miércoles, 27 de julio de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Nuria, sexo en zonas públicas y striptease)

NURIA, SEXO EN ZONAS PÚBLICAS Y STIPTEASE.

        Era sábado 7 de enero. Nos levantamos relativamente pronto (las nueve) para poder ir con tiempo al aeropuerto de Barcelona para recoger a Nuria. El motivo real de la invitación a cenar por parte de Miquel la noche anterior, no fue en realidad el presentarnos a Draco, su actual… llamémosle… rollito sexual. El motivo real había sido el encajarnos a nosotros la responsabilidad que él había asumido con Nuria, con el compromiso de ir a recogerla a la llegada de sus vacaciones.
        Nuria regresaba de su enésimo viaje a Burkina Faso. Por lo que sabía, mantenía una relación abierta y esporádica con un guía local. Relación que reanudaban cada vez que ella podía tomarse unas vacaciones en su empresa (que solían ser unas tres o cuatro veces al año). En esos días en África, Nuria se comportaba como su segunda esposa (si, tal y como habéis oído, Muh-nbà era un hombre casado).
        Por lo que parecía, la relación entre Nuria y Mayame (la primera mujer) era muy buena. Acogía de muy buen grado compartir a su marido por unos días al año a cambio de un poco de ayuda (ignoro si era económica o le regalaba toda su ropa de la temporada anterior).
        Durante el viaje hasta Barcelona (hay que tener en cuenta que había unos ciento cuarenta kilómetros entre mi casa y el aeropuerto) paramos a desayunar en uno de esos complejos que hay en la autopista, que son una mezcla entre gasolinera, restaurante, hotel y supermercado. Mientras Álvaro pedía en el bar unos croissants y café en abundancia, yo me di una vuelta por el bazar en busca de alguna revista de mi agrado para poder leer durante el camino. No estoy acostumbrado a usar las áreas de servicio de las autopistas, aparte de alguna emergencia en la gasolinera o una necesidad imperiosa de café a la vuelta de una fiesta salvaje en Barcelona. Y digo emergencia porque siempre he encontrado abusivos los precios de estos locales (estoy convencido que se aprovechan de que te será imposible encontrar otro café en menos de cien kilómetros).
        Buscando las revistas, descubrí que el supermercado era de lo más curioso, parecía estar pensado para amantes infieles o viajeros descuidados, porque la mayoría de los productos que ofrecían eran suvenires de países extranjeros: ensaimadas de Mallorca o sobrasadas, quesos de bola suizos o holandeses o franceses perfectamente etiquetados con el idioma de su país de origen, salmón noruego o finlandés también etiquetados en su idioma original y una perfecta vuelta al mundo con los licores más extraños y típicos de Rusia, México, bourbon americano, incluso tenían hasta sake japonés. Me hizo gracia la idea y compre una botella de mezcal, el famoso tequila del gusano mexicano. Unos caramelos típicos ingleses empaquetados en una cabina de teléfonos totalmente del estilo de la cabina del Doctor Who y una revista del corazón.
        Mientras seguíamos el trayecto hasta Barcelona, empecé a recordar la última vez que hice ese trayecto junto a Hikaru, en el coche alquilado con conductor. Recordé el morbo que me dio el acabar haciendo el amor en el asiento trasero, sabiendo que el conductor estaba viéndonos.
        -Me lo parece, o ¿el ir de copiloto te pone a cien?- Me dijo Álvaro al darse cuenta de mi evidente y potente erección. En ese momento me quería morir de vergüenza. Pero Álvaro tomado las riendas de la situación, se metió en un área de servicio y aparcó mi coche entre dos camiones de ruta internacional.
        -Yo también estoy cachondisimo.- Me dijo. -Entre tu gripe y las obligaciones sociales, llevamos cinco días los dos a pan y agua.- Mientras me desabrochaba el pantalón y empezaba a hacerme una de las felaciones más bestias que recordaba.
