viernes, 3 de noviembre de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO. (Movimientos preliminares a la temporada de verano y otras tonterías por el estilo)

MOVIMIENTOS PRELIMINARES A LA TEMPORADA DE VERANO Y OTRAS TONTERIAS POR EL ESTILO.


        Las siguientes dos semanas pasaron plácidamente entre mi trabajo en la fábrica de la multinacional japonesa chequeando producto sospechoso de tener algún defecto, las sesiones de sexo salvaje con mi novio rubio, baños en la playa a partir de las cinco y media de la tarde, barbacoas los jueves por la noche, cafés y descansos con las mosqueteras, algún café con Álvaro (los dos deseábamos recomponer algo de una amistad que se hizo añicos), las visitas en tromba de Miquel y su novio americano y las sesiones de fin de semana de Dragg Issis en el PACHA. De algún modo tenía la sensación de que había recuperado la tranquilidad de la que disfrutaba el año anterior antes de meterme en la vorágine que supuso mi relación con el Sr. Yamahaka.
        La aparición de Klaus-Hiro por la empresa el diecinueve de junio, me hizo temer que esa tranquilidad a la que ya me estaba acostumbrando tenía los días contados. Si a eso le sumábamos que el fin de semana anterior, el Sr. Roure me había comunicado que había decidido contratar para los meses de verano a Martin, o mejor dicho Dragg Total, la situación tenía toda la pinta devolverse de infarto.
        Me extrañaba mucho que Martin hubiese aceptado trabajar todas las noches de julio y agosto, y más teniendo en cuenta que su trabajo como técnico instalador y de mantenimiento de alarmas no le permitía hacer las vacaciones en verano. -¿Acaso pretendía trabajar a doble jornada todo el verano?- Me preguntaba constantemente. Otra cosa que también me quitaba el sueño era la posibilidad de que decidiese instalarse los meses de julio y agosto en mi casa.
        Pronto saldría de dudas, pues el día uno de julio, Dragg Total empezaría a trabajar en el PACHA.
        Pero volvamos al lunes que Klaus volvió a ejercer de director general en la empresa. Algo había cambiado las últimas semanas, porque de golpe empezaron a llegar componentes para nuevos modelos y el almacén de material para fabricación volvía a ser el caos que tenía que haber sido en abril. Llegué a la conclusión de que las dos libretas que le hice llegar al hijo de Hikaru habían servido para algo positivo.
        A la hora del almuerzo, Álvaro me llamó desde el laboratorio de control de calidad. -Klaus-Hiro quiere invitarte a cenar este jueves a su casa en Girona.- Me dijo mi expareja con una sonrisa de oreja a oreja en la cara.
        -Pues me será imposible.- Respondí. -Este jueves tenemos barbacoa en casa y no pienso dejar mi casa en manos de un montón de extraños sin mi control.- Añadí.
        -Que mal… porque desea agradecerte lo que has hecho por él de algún modo y su agenda no le va a permitir una noche libre hasta medianos de julio.- Dijo el pelirrojo un poco contrariado.
        -¿Porque no os pasáis por casa?- Dije yo. -De hecho casi todos los participantes en la barbacoa te conocen y estoy seguro de que a Klaus le gustará el ambiente que se forma allí.- Añadí.
        -¿Tú crees que será apropiado? estoy seguro de que la mayoría habrá tomado partido en nuestra separación.- Dijo preocupado.
        -A ver… tu caías muy bien a todo el mundo, y estoy seguro de que Klaus-Hiro también les caerá genial… además, Miquel se ha liado con un magnate de empresas de productos informáticos que seguro que conoce a tu novio de su trabajo.- Dije, descubriéndome a mí mismo habiendo perdonado a mi ex e intentando incluirlo de nuevo en mi vida. -Pero… ¿Que cojones estás haciendo?- Me preguntaba mentalmente mientras me dirigía al comedor de la empresa y pedía al cosmos que por favor no apareciesen por la barbacoa del jueves.
        El ambiente de la empresa, en general, había mejorado mucho. Los rumores sobre el inminente despido de un tercio de los empleados estaban remitiendo al mismo ritmo que llegaban los componentes para los nuevos productos a fabricar. Y no hay nada como fabricar al cien por cien de las posibilidades de la empresa para dar sensación de seguridad a los empleados.
