viernes, 28 de abril de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Semana Santa, una muñeca de porcelana japonesa y yo mismo.4-Rumores, sospechas y componentes)

SEMANA SANTA, UNA MUÑECA DE PORCELANA JAPONESA Y YO MISMO.4 (Rumores, sospechas y componentes)


        Estábamos a lunes. El lunes de semana santa. Cuando sonó el despertador a las seis y media, Darío se hacía el remolón, de hecho, él ya estaba de vacaciones y el levantarse tan temprano para irse a su casa a seguir durmiendo no le apetecía absolutamente nada. Sin demasiado entusiasmo le dejé una copia de la llave de casa para que pudiese seguir durmiendo a pierna suelta mientras yo me iba a trabajar hasta las cinco de la tarde a la empresa multinacional. No me iba tranquilo, aún no tenía la confianza suficiente con ese chico como para dejarlo solo en casa con las llaves para que pudiese entrar y salir a su aire.
        La semana pasaría rápido pues solo trabajaríamos de lunes a miércoles. Había muchísima gente en la empresa que estaba cambiado horas extra por días de fiesta, hacer diez días de vacaciones seguidos era muy tentador. Ese era el motivo por el que, de las seis cadenas de producción había dos de paradas. El mismo porcentaje se aplicaba a la sección de control de calidad, por lo que me encontré solo haciendo los chequeos rutinarios, pues María había sido requerida para sustituir a alguien que estaba de vacaciones.
        Al encontrarme solo de nuevo en el antiguo almacén de control de calidad no pude evitar que me viniese a la memoria todo lo que había sucedido allí, desde el intento de estafa al Sr. Hamahaka hasta el primer beso que le di a Álvaro. Me estaba distrayendo y se me acumulaba el trabajo. El día pasó rápido, a las cuatro y media cuando le presenté el informe del día a mi superior, descubrí con sorpresa que Álvaro no estaba, teniendo que entregar las fichas de los controles horarios a Tomás, el segundo al mando. -Vaya… ¿ahora estas de jefe?- Le pregunté con curiosidad.
        -Sí, estos tres días sustituiré a Álvaro.- Me dijo muy orgulloso.
        -Vaya, por lo que parece el jefe se ha ido de vacaciones.- Dije con ironía.
        -Bueno, es más bien un viaje de trabajo, se ha ido diez días al Japón para unos cursillos de adaptación a su cargo.- Me explicó Tomás presumiendo de la confianza que le demostraba el jefe de sección.
        -Entiendo, Klaus ha tenido que volver a Japón y se ha llevado a su putita para no tener que ir de caza por ahí.- Pensé sorprendiéndome a mí mismo completamente alterado por el ataque de mala leche que acaba de tener.
        No entendía el porque me enojaba tantísimo descubrir que la historia entre Klaus y Álvaro parecía funcionar la mar de bien. Me daba la sensación que por más que lo intentase jamás podría aceptar el modo tan abrupto como se rompió nuestra relación. Sin duda alguna era por eso que, el solo hecho de que ese pelirrojo pudiese ser feliz con otra persona me ponía totalmente de los nervios.
        Cuando llegué a las cinco y media a casa estaba tan alterado por la mala leche que llevaba encima que creía que en cualquier momento podría explotar y llevarme a medio municipio por delante. Lo último que me esperaba al entrar en casa era un café con pastitas y a un chavalín rubio esperándome totalmente orgulloso de haber dejado la casa como los chorros del oro.
        El pobre Darío había limpiado y fregado toda la casa, había recogido toda la ropa y había hecho tres lavadoras, colgando toda la ropa en los tendederos. El cuarto de baño y la cocina relucían como nunca lo habían hecho antes y la terraza estaba recogida y completamente barrida. Se me pasó la mala leche de golpe, y mientras tomábamos un capuchino juntitos, llegué a la conclusión de que no podía envidiar a Álvaro por quedarse con el Director General de la empresa multinacional, pues en el reparto, a mí me había tocado la mejor chacha del mundo. Tengo que reconocer que después del café me liberé de todo el stress que traía de la fábrica maltratando un buen rato el culo de Darío.
        A las ocho y media de la noche, ya mucho más relajado llevé a mi amante rubio al PACHA, esa noche y las dos siguientes trabajaría llevando él solito la barra de Tatiana. El Sr. Roure había decidido abrir todos los días con el mínimo de personal. Como yo tenía que trabajar hasta el miércoles en la empresa, le había dejado todo el protagonismo del espectáculo a Dragg Essencia. Les acompañé durante el trayecto de promoción y a la cena (pagando yo mi parte). A las doce los despedí y me fui para casita para ponerme a dormir.
        Esa noche volví a soñar con Hikaru, esta vez volvía a ser Dragg Issis con el kimono azul con ribete rojo corriendo con las plataformas de veinte centímetros por un interminable jardín de estilo japonés, con puentes blancos sobre un larguísimo riachuelo y bonsáis por todas partes. Al estilo de la escena del jardín de invierno japonés de la película de Quentin Tarantino “Kill Bill” donde Uma Thurman y Lucy Liu se batían en un duelo a muerte con katanas. Continuamente me encontraba con un salto de agua que hacía golpear un trozo de bambú: chapoteo de agua… ¡CLAC!... chapoteo de agua… ¡CLAC!... chapoteo de agua… ¡CLAC!... Ese sonido se repetía continuamente en mi cabeza mientras corría por ese jardín sin fin.