        La verdad que yo nunca he sido muy aficionado al cruising. Recuerdo que en todos mis intentos de tener sexo en el campo con extraños, nunca conseguí tener una erección aceptable y mucho menos satisfactoria. Pero eso que estábamos haciendo era distinto. Si, estábamos en el campo, pero Álvaro no era un extraño. Pertenecía más al voyerismo, y me estaba excitando de sobremanera la idea de que alguno de los camioneros pudiese vernos hacer el amor.
        Fue sexo. Puro sexo salvaje. Rápido, intenso y brutal. Con una complicidad tremenda. Los dos conocíamos perfectamente el cuerpo del otro y como conseguir que se estremeciera de placer. Acabamos exhaustos en el asiento trasero de mi FIAT Punto color lagarto. Álvaro apoyaba su cabeza en mi pecho mientras jugueteaba con las manchas de esperma que correteaban sobre mi barriga, deslizándose hacia el tapizado del asiento trasero.
        Cogió el paquete de caramelos ingleses que había comprado en el bazar de la gasolinera, y puso uno en mi boca. Sabía a tofe dulzón. Después, con dificultad, pues los dos estábamos con los pantalones y los boxers bajados, saco un paquete de clínex de la guantera y empezó a secar mi barriga. -Podría acostumbrarme a esto.- Me dijo con voz picara.
        -Pues por mi podemos repetirlo cuando y donde desees.- Le respondí con el caramelo en la boca, medio babeando saliva i dulce de tofe.
        -Te tomo la palabra.- Dijo mientras terminaba de secarme el estómago, mirándome como un niño malo.
        Proseguimos el camino hacia Barcelona, llegando al aeropuerto sin más distracciones. Para descubrir que el avión acumulaba un retraso de dos horas en la escala que hacía en París.
        -No lo entiendo viene de África ¿no? Entonces no sería más práctico que primero parase en Barcelona y después prosiguiese hasta París.- Comento Álvaro con cierto desasosiego.
        -Ya pero Nuria viaja en Air France y el centro de destino de los viajes internacionales de esa compañía es Paris.- Le comenté con cara de circunstancia, mientras me encogía de hombros. -Tenemos tres horas, a ver cómo nos distraemos para no aburrirnos.- ¿Que acababa de decir? La cara de Álvaro, paso del desasosiego a la del niño planeando travesuras.
        -Te apuesto una mamada a que los lavabos se pueden cerrar por dentro.- Me dijo con tono muy desafiante. Y claro tuvimos que ir a comprobarlo. Varias veces, ya que el retraso final fue de unas cinco horas.
        Eran las cuatro de la tarde cuando apareció Nuria por la puerta de llegadas. Arrastraba una maleta enorme de color rojo y un carrito con un par de bolsas de mano. Se sorprendió al vernos a nosotros esperándola. -Ese cabrón de Miquel os ha encasquetado el venir a recogerme. Chicos no sabéis como lo lamento. Pues se va a quedar sin regalo. El regalo que traía para él os lo daré a vosotros.- Dijo con tono enojado.
        -En defensa de Miquel tenemos que decirte que tenía una buena excusa. Se ha liado con Draco, el portero del ANARKO.- Le soltó Álvaro antes de que pudiese hacerlo yo. Mientras, me guiñaba un ojo y me decía al oído: -El que se duerme la pierde.-
        Cargamos las maletas y bolsas en el Fiat Punto y empezamos el camino de vuelta a Palamós. Al sentarse en el asiento trasero Nuria nos dijo algo que nos avergonzó un poco: -Vaya tenéis el asiento trasero del coche mojado.-
        Suerte que Álvaro reacciono deprisa: -Vaya, en el camino de venida se nos ha derramado un poco de coca cola, creía que no había salpicado tan lejos.- Y le ofreció un par de clínex para cubrir las manchas y no se manchara de esa supuesta “coca cola”.
        Durante el camino de vuelta nos contó que ese había sido el último viaje que hacía a Burkina Faso. Resultó que al llegar al poblado, Muh-nbà le oculto se había casado con una segunda esposa mucho más joven que Mayame. Al cuarto día de vacaciones descubrió que la relación entre las dos esposas era muy mala. Que de hecho, la nueva esposa no sabía nada del trato entre Mayame y Nuria y entro en cólera al descubrir que su marido la compartía no con una, sino con dos mujeres.
