jueves, 8 de septiembre de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (Caos, expectativas y declaraciones de amor)

CAOS, EXPECTATIVAS Y DECLARACIONES DE AMOR

        Después de lo intensas que fueron las últimas semanas de trabajo en la fábrica multinacional japonesa. Se me hacía muy, pero que muy cuesta arriba el pensar que podría encontrarme el lunes día nueve de enero, con el peor escenario posible: colocado de manera indefinida como estibador de contenedores en el almacén y con toda la dirección conspirando para hacerme la vida imposible para que, desesperado, decidiese marcharme de la empresa.
        Al sonar el despertador a las seis y media de la mañana, nos comportamos como cualquier día de trabajo antes de las vacaciones. A Álvaro solo le había contado parte de lo acontecido con el Sr. Hikaru Yamahaka y había prescindido de contarle absolutamente nada de lo sucedido en la fiesta de final de año de la empresa. Total. Para que preocuparlo con historias y situaciones que solo le podrían traer problemas a corto plazo. De hecho le había insistido que, en la empresa, procurase ocultar a los compañeros que estábamos viviendo juntos.
        Y llegó el momento. Después de una ducha rápida y un café con un par de magdalenas, los dos, vestidos con el uniforme gris de la empresa nos dirigimos hacia Girona. Lo primero que notamos al llegar fue el revuelo que había en la zona de descanso. Rosita estaba hablando muy apasionadamente con Eugenia. Nos unimos a la conversación.
        -¿Qué sucede que está todo el mundo tan alterado?- Preguntó Álvaro.
        -El jefe de personal ha dimitido y se ha ido a trabajar a la empresa de la competencia que está en Barcelona.- Nos dijo de un tirón Rosita casi sin coger aire para respirar. -Además el día uno de enero todos los técnicos y directivos japoneses fueron requeridos por la empresa Madre y han regresado al Japón.- Y por fin respiró.
        En ese momento llegó Andrea. -Queda confirmado. Hay un equipo de una empresa externa, que, desde el día tres está haciendo una auditoría a todas las cuentas de todas las secciones de la empresa.- Nos dijo muy seria. -Además, dos de los directivos españoles no han venido a trabajar. Se rumorea por personal que están en comisaría dando explicaciones ante el juez de delitos fiscales.
        -¡La leche!- Pensé para mí mismo. -Pues sí que ha ido rápido la cosa.- Era hora de empezar la jornada laboral y ya sonaba la musiquita japonesa de la gimnasia matutina. Resultaba un poco patético ver a la gente haciendo los mismos movimientos que habían hecho los últimos años pero, al no haber ningún técnico ni directivo japonés que fuese indicando como hacerlos, los hacían de un modo totalmente descoordinado. Era como si nadie en todo ese tiempo se hubiese tomado la molestia de aprenderse los diez o doce movimientos y el orden en que debían ejecutarse. Me pareció surrealista.
        Después, en el discurso diario del jefe de producción se produjo el segundo momento surrealista del día. –Bueno… Esto es muy extraño… No tenemos el suficiente género para empezar la producción, ya que las empresas externas que nos suministraban materiales prefabricados han sido cerradas por un tema de trabajadores clandestinos. Así que modificaremos las cadenas de montaje para intentar montar aquí esas partes y tener un poco de stock para empezar a producir.- Dijo muy tenso, para inmediatamente después ponerse a discutir con todos los cargos intermedios.
        Mientras el caos se iba extendiendo por toda la zona de las cadenas de montaje. Me dirigí hacia el almacén convencido de que por lo menos ahí estaría de lo más tranquilo, ya que, como no se estaba fabricando absolutamente nada, no había ningún producto acabado que cargar en los contenedores.
        Al pasar por delante de la sección de control de calidad, pude ver que estaban todos reunidos y que Yolanda, una de las técnicas de control de calidad con más antigüedad de la fábrica, llevaba la bata gris con el ribete blanco en el pecho que distinguía a los cargos superiores del resto de los operarios. -Mira esta.- Pensé. -Parecía una mosquita muerta y ahí está, con bata de jefa.-
        Cuando llegue a la oficina del encargado del almacén. Pepe, el jefe de la sección, me dijo que no estaba en la lista de operarios asignados como estibadores. Cuando le pregunté qué a que sección debía ir, se encogió de hombros y prescindió de darme ninguna respuesta, ya que salió rápidamente, se montó en un toro mecánico y me dejó allí con la palabra en la boca.
        -¡Joder! ¿No me digas que voy a tener que ir a preguntar dónde tengo que ir a trabajar al jefe de producción? Porque con el cabreo que debe de llevar encima en este momento, no creo que sea algo bueno para mi integridad física.- Me dije a mi mismo.
