domingo, 22 de octubre de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO. (Fragmentos del diario de un directivo japones.3 (Carta de despedida de Hikaru Yamahaka a su amante))

FRAGMENTOS DEL DIARIO DE UN DIRECTIVO JAPONES.3 (Carta de despedida de Hikaru Yamahaka a su amante).

        No sé muy bien cómo debo empezar esta carta. La verdad es que no estoy acostumbrado a escribir este tipo de misivas. Normalmente redacto informes a mis secretarios, pero este mensaje es demasiado personal para permitir que otra persona lo escriba por mí. Así que te pido disculpas por adelantado por los errores que pueda cometer en la redacción y espero poder plasmar exactamente cuáles son mis sentimientos e intenciones.
        Hoy es siete de enero de 1995. Esta mañana el maestro Akira Hukame, cumpliendo el plazo prometido, me ha entregado las dos piezas de porcelana que le pedí hace una semana. Son unas esculturas de una exquisita perfección y el trabajo de bordado que han realizado en el kimono es sublime. He colocado una de las muñecas de porcelana en un lugar especial en el porche de mi casa de Kioto. Recibe una luz indirecta durante todo el día y he colocado a su alrededor los doce bonsáis que he cuidado en los últimos veinticinco años. Cuando la nostalgia me invade, su presencia me reconforta y me recuerda que aún hay esperanza. La otra muñeca de porcelana, como ya habrás descubierto, era para ti.
         Pienso en ti constantemente, mi bello y joven artista. Creía que el tomar consciencia de haberte humillado y maltratado en mi despedida, haría que me fuese más fácil el pasar página y olvidarte. Pero el resultado ha sido el contrario del que esperaba… me siento culpable, ruin y mezquino. Solo puedo pensar en el daño que te he provocado y en como compensarlo.
        Es irónico, ya me había convencido de regresar a España para recuperarte, de hecho ya estaba preparando mi viaje de retorno, cuando el Doctor Ukemawa me ha informado de que me quedan pocos meses de vida. Y aun así, solo puedo pensar en que desearía pasar el poco tiempo que me queda a tu lado. Pero entonces me calmo y pienso que sería muy injusto transformarte en el enfermero de un moribundo. Realmente deseo que me recuerdes tal y como éramos en estas fotos que te envío, felices y deseosos el uno del otro, no como lo que empiezo a ser en este momento: la sombra de aquel hombre poderoso que fui.
        Es mi deseo informarte de lo que sucederá en el futuro más próximo en vuestra empresa. Es justo que lo sepas y así podrás entender por qué estoy actuando como lo estoy haciendo.
        Mi inmolación como Directivo del Consejo de Ejecutivo de la Casa Madre, debería traer como consecuencia una larga época de estabilidad en la filial de nuestra empresa en España, de la mano de mi hijo Klaus-Hiro. Él todavía no sabe que está destinado a controlar esta gran multinacional en un futuro próximo. Tiene la preparación necesaria para ser un gran Director General, pero todavía no entiende cual es la esencia que se esconde en el alma del consorcio empresarial. Sin duda tendrá curiosidad por conocerte. De hecho lo he preparado todo para que tenga la necesidad de conocerte. Si ejerces en él solo una pequeña parte de la influencia que me has realizado a mí, sin duda alguna empezará a desear amar a esta empresa.
        Puede que al principio la situación sea turbulenta: mis enemigos en el consejo de administración se envalentonaran con mi desaparición, mostrándose tal y como son en realidad al estar convencidos que mi hijo es débil de espíritu. Sus agresiones sin duda harán a Klaus-Hiro más fuerte, para que así aprenda a usar las armas que he dispuesto que le lleguen a sus manos de manera progresiva.
        Una vez se concluya mi plan, se podrá garantizar un periodo de tranquilidad en vuestra empresa de entre cinco y ocho años. Porque, y eso me rompe por dentro el alma, tus esfuerzos por salvar la empresa en la que trabajas solo permitirán darle una bocanada de aire y un poco de tiempo. Eso es así porque la viabilidad del planteamiento productivo de la fábrica de Girona es completamente obsoleto a largo plazo.
         La base de los beneficios de esa factoría, y que tan buenos resultados ha dado en los últimos veinte años, es una combinación de mano de obra relativamente económica junto con unos materiales asequibles y a bajo precio. Eso nos ha servido para introducirnos en un mercado que imponía grandes aranceles a los productos fabricados fuera de la Unión Europea. Podíamos así contentar a un público que pedía productos voluminosos, tecnológicos y de cierta calidad en la manufactura sin tener que importarlos de los países que realmente podían producirlos a unos precios verdaderamente bajos.
        En el futuro más próximo, la tendencia del mercado llevará a la desaparición de los aranceles de importación y acabarán por imponerse los productos altamente tecnológicos y con formatos muy pequeños y ligeros, que permitirán un fácil transporte. Es en este punto donde los sistemas de producción de vuestra empresa fallan por completo. Los directivos, no han invertido ni un céntimo en reconvertir la empresa en un modelo de fabricación de productos de alta gama y digitales. Están anclados en un modo de producción basado en el potencial humano, renunciando a la utilización de robots de alta tecnología aplicados a la producción.
        Esa carencia hará que en pocos años vuestros sistemas de producción sean totalmente obsoletos y no puedan competir con la oferta de mano de obra muchísimo más barata de otros países con economías emergentes.
        En previsión de lo que sin duda alguna sucederá, incluyo dinero suficiente para que puedas rehacer tu vida cuando el inevitable final de la empresa suceda. No es justo que después de lo que te has expuesto para luchar por nuestra empresa la única recompensa que recibas sea una carta de despido. Invierte bien ese dinero para que te asegure un futuro próspero. Por mi parte me despido convencido de que he hecho todo lo que estaba en mi mano para protegerte. Te deseo toda la felicidad y prosperidad del mundo.