        Al final pasó las últimas cuatro noches en un hotel de Uagadugú, la capital. Donde la visitó cada noche Muh-nbà. La verdad es que regresaba un poco escaldada de todo el asunto. Y con la visa completamente seca, ya que el gasto del hotel fue un extra con el que no contaba. -No podré volver a mi querida África en un año.- Se lamentaba.
       Llegamos a Palamós a las seis y media. Después de descargarlo todo en su piso, nos dio los regalos que nos había traído del África indómita. Intentó invitarnos a tomar algo, pero su nevera estaba vacía y lo dejamos para otro día. Regresamos a casita con un cuenco de cerámica con inscripciones tribales y una máscara africana (que tenía cierto interés étnico). Una vez en casa nos relajamos un poquito en el sofá y nos reímos del día de locos que habíamos tenido.
        Después nos duchamos y cada cual se preparó para su sábado. Álvaro se puso guapo para salir con sus amigas mariliendres y yo me preparé para ir a trabajar en el PACHA.
        A las ocho y media, Álvaro ya se había ido y yo aproveche para esconder el sobre con el dinero de Hikaru en el sitio que consideraba más seguro de la casa. Me quedé de piedra, habían doscientas mil pesetas (casi lo que ganaba en la fábrica en dos meses).
        Esa noche Verónica S3 no apareció. El propietario me hizo llamar al despacho para informarme de la nueva situación del espectáculo. También estaba Marcus, que tenía toda la cara llena de cicatrices de arañazos. Por lo que parecía, cuando Álvaro se me llevo con treinta y nueve grados de fiebre, después de recoger mis cosas en el camerino, Julio estaba en pleno ataque de ira. Verónica la tomó con Marcus y acabaron en una pelea de gatas de la que Marcus se llevó la peor parte. Bueno, la peor parte se la llevo su cara que estaba totalmente llena de cicatrices con costras.
        En principio y hasta que no se encontrase como rellenar el hueco que provocaba el despido fulminante de Verónica S3, yo era la Drag Queen única y oficial de la discoteca. La cual cosa no dejaba de ser una gran mierda, porque un espectáculo con una sola Dragg Queen no deja de ser de lo más patético. El show no dejaba de ser la eterna competición entre dos o más divas. Eso es lo que le da chispa a la fiesta, y lo que había ahora era un monólogo de uno solo.
        Y allí estaba yo, Dragg Issis, un segurata con toda la cara marcada a arañazos y la temperatura que estaba descendiendo al cero absoluto. Era sábado, en plena resaca de vacaciones de navidad. Con las calles de la zona comercial medio vacías.
        -Solo se me ocurre una forma de animar esto.- Le dije a Marcus
        -No pienso matar a nadie.- Me contesto con sarcasmo.
        -No seas idiota.- Le dije. –Voy a subirme al tejado de la limusina y me paseáis lentamente por la calle, si la gente se acerca para pedirme invitaciones, paráis sin rebotes. Que os quede claro SIN REBOTES.- Abrieron la ventana corredera del tejado de la limusina y me subí encima, agarrándome con una mano y con uno de los pies de la bota de plataforma a la ventana corredera. Y empecé a hacer la locaza y a comportarme como una Pin Up de los años cincuenta. La lie parda. A la media hora habíamos provocado tal colapso en el centro, que tuvieron que intervenir los agentes de la guardia urbana. Que, por cierto, acabaron pidiéndonos entradas y  haciéndose fotos con Markus y con Dragg Issis.
        Mientras íbamos a cenar se me ocurrió algo verdaderamente diabólico y genial. -Markus, ¿tú nunca has hecho un striptease a lo “Full Monty”? porque con ese cuerpazo que tienes, seguro que arrasarías. Y no haría falta que te sacaras el tanga, vamos, a menos que te apeteciese sacártelo.- Markus se puso colorado como un pimiento. No me contestó. Mientras cenábamos consideré lo del desnudo integral una mala idea decidiendo olvidarlo.
