Habían pasado tres semanas del mes de
julio de 1994, y gracias a Arturo y su afición a follarse todo lo que menea. El
grupo de las “Divinas” se había quedado cojo para los días de entresemana. La
verdad era que, aunque Verónica S3 era mucha Dragg Queen, el pasearse sola con
los seguratas de la discoteca por la localidad. Como espectáculo, resultaba ser
un poco pobre. Así que aprovechando que habían empezado las vacaciones de
verano en la empresa multinacional en la que trabajaba entresemana. Le propuse
al propietario del “PACHA” trabajar la semana al completo a cambio de una
mejora sustancial en mi nómina.
En esa misma reunión, el propietario me
hizo saber que había contratado a otro miembro para el equipo de las “Divinas”.
Me sorprendió la rapidez con la que había reconstituido el grupo, teniendo en
cuenta que no parecía para nada ser un señor muy metido en el mundo de los
espectáculos de noche alternativos.
Por lo tanto, estábamos impacientes por
conocer al nuevo miembro del grupo ese mismo viernes, ya que la nueva
adquisición solo actuaria los viernes y los sábados. Pero en la sesión de
preparación, maquillaje y camerinos no apareció nadie. Nos quedamos un poco
decepcionados. -Esta se ha asustado y ha
salido por piernas.- Bromeo Julio, todos nos reímos.
Esa noche cenamos en la “Yaya Pepa”. Era
un restaurante de cocina catalana, de esos que consiguen incluir en una carta
los platos típicamente catalanes junto con los platos típicamente españoles
(los que suelen pedir los turistas), pero con un toque al estilo de la
clientela local. Había conseguido así, ser uno de los pocos negocios del
propietario que no eran solo de temporada, ya que solía tener abundante
clientela durante todo el año.
El encargado y cocinero, Alfredo, era
un señor mayor, tendría unos 50 y pico años, muy amable, servicial y enorme
como un buda. Le encantaba el cancaneo y había retirado una de las mesas
céntricas para poner un mini escenario donde los clientes se hacían fotos con
nosotros y si la cosa se terciaba improvisábamos un playback para la clientela,
algo que le hacía muy feliz y lo demostraba haciendo que circularan chupitos de
licor a los postres.
Esa noche, Alfredo, estaba
especialmente contento. Después de las fotos con los clientes, nos dijo que
pidiésemos lo que deseáramos de la carta que la diferencia en el precio la
pondría él (el presupuesto de la cena era de 1000 pesetas por cabeza a precio
de carta, por lo que no solíamos desmadrarnos mucho en los segundos platos si
deseábamos hacer postres o tomar café) obviamente aprovechamos la ocasión para
meternos unos solomillos y entrecots con salsa roquefort y quedarnos como dioses, bueno Veronica S3 y Dragg Issis se quedaron como diosas.
En agradecimiento a tan buena acogida
les hicimos una actuación cada uno. Alfredo estaba pletórico, y a la salida del
local nos despidió con un: -Hasta luego
chicas, nos vemos en un ratito.- Me sorprendió esa despedida, ya que
Alfredo no era una persona muy dada a las fiestas nocturnas, así que extrañado
le pregunté a Julio. -¿Y esa opulencia a
que ha venido?-
-Será su cumpleaños.- Me contestó sin
darle más importancia.
Esa noche nos pateamos la calle
comercial dos veces, haciendo el loco, riéndonos y haciéndonos fotos con casi
todo el mundo. Con la esperanza de haber digerido el maldito solomillo antes de
empezar en la discoteca. A las dos de la madrugada, cuando la limusina de la
discoteca nos dejó en la puerta de la discoteca. El chico de la caja nos dijo
que esperáramos a entrar a que llegara la nueva. Nos quedamos un poco
desorientados.
-¿La nueva?- Preguntó Julio
un poco ofendido. -¿Es que esta no se va
a patear la calle como hacemos nosotras?- Los seguratas, el portero y yo
nos reímos del desparpajo de Verónica S3. A los pocos minutos regresó la
limusina: por fin conoceríamos a la nueva “Divina” después de tanto suspense.
Se abrió la puerta de la limusina y
salió (No pongo más apelativos descriptivos porque allí se me acabaron todos).
