martes, 14 de marzo de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Postizos, pelucas, Darío y las Dragg Queens de la competencia)

POSTIZOS, PELUCAS, DARÍO Y LAS DRAGG QUEENS DE LA COMPETENCIA.


        Era lunes por la tarde, me encontraba descansando en casa, recuperándome del tremendo shock anafiláctico que, conscientemente, me había provocado durante la muy “elaborada” cita que el nuevo director general de la empresa multinacional japonesa me había preparado, en su empeño para convencerme de que volviese a meterme en su cama. El propio Klaus-Hiro, convencido de que era el responsable de la incomodísima situación que se produjo al comerme esa fresquísima sepia a la plancha en mitad del mediterráneo, me había disculpado ante la fábrica por no ir a trabajar.
        Dejando de lado lo hecho polvo que me dejó la medicación, esos dos días de baja que me correspondían gracias al exhaustivo informe que realizaron los médicos de urgencias, me sentarían de maravilla.
        Aunque, si para algo me sirvió el terremoto que monté en alta mar y los acontecimientos que se sucedieron en el hospital y en la casa de Klaus en Girona, fue el dejarme bien claro cuál era el motivo que había llevado a mi pareja a cambiarme por un modelo de novio de gama mucho más alta. Álvaro aguantaría lo que fuese necesario con el mestizo japonés para asegurarse su nuevo cargo y la sustancial mejora económica que ello suponía. Ante esa decisión, yo no tenía derecho a réplica y la única opción que me quedaba era asumir la nueva situación y seguir con mi vida. Y claro, llegados a ese punto, me sentía completamente liberado para cepillarme a cualquier tío bueno que se me insinuase, incluyendo el actual novio de mi expareja.
       Y hablando del mestizo rubio, la realidad era que, mi actitud distante y poco receptiva hacia la posibilidad de volver a liarme con él, lejos de amedrentarlo y frenarlo, le producía el efecto contrario, sintiéndose retado en el desafío de incluirme en esa especie de harén que me parecía que se estaba montando.
        Serían las cinco de la tarde cuando llamaron a la puerta, al abrirla aparecieron ante mí un par de operarios de la compañía de teléfonia, con la firme intención de, por fin, instalarme la línea de teléfono. Durante unas dos horas estuvieron entrando y saliendo de casa, taladrando las paredes e introduciéndoles cables. A las ocho ya tenía la línea instalada y operativa. Cinco minutos después, estaba llamando a todos los números importantes de mi libretita roja.
        Tenía la esperanza de que, con el teléfono instalado se acabarían las visitas sorpresa y los aporreamientos en la puerta de casa. Que equivocado estaba. A la que mis amigos se enteraron de que había pasado la noche en urgencias, se personaron todos en casa para tratarme como si estuviese convaleciente de una enfermedad terminal, y claro la guasa empezó a la que les conté las circunstancias del incidente en alta mar.
        Gracias al informe de urgencias, disponía de un día adicional para recuperarme, así que, el martes lo dediqué por entero a ordenar y limpiar mi casa, tampoco era plan que con la excusa de la enfermedad, me pillaran de paseo en la playa.
        Curiosamente, ese martes todos mis amigos me dejaron tranquilo. Pasé todo el día solo en casa, sin recibir ningún contratiempo ni visita hasta las siete de la tarde, hora en la que apareció por casa Darío. Vino con la excusa de hacerle un repaso a las pelucas de Dragg Issis, pero al final el repaso me lo hizo a mí. Como era habitual en él, a las once de la noche se vistió y se fue a dormir a su casa.
        El miércoles a las ocho de la mañana, ya de nuevo en la empresa multinacional, me encontré con mi sección repleta de palets de material para chequear. María se sintió aliviada al verme, pues ella sola no daba abasto. Por lo visto, el martes, durante dos horas apareció el mismo defecto grave en los aparatos que se chequearon de la tercera cadena de montaje. A las tonterías habituales de cada día se le habían sumado cinco palets de producto acabado a los que se les tenía que hacer un repaso exhaustivo de las características técnicas, por lo que la exploración de cada aparato era muy lenta.
