lunes, 18 de abril de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Cotilleos, morbo y barbacoas)

COTILLEOS, MORBO Y BARBACOAS

        Tal y como creo que ya os conté en otro episodio, en el verano del año 1994 yo estaba viviendo en la villa de Palamós. Era un maravilloso pueblecito turístico, que, aunque contaba con el 3ºpuerto comercial de Cataluña, no había caído en el exceso turístico y conservaba aun el encanto tradicional de los pueblos de antaño.
        El municipio, que presidia el extremo norte la bahía de Palamós, era famoso por cuatro cosas:
        1º- Por tener el paseo marítimo y la playa urbana más limpia de la región.
        2º- Por tener la lonja de pescadores. Donde se distribuía la famosa Gamba de Palamós (una exquisitez buscada por los mejores cocineros y gastrónomos del mundo).
        3º- Por el puerto comercial. Donde atracaban continuamente los cruceros del mediterráneo, que eran el principal motor económico de la multitud de tiendecitas y restaurantes dedicados al negocio del suvenir  y la comida típica de la zona.
        4º-Por ser el municipio con más burdeles de la provincia. Cosa que sin duda debía de ser una consecuencia de todo lo citado anteriormente.
        Hacía un par de años que estaba viviendo allí. En una antigua casita de pescadores restaurada, propiedad de mi madre. Estaba a segunda línea de mar, detrás del paseo marítimo. Disponía de un patio trasero, donde podía guardar mi coche y  aún quedaba sitio para poner unas tumbonas, una hamaca, una barbacoa y un juego de mesa con sillas de jardín.
        Era en ese patio donde me reunía de vez en cuando con los pocos amigos que había podido mantener al trasladarme de la capital de provincia a la costa.
        El que solía aparecer más a menudo por casa era Miquel. Una mariquita de 1.90 m que conocí en mi época de modelo, y que había reencontrado como coctelero jefe del POMELO’S. Después de varios años habíamos retomado una amistad que dejamos aparcada en el año 1990.
        Otras mariquitas que solían venir a casa eran el Javi (a quien todo el mundo conocía como “la Cuca”) y el Fede. De los cuales pienso hablar extensamente en otros episodios.
        Como casi todos los sábados trabajaba como Dragg Issis en el PACHA. Mi vida social se solía limitar a las barbacoas de los jueves o los viernes. Era una buena excusa para reunirnos las cuatro mariquitas y ponernos al día de nuestras conquistas y cotilleos. Cenar y salir luego de marcha negra por la zona.
        Más tarde se empezaron a acoplar a las barbacoas amigas de mariquitas, amigos de amigas, y amigos de amigos de amigas o amigos. Hasta el punto, que un viernes cualquiera se podían arrejuntar en mi casa unas 40 personas, que sin duda se conocían entre ellas, pero de las cuales yo solo conocía unas seis o siete.
        Las barbacoas funcionaban con una sola norma: Yo preparaba una gran ensalada y una gran macedonia de frutas para postre. Los que querían participar tenían que traerse la carne que querían poner en la barbacoa para comer y la bebida que deseasen beber.
        Esta norma provocaba situaciones de lo más surrealistas. Como la vez que llegaron un matrimonio joven con un bloque de carne de cordero congelado. Después de presentarse me dijeron: -Nos han dicho que para participar en la fiesta teníamos que traernos la carne, por cierto donde tienes el microondas para descongelar esto.-  Mientras me mostraban el bloque de unos cuatro kilos de carne de cordero (por cierto en la casa no había microondas, la carne se fue directa al congelador del frigorífico).
        Lo normal era que después de cada barbacoa quedasen unos dos kilos de carne cocinada, que de una manera bien dosificada me resolvía la cena del resto de la semana.
        Hablando con Miquel, llegamos a la conclusión que, como la mayoría de los participantes eran amigas conocidas con sus novios, maridos o posibles ligues, y venían más que nada por la curiosidad de poder chafardear en la casa del anfitrión, ya que era un gay conocido y reconocido en el municipio, habría que hacer todo lo posible por no defraudarlos. Así que cambiamos toda la decoración para que pareciese lo más gay posible. Además (esa decisión la tome por mi cuenta) esparcí, de manera más o menos sutil, un montón de revistas del tipo Men-sual o Top-gay (si, de esas que tienen esos relatos de erotismo gay totalmente pornográficos) en sitios estratégicos, entre las revistas del salón o entre los cojines de las tumbonas de la terraza.
        Cuando se lo comenté a Miquel, acabamos haciendo apuestas para saber si los acompañantes de nuestras amigas venían por el interés que tenían por ellas o por el interés que tenían en el mundo gay.
        La verdad es que era divertidísimo ver a maridos casadísimos leyendo y releyendo totalmente absortos y excitados los lascivos relatos del Men-sual. Aunque, lo mejor de todo, eran los comentarios que nos llegaban entre semana a través de conocidos del tipo: -Hija, no que le dan a mi novio-marido en las cenas del viernes en casa de tu amiga la Dragg Issis esa. Que cuando llegamos a casa está más caliente y salido que el pico de una plancha.-
        Otro clásico de las cenas barbacoa, era la necesidad imperiosa y obsesiva de todos los chicos (supuestamente heterosexuales) de probarse las pelucas y los plataformones de Dragg Isis. Una vez montados en los zancos y con los pelos postizos empezaban a contonearse y a intentar desfilar como si fuesen (penosas) modelos de alta costura. Una de las grandes ventajas de calzar un nº 45 de pie era que tooodos los chicos de la fiesta hacían cola para probarse los zapatones.