Era enooorme. Solo para que os hagáis una idea: Cada pierna tendría el mismo
diámetro que mi torso, y yo no era precisamente un chico raquítico. Sus brazos
tenían la envergadura de la cintura de Julio. Parecía increíble que un volumen
tan enorme pudiera moverse con tanta soltura dentro de esos zapatos de tacón de
aguja de más de 10 cms. Todo él estaba embutido dentro de un vestido de cola de
lentejuelas de color rojo cereza. Maravillosamente maquillado (a Julio se le
desencajó la mandíbula de envidia, ya que le daba 20 patadas a su maquillaje, y
eso que él siempre presumía de su buen saber hacer en ese tema). Unos guantes
de satén blancos, bisutería plateada, una peluca rubia a lo Tina Turner y una
boa de plumas de color blanco remataban el conjunto.
-Niñaaas,
¿a que no os lo esperabais?- Nos dijo esa enorme Dragg Queen, mientras
fingía darnos un beso a cada uno. -Venga
vayamos entrando que el espectáculo tiene que empezar.-
No entramos. Fuimos arrastrados por ese
torbellino de arte, plumas y lentejuelas que era “Peggy la
Charcutera”. Esa noche, por más que nos esforzamos, no pasamos de ser
unas simples coristas de Peggy. Simplemente, era el centro de atención de toda
la fiesta y su repertorio iba desde la copla hasta los clásicos de los años 60
y 70. Por mucho desparpajo que le pusiésemos era imposible estar a su altura.
Todavía sigo alucinando al pensar cómo podía andar con tanta soltura encima de
esos taconazos que, tal y como me confirmaron después, median trece centímetros
y eran de acero reforzado.
Estuve toda la sesión pensando que me
recordaba a alguien. Su voz, sobretodo su voz, me era terriblemente familiar.
No fue hasta el final de la sesión, cuando abrieron las luces y cesó la música.
Al verlo hablando y riéndose con los camareros del restaurante en el que
habíamos cenado, que conseguí reconocerlo:
-¡Es
Arturo el cocinero de la “Yaya Pepa”!- Exclamé.
Me acerque y con toda franqueza le
dije: -Tengo que admitir que no te he
reconocido hasta hace un momento, desconocía por completo esta faceta tuya.-
-Ayy guapetón, estoy molida, a mi edad
el cuerpo ya no me aguanta estos saraos.- Me dijo orgullosa.
-Tú dirás lo que quieras, pero, llevar
esos tacones con ese desparpajo no se consigue en un ratito.- Le indiqué con
tono de admiración.
Me miró y sonrió. Se acercó a mi oído y
me expresó: -A vosotros los jóvenes todo
os sorprende, pero este cuerpo ha dado mucha guerra y tiene muchas tablas ya.- Y
con los zapatos de tacón en la mano (los había sustituido por unas cómodas
chancletas). Salió fuera donde le estaba esperando la limusina de la discoteca
y varios de los camareros de la “Yaya Pepa”.
Esa mañana, en el ya tradicional
desayuno en el Bar Paco, con todos los empleados de la discoteca. Julio no
podía disimular el cabreo que llevaba encima: -¿Pero qué se ha creído esa mamarracha? ¿Qué puede llegar y pasar por
encima de todos?- Farfullaba, en un tono muy ofendido.
-Julio,
tendrás que reconocerle que es muy buena. Su actuación de Raffaela Carrá ha
sido espectacular.- Le dije recriminándolo.
-Lo que sucede, es que hasta ahora,
Julio no ha tenido competencia real. Porque reconozcámoslo, Drag Issis es
bastante petarda. Y que le de sombra una ballena como esa, tiene que ser duro
de llevar.-
Sentenció Tatiana, la camarera morena de los pechos enormes.
-Por cierto, Dragg Issis podría
aprenderse la letra de las canciones de Annie Lennox, porque se le nota un
montón que no va acompasado con el playback.- Dijo Sergio, el segurata con
pinta de Marine moreno.
-¿Qué haces? ¿Recitas la lista de la
compra mientras finges que cantas en inglés? Tomates, patatas, pollo y ternera…
-
Dijo Markus el segurata rubio, mientras todos se reían de mí. Así que todos
empezaron a cachondearse de Dragg Issis, con el rollito de la lista de la
compra.