        Al final de la jornada laboral, como María tenía prisa por salir, le entregué yo el informe de incidencias al nuevo jefe del departamento de control de calidad. Encontré a mi expareja rellenando papeles en el antiguo despacho de Yolanda. Conversamos un poco y lo percibí mucho más receptivo que el último día que hablamos.
        Después de cinco minutos de xarla intrascendente, sin venir a cuento me dijo: -Deberías de haberte acostado con Klaus.- Pillándome totalmente por sorpresa.
        -Perdona, se supone que esa decisión la tengo que tomar yo.- Le dije ofendido y poniéndome a la defensiva.
        -Es una persona muy persuasiva, conseguirá tenerte tarde o temprano.- Me dijo. -Hazte un favor a ti mismo y al resto de la gente que te rodea y no alargues esta situación demasiado.-
        -¿Esto es una amenaza?- Le dije con cara de mala leche.
        -Cógetelo como quieras, pero ten en cuenta que ese hombre si se lo propone puede putearte muchísimo.- Dijo Álvaro con tono amenazante.
        -Pues peor para él, porque a la que me sienta agredido, más lejos me pondré de su alcance.- Dije muy seguro de mí mismo. -Por cierto, ya puedes ir corriendo a su oficina a decírselo. Por lo que veo, ahora además de hacerle la cama, le haces de alcahueta ¿no?- Mi exnovio me miraba con cara de agravio, parecía muy molesto con mi actitud. -Ah, y otra cosa, a partir de ahora, si te tienes que dirigir a mí, que sea solo por asuntos relacionados con el trabajo, porque cualquier conversación que incluya algún tema personal lo consideraré acoso y te convocaré para hablar de ese tema en el departamento de personal junto con el comité de empresa, así que tú mismo.- Le dejé el informe sobre la mesa y me fui de allí muy molesto.
        Tenía la esperanza que la idea de tener que dar explicaciones sobre nuestra relación y su vida sexual hiciese que se lo pensase dos veces antes de volver a entrometerse en mi vida. Dado que tendría que seguir viéndolo en el trabajo, quería intentar por todos los medios que eso me afectase lo menos posible. De hecho me estaba reservando el contarle a Rosita como había conseguido el ascenso para cuando tuviese que volver a apretarle las tuercas, si es que seguía insistiendo en decirme como debería vivir mi vida.
        El resto de la semana paso rápido, entre las interminables revisiones de producto acabado y alguna visita de Darío por la noche. El viernes por la tarde, después de que el joven sustituto de Álvaro (en todos los sentidos) me hiciese uno de sus “repasos de peluquería”, nos desplazamos hacia el PACHA para trabajar esa noche. Otra velada más Dragg Issis seguiría actuando con las pelucas y postizos totalmente descuidados.
        Mientras me estaba maquillando en el camerino, quizás agobiado por la culpa de no haber podido atender el compromiso que había adquirido con mis pelucas, Darío me ayudó a acicalarme el pelo, consiguiendo con los postizos pelirrojos un resultado de lo más profesional, a pesar de los miles de enredos que acumulaban. En el reparto de publicidad éramos uno menos, ya que Sergio se había ido a trabajar a la competencia. Tatiana y su nuevo ayudante se estaban haciendo muy colegas, contándose confidencias y riéndose mucho. Mientras paseábamos por la zona comercial yo lucía un vestido de tubo de una tela negra brillante genial, que había conseguido en una tienda que vendían restos de serie para gordas, junto con la bisutería metálica plateada y el maravilloso postizo pelirrojo me sentía divina… hasta que descubrí por donde iría la contraoferta publicitaria del ATENA’S.
        Subiendo por el otro lado de la calle comercial pudimos ver al grupo de animadores de la competencia, sin duda alguna habían puesto a todo el personal a recorrer la calle, habían tres chicos tremendamente cachas y vestidos solo con un bañador plateado y botas militares, de esa misma guisa se paseaban tres chicas con enormes melones y melenas. -Se deben estar pelando de frio.- Dijo Darío. Tenía razón, nosotros íbamos más tapaditos y verdaderamente, nos estábamos helando, la temperatura debería estar bajando hasta casi el cero absoluto. Detrás de toda esa troupe aparecieron tres flamantes Dragg Queens, maravillosamente maquilladas y emperifolladas. Al cruzarnos una de ellas se giró y se me acercó, entregándome uno de los tarjetones de publicidad de la nueva discoteca, diciéndome: -A ver, petarda, aparta de en medio.- Cruzó entre nosotros y al rebasarnos nos increpó gritando: -Cuando os aburráis porque no hay nadie en esa mierda de discoteca, os podéis pasar por el ATENA’S y aprenderéis lo que es una fiesta.-
        -Vaya, tienen tanto de orgullo como de maquillaje.- Dije a mis acompañantes. -Bueno, nosotros a lo nuestro y ya se verá cómo va todo.- Y seguimos repartiendo los tarjetones de descuento para el PACHA.