        Al final, llegaba hasta una higuera que había crecido en forma de cueva, Hikaru se encontraba sentado debajo del árbol, al estilo de un buda con la posición del loto, vestido con un kimono masculino de color azul oscuro. Al verme, me hacía una señal con la mano derecha para que me parase y con la izquierda cogía una espada corta y se la clavaba en el vientre realizando los movimientos típicos del harakiri. Yo le gritaba que se detuviera, pero no salía ningún sonido de mi boca. Sin mostrar ninguna muestra de dolor en su cara, volvía a adoptar la posición de loto mientras su sangre se derramaba sobre las losas de mármol del suelo escribiendo alguna palabra en caracteres japoneses que me era imposible de entender o descifrar. Al volver a levantar la vista Klaus-Hiro estaba al lado de su padre y con un golpe certero de espada le cortaba la cabeza. Fue en ese momento que me desperté al oír el ruido que hacía Darío abriendo la puerta de la entrada.
        Había olvidado que le había dado una copia de las llaves de casa. Me acosté pensando que se iría a dormir a casa de su madre. Ahora estaba en mi casa a las cinco y media de la mañana, y en una hora yo me tendría que levantar para irme a trabajar. -Mierda.- Pensé.
        -Hola amorcito.- Dijo mi amante mientras se desnudaba y se metía en la cama. -Sigue durmiendo que yo me pongo a tu lado.- Añadió.
        -Y una mierda.- Pensé yo. - Falta una hora para que suene el despertador. Ya que te tengo aquí y me has desvelado, te vas a enterar de lo que vale un peine.- Pensaba mientras me abalanzaba sobre ese joven con la correspondiente erección matutina de turno.
        A las siete me iba de casa hacia la fábrica dejando a Darío completamente exhausto durmiendo en mi cama.
        Una vez en la empresa, a media mañana, hice un viaje paseando hasta el almacén de componentes, necesitaba algunos recambios, pues habían salido algunos aparatos con defectos que precisaban la sustitución de alguna pieza. Al circular entre las cadenas de montaje me di cuenta de lo rápido que había vuelto toda la empresa a la rutina anterior a la gran auditoría de enero.
        Me llamaba la atención el que se estuvieran clausurando de nuevo las cadenas auxiliares y se volviese a externalizar la sección de las piezas premontadas. -Uiixxh.- Pensé. -Como me jode tener que darle la razón a Álvaro, al final todo volverá a ser igual que como estaba antes de la inspección del Sr. Yamahaka.- Y sin darle más vueltas al tema entré en el almacén con el carrito. Una vez dentro me llamó muchísimo la atención lo vacía que se veía esa sección.
        Normalmente al inicio del año nuevo fiscal japonés, que solía coincidir con los últimos días de marzo o los primeros días de  abril, se solían hacer las primeras pruebas de producción de los nuevos diseños de los modelos a fabricar durante el resto del año y en consecuencia, los almacenes de componentes eran un caos de dimensiones cósmicas, ya que al material para la producción diaria normal se le solían incluir los millones de componentes de los nuevos productos a fabricar.
        Me dio muy mala espina. Sin querer ser pájaro de mal agüero, el que no hubiese nuevos productos a fabricar era muy mala señal, significaba que en tres o a lo sumo cuatro años no tendríamos pedidos de fabricación, porque ese era el tiempo de vida que solían tener en el mercado los modelos de todos los aparatos que se producían en la fábrica. Decidí consultarlo a Andrea cuando la viese a la hora del almuerzo.
        Pero a la una del mediodía, Andrea no se nos acopló como de costumbre para ir a comer. Cuando pregunté a las demás mosqueteras por ella, me contaron que estaba reunida con todos los miembros del comité de empresa porque tenían que presentar un informe de sus actividades a la empresa madre del Japón, y eso les podría llevar varios días.
        Decidí entonces sondear a Eugenia. Tal y como recordaba, la sección de las máquinas insertadoras de componentes electrónicos eran las primeras en notar la llegada de los nuevos modelos, pues tenían que reprogramarse completamente para que se adaptaran a las nuevas medidas de todos los componentes de los nuevos diseños.
        -¿Tenéis mucho follón con las placas de los circuitos de los nuevos modelos?- Le pregunté del modo más inocente que pude.
        -¿A qué te refieres?- Dijo Eugenia sin saber de qué le estaba hablando.
        -Normalmente en abril solíamos ir de puto culo con las producciones para los nuevos modelos que se tendría que fabricar a partir de Mayo.- Dije poniéndola en situación. -¿Me estás diciendo que aún no habéis empezado a preparar los nuevos modelos?-