Durante los 3 siguientes fines de
semana el ambiente entre los componentes de las Divinas se fue enrareciendo
cada vez más. Peggy la Charcutera, la mega-obesa Dragg Queen, ensombrecía cada
vez más el enorme ego de Verónica S3. Parecía que en Julio podría producirse
una combustión espontánea en cualquier momento. Por mi parte, la curiosidad por
saber más del gran cocinero-Dragg Queen, me hizo frecuentar asiduamente la
“Yaya Pepa”. Entre desayunos y carajillos de Baileys, me puso al corriente de
todo su curriculum artístico: Por lo visto en los años 70, con tan solo 15 años
ya era un personaje reconocido dentro de la farándula y el movimiento de la
“Gauche Divine”. Actuando como transformista en clubs nocturnos y saraos
privados. Con la llegada de la democracia su estrella se fue apagando. Enterrada
por los miles de, según él: “Mariconas liberadas que se subían a un escenario
por un plato de lentejas”. Acabó por entrar en el mundo de la hostelería hasta
la actualidad. En ese aspecto creo que se parecía más a Dragg Isis que a
Verónica S3. No se subía al escenario por el dinero que iba a ganar, sino, que
estaba intentando resucitar al chico que fue hace 40 años.
Y llegó el 15 de agosto (curiosamente
caía en viernes), esa noche VeronicaS3 realizó la que creo que fue la peor
actuación de su carrera.
-Chica si lo que buscas es dar sombra a
Peggy te acabas de lucir.- La recriminé riéndome.
-Ya
verás cuando te toque subir a ti.- Me contestó. -No sé con qué producto han limpiado el pódium, pero resbala como el
suelo de un churrero.-
Miré al pódium. En ese momento empezaba
la actuación Peggy. Tuve una extraña sensación, como un estremecimiento que me recorría
la base de la nuca… algo no iba bien. Y así fue. En pleno Show (Peggy estaba haciendo
el “explota-explótame” de Raffaela Carrá), durante el movimiento de melenaza
p’atrás. La enorme Dragg Queen voló por un instante en el aire, cayendo como un
saco de patatas sobre el pódium. Y del pódium al suelo de la discoteca. Ese fue
el final del breve retorno de “Peggy la Charcutera”, que acabo con una
costilla, el codo y la tibia rotos.
De esa noche recuerdo, a parte del
patético resbalón. La cara de enorme complacencia y satisfacción de Julio,
además de la siniestra sonrisa que lucía en su cara, Verónica S3. -¿Habría sido premeditado?- Me pregunté
a mí mismo. De lo que no había ninguna duda, era que, VeronicaS3 estaba al
corriente de la peligrosidad del pódium y en vez de avisar al siguiente en
actuar se calló como una puta.
A finales de agosto volví a desayunar
en la “Yaya Pepa”. Allí estaba Alfredo con el brazo y la pierna escayoladas, me
sorprendió que no se hubiese cogido la baja laboral (por lo visto el
restaurante era su vida). Lo había hablado con el propietario y el resto del
servicio del restaurante. Al exponerles la situación, todos accedieron a
compensar con horas de trabajo y dedicación las carencias que tendría su
encargado durante la convalecencia (otra cosa no, pero Alfredo era un gran
profesional, admirado y querido por todos sus colaboradores).
Por lo que respecta a mí. El resto del
verano me guarde mucho de molestar a Julio. Había descubierto al diablo que
vivía en su interior y no tenía ninguna intención de arriesgarme a sufrir su
ira.
Posdata:
Creo que la ley de riesgos laborales
debería de tener un apartado donde aclarase a
partir de cuantos centímetros,
unos tacones, pueden transformar una actuación en un
trabajo de altísimo riesgo.
Dragg Issis es el personaje del libro de recopilación “MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO”. Podéis encontrar el libro completo y otras cositas de Agusti Pericay en los siguientes enlaces:
Dragg Issis es el personaje del libro de recopilación “MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO”. Podéis encontrar el libro completo y otras cositas de Agusti Pericay en los siguientes enlaces:
No hay comentarios:
Publicar un comentario