        De entrada había conseguido repartir las invitaciones de la discoteca y el show sobre la limusina había sido aceptable. Eran las tres de la madrugada y aún no había caído en el patetismo. Aunque solo había preparado tres actuaciones y sin duda, teniendo al público acostumbrado a como mínimo entre cuatro y seis actuaciones cada sábado, eso no pronosticaba nada bueno.
        Álvaro y sus amigas estaban en la barra de Tatiana. Después del fotocool me acerque a saludarlos. -Tatiana nos ha contado lo de verónica y Marcus la semana pasada.- Me dijo mi chico al saludarme.
        -Esto es un desastre, estoy súper nervioso, un espectáculo es un mínimo de dos divas, y yo solo no voy a dar la talla.- Le dije al oído a Álvaro, esperando su apoyo mientras me presentaba a sus amigas.
        Mientras hablaba con el disc jockey para acordar la música de mi primer número, se me acerco Markus. -Lo hará Sergio.- Me dijo mirándome muy serio.
        -¿Que Sergio hará que?- Le pregunté. En ese momento no tenía ni idea de que narices me estaba contando.
        -Que Sergio hará el striptease.- Insistió, ante mi cara de total sorpresa. ¡Ya lo tenía solucionado! Un striptease entre mis actuaciones seria el cambio de ritmo que haría que los clientes del PACHA no se diesen cuenta de los defectos de mis play-backs. O podía ser que me estuviese engañando a mí mismo y todo acabase en un total desastre.
        -No te preocupes. Ya lo ha hecho antes, suele trabajar de “Boy” en despedidas de soltera. Aunque lo lleva en secreto para la mayoría de la gente que lo conoce.- Markus, evidentemente, sabía todo lo que se cocía dentro de la discoteca.
        Después de un medio aceptable “Sisters are doin it for themselves” de Annie Lennox, me pasaron el micrófono y con la voz lo más mariquita posible presenté la nueva actuación de la noche: “El agente Vicente, el hombre potente que viene pisando fuerte”. La verdad es que escuchado ahora me suena de lo más cursi, pero en ese momento y con el alcohol que llevaba la gente encima, sonó de lo más contundente.
        Sergio hizo el típico striptease masculino al uso: bailó sacándose la ropa provocativamente. Primero la chaqueta, después la camisa y al final el típico pantalón cogido con velcro a los lados. Quedándose solo con el bóxer mostrando una tremenda erección. Se sacaba el bóxer y se quedaba con un diminuto tanga que, se sacaba con cuidado de no enseñar absolutamente nada aun. Acababa el número usando una tela semitransparente con la que jugaba hasta que al final mostraba un enorme pene en erección durante un instante antes de finalizar la actuación. Momento en el que todo el público femenino explotaba en aplausos y silbidos, jubilo al que acababan sumándose también los hombres.
        Hay que tener en cuenta que a medianos de los noventa y en provincias, muy poquita gente había podido asistir a un striptease masculino (solo alguna despedida de soltera que pagaban un pastizal haciéndose bajar un gogo de Barcelona y poco más). Por lo que, el show que se montó la noche del sábado siete de enero de 1995, provocó un antes y un después en la forma de entender la fiesta en las discotecas de provincia en la zona. Se acababa de abrir la veda, y en relativamente poco tiempo, todos los locales nocturnos de la comarca quisieron o se sintieron obligados a ofrecer un show como el del PACHA. Aunque el motivo de tal suceso fuese el acojone de una patética Dragg Queen por la inseguridad que le provocaba el actuar como diva única.
        El resto de la noche… ¿A quién le importa como actué esa noche? ¡En la fiesta de Reyes del PACHA hicieron un striptease masculino! A nadie le importaba una mierda como había actuado la Dragg Queen.
        Por cierto, el espectáculo del striptease masculino se aguantó hasta pasado el verano de 1995.

        Posdata:
        Un día descubrirán que, la guerra de los cien años empezó, sin duda alguna, porque una cortesana en su torpeza dejó insatisfecho al Señor incorrecto.














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