        Si la reinauguración del ATENA’S fue un gran éxito nosotros no lo notamos, el aforo de ese viernes era más o menos el de los últimos dos meses, debía de rondar el setenta por ciento, aun y así al Sr. Roure se le veía muy intranquilo. Al final de la noche nos reunió a Tatiana, Markus y a mí, invitándonos a una comida de trabajo para el día siguiente a las dos del mediodía.
        A las siete de la mañana mientras desayunábamos en el Bar Paco, vimos a Sergio y a Estela desayunando en otro bar unos veinte metros más abajo, junto con varios de los chicos cachas y chicas buenorras que acompañaban a las Draggs Queens mientras repartían la publicidad. -Que rápido que se les ha pasado las ganas de seguir manteniendo la amistad con nosotros a esos dos.- Dijo una Tatiana muy ofendida.
        -No me gusta nada esta necesidad de tener que entrar en un conflicto entre empresas.- Dije yo.
        -Ya, pero creo que va a ser inevitable, se han gastado mucho dinero en ofrecer algo de más calidad y creo que el primer intento les ha salido un fiasco.- Dijo Markus.
        -¿No han tenido gente?- Preguntó Darío.
        -Han cometido un error de principiante, se han gastado muchísimo dinero en publicidad, strippers y Draggs, pero les ha podido el ansia y han inaugurado un viernes.- Dijo Markus.
        -¿Qué diferencia hay entre inaugurar el viernes o el sábado?- Preguntó Darío muy extrañado.
        -Pues que la mayoría de la clientela los viernes son grupos que suelen preparar la fiesta con días de antelación, y no suelen cambiar la ruta fácilmente cuando ya la tienen programada.- Contestó el Jefe de seguridad. -Mañana tendrán que abrir con el referente de que la gran fiesta de inauguración de la noche anterior fue un fracaso.-
        -¿Tan mal les ha ido?- Le pregunté yo.
        -Por lo que me han contado los clientes que se habían pasado por ahí, el máximo aforo que han tenido ha sido de entre cuarenta o cincuenta clientes.- Dijo Markus.
        -No me extraña que no se quieran relacionar con nosotros, después de la mala leche que nos han demostrado cuando nos los hemos encontrado repartiendo publicidad, sin duda alguna esperarán que ahora  nos cachondearemos de ellos.- Dijo Tatiana.
        Quince minutos después, Darío y yo nos despedíamos del grupo y regresábamos a Palamós. Creía que, después de la intensa sesión de sexo que habíamos tenido por la tarde, Darío no querría repetir y se iría directo a su casa. Pero mientras yo entraba en casa, él me siguió. Esa fue la primera vez que se quedó a dormir conmigo. Lo de dormir es un decir, porque nos pasamos hasta casi las diez hablando en la cama.
        Al final fui a la reunión en el restaurante “La Yaya Pepa” habiendo dormido solo tres horas, dejando a Darío durmiendo solo en casa (para ser la primera vez que dormíamos juntos me estaba cubriendo de gloria). En el restaurante, Alfredo nos había preparado una mesa en la zona más apartada del bullicio que se organizaba entre los clientes habituales del sábado. Me resultó curioso el ver a Tatiana con la melena morena recogida y vestida sin los provocativos vestidos que solía usar para trabajar de camarera, la verdad era que, esa combinación de tejanos, camisa blanca y el pelo recogido la hacían parecer muchísimo más atractiva que con los chabacanos conjuntos en  los que solía embutirse en el PACHA.
