miércoles, 22 de marzo de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Tranquilidad prevacacional y fiestas de despedida)

TRANQUILIDAD PREVACACIONAL Y FIESTAS DE DESPEDIDA.

        Era sábado. La fiesta de reinauguración del viernes en la discoteca ATENA’S, por lo que parecía, había sido un fracaso. Y a juzgar por el enorme aforo que estábamos teniendo ese sábado en el PACHA (rozaba el cien por cien), empezábamos a plantearnos si podría ser posible que la existencia de dicha competencia hiciese que nuestro local se llenase más de lo habitual, ya que la tendencia natural debería de ser que la clientela  se repartiese entre los dos locales.
        La sorpresa más grande nos la llevamos a las seis y media de la mañana, mientras desayunábamos en el Bar Paco. Mientras me estaba comiendo el cuerno de un croissant, se me acercó un chico de unos treinta años y me entregó un book de fotos, pidiéndome que se lo hiciese llegar al propietario del PACHA, ya que en la discoteca le habían dicho que ahora quien se encargaba del tema de la elección de nuevos artistas era yo. Sin comprometerme a nada, acepté el book y cuando se hubo marchado, todos nos afanamos en chafardearlo. Resultó ser la desagradable Dragg Queen que nos había increpado la noche anterior. -Juder. Que rápido se le han bajado los humos.- Dijo Tatiana.
        Por lo que parecía, la aventura comercial del ATENA’S había tocado fondo muy rápidamente y todos los implicados estaban abandonando el barco como las ratas en un naufragio. Mis compañeros se alegraban como si de una batalla ganada se tratase. Yo no las tenía todas conmigo. Sí, estaríamos tranquilos hasta Semana Santa, que era cuando casi toda la competencia se ponía en marcha, pero, me preocupaba que, ahora que ya se había hecho una gran inversión poniendo el local al día, se juntasen con alguno de los grupos de animación o productoras al estilo MATINEE, nacidas a la sombra del éxito de las grandes discotecas de Ibiza. Contra esa competencia nosotros no teníamos nada que hacer, pues éramos solo unos principiantes comparados con la experiencia en organizar eventos de esa gente.
        Por fin, ese domingo despertamos juntos Darío y yo. Sin incidentes del tipo “ex novios entrando en casa sin pedir permiso”. Aunque, claro, era inevitable el aporreamiento de la puerta por parte de Miquel a las tres del mediodía. Sería algo que echaría de menos cuando, dentro de un par de semanas, se fuese a los USA al encuentro de su novio americano, responsable final de toda esta esta historia de emigración transoceánica.
        Eran las tres y estábamos el sustituto de Álvaro y yo tomando un café con unas magdalenas en el comedor de casa, Miquel, como he dicho aporreaba la puerta, y yo, viendo que era muy posible que el ignorarlo surgiese efecto, decidí abrirle la puerta. -Te vas a reír de lo lindo.- Dijo Miquel entrando en tromba como siempre. -Por el pueblo corre el rumor de que te has liado con el hijo de Piluca la Ferretera.- Quedándose mudo al ver a quien tenía desayunando en calzoncillos en el comedor.
        -Ya que estas aquí… ¿Te apetece un café?- Le dije con tono irónico mientras me acercaba a Darío y le daba un beso en los labios, quedándonos los dos mirando a un estupefacto Miquel que no podía creerse lo que estaba viendo.
        -Y luego, todo el mundo me trata de promiscuo y putón verbenero a mí.- Refunfuñaba mi amigo mientras se ponía tres cucharadas de azúcar en un café cargadisimo. -Por lo que veo, en dos semanas tu mundo pasa del caos total a una película de Walt Disney.- Añadió con tono un poco molesto. -Y esta monada ya sabe en que fregao se está metiendo.-
        -Hombre… ya se ha encontrado a solas con mi ex aquí, y fue un show al que solo le faltaba una piscina de barro.- Dije mientras nos reíamos los dos.
        Miquel había venido para invitarme al cine esa tarde, a lo que accedimos los dos. Así que tuvo que pagar tres entradas. Después para compensarle le invitamos a cenar en el restaurante asiático tipo “WOK” que había en el mismo complejo de los cines.
        Darío había llamado a su madre para avisar que no pasaría por casa en todo el día y se quedó a dormir conmigo también la noche del domingo (por lo visto le estaba cogiendo el gustillo a eso de dormir acompañado).