        -Ni a mí ni al chico del otro turno nos han dicho nada de preparar piezas para ningún modelo nuevo.- Me dijo Eugenia confirmando todas mis sospechas.
        Decidí no insistir más en el tema, porque empezaba a ver que mi amiga se estaba preocupando. Durante las horas de la tarde, hasta las cinco, seguí dándole vueltas al tema sin llegar a ninguna parte. Cuando faltaban cinco minutos para salir, apareció Andrea en mi sección, parecía muy molesta. -Oye… ya está suficientemente alterado el gallinero, como para que vayas tú y todavía infundas más miedo en la gente.- Me dijo muy alterada. Por lo que parecía, Eugenia le había ido a preguntar por el tema de los nuevos diseños.
        Me la quedé mirando con cara de circunstancia y le dije: -Entonces es cierto, en cuatro años esto se va a la mierda.-
        -Aquí todos estamos luchando para que eso no suceda, y no ayuda en nada que haya alguien gritando al desastre.- Me dijo muy seria. -Te has empeñado en no ayudar en nada, pero, por lo menos déjanos al resto que luchemos como podamos.- Añadió.
        -Un momento.- Dije. De golpe el desconcierto empezaba a transformarse en cabreo. -A qué cojones te refieres.-
        -No me vengas ahora haciéndote el inocente, en administración todo el mundo sabe que si te hubieses cerrado la bragueta y la boca no estaríamos en la situación en la que estamos.- Ahora sí que Andrea estaba muy molesta y a mí ya se me había subido la mosca a la nariz.
        Respire hondo, y medité muy seriamente que le iba a contestar a mi amiga. Tenía que encontrar las palabras precisas para ponerla en su sitio sin parecer resentido. -Sabes qué es lo que más lamento.- Le dije. -Que te consideraba una buena amiga, eres la única persona de esta empresa a quien le confiaría mi vida. Que te pongas de parte de esos hijos de puta no me lo esperaba de ti.-
        -No lo entiendo.- Dijo Andrea. -¿Porque no aceptaste el cargo de jefe de control de calidad? Era la única condición que habían impuesto desde la casa madre para seguir adjudicándonos nuevos modelos a fabricar.-
        De golpe sonó como un frenazo en mi cabeza. -Entonces… si mi amiga no estaba aludiendo a mi relación con el Sr. Yamahaka ¿a qué diablos se refería Andrea?- Pensé.
        -No entiendo nada.- Le dije. -¿Qué quieres decir con tener la bragueta cerrada?- Le pregunté.
        -No has aceptado el puesto y has impuesto a tu pareja para el cargo.- Dijo un poco desconcertada. Yo respiré aliviado al descubrir que no había trascendido nada aun de mi relación con Hikaru.
        -No te has enterado de nada.- Le dije riéndome. -Sí, yo me negué a aceptar el cargo, pero lo hice porque era consciente de que no tenía la preparación adecuada para ejercerlo.- Le aclaré a la presidenta del comité de empresa. -En cuanto a Álvaro, a la que vio la oportunidad, salió corriendo de mi cama para meterse en la cama del director general y así asegurarse el cargo para él solito.- Añadí consciente de que acababa de escupir un montón de veneno sobre mi ex pareja.
        En ese momento la cara de Andrea se desencajó, estuvo balbuceando un momento y después me dijo: -Dios mío, lo siento mucho, corren muchísimos rumores en administración y ese era el más consistente. Me siento la persona más ruin del mundo. Tienes razón, tenía que venir a preguntarte a ti desde el primer momento en vez de creerme los chismes que corren por la empresa.- En ese momento sonaba la sirena que anunciaba el final de la jornada laboral y yo solo quería alejarme de nuevo de toda la mierda que se volvía a generar a mi alrededor. Salí a toda prisa de la nave del almacén de producto acabado seguido de cerca por la presidenta del comité de empresa y me dirigí a toda prisa a mi coche. Ni tan siquiera fiché a la salida. Me alejé lo más rápido que pude de ese mundo de ladrones e hijos de puta.
        Al llegar a casa me encontré con Darío en el comedor comiéndose una pizza. Haría una hora que se habría levantado. Al verme tan abatido me dijo: -Vaya… ¿Un mal día en el trabajo?- Tenía todos los labios sucios de salsa de tomate y llevaba puesto solo los calzoncillos, me hizo mucha gracia la imagen y de golpe olvide todos mis problemas y me centré en ese chico guapísimo que me sonreía desde la mesa.
        Más tarde, mientras tomábamos un café, le sugerí a mi amante que esa noche fuese a trabajar al PACHA con su moto, pues yo no tenía el cuerpo para volver a dormir solo cinco horas. Fue entonces cuando me recordó que estaba trabajando de noche para poder pagar la reparación de su vehículo, pues se le había escacharrado no sé qué parte del motor. -Ufff… cuando tengo carencia de sueño se me olvidan las cosas.- Así que, a las ocho y media lo acompañé con mi coche a la discoteca y a las diez ya estaba durmiendo como un lirón.

        Posdata:
        Hay veces que tengo la sensación de que mi vida es un autocar sin frenos a toda leche por una pendiente que acaba en un precipicio.




No hay comentarios:

Publicar un comentario