lunes, 23 de mayo de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Dragg Issis, yo mismo y un señor japonés.4)

DRAGG ISSIS, YO MISMO Y UN SEÑOR JAPONÉS.4 (miércoles)

        El miércoles, igual que el día anterior, nos despertaron a las seis y media. Ducha rápida los dos juntos, desayuno tonteando y a toda leche con mi Fiat punto hacia la fábrica.
        Una vez allí, cuatro cotilleos con Andrea y las demás mosqueteras, gimnasia japonesa y después, yo, directito hacia el almacén de control de calidad a esperar órdenes.
        Antes de llegar a mi destino se pasaba por la sección de los talleres y laboratorios del departamento de control de calidad. Me llamó la atención de que estuvieran cinco de los doce operarios de que constaba esa sección (lo normal es que estuviesen todo el equipo repartido por las cadenas de montaje haciendo chequeos aleatorios) no solía ser normal que hubiesen tantos en el centro de operaciones.
        Me llamó Álvaro, uno de los operarios con el que tenía cierta amistad, (también era gay, pero lo intentaba llevar en secreto, aunque todo el mundo en la fábrica hacía apuestas sobre cuándo saldría del armario). –No te molestes en ir al almacén.- Me dijo. –Lo han cerrado a cal y canto, según tengo entendido todos los inspectores están reunidos con dirección.-
        Justo en ese momento llegó el Sr Cubiles, al verme allí sin saber qué hacer, sonrió.
        -El almacén está cerrado y nadie me ha asignado ninguna tarea.- Le comenté.
        -Pues estás a las órdenes de los Srs Yamahaka y Hikamasha, si ellos no te han ordenado nada, pues nada es lo que debes hacer.- Me dijo sonriendo. –Aprovecha y descansa, que es algo a lo que no sueles estar acostumbrado.-
        -Fantástico, otro día aburrido de cojones.- Pensé mientras sonreía irónicamente.
        Hasta las diez y media me estuve sentado delante de la puerta cerrada del almacén, deseando que alguna alma caritativa de alguna sección se acordara de mí y me encargara alguna cosa que hacer. Estaba tan aburrido que no me habría importado lo más mínimo irme con los estibadores a cargar camiones. Pero eran las diez y media y me correspondía un descanso (que ironía) de quince minutos, así que me fui a la sala de descanso a tomarme el que sin duda era un merecidísimo café. Como llegué un par de minutos antes que el resto no tuve que hacer cola delante de la máquina. Al poco llegaron el resto de las mosqueteras junto con el resto de los operarios.
        -No queráis saber el aburrimiento de mañana que llevo.- Les solté nada más se sentaron en mi mesa.
        -Pues para animada la mañana de los cargos intermedios de producción.- Dijo Andrea con cara de preocupación.
        -¿Qué ha pasado?- Le pregunté intrigado.
        -Los japoneses llevan entrevistandolos a todos durante toda la mañana, tendrías que ver la cara que traían cuando volvían a la sala de producción.- Dijo Eugenia mientras se le iluminaba una sonrisa en la cara.
        -¿Entrevistarlos?- Me extrañé.
        -Uno por uno, por lo que parece les han hecho una encuesta para saber el tipo de medidas que han aplicado en la fabricación para mejorar la calidad.- Añadió Andrea.
        -Y se ha liado una de buena.- Dijo Rosita. –Imagínate los “japos” preguntándoles cosas en inglés y la mayoría sin enterarse de nada, al final ha tenido que subir el Sr. Cubiles para traducirles lo que les decían.-
        Las mire con ojos como platos. –Y, ¿Qué más ha pasado?- Insistí.
        -Por ahora nada.- La cara de preocupación de Andrea iba aumentando de tono. –Pero para esta tarde hay prevista una reunión de todos los directivos españoles y japoneses con los auditores, y me temo que no será nada amistosa.-
        Pasados los quince minutos del descanso, regresé de nuevo a mi sección, preocupado por la posibilidad de que la caza de analfabetos de hoy fuese una consecuencia de la información, que, de un modo totalmente inocente, le había dado la noche anterior al Sr. Yamahaka. -Que se jodan, pandilla de cabrones enchufados e incompetentes.- Me relamí en mi pecado.
        Cuando llegué, la puerta del almacén estaba abierta, en su interior estaban el Sr. Hikamasha y Álvaro, el chico que conocía de la sección de calidad. –Disculpen, estaba haciendo el descanso de las diez y media.- Les dije en inglés.
        El Sr. Hikamasha me miró con cara de Bulldog y me increpó: -¿Qué categoría laboral tiene usted?-
        -Trabajador sin ninguna categoría.- Le contesté con mi inglés de pueblo.
        -Increíble, no podemos hablar con los directivos porque solo hablan español y puedo hablar perfectamente con los operarios rasos.- Dijo mientras salía refunfuñando y soltando tacos en japonés (supongo). 
        Nos quedamos Álvaro y yo mirándonos con cara de ¿Qué diablos acaba de pasar? 
        -¿Te ha encargado algo que hacer?- Le pregunté.
        -Hay que hacer una selección de defectos según estos parámetros.- Dijo mientras me entregaba una lista. -Tú mismo, yo tengo mucho trabajo acumulado en mi sección.- Y se fue a su departamento.