        El lunes nos despertamos a las seis. Nos duchamos juntitos y después de desayunar un poco, Darío se fue hacia su casa y yo me fui a la fábrica. Llevaba dos cajas con todas las cosas que había encontrado por casa que podrían pertenecer a Álvaro e iba con la firme decisión de dejárselas sobre la mesa de su nuevo despacho. Cosa que hice nada más llegar.
        Después de la gimnasia japonesa y el meeting de Álvaro (que por cierto, no me miró a la cara ni una sola vez) nos entregamos María y yo, a la ardua tarea de chequear todos los aparatos sospechosos de tener alguna imperfección. Durante las tres semanas siguientes, la monotonía fue una (agradecida) constante en mi puesto de trabajo. Después de las incomodas situaciones que se produjeron con las mosqueteras durante mi traumática separación de mi ex pelirrojo, yo ganaba, y me quedaba con mis antiguas amigas por abandono del contrincante. -Estaba convencida de que acabaríais arreglando vuestras diferencias.- Me dijo Eugenia, un poco contrariada por el cómo se estaban sucediendo los acontecimientos.
        -Ahora tiene otra cosa más importante que llena su vida.- Le contesté con cara de ironía. -Su trabajo.- Sentencié ante la expresión de extrañeza de las chicas.
        La semana, aunque monótona, pasó rápidamente, con las únicas notas de color que me proporcionaban las visitas nocturnas de Darío. No me planteaba que tipo de relación teníamos o queríamos tener, ni me apetecía. Estaba tan asqueado de la sacrosanta pareja estable que, simplemente, me lo pasaba bien con ese chico y todas las demás consideraciones me parecían superfluas.
        Habían pasado ya dos semanas desde el último (y fracasado) intento de Klaus para llevarme al catre y todo me hacía suponer que pronto tendría noticias suyas. Doce días sin saber absolutamente nada de él, eran muchísimos días. Estaba convencido que, sin duda, estaba haciéndose de rogar para intentar una nueva aproximación sorpresa en cualquier momento.
        El viernes siguiente, ya sin la presión de la competencia, me encontré con la paradoja de que casi todos los empleados del ATENA’S me pasaron solicitudes para entrar a trabajar en el PACHA. A las dos y media de la madrugada, mientras regresábamos con la limusina a la discoteca, tenía en mis manos ocho solicitudes de empleo, incluidos los books del resto de las Dragg Queens. Le pasé toda la información al Sr. Roure para que decidiese según su criterio.
        Para mi sorpresa el aforo de los viernes seguía manteniéndose estable. No daba señales de saturación y una manada de mujeres y hombres (Gais y no tanto) ávidos de vitorear y gritar, se arremolinaban en torno al escenario donde los sementales bailaban quitándose la ropa al ritmo de sus genitales. Y curiosamente, cada vez había más grupos de chicos heterosexuales.
        Por lo visto esa antigua ley no escrita de las discotecas, que dice que, si consigues llenar de chicas el local tienes asegurado un porcentaje equivalente al doble de hombres que pagarán las consumiciones que sean necesarias para conseguir ligar con alguna de ellas, seguía totalmente en vigor. Y, todo sea dicho, la visión de un hombre desnudándose eróticamente, ejercía una influencia en algunas mujeres equivalente al afrodisiaco más potente.
        El resto del fin de semana transcurrió sin ningún acontecimiento remarcable y la semana siguiente en la fábrica también. Tenía la sensación de que por fin había vuelto a entrar en esa rutina que tanto anhelaba recuperar. Esa tranquilidad se mantuvo hasta finales de marzo pues en abril, con la llegada en la segunda semana del domingo de Ramos, sin duda alguna, todo cambiaría. El lunes antes de ese día, le preparamos una fiesta de despedida a Miquel pues el jueves se nos largaba a Los Ángeles.
        Hasta ese momento no había tenido ninguna noticia del mestizo rubio. Empezaba a sospechar que ya se había cansado de mis evasivas y me estaba dejando por ser un caso imposible.
        -Que tranquilidad que tenemos en esta sección. Da gusto poder trabajar en estas condiciones.- Le comentaba a María mientras apuntábamos los datos en los informes del final de la jornada del primer lunes de abril. -Como lo echaba de menos.-
        -Pues no te acostumbres, el viernes regresará del Director General y veras como se acaba la tranquilidad.- Dijo mi compañera con tono burlón.