        En mi puesto de trabajo, tenía que lidiar con la ya casi enfermiza obsesión de María por volver a vernos saliendo juntos a Álvaro y a mí. Aunque, en el fondo, me divertía muchísimo ser el centro de atención de las mosqueteras, sobre todo si era por temas banales como podría ser la reconciliación con mi expareja. Si realmente ellas hubiesen sabido como estaban nuestras relaciones, se habrían escandalizado.
        Darío seguía haciendo prácticas en la peluquería RIZZO’S. Estaba muy satisfecho pues la dueña lo había seleccionado para trabajar durante todo el verano. Por lo visto el que solo estuviese disponible por las tardes, a media jornada, lo transformó en el candidato ideal para el puesto que ofrecía la Sra. Josefina, pues el grueso de la clientela se concentraba en el horario de sobremesa hasta ocho. Mi novio además se había comprometido para todas las noches del verano como camarero gay del PACHA.
        Por mi parte, repetía las condiciones del año anterior en la discoteca y trabajaría solo los viernes, sábados y días festivos. Esperaba poder hacer algunos días de fiesta durante mis vacaciones, y lo más importante: disfrutarlos.
        Tenía la esperanza que en algún momento Álvaro me pondría al día de cómo le habían ido las cosas a Klaus-Hiro en Japón. Me corroía la curiosidad por saber si aún seguía casado con esa tal Sayaka o por tal y como pintaban las cosas la habría repudiado para vengarse de su suegro por haberlo obligado a casarse con ella a la fuerza.
        El miércoles, a la una del mediodía, mientras todos se iban a almorzar al comedor de la empresa y viendo que mi expareja no se decidía a informarme de ese asunto, tomé la decisión de preguntarle yo por ello.
        -He visto que han empezado a llegar componentes para nuevos modelos. Eso debe de significar que le han ido bien las cosas a Klaus por Japón ¿No?- Le dije a Álvaro con tono coloquial.
        -Sí. Le ha ido muy bien. La verdad es que su padre tenía completamente atado el traspaso de poderes hacia su hijo con una planificación que casi asusta.- Dijo el pelirrojo muy serio. -Da miedo el pensar como alguien puede pasarse tantos años de su vida planificando lo que sucederá después de su muerte.- Añadió.
        -Dímelo a mí.- Dije yo. -Todavía tengo la sensación de que en cualquier momento me encontraré con algún nuevo mensaje suyo escondido en algún lugar para que aparezca en el momento que él había planeado que apareciese.- Añadí mientras mi expareja sonreía. -Por cierto ¿Cómo ha acabado la historia del matrimonio de conveniencia de Klaus?- Pregunté, esperando no estar diciendo ninguna inconveniencia.
        -Siguen casados.- La cara de Álvaro cambio por completo, dejándome evidente lo mucho que le desagradaba ese tema. -Te lo voy a contar porque estoy seguro de que acabara llegándote el chisme por cualquier otro lado.- Dijo muy serio. -Klaus ha hecho públicos todos los trapos sucios del Sr. Semaho, provocando un terremoto de proporciones bíblicas en el Consejo de Administración de la Casa Madre, viéndose obligado a dimitir de todos sus cargos de responsabilidad en la empresa.-
        -Vaya… no lo entiendo… ¿eso no habría sido suficiente motivo como para pedir la nulidad del matrimonio?- Pregunté.
        -El problema vino cuando los jueces empezaron a investigarlo por varios delitos penales, entre ellos su participación en la muerte de un magnate metalúrgico japonés. Ante la posibilidad de acabar en la cárcel optó por suicidarse dejando todas sus acciones y patrimonio a nombre de su hija: la actual esposa de Klaus-Hiro.- Álvaro no movió ni un parpado mientras me contaba esto. -Por lo que gracias a su matrimonio con Sayaka ahora es él el que controla la mayoría de las acciones de la compañía.-
        -¡Dios! No sabes cómo lo siento.- Le dije convencido de que la situación no debía de ser nada fácil para ellos dos.
        -Hacen vida separados, cada cual tiene sus propios intereses. Sayaka está esperando un hijo de Klaus-Hiro.- Al decirme esto se me pusieron los ojos como platos. -No pongas esa cara, ese era uno de los pactos que le había impuesto el Sr. Semaho con la intención de unir los dos patrimonios. A partir de la nueva situación que se ha creado, ella se tragará el orgullo y tendrá y criará su hijo en Japón, renunciando a su vida social, mientras, Klaus hará su vida donde y como le dé la gana, solo que ahora no tendrá que darle ninguna explicación a nadie.- Concluyó.