        Hikaru Yamahaka.


        Después de leer la carta quedé totalmente abatido. No entendía nada, se suponía que habíamos ganado los buenos: Klaus tenía todo lo necesario para poner de rodillas a todos los directivos del Japón y aun y así eso no sería suficiente para que la empresa sobreviviese más allá de ocho años… -No era justo.-
        Me senté en el sofá mirando a mí alrededor, intentando imaginarme a que se refería Hikaru cuando hablaba de los productos altamente tecnológicos. Para mí en ese momento la alta tecnología era sin ninguna duda el reproductor de video y el televisor de cuarenta pulgadas con sonido envolvente, que podía conectarlos con el enorme equipo de música de módulos independientes con Compac Disk, amplificador, ecualizador, grandes altavoces de madera lacada, doble platina de cassete, y tocadiscos de discoteca.
        Él no va más de la tecnología a la que había tenido acceso en ese momento, en mis posibilidades económicas, era la antena parabólica que me había hecho instalar, dirigida al satélite ASTRA y que usaba para ver y grabar el único canal gratuito al que podía acceder: la MTV. Otra de las filigranas tecnológicas que veía venir con fuerza eran los teléfonos móviles, pero en ese momento no le veía una utilidad real, aparte de seguir como un borrego a la moda tal y como hacían la mayoría de los “Pijos” del momento.
        En ese momento me parecía imposible que los ordenadores saliesen de las oficinas o talleres y entrasen como un electrodoméstico más en todas las casas y escuelas. La palabra internet tan solo aparecía en los comics, novelas y películas de ciencia ficción americanas, donde algunos privilegiados y empresas ya empezaban a usarlo. Pero en mi mundo real de 1995 lo único que conocíamos de esas complicadas tecnologías eran los E-Mails que enviaban desde Japón a los directivos de la empresa y, sinceramente, nos parecían extraños y ciertamente irreales.
        Como comprenderéis, la idea de televisores planos, sonidos envolventes con altavoces mínimos, y todas las características de video, sonido, fotos y archivos de datos concentrados en un PC o un teléfono móvil me sonaban más a Star Trek que a productos de centro comercial (tal y como lo entendemos ahora).
        Ante el gran desconcierto que tenía en ese momento solo me quedó clara una cosa: A la fábrica le quedaba tan solo cinco años de vida.
        Quería pensar que el disponer de esa información me daba alguna ventaja sobre el resto del mundo, pero de golpe el terror invadió mi mente. Llevaba varios años deseando que me echasen a la calle para poder cobrar el subsidio de desempleo y poder acabar mis estudios de arte, pero en el momento en que tuve la certeza de que eso sucedería con una fecha límite, empecé a cuestionarme todos mis planes mientras una terrible ola de inseguridad invadía todos los poros de mi cuerpo. -¿Qué había cambiado para que yo reaccionase de ese modo? si yo siempre había estado bastante seguro de mí mismo en ese aspecto.- Sin duda alguna mi relación con el Sr. Hikaru Yamahaka había tenido algo que ver en este cambio de actitud.
