viernes, 22 de septiembre de 2017

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO.10 (Semana Santa, una muñeca de porcelana japonesa y yo mismo) (28 días después)

SEMANA SANTA, UNA MUÑECA DE PORCELANA JAPONESA Y YO MISMO.10 (28 días después)


      Cuatro semanas, ese fue el tiempo que tardó Klaus-Hiro en regresar de Japón después de Semana Santa. El siete de mayo apareció por la empresa como si nunca se hubiese ido. La verdad era que la mayoría de los empleados nos habíamos acostumbrado a que el Sr. Kaneda ejerciese las funciones de director general a todos los efectos, sustituyendo al mestizo japonés rubio. Mientras, yo seguía soñando de vez en cuando con su padre Hikaru, aunque cada vez con menos frecuencia.
        Durante ese tiempo el rumor sobre el supuesto despido del veinte por ciento de la plantilla se convirtió en el único tema de conversación de absolutamente todas las reuniones que se producían en los descansos de producción. Por lo demás, nadie notó ningún cambio en la producción. Todas las cadenas estaban funcionando al cien por cien y no había nada que hiciese pensar que eso iba a cambiar en un futuro próximo. Álvaro seguía languideciendo en su oficina del laboratorio de control de calidad, no se le veía nunca en las zonas comunes de descanso ni en el comedor de empleados. De vez en cuando se le veía caminando solo dirección al edificio de administración. Tenía la sensación de que se había convertido en un ser solitario y huraño.
        Ese día, al llegar a las ocho menos cuarto a la empresa y ver a Klaus entrando en vestíbulo de las oficinas de personal note como si el corazón me diese un vuelco. No sabía muy bien porque, me había quedado muy claro que ese hombre solo sentía una atracción morbosa por mi cuerpo, y que, realmente, por quien sentía algo verdaderamente profundo era por mi expareja Álvaro. Aun así no podía evitar el estremecerme cada vez que lo presentía cerca de mí. Por un momento me obligué a alegrarme por mi examante pelirrojo, aunque se hubiese portado como un verdadero hijo de puta conmigo, también se merecía ser feliz con quien él desease.
        En cuanto a mi segundo trabajo como Dragg Issis en el PACHA, habíamos entrado en esa fase del año que hay entre las vacaciones de Semana Santa y la temporada de verano, que podría definirse como la época de la marmota. Ese periodo se podría calificar como un eterno bucle en el que se entrelazan los fines de semana con las semanas en sí. Cuyo mayor denominador podría ser el tedio. Básicamente era la misma gente yendo siempre a los mismos sitios en espera de que llegase la temporada oficial de verano y el resto de locales de la zona abriesen sus puertas.
        Mi relación con Darío… como explicarlo, era perfecta. Cuando digo perfecta, me refiero a la perfección en si misma: Hablábamos de todo, follábamos como locos, nos lo pasábamos muy bien juntos, trabajábamos juntos. Cuando pasaba más de un día sin verlo, por el motivo que fuese, lo echaba de menos. En realidad sentía que ese chico me quería con locura. Era como si llevásemos juntos toda una vida, vamos, lo que se podría considerar una relación perfecta… Solo por un pequeño detalle: La pasión, bueno, más bien la ausencia de ella.
        Todo con Darío era genial y perfecto, pero nunca había sentido mariposas en el estómago al estar a su lado, ni había habido fuegos artificiales en el sexo, ni había tenido la necesidad enfermiza de estar con él como si nos hubiesen operado y cosido juntos. Era una relación fluida, sin empachos, excesivamente madura para lo que yo estaba acostumbrado hasta ese momento, que se podría definir como relaciones  de desmesurado carácter pasional.
        La verdad era que, me había acostumbrado a la tranquilidad de esa relación y estaba redescubierto lo bien que me sentaba ese sosiego emocional. Había vuelto a pintar y a dibujar comic. Sin duda alguna mi creatividad se multiplica cuando estoy relajado. Mi relación con Darío le estaba proporcionando esa tranquilidad a mi ser y a mi alma. Por un momento me aterraba que el retorno de Klaus-Hiro Yamahaka lo echase absolutamente todo por la borda.