        -Ah, ¿Que estaba de viaje?- Pregunté con curiosidad.
        -Ufff… lleva casi tres semanas en el Japón. Todo el mundo piensa que habrá ido a presentar cuentas y a recoger nuevas normas y protocolos para putearnos.- Dijo María poniendo cara de circunstancia.
        -Mira tú, porque, no da señales de vida. A ver lo que tarda en aparecer por casa cuando regrese.- Pensé.
        Ese día decidí entregarle los informes yo mismo a Álvaro. La verdad era que se empeñaba en vestirse y comportarse como alguien mayor. Sin duda, le parecería que daba una sensación de responsabilidad al cortarse el pelo a lo marine y vestir siempre con camisa y corbata. -Aunque la mona se vista de seda…- Pensé mientras le dejaba el informe sobre la mesa. Fingió no verme y siguió con sus cosas en el ordenador. Me fijé en que las marcas de expresión de su cara se le estaban acentuando muchísimo. Su rostro ya casi había perdido todo rastro de esa imagen de semi adolescente que me encantaba, transformándose en la cara de un adulto estresado. Por un momento me vino la imagen del Sr. Cubiles, tecleando en el mismo ordenador y me sorprendí pensando en cómo era posible que el cargo pudiera hacer envejecer a alguien tan deprisa.
        A las cinco y media habíamos quedado con Nuria y Lidia en mi casa, para organizar la fiesta de Miquel. Habíamos hecho un fondo común para regalarle un juego de maletas nuevecito. Como el regalo era voluminoso, propusimos de quedar en mi casa para tomar una copa antes de ir a cenar y usar la reunión para entregarle el presente. A las ocho y media éramos Fede, Nuria, La Cuca, Lidia, Lola, Darío, yo y varios chicos y chicas más que conocía por haber coincidido con ellos acompañando en alguna ocasión a alguno de mis amigos, pero de los que desconocía sus nombres.
        Al llegar Miquel, hicimos el típico -¡SORPRESAA!- abriendo un par de botellas de cava y entregándole el regalo. Emocionado por tantas atenciones nos abrazó a todos y casi se le escapó una lágrima. Después, nos fuimos a cenar al CALZONE’S todos juntos. A medida que se acercaban los postres varios de los participantes, fueron yéndose, unos como La Cuca porque tenían que empezar a trabajar y otros por asuntos que no nos contaron. A los postres éramos los habituales más Darío. Fue entonces cuando Miquel se sentó a mi lado y me contó que no le había explicado a nadie el incidente con el japonés rubio. No quise parecer condescendiente diciéndole que, eso en ese momento ya importaba una mierda y me limité a agradecerle enormemente el gesto de que hubiese velado por mi buena reputación ante el mundo. Después de la cena, como el resto de los participantes a la mañana siguiente trabajaban, nos fuimos todos a casita. Como Darío no se despegaba de mi lado, deduje que esa noche también la pasaría en mi cama.
        Mientras regresábamos me vino a la mente que el viernes empezaría oficialmente la Semana Santa, sentía una mezcla de ansiedad y miedo a la espera de por dónde nos saldrían todas los locales de la competencia de la zona. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que estaba haciendo con el PACHA lo mismo que había hecho con la empresa japonesa. En los dos casos había cogido el trabajo como algo temporal, alargándose en el tiempo. Ahora me sentía parte de la empresa y estaba dispuesto a tomar partido en las decisiones que podrían hacer que el negocio siguiese triunfando o fracasase estrepitosamente. Y ese sentimiento me estaba produciendo un estrés extra al que no estaba acostumbrado.
        -¿Estas preocupado por tu amigo?- Dijo Darío devolviéndome de nuevo al planeta tierra. -Seguro que le irá muy bien.- Añadió.
        -Tengo demasiadas cosas en la cabeza.- Contesté mientras entrabamos en casa. -En cuanto a Miquel… estoy completamente convencido de que la está cagando estrepitosamente.-



        Posdata:
        Dicen que la sangre es más espesa que el agua y que el roce hace el cariño. A menudo me cuesta muchísimo distinguir donde empieza y acaba la definición de las palabras familia y amistad.






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