        El Sr. Roure nos invitó a que eligiésemos de la carta sin restricciones. Estábamos invitados. Por mi parte era la primera vez que asistía a una reunión de este tipo. -Normalmente estas reuniones las suelo tener con mis empleados más veteranos.- Me dijo el propietario de la discoteca. -Pero, últimamente tus consejos han resultado ser muy acertados, así que valoro mucho tu opinión.- La verdad es que me gusto ese reconocimiento, aunque necesitaba con urgencia que me hiciesen efecto los dos cafés que me había tomado.
        Mientras nos servían el primer plato, el anfitrión nos puso al día de la situación de la empresa. -Por ahora y aunque no sea habitual reconocerlo por parte de los empresarios, la discoteca tiene beneficios. Hay que reconocer que el show de los viernes ha hecho arrancar en positivo una tendencia que hasta el año pasado solo arrastraba pérdidas.- Nos dijo muy complacido. -Lo que me preocupa es, después de la respuesta de la competencia, ¿cómo deberíamos hacerlo para poder seguir manteniéndonos así?- Los tres nos miramos sin saber muy bien que era lo que ese hombre esperaba de nosotros.
        La preocupación del Sr. Roure era comprensible, en la zona había cuatro locales de gran aforo, dos de los cuales solo funcionaban en temporada alta (julio y agosto) y tres locales de aforo medio que malvivían durante todo el año. Era consciente de que habíamos abierto la veda con el tema de los stripteases masculinos, y le preocupaba el tener que renunciar a esos suculentos  ingresos por saturación del mercado. El ATENA’S había dejado claro que la tendencia iba a moverse hacia la transformación progresiva de las discotecas en algo parecido a las barras americanas mixtas, al estilo de las macro discotecas de Barcelona. Mientras pensaba esto mi jefe me pidió mi opinión.
        -En este momento, creo que tenemos una clientela bastante fiel, ya sea por la música o por el trato al cliente. Tengo que reconocer que el disc-jockey es buenísimo. Dejando a un lado el espectáculo de gogos y draggs, cada vez más las discotecas de Barcelona y Madrid son reconocidas por la fama de los disc-jockeys.- Dije insinuando que quizás lo mejor era apostar por la mejor música del momento.
        -Quizás estamos adelantando acontecimientos.- Dijo Tatiana. -Deberíamos esperar a ver cómo evolucionan las cosas, no sea que al intentar anticiparnos al futuro, acabemos provocando lo que más tememos.- Sin duda alguna la sabiduría de esta morena de enormes pechos siempre me sorprendía.
        Ya a los postres, acordamos con el propietario que estaríamos atentos a los acontecimientos y esperaríamos hasta antes de la Semana Santa, para decidir si cambiábamos sustancialmente la programación del PACHA. Antes de terminarnos el café, el Sr. Roure me encargó la misión de encontrar a otra Dragg Queen para incluirla en el equipo de la temporada de verano.
        Eran casi las cinco cuando regresé a Palamós. Al aparcar el coche en el patio, frente a la terraza, escuche que había un gran alboroto en el interior de casa. Entré corriendo y me encontré a Álvaro peleándose con Darío. -Llama a la policía, este tío quiere robarte.- Gritaba mi actual amante mientras se agarraba como un gato a un pelirrojo totalmente desconcertado.
        -Solo quiero llevarme mis cosas.- Me increpó Álvaro mientras se sacaba de encima al joven aprendiz de peluquero.
        -Tú ya no vives aquí.- Le dije con firmeza a mi expareja. -Así que si quieres recoger tus cosas, primero tendrás que ponerte de acuerdo conmigo en el cómo y el cuándo.- Le grité con fuerza mientras lo invitaba a abandonar mi casa.
        Álvaro se fue refunfuñando, mientras yo atendía a los golpes que había recibido el aprendiz de peluquero.
        -¿Quién es ese tío?- Se quejó un magullado Darío.
        -Es mi ex.- Contesté. -Cómo puedes ver no hemos acabado muy bien.- Cogí alcohol del botiquín para desinfectarle un par de golpes que sangraban un poco.
        -Entiendes porque no me gusta quedarme a dormir en casa de la gente, siempre hay movidas y salgo lastimado.- Decía mientras le limpiaba la herida del hombro y la espalda.
        -¿En serio estabas dispuesto a defender mis cosas de un ladrón?- Le dije con tono enternecedor.
