lunes, 30 de octubre de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO. (Miquel, Thomas y las conveniencias de los amantes enfermeros)

MIQUEL, THOMAS Y LAS CONVENIENCIAS DE LOS AMANTES ENFERMEROS.


        El sábado tres de junio, a las doce de la mañana, alguien estaba aporreando la puerta. -De no estar seguro de que Miquel estaba en los Estados Unidos, juraría que es él.- Refunfuñé mientras salía de la cama como podía y me arrastraba hacia la puerta. Hacía escasamente cinco horas que nos habíamos metido en la cama Darío y yo y, sinceramente, necesitábamos al menos un par de horas más de sueño.
        Al abrir la puerta me encontré frente a Miquel. -¡¡¡Sorpresaaa!!!- Gritó mientras entraba en tromba seguido de su séquito habitual: Nuria, “La Cuca”, Lidia y Lola, con un añadido, traía además a su novio americano con él. -Nosotros traemos los croissants y tu pones el café, y después… ¡¡¡Barbacoaa!!!  ¡Dios! Como he echado de menos esto.- Dijo mientras me abrazaba con fuerza.
        En ese momento vi pasar por delante de mí a Nuria y el enorme barrigón que iba pegado a ella. -Voy a preparar café.- Dijo riéndose, mientras el resto de la “troupe” colocaba todo el avituallamiento sobre la mesa. Desde el pasillo podía ver la cara de susto que estaba poniendo Darío, tapándose con el nórdico pues estaba en pelotas.
        -Este es Thomas.- Dijo Miquel presentándome a su actual pareja.
        -Encantado.- Dijo el americano dándome la mano mientras yo le sonreía un poco desconcertado.
        -Perdona el desorden pero supongo que Miquel ya te habrá dicho que los que vivimos aquí somos artistas.- Le dije, disculpándome por tener la casa completamente manga por hombro.
        Hacían una curiosa pareja, aunque conociendo las ultimas conquistas de Miquel (Drako como muestra), este chico era de lo mejorcito que le había visto. Lo que me llamaba más la atención era la diferencia de edad. Contrastaban los veinticinco o veintisiete años de mi amigo con los cuarenta y pico de Thomas. Además el americano era mucho más bajito y rollizo que Miquel, y ya empezaba a tener el pelo canoso. Me resultaba curioso el que, a la que subía dos escalones o hacia algún esfuerzo, se ponía a resoplar como un cerdo el día de San Martin. Eso, unido al acento mexicano que tenía su español, lo hacía parecer entre entrañable y divertido. Con un bigote y un sombrero de ala ancha habría sido una versión rubia y pecosa de Pancho Villa.
        Una vez hechas las presentaciones, fui en auxilio de mi pareja, con la excusa de ponerme algo de ropa más adecuada, pues tan solo llevaba puesto los pantalones de chándal. Mientras, mis amigos tomaban posesión de la cocina, el comedor y la terraza, empezando a tomar café o aperitivos, según fuese su necesidad o conveniencia. Darío estaba perplejo, se agarraba al edredón cubriéndose como si estuviese viendo peligrar su intimidad. -Tu solo habías conocido a Miquel ¿verdad? además se fue a Los Ángeles a la semana siguiente que lo conociste.- Le dije.
        -¿Siempre son así de eufóricos e inoportunos?- Preguntó con cara de terror.
        -Antes, cuando hacia una barbacoa los jueves de cada dos o tres semanas casi no aparecían por casa en sábado o domingo, bueno, el Miquel muy a menudo, pero ese no cuenta. Y como desde semana santa no hemos hecho ninguna cena para reunirlos, pues tarde o temprano tendría que suceder esta reunión improvisada.- Le dije riéndome. -La excusa, aunque podría haber sido cualquier otra, es la llegada de la parejita americana.-
        -¿Y no podrían quedar en un bar como hace todo hijo de vecino?- Se quejó mi chico.
        -Están acostumbrados a usar mi casa de centro social mariquita, y a ver quién es el guapo que les dice que no pueden seguir reuniéndose aquí.- Dije mientras me vestía. Darío se reía y hacia como que no con la cabeza.
        Cuando estuvimos a punto, con los pantalones tipo pirata y una camiseta de manga corta, aparecimos en la terraza. -Para quien no esté al día de la situación: Os presento a mi chico, Darío.- Todos saludaron con un inapetente “hola”, no parecían excesivamente interesados por mi actual pareja. Solo Nuria se le acercó y le ofreció una taza de café.
        -Eres el hijo pequeño de Piluca “La ferretera”, ¿verdad?- Preguntó mi embarazadísima amiga.
        -Si.- Respondió Darío muy escuetamente.
        -Era inevitable que los dos chicos que más escándalos han protagonizado en el pueblo acabasen juntos.- Dijo riéndose ante un avergonzado Darío. -Hacéis una pareja perfecta.- Añadió mientras le daba un beso en la mejilla y regresaba a la cocina seguida por mi actual novio.