        En ese momento me invitó a salir de la sala y se puso a caminar a mi lado dirección al comedor. -Como se ponga a comer en mi mesa a media fábrica le dará un infarto.- Pensé. Y así fue, al entrar los dos juntos en el comedor casi todos los que estaban comiendo se giraron hacia nosotros con cara de ¿Qué coño está pasando aquí? La imagen paso a ser surrealista cuando nos sentamos en una mesa aparte y empezamos a comer mientras charlábamos amistosamente. Hay que tener en cuenta que Rosita se había encargado de esparcir por toda la fábrica el culebrón de nuestra ruptura, y claro, en ese momento todos los compañeros de trabajo estaban disfrutando de un nuevo episodio de la novela en vivo y en directo. Mientras, parecía que a Rosita, Andrea y a María se les estaba dando un aneurisma, Eugenia, por su parte, nos miraba y sonreía muy complacida.
        A los postres me soltó la bomba: -Mañana vendremos a la barbacoa. Klaus tiene muchas ganas de volver a comer pan con tomate.-
        -Fantástico.- Pensé. -Cuando se lo diga a Darío me va a matar.- Seguí pensando.
        Después de comer Álvaro se quedó en el edificio de administración (sin duda querría estar un ratito con su chico) y yo lo agradecí. Solo habría faltado que me acompañase a hacer el café con las mosqueteras para que a María le diese un ictus delante de todo el mundo. Aun así, tuve que someterme al interrogatorio de tercer grado que me impusieron las chicas.
        Más tarde, al llegar a casa a las cinco y media me sorprendí al escuchar el timbre del teléfono. Tenía que reconocer que, aunque había dado mi número a todo el mundo, aparte de mi familia, ninguno de mis amigos me había llamado aun, sin duda por el hecho de que estaban acostumbrados a pasar por casa cada vez que tenían que decirme algo importante. Cuando contesté resultó ser Miquel. Estaba con Thomas tomando un refresco en una terraza del paseo marítimo y me llamaba desde su teléfono móvil para invitarme a unirme a ellos.
        Tardé en llegar el tiempo de cambiarme y hacer los trescientos metros que separaban mi casa de la terraza del GIANFRANCO, la cafetería-granja-coctelería a la que la gente local solía ir cuando el POMELO’S no era una opción válida. -¿Ya tienes la barbacoa a punto para mañana?- Preguntó Thomas un segundo después de sentarme, con su acento de español mexicano.
        -Las barbacoas se organizan solas.-  Contesté riéndome irónicamente.
        -Que bien… no sabes cómo echaba de menos estas cosas.- Dijo Miquel mientras le daba un buen sorbo a un gin-tonic. Me empezaba a exclamar el que últimamente cada vez que veía a mi amigo, tenía un vaso con alcohol en la mano.
        -Tengo que deciros que van a venir un par de invitados sorpresa.- Dije con tono de preocupación.
        -No me digas que has invitado a alguno de los Boy’s del show del viernes del PACHA.- Dijo Miquel poniendo cara de entusiasmado, mientras daba saltitos sobre la silla como un niño esperando un pastel.
        -No… No es eso. Van a venir Álvaro y su actual pareja… mi jefe de la empresa.- De golpe me pareció oír un frenazo en el cerebro de Miquel y su cara paso del entusiasmo al pasmo y desagradable sorpresa.
        -Un momento.- Dijo Miquel muy contrariado. -¿Tu jefe es ese japonés rubio que te tirabas hace unos meses?-
        -Si.- Dije yo.
        -¡Tú eres idiota!- Dijo mi amigo haciendo ademanes con las manos. -¿Piensas poner en una misma sala a tu exnovio junto con su actual pareja que resulta que es un examante tuyo y a tu actual pareja, que por cierto se lio a ostias con tu expareja en tu casa?- Mientras Thomas alucinaba con el carácter que demostraba su pareja.
        -Jajajajja.- Me reí de la preocupación mi amigo. -Una cosa es segura, esa barbacoa promete ser apoteósica.-
        Durante el tiempo que tardé en tomarme el resto del refresco Miquel intentó de manera infructuosa que desinvitase a Álvaro y a Klaus.
        Thomas, que durante todo el tiempo había estado escuchado y no había dicho ni pio, rompió su silencio y me pregunto: -Miquel me ha dicho que trabajas en una multinacional japonesa, cuando te refieres a tu jefe… ¿Estás hablando de tu jefe de sección?-