        Fue en ese momento, que me llamaron desde el taller de control de calidad. Cuando entre en la sala aún estaban reunidos. -Vale, ahora que ya que te has dignado en acompañarnos, vamos a seguir con la reunión.- Dijo Yolanda con tono un poco molesto. Decidí callarme y escuchar para intentar entender que estaba pasando. Mientras Álvaro me miraba de refilón y se reía.
        Básicamente se estaba presentando como el nuevo jefe de sección en sustitución del Sr. Cubiles. Habló sobre la dificultad del trabajo en la sección de control de calidad y de los planes de mejora que tenía para el futuro a corto plazo.  Después de la reunión todos se fueron a realizar sus tareas habituales de control en la producción. Mientras nos llamaba a Álvaro y a mí en el antiguo despacho del Sr. Cubiles.
        Ya en el despacho, pude ver el equipo de televisores y video que habían utilizado para grabarnos a Hikaru y a mí en la sala anexa. Me pregunté si aún estarían conectadas.
        -A ver Álvaro, vas a volver a montar todo el equipo de control de calidad que preparaste para la inspección de los japoneses.- Nos dijo Yolanda sin mover un musculo de la cara.
       -¿Dónde? ¿En la otra nave? ¿Dónde ya lo montamos la otra vez?- Preguntó Álvaro extrañado.
       -Sí, y le harás un cursillo intensivo al chico nuevo de cómo funcionan todos los aparatos y los defectos habituales que debe de buscar.- Añadió la jefa a lo dicho anteriormente.
        Álvaro salió de la sala y se dirigió hacia la salida con un carro. Cuando estuvo fuera, Yolanda me dirigió una mirada asesina. -¡No me caes bien! No sé qué mierda está pasando. Pero el que le hayan jodido el día de Reyes Magos a mis hijos para tener que reunirme aquí con Vanessa de personal, para prepararte un puesto de trabajo a medida para ti, no va a ser algo que olvide fácilmente.- Me dijo, con evidente ira. -Tendrás que hacer lo mismo que hacían los japoneses, elegirás de manera aleatoria veinte packs de producto acabado y les harás todas las pruebas de calidad que están incluidas en esta normativa.- Y me entregó una libreta que en la portada tenía escrito PROTOCOLO STANDART EN CONTROL DE CALIDAD. -Al final del día me entregaras un informe exhaustivo con los defectos de calidad que hayas encontrado.- No podía dejar de mirarla con ojos de plato. En realidad estaba flipando en colores.
        Mientras salía con la libreta en las manos añadió: -Personalmente creo que esto será una pérdida de tiempo y dinero. Tú no tienes la preparación ni los estudios que se necesitan para un trabajo de esa responsabilidad, por lo que no pienso tenerte en cuenta y obviamente tus informes irán directamente a la basura.-
        -¡Coño. Cómo está el patio!- Pensé. Acababa de descubrir que mi peor enemigo sería mi propio jefe. Decidí darle el beneficio del tiempo antes de enfrentarme directamente a ella. Aunque, algo de bueno tenía la situación, no importaba lo mal que hiciera mi trabajo, de un modo u otro acabaría en la papelera.
        Me dirigí al almacén de control de calidad, que tantos recuerdos me traía. Mi chico pelirrojo estaba desempaquetando de nuevo todo lo que habíamos recogido la última semana antes de las vacaciones. -Antes solo era una bruja, ahora es una bruja con poder.- Me dijo con tono sarcástico.
        Lo miré con cara de condescendencia y le dije. -Con peores toros he lidiado. No te preocupes tarde o temprano la pondré en su lugar.- Mientras Álvaro me miraba con cara de extrañez.
        Nos pasamos todo el día montando los aparatos de nuevo mientras Álvaro me iba explicando cómo funcionaban y cómo utilizarlos adecuadamente. Aproveche para llenar de notas toda la libreta que me había entregado Yolanda.
        Durante los descansos, todos los operarios se afanaban en comentar todas las novedades que iban llegando sobre la situación en que se encontraba la fábrica. Según Andrea, había trascendido que, desde la casa Madre del Japón habían contratado una agencia de detectives para investigar a las empresas subcontratadas por los directivos españoles, y que todas las irregularidades que habían encontrado las habían denunciado al departamento de trabajo y de hacienda del Gobierno.
        A la hora de la salida el panorama era desolador. Había dos directivos detenidos y el resto estaban siendo investigados. Cinco de las siete empresas subcontratadas habían sido clausuradas y se investigaba a los propietarios. Además, habían hecho una redada en los locales y habían identificado a todos los trabajadores irregulares que habían encontrado allí. Por la noche toda la prensa se había hecho eco y en los noticiarios locales y comarcales no se hablaba de otra cosa.