        Para poder entender un poco todo lo que me contaba mi examante en la carta, durante varios días dedique cierto tiempo a investigar algunas de las cadenas auxiliares, concretamente las que se dedicaban a terminar de montar las placas de circuitos integrados de los equipos electrónicos que fabricábamos en la empresa. Conocía bien el departamento, durante varios años me había encargado del proceso inicial de esa sección, estando al cuidado de las insertadoras automáticas de componentes. Esas máquinas, aunque muy sofisticadas, no dejaban de ser verdaderas antiguallas que básicamente colocaban puentes (algo parecido a grapas), resistencias, diodos y bobinas, vamos las piezas más simples y voluminosas de las placas.
        Al observar a las chicas que insertaban los chips y circuitos integrados entendí a qué se refería Hikaru cuando hablaba de la obsolescencia de nuestra empresa. Los chips solían ser pequeñas piezas muy delicadas de entre medio y dos centímetros, con infinidad de patitas metálicas que tenían una posición muy determinada en la placa. Era muy complicado colocarlas correctamente y a eso se le añadía el que las patitas metálicas muy a menudo se doblaban o no entraban en su posición correcta, error que provocaba que todo el aparato no funcionase correctamente. Fue en ese momento que me vino a la mente una escena de la película “Acoso”, con Demi Moore y Michael Douglas como protagonistas, en esa escena el personaje protagonizado por Demi Moore se paseaba por una cadena de montaje similar a las que teníamos en la empresa, donde unas mujeres vestidas con el típico sari indio y largas melenas trenzadas intentaban colocar de manera muy complicada y a mano, unos chips muy parecidos a los que usábamos nosotros. Esa escena servía para demostrar la inocencia del protagonista, pues sus órdenes habían sido que esos chips de alta tecnología debían de ser colocados de manera automática y en atmosferas muy controladas, cuando en realidad se colocaban del mismo modo que hacíamos nosotros: a apretones y manualmente.
        En ese momento me di cuenta de que la empresa no dejaba de ser un mega taller donde solo colocábamos tornillos y ensamblábamos piezas muchísimo más sofisticas que en realidad se fabricaban en Japón, China o el Reino Unido. Las únicas piezas originales que se realizaban en la zona eran algunas cajas de madera, piezas de plástico, embalajes y poca cosa más... Algo me decía que se seguirían produciendo aquí hasta que desde el gobierno se endureciesen las normativas de protección del medio ambiente.
        Ante semejante panorama llegué a la conclusión de que debería tener una charla con Klaus-Hiro y pedirle explicaciones sobre lo que Hikaru contaba en la carta. Aunque no le mostraría la carta original, sino la traducida por mí, obviando la parte que hablaba de los cuarenta mil dólares, se trataba de ser honesto, pero no tanto.
        Estábamos a veintidós de mayo y el verano ya nos llamaba desde el otro lado de la calle. Darío en menos de media hora llegaría de las prácticas de trabajo en la peluquería RIÇÇO’S y yo me preguntaba sobre la conveniencia o no de contarle todo lo que había descubierto en el mensaje póstumo de mi examante a mi actual pareja. -Ya se lo contaré otro día, cuando tenga las ideas más claras.- Pensé. Y empecé a recoger los trastos de la mesa del comedor.

        Posdata:

        Dicen que la realidad siempre supera a la ficción: Para muestra un botón.





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