        Una lágrima descendía por su mejilla mientras daba un respingo al notar el betadine en la espalda. Después, se me quedó mirando con cara de pena y me abrazó muy fuerte. -He pasado mucho miedo.- Me pareció conmovedor. Al sentir su abrazo pude oír sus tripas como rujían. -Por cierto, me muero de hambre. ¿Qué tienes de comer?- Me dijo.
        -Vaya, pues tendré que descongelarte alguna cosa, porque en la nevera solo tengo alcohol y refrescos.- Contesté mientras me dirigía a la cocina. Mi joven amante me seguía a poca distancia. -¿Mientras esperas te preparo un café con leche?-
         -Vale, con la leche fría por favor.- Me dijo sonriendo. Puse la carne de pollo en el microondas y preparé una carga en la cafetera. En veinte minutos tenía preparado un poco de pollo a la plancha con patatas fritas. Disfrutaba viendo comer con ansia a ese chico, cuando hubo devorado el pollo, le propuse irnos a tomar postres por el centro, así lo compensaría del mal trago que había pasado en el altercado con mi ex.
        Creía que cambiando las llaves de la puerta conseguiría tener alejado a mi ex de casa. Así que mientras nos dirigíamos al centro, paramos en la ferretería de la señora Piluca, que quedaba tres calles más allá hacia el centro, para comprar un par de bombines nuevos para las cerraduras de casa. No es que fuese la ferretería más grande y completa del municipio, pero la propietaria era una buena amiga de mi madre de la infancia, y me gustaba que me preguntase por ella cuando la dueña me atendía.
        Mientras pedía el bombín al dependiente, este me interrumpió de golpe y se dirigió muy molesto a Darío: -¿Tú te crees que estas son maneras de ir por la vida? Tienes a mamá completamente preocupada. Si lo que pensabas hacer era no aparecer en todo el día por casa, podrías haber llamado y avisar.-
        -Tranquilo tío. Después del trabajo me he quedado a dormir en casa de un amigo. Ya me has visto y estoy bien ¿No? Pues se lo dices a la mama y ya está.- Le dijo mi amante al que parecía su hermano.
        -Disculpe, caballero, enseguida le atiendo.- Dijo el dependiente mientras cogía un paquete de una de las estanterías, sirviéndome los dos bombines con un juego de tres llaves cada uno.
        Después de pagar, salimos tranquilamente hacia el centro. -Y eso. ¿A que ha venido?- Le pregunte sorprendido.
        -Mi hermano, que es un cretino.- Dijo Darío.
        -Un momento… ¿Tu no serás el hijo de la Piluca?- Le pregunté.
        -Si.- Me dijo. -¿Hay algún problema?-
        -Bueno… dejando a un lado que tu madre y la mía iban juntas a la escuela y eran amigas de jóvenes, ninguno.- Dije mientras se me escapaba la risa, acabamos riéndonos los dos. Mientras, nos íbamos a tomar postres a la zona comercial del pueblo, convencidos de que seriamos la comidilla de todas las marujas del municipio.
        Más tarde, antes de volver al PACHA, cambiaria las cerraduras de casa, recogería todas las cosas de Álvaro, el domingo las pondría en el maletero del coche y el lunes se las dejaría sobre la mesa de su oficina, cerrando ya para siempre esa etapa de mi vida.
        -Por cierto, ¿Qué edad tienes?- Le pregunte a Darío mientras se comía una porción doble de pastel de Sacher.
        -Diecisiete.- Me contestó.
        -¿Y cuándo cumples los dieciocho?- Insistí.
        -El mes que viene.- Dijo riéndose, -Más concretamente el día 16 de abril.-
        Por un momento me preocupé, no sabía si tenía que decirle al Sr. Roure que tenía un menor trabajando y cobrando en negro en la discoteca. Aunque, claro, ese era un problema que en cuestión de cuatro fines de semana se solucionaría solo. A las siete mientras regresábamos, Darío se quedó en la ferretería para ducharse y prepararse para trabajar de nuevo a las nueve.

        Posdata:
        Una Dragg Queen es un show, dos Dragg Queens son una fiesta, tres Dragg Queens son una bacanal y cuatro Dragg Queens son una guerra termonuclear.




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