        Al llegar a las seis a Palamós, nos encontramos con Nuria y Miquel en la puerta de casa. Querían saber de primera mano toda la información que pudiésemos darles sobre el escándalo del momento. Ya en casa y después de contarles todos los pormenores que conocíamos de la empresa, empezamos a hablar de nuestros propios cotilleos.
        -¿Qué tal te va con Draco?- Le preguntó mi chico a Miquel. –A juzgar por las ojeras que me traes debéis de meteros mucha caña.- Añadió.
        -Nos vemos poco.- Contesto Miquel. –La verdad es que tengo mala cara porque creo que me habéis pegado la gripe. Llevo todo el día con aspirinas. Es que sois unas malas amigas. Una que se desvive en ayudaros y apoyaros y me lo pagáis así, contagiándome la gripe.- Dijo poniendo su tonito típicamente mariquita.
        -Pues tú lo que deberías es estar en la cama incubando esa gripe.- Le regañó Nuria cogiéndolo del brazo para llevárselo a su casa. Mientras nos daba un beso de despedida añadió: -Cuidaos mucho. Nos vemos un día de estos.-
        Antes de que saliesen les propuse de hacer otra cenita de barbacoa el viernes siguiente, más que nada para intentar vaciar toda la comida que la madre de Álvaro nos había encajado el domingo.
        Mientras calentaba el contenido de uno de los tuppers de su madre, Álvaro me sirvió una copa de vino. -Ten mucho cuidado con Yolanda, es perro viejo en la fábrica y hay mucha gente que le debe favores. Entre ellos algún directivo.-  Dijo mientras me ofrecía la copa.
        Bebí un trago. Me acerqué a mi chico y le di un beso en los labios. -¿Te refieres a esos directivos que están yendo de cabeza a la cárcel?- Le dije fingiendo un tono casi irónico. -Porque esos tipos no creo que estén ahora en condiciones de devolver muchos favores.-
        -Cada vez que me hablas así, tengo la sensación de que conoces mucho más de los entresijos de la dirección de la empresa de lo que pretendes que todos crean.- El tono de mi chico demostraba cierto temor y curiosidad a la vez. -Espero que algún día confíes en mí lo suficiente para que  puedas contarme todo lo que se cuece en las oficinas de la empresa.-
        -Podría contarte toda la mierda que conozco de esa pandilla de bastardos. Pero estoy convencido de que el saberlo acabaría provocándote más problemas que beneficios-. Le dije muy serio. -Es por eso que te insisto tanto en que no cuentes nada de nuestra relación a nadie en la empresa, ni tan siquiera a las mosqueteras. En este momento hay un grupo de personas que ven sus condiciones de trabajo seriamente amenazadas y no dudarían ni un momento en usarte a ti y nuestra relación para conseguir presionarme hacia sus intereses.-
        -Me estas asustando.- Su cara ya empezaba a demostrar pánico.
        -Solo tienes que saber que yo estoy implicado en todo lo que está sucediendo en la empresa estos días.- Le dije para tranquilizarlo. -Tal y como te conté hace unos días, tuve que tomar partido entre la mafia de la dirección de la empresa y el Sr Yamahaka. E hice lo que creía que era lo más correcto. Tengo la esperanza de que todo el terremoto que se está produciendo la empresa, sea para mejorarla y limpiarla de toda la corrupción que la había invadido.-
        -¿Verdaderamente crees eso?- Me dijo Álvaro con tono de incredulidad. -Sí, vale, van a cambiar todos los directivos y técnicos japoneses. Y sin duda algunos de los directivos españoles. Y estoy convencido de que durante un buen tiempo será tal y como tú crees. Pero. Sabes perfectamente que a la que los japoneses se relajen un poco, volverán los chanchulleos y los negocios poco claros e ilegales. Es la marca de las empresas “made in Spain”.-
        -Sí, es muy probable que tengas razón. Pero, te lo pido por favor. Por ahora ¿tendrás un poco de cuidado?- Lo abrace por la cintura, mientras sonaba el timbre del horno eléctrico. -La verdad es que en este momento me es imposible pensar a largo plazo.- Le dije mientras me disponía a sacar el plato de canalones de carne que sería nuestra cena.
        Decidimos cambiar de tema e intentar no traernos en el futuro los problemas del trabajo a casa. Después de cenar vimos un ratito la tele acurrucados en el sofá, y a las once y media nos rendimos al cansancio y nos fuimos a la cama.
        Ya casi estaba dormido cuando Álvaro me susurró al oído: -Yo también.-
        -¿Tú también qué?- Le pregunté medio dormido.
        -Yo también te quiero.- Y me abrazó fuerte por la espalda.
        -Vaya.- Pensé. –Ha tardado veinticuatro horas en corresponder al “te quiero” que le solté ayer.-


        Posdata:
        Retiro lo dicho anteriormente: El amor existe. Y si no, que me lo pregunten a mí.









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