        En la terraza se había formado un grupillo alrededor de Thomas, que estaba reclinado en una de las tumbonas. Todos parecían interesados en lo que estaba contando, preguntándole con ansia. Solo abandonaban la conversación para hacer caso a sus teléfonos móviles. Bueno, todos menos Miquel, que no se atrevía a abandonar el grupo, pero estaba muy pendiente de lo que yo hacía, y por su actitud de niño que se está haciendo pipí, deduje que se moría por contarme algún chisme importante. Vi cómo se bebía el Martini que tenía en la mano de golpe y excusándose, fingió ir al comedor para rellenar su copa. Al pasar por mi lado me hizo una señal para que lo siguiese dentro de la casa.
        -¡Está forrado de dólares!- Me dijo al oído cuando estuvo seguro de que nadie nos escuchaba.
        -Mira tú por dónde, has pegado el braguetazo del año.- Le dije riéndome mientras me acababa el café que me había preparado Nuria.
        -Es increíble, me trata como una reina y me consiente todos los caprichos del mundo.- Dijo Miquel completamente eufórico.
        -Pues hija, cásate con él y no lo dejes escapar, que un partido así no se encuentra todos los días.- Dije con tonillo irónico.
        -A eso hemos venido.- Afirmó mi amigo con tono muy serio. -En quince días se me acababa el visado de vacaciones y hemos regresado para poder tramitar desde la embajada de aquí un visado de trabajo permanente.-
        -¿Y te quedaras ya por siempre en Los Ángeles?- Le pregunté sorprendido.
        -Eso es el paraíso gay. No te puedes ni imaginar los chulazos que hay por ahí, si uno está bueno el de al lado está mejor. No sé qué les dan de comer a los chicos americanos pero crecen con unos cuerpazos que quitan el hipo…- Miquel parecía excitarse solo con imaginárselo. Dicho eso, cogió su Martini recién rellenado y regresó al lado de su novio para vigilar como un ave de presa que ningún palomito se lo birlase, y yo, como buen anfitrión, me decidí a poner en marcha las brasas de la barbacoa.
        Durante el almuerzo Thomas estaba en su salsa. Por lo que deduje de la conversación, el americano había sido bróker en la bolsa hasta los treinta años. Edad en la que se retiró con una cartera de acciones y una cuenta corriente de escándalo. Dedicándose los últimos quince años a montar empresas de software que daban servicio de apoyo a grandes multinacionales en los temas de informática y de internet. Realmente aprendí más de ordenadores y sus programas en esa comida que en diez años de trabajar con robots en una fábrica japonesa.
        Aprovechando que tenía a mano a alguien tan instruido a nivel de nuevas tecnologías, lo usé para intentar que me confirmase si las palabras póstumas de mi difunto amante japonés tenían algún sentido práctico.
        -¿Cuál de los formatos de video acabará imponiéndose, el VHS o el Beta?- Preguntó Lidia pretendiendo hacernos creer que entendía algo sobre el tema.
        -Lamento decirte que antes de diez años habrán desaparecido del mercado los dos sistemas y serán sustituidos por sistemas digitales del tipo DVD.- Dijo Thomas con cierto aire de disculpa. Hay que tener en cuenta que el formato DVD en ese año ya existía, pero eran unos discos compactos enormes y muy aparatosos. Aunque en los USA ya se comercializaba el sistema actual de DVD, la gente de calle de Palamós no vería uno de esos disquetes hasta casi el año 2000.
        -¿Y qué haremos con los aparatos y todos las cintas de video que tenemos en casa?- Preguntó Lola totalmente desconcertada.
        -Pues lo que hace todo el mundo con los trastos viejos.- Dijo el americano sonriendo. -Lo guardareis en las estanterías de los muebles al lado del aparato de video durante un tiempo mientras os adaptáis al nuevo aparato digital, con la falsa ilusión de que ese sistema aun tendrá alguna utilidad en el futuro y al cabo de varios años descubriréis en un trastero todas las cintas y aparatos asociados al sistema de video que se habrán convertido en trastos inútiles y engorrosos.- Añadió ante la cara de sorpresa de todos los comensales. -En realidad es una estrategia de mercado a medio plazo genial. Tened en cuenta que cuando os hayáis adaptado al nuevo sistema de DVD, las grandes multinacionales del consumo de electrónica domestica ya tendrán a punto otro formato para obligaros a cambiar televisiones, sistemas de almacenamiento de películas y reproductores cada cinco o diez años.-
        -Entiendo, y supongo que con los teléfonos móviles sucederá lo mismo.- Dije yo.
        -En efecto.- Dijo mostrándome su teléfono móvil. -Este aparato lleva incorporada una pequeña cámara fotográfica y una pantalla, es de lo último en tecnología digital y me permite descargar las fotos en mi ordenador personal.- Todos nos quedamos alucinando con la sofisticación de ese teléfono que parecía un hibrido entre mando a distancia y ladrillo. -¿Conocéis la serie de televisión Star Trek?- Preguntó, asintiendo todos con la cabeza. -Pues la tendencia comercial consiste en que los teléfonos móviles se vayan pareciendo cada vez más a los “Tricordes” de esa serie, con infinidad de aplicaciones y funciones incluidas.-
