Barcelona de los años ochenta, que también funcionaban así: Tocabas el timbre y si el portero consideraba que eras lo suficientemente gay o lesbiana te dejaban entrar.
        Íbamos a cruzar la calle por el paso de peatones, cuando un taxi se paró delante de nuestras narices. Del taxi bajaron tres chicas riéndose. Por la ropa que llevaban era evidente, que sin duda, eran empleadas del burdel. Vamos que solo llevaban lencería debajo de las gabardinas y abrigos. De las tres había una que me era tremendamente familiar. -De qué cojones conozco a esa.- Pensé. Ellas seguían riéndose y murmurando mientras llamaban al timbre del “Bahía”.
        De golpe, la morena del pelo corto se giró al reconocerme. Su cara pasó de divertida a espanto. Las otras dos chicas la arrastraron dentro del local justo en el momento que me daba cuenta de quién era.
        -No me lo puedo creer. Esa era Julio.- Estaba alucinando.
        -¿Que es quién?- Me replicó Álvaro.
        -Julio. Vamos, que es Verónica S3. La Dragg Queen con la que comparto el show los sábados.- Le dije escandalizado.
        -No me jodas que tu compañero del PACHA, es puta.- Álvaro estaba flipando como yo.
        -Seria puta. Porque pinta de cliente no tenía ¿verdad?- Le dije mientras entrabamos en casa.
      Aunque en la calle ya había empezado a bajar la temperatura. Dentro de casa, la calefacción mantenía una temperatura muy agradable. Nos sentamos en el sofá. Los dos aún estábamos digiriendo lo que acababa de pasar. Y… por dios. Yo a las nueve tendría que mirarlo a la cara y no sabría dónde meterme.
        En ese momento todo me cuadró. No podía entender cómo Julio se mantenía económicamente. Porque, aunque las sesiones del sábado estaban muy bien pagadas. No cubrían las necesidades mínimas de una persona que vive solo. Es decir, alquiler de una vivienda, comida, ropa, vestuario y los extras habituales. Siempre había pensado que el liarse con Javi había sido una medida desesperada para no quedar en la calle. Pero, con la información de la que ahora disponía, ya no estaba tan seguro de eso.
        -¿Qué vas a hacer?- Me dijo mi amante pelirrojo, que se acurrucaba a mi lado en el sofá.
        -Ah no. No pienso liarla. Cerraré esta boquita de piñón y fingiré que estos ojitos no han visto nada.- Le contesté gesticulando con las manos. -Todo el mundo es libre de joder su vida como mejor le parezca.- Añadí.
        -Pues a mí me da cierta pena, quizás si hubiese tenido más apoyo de la gente de su entorno no estaría en esta situación.- Dijo Álvaro con tono que casi parecía paternalista.
        -Apoyo ha tenido, el problema es que se ha dedicado a joder a todo aquel que le habría podido ayudar.- Estaba pensando obviamente en el pobre Alfredo (Peggy “La Charcutera”). -Reconozco que no ha tenido una vida fácil. Pero eso no es motivo para descargar su ira con la gente que le rodea, y además sin venir a cuento.- Seguía pensando en Alfredo.
        Estuvimos haciéndonos arrumacos en el sofá y viendo una película en la tele hasta las siete y media. Hora en que Álvaro se fue a su piso de Girona para ponerse guapo y bonito para asistir a la cena de nochebuena de su familia. Mientras, yo preparé las cosas para la actuación de esa noche. Y seguí dándole vueltas en la cabeza al tema Julio.
        Eran las nueve y acababa de aparcar mi coche cerca de la escalinata de la entrada del PACHA. Mientras descargaba la bolsa con los utillajes de Dragg Issis, se paró un Nissan Patrol justo detrás de mí. Lo conducía una señora mayor, de unos cincuenta y pico años. De la puerta del copiloto bajo Julio, o Verónica S3, pues ya iba totalmente maquillado y a juzgar por lo que pude ver debajo del abrigo de pelo artificial, aun llevaba la lencería que le había visto por la tarde.
        Mientras nos maquillábamos, me percaté de que, lo que en verano eran unas incipientes tetillas, ahora ya se podrían considerar unos pechos de reglamento. Caí en la cuenta que desde hacía unos tres meses, Verónica S3 había cambiado la licra, los corsés y los corpiños apretados por conjuntos de lencería súper provocativos y mucho más sueltos. De hecho su cuerpo se había feminizado muchísimo a consecuencia del tratamiento hormonal que sin duda estaba siguiendo. Lo único que era incapaz de ocultar y que lo delataba donde estuviese era una enorme nuez de Adán que le sobresalía casi dos centímetros del cuello. Defecto que intentaba ocultar a base de pañuelos, fulares y gargantillas.
        En la hora que duró mi transformación en Dragg Issis, Julio no soltó ni media palabra. Cuando lo miraba con el rabillo del ojo o a través del espejo, lo pillaba mirándome con cara de muy mala uva. -De acuerdo. Lo admito. Me has pillado. Soy puta.- Me soltó cuando ya no pudo contenerse más. Se me quedó mirando con los brazos extendidos esperando alguna reacción por mi parte.
        -Es un oficio tan digno como cualquier otro.- Le contesté al cabo de un largo minuto, con tono muy sereno. -Algunos de mis mejores amigos se han dedicado a este oficio y eso nunca me ha supuesto ningún problema.- Añadí.
        -Pero me estas juzgando.- Insistió.
        -Sí. Te estoy juzgando. Pero no te creas que lo haga porque te ganas el sueldo con la polla. Lo que más me repatea de ti, es que pisoteas a todo el mundo como si fuese una mierda. No tengo ni idea de cómo de mal te ha tratado el mundo. Pero ten clara una cosa, los que pasamos por tu lado no somos los responsables de las decisiones que tomas con tu vida, sean buenas o malas. Además, insisto. Ser puta, por lo que a mí respecta, es un oficio de lo más digno.- Me quedé completamente desahogado.
        Esa noche hicimos todo el paseíllo por la zona comercial casi sin hablarnos y con una tensión que no pasó inadvertida por los seguratas que nos acompañaban. Y la verdad es que se juntaron el ambiente frio de la temperatura en la calle con el poco movimiento de clientela en los restaurantes y bares. Una muy mala noche para las cajas de los restaurantes y bares de copas. La discoteca se animó bastante a partir de las tres de la madrugada. Aunque lo que más me animó a mí fue la llegada de mi pelirrojo hacia las cuatro.
        Fue en esa nochebuena de 1994, cuando, debido al total cambio de género en su aspecto y ropa. Dejé de llamar a Julio por su nombre y pasé a referirme a él simplemente como Verónica. 



        Posdata: 
        Hay que tener cuidado con lo que deseas. A veces los regalos de Santa Klaus son exactamente eso. Y acabar descubriendo lo equivocado que puedes estar, puede hacer que te odies a ti mismo.











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