        En el papel estaba numerados los componentes que se fabricaban o montaban fuera de la empresa. No había pasado ni una hora cuando ya había agrupado todos los defectos según su procedencia de montaje. Así que decidí hacer unos cartelitos bien monos, para que con solo un vistazo, los auditores pudiesen saber a qué empresa pertenecía cada fallo de calidad. Para cuando ya casi era la una del mediodía, había realizado la agrupación y la distribución de cada grupo de aparatos con puntitos rojos de unas diez o quince maneras distintas, y ninguna me parecía lo suficientemente fácil de entender o práctica a la hora de interpretarlo.
        -No te molestes en dejarlo muy bonito.- Dijo Álvaro detrás de mí. –Están preparando una bronca para los productores externos.-
        -¿Perdón?- Me giré sorprendido.
        -Da igual como los agrupes o distribuyas, es solo un aparador para mostrarles donde la han cagado.- Insistió.
        En ese momento sonó la sirena que anunciaba la hora de la comida, y los dos seguimos a todo el grupo de operarios que se dirigía al edificio del comedor.
        Curiosamente, ese día Álvaro se sentó conmigo en el comedor y diez minutos después se nos juntó Eugenia. Resultó ser un chico de lo más entretenido y agradable. Estuvimos hablando de situaciones divertidas y nos lo pasamos bien chafardeando cosas de los demás compañeros, hasta la hora de regresar al trabajo.
        Al llegar a mi departamento, vi que la puerta volvía a estar cerrada. Me desanime del todo. En ese momento apareció el Sr. Cubiles: -No te necesitaran en toda la tarde, si quieres, puedes echarnos una mano aquí.-
        -Fantástico.- Pensé. –Alguna cosa que hacer para pasar el rato.-
        Me pasé toda la tarde chequeando piezas y buscando defectos en ruedecitas y laterales de plástico.
        Al terminar la jornada mientras recogía mis cosas,  me salió al paso Álvaro y me soltó: -Un día de estos tendríamos que quedar para tomar una copa por ahí.-
        -Me encantaría, pero tendrá que ser en un par de semanas, porque estoy un poco liado con cosas familiares.- Le mentí descaradamente. Vamos a ver, el chico es muy mono, y por lo que parecía estaba a puntito para salir del armario, sino, de que le interesaría que nos viesen en público. Si, lo reconozco, puedo ser una gran zorra, pero visto con perspectiva racional, el Sr. Yamahaka en una semana se volvería al Japón, y sinceramente, no me imagino una escena del tipo Pretty Woman recogiéndome en brazos y marchándonos juntitos hacia el sol poniente.
         Mientras me iba con mi coche para casita, me di cuenta de que no había visto a mi amante en todo el día. –Estará ocupadísimo dándoles por el culo a esos cabrones.- Pensé mientras ponía de nuevo a Annie Lennox en el radiocasete.
         Esa noche cuando llegue al hotel, el chico de la recepción me dijo que mi amante japonés aún no había llegado. Me entregó una nota y me dio las llaves de la habitación. Mientras subía a la suite, en el ascensor, leí la nota, se disculpaba por llegar tarde, pues sus obligaciones lo retendrían hasta medianoche. Al entrar, vi que en la mesa del salón había una bandeja con sushi y una botella con sake, al lado una nota me invitaba a cenar y se disculpaba de nuevo por su ausencia.
         Cené, bebí y después me puse a ver la televisión en el comodísimo sofá de cuero negro. Al poco me quedé completamente dormido. Me despertaron las caricias y los besos que me daba mi amante en el cuello. -Vaya, me he dormido.- Me disculpé, mientras abrazaba al Sr. Yamahaka. Me cogió en brazos (¡dios! qué fuerte era ese hombre) y me llevó a la cama, me di cuenta de que eran las once y media de la noche. Hicimos el amor apasionadamente.
        -Lamento haberte desatendido- Se disculpó. Serían las doce y media. –Por cierto, has causado una muy buena impresión a mi colega el Sr. Hikamasha.-
        -¿Y eso?- Le dije mientras le acariciaba la espalda.
        -Está convencido de que tienes más conocimientos en la empresa que la mayoría de los cargos de responsabilidad.- Añadió.
        -Y, ¿cómo es que ha llegado a esa conclusión?- Le pregunté mientras le daba un mordisco en el omoplato. 
        -Bueno, para empezar, cuando te habla lo entiendes, que, por lo visto, para él, en ese entorno, es un mérito impresionante.- Se giró y empezó a acariciarme los labios.
        Tonteamos unos diez minutos y se quedó completamente dormido. Y yo a consecuencia de la siesta de dos horas que me acababa de dar, me estaba costando muchísimo dormirme. Además no podía sacarme de la cabeza la conversación que había tenido con Álvaro y la posibilidad de que acabase pasando algo entre los dos.
        ¡POR FAVOR!, me estaba comportando como todas aquellas personas promiscuas a las que siempre había criticado tanto: Acababa de follar salvajemente con un hombre que me encantaba y me volvía loquito y tan solo era capaz de pensar en la posibilidad de acabar liándome con Álvaro (posibilidad que verdaderamente me excitaba muchísimo). -Serás zorra.- pensaba mientras miraba el reloj. -Las dos y media y totalmente desvelado.-
        A las tres, me dormí.


        Posdata:
        No digas nunca de esta agua nunca beberé, es muy probable que te acabes cayendo y ahogando en ese pozo.




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