        Aunque la sorpresa que me lleve mientras tomaba el café con las mosqueteras (ah, por cierto, María se nos había unido como una más del grupo) fue el nuevo rumor que circulaba por la empresa. El director general se había casado, y ese era el motivo por el que tardó cuatro semanas en volver a su puesto de trabajo. -¿COMOOO? ¿Qué ese carbón se ha casado con una mujer?- Grité dentro de mi cerebro. -Álvaro no regresó de Japón, lo echaron de allí porque su presencia era de lo más incómoda para alguien que tiene que casarse.- Pensé. -Por eso parecía y se comportaba como un perro apaleado.-
         No hice gimnasia, corrí hacia el laboratorio de control de calidad. Encontré a mi expareja en su oficina. Me lo quedé mirando y por un momento no supe que decirle. Cuando levanto la vista y me vio dijo: -¿Hoy no haces gimnasia?-
        -Oye, me he comportado como un cretino todo este tiempo.- Le dije. -No sé si aún servirá de algo, pero si necesitas hablar con alguien quiero que sepas que aun puedes contar conmigo.- Añadí.
        -Vaya, ya te has enterado, los rumores en esta empresa corren más que la pólvora.- Dijo esbozando media sonrisa.
        Al momento empezaron a llegar los demás compañeros de la sección y mi expareja fingió que yo no estaba allí. Al poco rato, cuando empezamos a organizarnos el trabajo, María me dijo: -Hijo, has quedado completamente en evidencia delante de las demás chicas-
        -¿A qué te refieres?- Dije yo.
        -Ha sido enterarte de que Álvaro está libre y has salido corriendo hacia su departamento.- Dijo con tono burlón. -Hemos hecho apuestas entre nosotras para saber lo que tardaríais en volver a salir juntos.-
        -Dios, ¿dime cuanto me das?- Le dije aguantándome la risa.
        -Yo he apostado a que antes de dos semanas volveréis a estar juntos.- Dijo muy segura de sí misma.
        -Quieres saber un secreto… has perdido.- Le dije riéndome.
        -Ya veremos.- Dijo antes de empezar a chequear uno de los aparatos de un enorme palet que venía de la tercera cadena de montaje. Sin duda alguna María desconocía que yo ya había rehecho mi situación sentimental junto a Darío.
        Llevaríamos casi una hora de trabajo cuando entró nuestro jefe en la sala. -María, podrías dejarnos un momento a solas.- Dijo Álvaro muy serio.
        Mi compañera dejó lo que estaba haciendo y salió tarareando: -Dos semanas, dos semanas… no tardaran ni dos semanas…-
        Cuando quedamos a solas el pelirrojo que tenía delante me miró con cara de odio y me dijo: -No tienes ningún derecho a pretender que sigamos siendo amigos como si nada hubiese pasado en estos meses.-
        -Perdóname por esperar un poco de agradecimiento. Creía que me lo merecía… después de haber renunciado al cargo que ahora tú ostentas para apoyar a mi pareja. Si llego a saber que a la primera oportunidad saldrías corriendo hacia la cama del jefe quizás no habría sido tan generoso.- Dije mostrando mi resentimiento.
        -Vale ya has escupido todo el veneno que estabas guardando para mí. Podrías ignorarme a partir de ahora. Me consta que eso sabes hacerlo de maravilla.- Dijo Álvaro muy molesto.