        Ante la pregunta tuve mis dudas sobre si decirle quien era realmente mi jefe. Pero… ¿Porque no?, por una vez que podía presumir de amistades importantes. Y se lo solté: -Es uno de los accionistas de la empresa, se llama Klaus-Hiro Yamahaka.- Y fue decir ese nombre y el pobre Thomas casi se cae de la silla.
        Una vez se hubo recuperado del shock, me dijo muy serio: -¿Estás seguro de que realmente esa persona que conoces es Klaus-Hiro Yamahaka?-
        -Mmmh… ¿veintitantos, mestizo japonés de pelo rubio dorado?- Dijo Miquel haciendo una mueca con la cara.
        -Padre japonés y madre noruega.- Dije yo dándole más información.
        -Si realmente es quien estáis diciendo, yo tengo que venir a esa barbacoa.- Dijo Thomas muy serio. -Mi empresa lleva años intentando trabajar con esa multinacional, pero jamás nos han concedido ni una entrevista.-
        Mire muy sorprendido al americano y le dije riéndome a Miquel: -Tú, controla a tu chico, no quiero que mañana se dedique toda la noche a agobiar a mis invitados.-
        Fue en ese momento cuando Thomas insistió en invitarnos a cenar a Darío y a mí. No tenía muy claro si fue una reacción espontánea a la revelación que acababa de hacerle o simplemente quiso tenerme más tiempo cerca para poder sacarme más información del japonés rubio. La cuestión era que a las ocho estábamos en casa esperando a Darío para irnos los cuatro a cenar a un buen restaurante del centro de Palamós. -Bueno, supongo que con chuletones  y buen vino será más fácil decirle a mi novio que mañana se encontrará cara a cara con dos de mis examantes.- Pensé.
        Durante toda la cena Darío casi ni abrió la boca. Esa solía ser la actitud que tomaba cuando no tenía ni idea de que iba la conversación que manteníamos los demás: escuchar y callar para no cagarla. Aunque las expresiones de su cara ante la insistencia del americano para que le revelase más datos personales de mi jefe y su actual pareja, eran todo un poema. La expresión se le tornó de muy mala leche cuando le quedó claro que a la cena del día siguiente estaban invitados el japonés que me trajo la muñeca de porcelana y el tío pelirrojo con él que se dio de ostias la primera noche que se quedó a dormir en mi casa.
        Esa noche me tocó estar hasta casi las dos de la madrugada dándole explicaciones a mi pareja sobre mi vida antes de conocerlo. Al final y después de muchísimo hablar, todo se redujo al típico: -Tu vida antes de conocerme no me importa… yo también tengo un pasado.- Zanjándose así posibles malos entendidos futuros.
        -Aunque, eso de que Álvaro te dejo por un modelo mejor de novio, perdona que te lo diga, es una falacia. Tu novio cambió un buen vino con solera por una botella de Moët & Chandon de alta gama.- Dijo mirándome a los ojos. -Tienes la maldita manía de considérate muy por debajo de que realmente eres. Y yo, sinceramente, prefiero el vino al champagne.- Y dicho eso me dio un beso en la mejilla y se dispuso a dormir.
        -Qué razón que tienes, cabrón.- Pensé. Además no era la primera persona que me decía eso mismo.
        Eran pasadas las dos de la madrugada y no podía dejar de pensar en que el propio Klaus-Hiro me había dicho hacía ya unos meses las mismas palabras que acababa de soltarme un aspirante a peluquero de dieciocho años. -Sin duda alguna yo debería de ser consciente del hecho de que podía aspirar a muchísimo más que a un empleo de operario en esa empresa. Pero, me consideraba una persona cómoda y práctica, y sinceramente la idea de luchar para triunfar en la casa de otros no me seducía lo más mínimo.- Estaba convencido de que me costaría mucho dormirme, se estaban amontonando en mi cerebro las palabras de mi amante junto al estrés que llevaba acumulando durante esa tarde. Y el despertador sonaría implacable a las seis y media.

        Posdata:
        ¿Porque al final todo se reduce a los intereses individuales de cada persona?

        Imagen Eriko Stark.




1 comentario:

  1. Este tipo de personajes, me dan mucho respeto, y de hecho también les tengo respeto, porque aunque vayan a contracorriente de la naturaleza tienen sus derechos. un cordial saludo!

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