        -No creo que eso sea así.- Dijo Nuria. -Estos aparatos son carísimos, y la mayoría de la gente no podrá permitírselos.-
        -Sí, en este momento sí que son caros, ya que la mayoría de los aparatos que aparecen en el mercado son prototipos de exploración de posibles cupos de venta, pero cuando la producción sea masiva los precios bajaran mucho. Una cosa que tienen a su favor es que es un tipo de tecnología muy barata de producir.- Sentenció Thomas dejándome con una gran preocupación en el cuerpo, pues de golpe acababa de entender exactamente a qué se refería Hikaru en el mensaje póstumo que me hizo llegar dentro de la muñeca de porcelana.
        Después, la barbacoa siguió con los temas habituales, nos pusimos al día sobre los chafardeos locales y Miquel nos contó algunas curiosidades de Los Ángeles. Hacia las cuatro de la tarde “La Cuca” y Lola se fueron pues tenían obligaciones laborales que atender y Thomas parecía que se estaba indisponiendo, así que Lidia, la enfermera del grupo, propuso que se retirase a descansar y tomase su medicación. -¿Medicación?- Me pregunté.
        A las cuatro y media solo quedábamos en casa Nuria, Darío y yo. -¿Qué le pasa a Thomas?- Le pregunté a Nuria esperando que me aclarase porque se ahogaba tanto y tenía a veces la piel tan violácea.
        -Tiene problemas de corazón.- Me dijo muy seria.
        -Problemas tipo me puede dar un infarto en cualquier momento o del tipo me enamoro de quien no debo.- Si, ya lo sé, sonaba excesivamente sarcástico, pero es que me estaba refiriendo al novio de Miquel.
        -Del tipo: Miquel puede quedarse viudo en cualquier momento.- Dijo Nuria mirándome con cara de mala leche. -¿Por qué sois tan malas entre vosotras las mariquitas?- Añadió molesta.
        -Es que se me hace extraño ver a Miquel en una relación con alguien tan… dependiente.- Dije con tono de preocupación.
        -Ya sabes cómo es Miquel, siempre necesita tener relaciones muy intensas.- Dijo Nuria mientras Darío nos miraba muy atentamente sin decir ni mu.
        -¿Y el que esté podrido de pasta no influye para nada?- Yo volvía a ser malo.
        -Supongo que algo estará influyendo, pero tienes que entender que Miquel en los USA tiene la misma consideración que tienen aquí los inmigrantes ilegales que vienen a trabajar en la construcción. El que estén aquí intentando solucionar su situación legal en Los Ángeles dice mucho de la implicación de los dos en la relación que mantienen.- Dijo Nuria muy complacida.
        Dando por concluida la autopsia a la relación de Miquel y su novio, nos dispusimos a recoger la mesa y limpiar un poco la terraza y la cocina. Nuria se apropió del fregadero y no nos dejó limpiar ni un plato, tal y como solía hacer siempre. Eran las siete cuando nuestra amiga se despidió. Insistimos en llevarla hasta su piso, pues su bloque estaba al otro lado del municipio, pero ella se empeñó en ir dando un paseo, pues quería ir un ratito a la playa para mojarse los pies y sentarse en la arena. Insistí en que al menos Darío la acompañase por el trozo del paseo marítimo, me hacía cosa dejarla ir por ahí con ese barrigón sin que nadie le diese apoyo.
        Cuando salieron yo me dediqué a preparar los trastos de Dragg Issis para esa noche.
        A las ocho y media cuando Darío regresó, yo ya tenía todos los trastos cargados en el FIAT Punto de color lagarto. -Por lo que parece, al final las cosas le han ido muy bien a Miquel en América.- Dijo mi chico rubio muy complacido mientras entraba en el coche.
        -No te dejes impresionar.- Le dije. -Los arboles no te dejan ver el bosque.-
        -¿A qué te refieres?-Preguntó Darío.
        -Una cosa es verlos cara a la galería, donde los dos se comportan como lo que se esperaría de una pareja ideal.- Dije yo al poner en marcha el automóvil.
        -¿Quieres decir que todo es una fachada?-Preguntó mi chico desconcertado.
        -Ignoro qué tipo de relación tienen esos dos, pero una cosa tengo clara: Thomas a Miquel lo tiene contratado como cuidador personal o enfermero.- Sentencié. -Lo de meterse en su cama no tengo ni idea si está incluido en el contrato o no.- Darío me miraba con la cara muy seria y sin contestarme. -Me preocupa mucho que todo esto acabe en un baño de lágrimas.- Concluí.
        Eran las nueve y en pocos minutos Dragg Issis aparecería de nuevo y tendría toda la noche para lucirse y ser el centro de la fiesta. Nadie debía de notar lo tremendamente preocupado que estaba por un amigo que no había parado de cagarla en todo lo que había hecho desde el momento en que lo conocí hacía ya ocho años.


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        Una buena amiga siempre me decía: Nada es tan efímero como la ciega felicidad de los amores imposibles.

        Imagen: Eriko Stark


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