        -Podría ignorarte… pero no creo que te lo merezcas.- Le dije. -Mírate, cuando estábamos juntos resplandecías, transmitías felicidad por todos los poros de tu piel… y ahora pareces un personaje malísimo de cualquier película de Walt Disney, destilas a tu alrededor un aura de resentimiento y odio.- Añadí. -¿Qué pasó? Te prometió amor eterno, que estaríais siempre juntos y a la primera oportunidad te pegó la patada en el culo y te envió de vuelta para poder casarse con alguien más “conveniente”.-
        -No tienes ni puta idea de nada.- Dijo muy ofendido. -Fuiste el centro del mundo al follar con su padre y todavía sigues convencido de que el mundo gira alrededor de tu culo.-
        -Quizás sí. Puede que estés en lo cierto, Hikaru Yamahaka me hizo creer por un tiempo que era el centro del universo. Ahí te doy toda la razón.- Repliqué. -Pero desde el primer momento fui consciente de lo que me esperaría si seguía a ese hombre a su mundo. Habría sido lo mismo que tenía aquí: un montón de días esperándolo solo en un hotel o un piso. Con el añadido de que en Japón no podría disponer de ninguna de mis amistades, conocidos o familiares.- Álvaro calló, me miraba con rabia mientras apretaba los dientes y los labios, sin duda había acertado de lleno. -Eso fue lo que sucedió ¿verdad? Cuando descubrió que él era el heredero de todo el patrimonio de su padre, todo cambió a su alrededor y te quedaste en un rincón viendo cómo se alejaba de ti.-
        En ese momento Álvaro se derrumbó y me dijo: -Me tuvo cinco días solo en hotel sin saber nada de él, y al sexto me envió a una chica muy amable que me metió en un avión de regreso sin darme ninguna explicación.- En ese momento no sabía si la expresión de rabia de su cara se dirigía a mi o Klaus-Hiro. -Pero ayer, lo primero que hizo al llegar fue invitarme a cenar para disculparse e intentar reconstruir lo nuestro.-
        Al decirme esto me quedé de piedra, como podía alguien ser tan estúpido como mi expareja. -No me lo puedo creer.- Le dije. -No te entiendo, siempre creí que te valorarías muchísimo más a ti mismo. Has aceptado pasar de ser la pareja de ese hombre a ser el amante ocasional.- Añadí.
        -Eso ya es una decisión mía, ¿no crees?- Me dijo con tono desafiante. -Y te agradecería que dejases de meterte donde no te llaman.- Añadió mientras se dirigía hacia la salida. -Por cierto si tienes algo que entregarle al Director General puedes pasarte por su oficina a partir de las cinco de la tarde, tiene mucho trabajo acumulado y tendrá que hacer muchas horas extra.- Dijo antes de salir.
        Al poco rato entró María en la sección y se me quedó mirando con los brazos abiertos y con cara de: -Tío cuéntame que ha pasado.- Mientras, yo, decidí ignorarla.
        Después de pasarse casi dos horas insistiendo, llegué a la conclusión que debía de darle algo de información a mi compañera de trabajo, pues se me estaba haciendo muy agobiante el tener a esa chica taladrándome el cerebro en espera de respuestas. -Habéis perdido todos, no volveré jamás con ese chico.- Fue mi escueta respuesta.
        -Mierda, ha ganado Eugenia.- Dijo María, que se quedó muy decepcionada. -Eugenia afirmó que no veía reconciliación posible.-
        El resto del día pasó exasperadamente lento. Hacía ya tres semanas que llevaba en la mochila de la ropa de recambio, las dos libretas que Hikaru Yamahaka había escondido en el cajón de la base de madera de la urna que contenía la muñeca de porcelana. Por fin podría entregarlas a su verdadero destinatario.
        A las cinco de la tarde, después de fichar a la salida de la jornada laboral, subí a los vestuarios y me cambié el uniforme gris de la empresa por unos tejanos y una camiseta de manga larga. Me cercioré de que las dos libretas seguían en el bolsillo interno de la mochila y después de aplicarme un buen chorro de Esencia de Loewe, me dirigí con decisión hacia la oficina de administración.
        La chica de la recepción estaba recogiendo sus cosas para irse. -¿Qué deseas?- Me preguntó al verme.
        -Tengo que entregarle un paquete al Sr. Klaus Yamahaka.- Dije consciente de que en ese momento yo era un empleado raso que pedía audiencia con el jefe supremo.
        -En este momento está reunido, tiene para más de media hora. Si quieres puedes dejar el paquete aquí y se lo entregaremos mañana.- Dijo muy amablemente la chica.
        -Esperaré, tengo que entregarlo personalmente.- Dije sin ser consciente de lo teatrero que sonaba lo que acababa de decir.
        La recepcionista me hizo subir a la antesala de las oficinas de dirección y me invitó a esperar sentado en alguno de los cómodos sofás que decoraban la estancia. Desde allí se oía a gente discutiendo en ingles desde el interior de la sala de reuniones. Decidí ignorarlos y me centre en admirar la muñeca de porcelana que lucía esplendida en su urna de madera y cristal. Después de estarme unos cinco minutos con la mirada difusa sobre la Dragg Queen reproducida en cerámica que tenía enfrente, un terrible pensamiento me vino a la mente: -Sería posible que… Si en efecto, las dos muñecas eran idénticas, y si la que acabó en mi casa, que inicialmente estaba destinada a Klaus-Hiro, contenía las dos libretas… sería posible que la muñeca que, con tanto empeño el Sr. Hikaru Yamahaka quería hacerme llegar, contuviese algún tipo de mensaje para mí en su interior.- Tenia que comprobarlo. Me levante de golpe y me acerqué, buscando el mismo resorte que abría el cajón en la urna de mi casa. Al tirar de la misma perla que sobresalía un poco más que el resto, un resorte hizo -¡CLAC!- y se abrió el cajón lateral.