        Alguna universidad tendría que financiar un estudio para intentar descubrir cuáles son los motivos que inducen en los hombres esa necesidad imperiosa que tienen cada vez que ven unos pelucones y unos zapatos de tacón del cuarenta y pico, de ponérselos y desfilar como una modelo.
        Fue en esas cenas donde conocí a Nuria. La que creo que sería una de mis mejores amigas durante esa época de mi vida. Junto con Miquel fueron los dos pilares que estuvieron allí en los buenos ratos y en los momentos más amargos de mi carrera como Dragg Queen.
        Nuria era mi alma gemela. Y no lo digo a modo espiritual, no, lo digo porque, por algún tipo de conexión cósmica acabamos juntándonos bajo un mismo techo y en la misma fiesta dos personas que habíamos nacido el mismo día, el mismo año, en el mismo hospital con dos horas de diferencia. Eso nos daba mucho juego a fantasear con la idea de un cambio en las cunas, o en las identidades o…. quizás éramos gemelos y alguien nos habría separado al nacer.
        La verdad es que teníamos muchísima complicidad. Nos parecíamos mucho. Los dos éramos muy independientes emocionalmente (quizás porque a los dos nos habían pisoteado el corazón cuando nos enamoramos por primera vez), podíamos estar hablando durante horas de cualquier tema, incluso de sexo (es increíble lo que se llega a desinhibir una persona cuando habla con alguien con la tranquilidad y confianza de que no hay ninguna posibilidad de sexo o relación sentimental a la vista).
        Su filosofía era Carpe Diem (vivir al día a tope). Sin duda después de muchos años intentando ser la persona que creía que esperaban de ella, acabo rebelándose y empezó a ser quien ella quería ser. Me contó que tuvo su gran revelación del mundo en un viaje a Burkina Faso, donde por lo visto acabó teniendo un tórrido romance con el guía del safari fotográfico. A partir de esa experiencia su mundo cambio, tal y como decía ella: - Mi vida sexual se divide en: A, antes del negro y B, después del negro.- Así que en los últimos años se dedicó a hacer todas las horas extras que podía en la empresa donde trabajaba y cambiarlas por días de fiesta. Para poder realizar así su máxima pasión: irse cada seis meses unos diez días a Burkina Faso o a Nigeria y que le arreglara el cuerpo el negro.
        Durante los meses de verano era normal no hacer ninguna barbacoa, ya que yo trabajaba cada noche y la mayoría de mis amigos estaban de vacaciones (no era la cosa de dejar que montasen en mi casa una fiesta un puñado de personas que no conozco absolutamente de nada). Pero ese año y a consecuencia del desastre sentimental que supuso para mí, la extraña relación que mantuve con Jordi, tampoco hicimos ninguna cena los meses de septiembre y octubre.
         Ya a casi finales de noviembre, creí que era el momento de quitarme los problemas de la cabeza y empezar a hacer de nuevo vida social, así que decidí organizar otra barbacoa. Hacía más de dos meses que no hablaba con Nuria, de hecho no había hablado con la mayoría de los habituales desde el mes de julio. Solo con Miquel y de manera esporádica ya que coincidíamos con él en el POMELO’S cuando íbamos Jordi y yo en agosto a tomar el café.
         Era el veinticuatro de noviembre. Miquel había llegado de viaje y aun le quedaban cuatro días de vacaciones y decidió pasarse por mi casa para organizar el tema de la cena. Con un par de gin-tonics nos pusimos al día de todos nuestros desastres amorosos y ligues varios.
        Y al entrar en el tema de la cena me dijo: -Nena, no esperes mucha gente para la cena. Se ha montado un follón en el pueblo con la movida de las cenas en tu casa. Creo que el día menos pensado las mujeres de la villa te van a linchar.-
        Me quede todo pasmado y le dije: -¿A qué coño te refieres?-
        Y sin poder parar de reírse y haciendo ademanes con la copa del gin-tonic que tenía en la mano, me dijo: -¿Recuerdas cuando apostábamos por si los novios y maridos venían por curiosidad o por complacer a sus parejas? Pues ganaste tu; venían por curiosidad.-
         -Vaya, pues entiendo que las mujeres del pueblo estén cabreadas, por lo que dices habrá habido una salida del armario masiva.- Le conteste yo.
         -¿Masiva? Eso es poco. Resulta que “la Cuca” y el Fede se los han follado a todos. Mientras tú y yo estábamos organizando la fiesta con las tías, ellos se los iban trajinando y quedando para follar entresemana.- Me dijo Miquel medio cabreado. -Y no es justo. Había un par que me habría encantado hacérmelos yo.- Añadió muy molesto.
         -Bueno, ya han salido del armario, seguro que en nada tendrás oportunidad de trajinártelos.- Le dije.
         A lo que me contesto en tono muy ofendido y poniéndose los dedos en la boca fingiendo vomitar. -¡¡¡Perdona!!!! Una servidora tiene su dignidad, y antes de hacérmelo con un tío que ha pasado por las manos de “la Cuca”… ¡¡¡Prefiero pasar hambre!!!- Deduje que Miquel conocía muy bien a “la Cuca”, demasiado creo, y sinceramente esa era una información que por ahora no deseaba tener.
        La barbacoa se hizo.
        Éramos Miquel, yo, Nuria y 3 amigas suyas. Por cierto, desde ese día poquitos hombres (aparte de nosotros) volvieron a asistir a las cenas en mi casa.



        Posdata:
        Tal y como decía la divina Raffaela Carrá: si un hombre te acompaña a una fiesta oscura, no sabes nunca si es por amor o por algo más.






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