        Mi corazón latía a mil por hora, miré en su interior y pude ver un sobre muy voluminoso en su interior. Escruté alrededor para ver si había alguien observándome y de un golpe cogí el sobre y lo guarde dentro de la mochila. En ese momento se abrió la puerta de la sala de reuniones y varios directivos y jefes de sección empezaron a desfilar delante de mí, mientras, discretamente yo volvía a cerrar el cajón de la base de la urna.
        Klaus-Hiro salió el último, mirándome sorprendido. -Vaya, no te esperaba aquí.- Dijo.
        -Si es un mal momento puedo venir en otra ocasión.- Le dije, deseando que me dijese que volviera otro día, pues la tensión que acababa de acumular me estaba volviendo loco.
        -No, tranquilo. Despido a estos señores y te atiendo enseguida.- Dijo con un tono muy amable. A los cinco minutos regresó y me hizo pasar a su despacho.
        -Supongo que ya te habrás enterado de que me he casado.- Dijo Klaus presumiendo.
        -Sí, supongo que se tratará de una obligación vinculada al hecho de que hayas heredado todo el patrimonio de tu padre y ahora seas uno de los hombres fuertes de la multinacional.- Dije con tono condescendiente.
        -Un momento. ¿Tu como sabes todo eso?- Dijo muy sorprendido el mestizo rubio. -No he contado esa información a nadie de aquí.- Añadió.
        -Me lo ha contado tu padre.- Dije ante la cara de estupefacción del Director General, mientras sacaba las dos libretas de la mochila, ocultando el voluminoso sobre con la ropa de trabajo. -Encontré esto dentro de la muñeca de porcelana que trajiste a casa. Son de tu padre para ti. Una libreta está escrita en japonés y la otra en inglés. Lo siento he leído la que podía entender.- Klaus-Hiro extendió su brazo sin terminar de atreverse a coger las libretas.
        -Bueno, yo ya he cumplido con lo que tu padre esperaba que hiciese.- Dije mientras me levantaba de la mesa y me dirigía hacia la puerta. -Por cierto, no le hagas daño a Álvaro. Él te quiere más que a sí mismo, y por eso aceptará lo inaceptable para estar cerca de ti. Piensa en ello si es que deseas mantenerlo cerca de ti.-
        Salí de la oficina de administración a toda prisa. Quería irme lo más lejos posible de allí para poder descubrir que contenía el botín que me había llevado del interior del cajón de la urna de la muñeca japonesa de porcelana. Después de conducir varios kilómetros me metí en un camino rural y a varios metros de la carretera paré el coche. Respiré profundamente y abrí la mochila, sacando el paquete que había encontrado en el cajón. Las manos me temblaban, de hecho todo yo temblaba como un flan. Apreté fuertemente los puños contra el pecho y grité fuertemente, esperaba liberar así todos los nervios y toda la tensión que había acumulado en la última media hora. Un minuto después, más relajado abrí el paquete.
        En su interior habían otros dos paquetes más pequeños y una carta que tenía escrito en inglés en una de sus caras: De Hikaru para mi Bello Artista Querido. -Mierda, nunca se aprendió mi nombre.- Pensé.
        Después de ojear la carta, empecé a abrir los dos paquetes y flipé en colores. En el paquete más grande había dos enormes tacos de unos cuatro centímetros de grosor de billetes de cien dólares americanos. Asustadísimo, guardé todo ese dinero dentro de la mochila y volví a la carretera para llegar cuanto antes a casa y esconder todo ese pastizal debajo de la baldosa que usaba de caja fuerte.

        Posdata:
        Siempre he pensado que los muertos intentan comunicarse de algún modo con las personas que conocieron en vida. Resulta alucinante cuando descubres que eso puede ser posible.



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