domingo, 20 de marzo de 2016

MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO (TACONAZOS, PEGGY LA “CHARCUTERA” Y OTROS OFICIOS DE ALTO RIESGO)



        Habían pasado tres semanas del mes de julio de 1994, y gracias a Arturo y su afición a follarse todo lo que menea. El grupo de las “Divinas” se había quedado cojo para los días de entresemana. La verdad era que, aunque Verónica S3 era mucha Dragg Queen, el pasearse sola con los seguratas de la discoteca por la localidad. Como espectáculo, resultaba ser un poco pobre. Así que aprovechando que habían empezado las vacaciones de verano en la empresa multinacional en la que trabajaba entresemana. Le propuse al propietario del “PACHA” trabajar la semana al completo a cambio de una mejora sustancial en mi nómina.
        En esa misma reunión, el propietario me hizo saber que había contratado a otro miembro para el equipo de las “Divinas”. Me sorprendió la rapidez con la que había reconstituido el grupo, teniendo en cuenta que no parecía para nada ser un señor muy metido en el mundo de los espectáculos de noche alternativos.
       Por lo tanto, estábamos impacientes por conocer al nuevo miembro del grupo ese mismo viernes, ya que la nueva adquisición solo actuaria los viernes y los sábados. Pero en la sesión de preparación, maquillaje y camerinos no apareció nadie. Nos quedamos un poco decepcionados. -Esta se ha asustado y ha salido por piernas.- Bromeo Julio, todos nos reímos.
    Esa noche cenamos en la “Yaya Pepa”. Era un restaurante de cocina catalana, de esos que consiguen incluir en una carta los platos típicamente catalanes junto con los platos típicamente españoles (los que suelen pedir los turistas), pero con un toque al estilo de la clientela local. Había conseguido así, ser uno de los pocos negocios del propietario que no eran solo de temporada, ya que solía tener abundante clientela durante todo el año.
        El encargado y cocinero, Alfredo, era un señor mayor, tendría unos 50 y pico años, muy amable, servicial y enorme como un buda. Le encantaba el cancaneo y había retirado una de las mesas céntricas para poner un mini escenario donde los clientes se hacían fotos con nosotros y si la cosa se terciaba improvisábamos un playback para la clientela, algo que le hacía muy feliz y lo demostraba haciendo que circularan chupitos de licor a los postres.
        Esa noche, Alfredo, estaba especialmente contento. Después de las fotos con los clientes, nos dijo que pidiésemos lo que deseáramos de la carta que la diferencia en el precio la pondría él (el presupuesto de la cena era de 1000 pesetas por cabeza a precio de carta, por lo que no solíamos desmadrarnos mucho en los segundos platos si deseábamos hacer postres o tomar café) obviamente aprovechamos la ocasión para meternos unos solomillos y entrecots con salsa roquefort y quedarnos como dioses, bueno Veronica S3 y Dragg Issis se quedaron como diosas.
     En agradecimiento a tan buena acogida les hicimos una actuación cada uno. Alfredo estaba pletórico, y a la salida del local nos despidió con un: -Hasta luego chicas, nos vemos en un ratito.- Me sorprendió esa despedida, ya que Alfredo no era una persona muy dada a las fiestas nocturnas, así que extrañado le pregunté a Julio. -¿Y esa opulencia a que ha venido?-
        -Será su cumpleaños.- Me contestó sin darle más importancia.
        Esa noche nos pateamos la calle comercial dos veces, haciendo el loco, riéndonos y haciéndonos fotos con casi todo el mundo. Con la esperanza de haber digerido el maldito solomillo antes de empezar en la discoteca. A las dos de la madrugada, cuando la limusina de la discoteca nos dejó en la puerta de la discoteca. El chico de la caja nos dijo que esperáramos a entrar a que llegara la nueva. Nos quedamos un poco desorientados.
       -¿La nueva?- Preguntó Julio un poco ofendido. -¿Es que esta no se va a patear la calle como hacemos nosotras?- Los seguratas, el portero y yo nos reímos del desparpajo de Verónica S3. A los pocos minutos regresó la limusina: por fin conoceríamos a la nueva “Divina” después de tanto suspense.
        Se abrió la puerta de la limusina y salió (No pongo más apelativos descriptivos porque allí se me acabaron todos). Era enooorme. Solo para que os hagáis una idea: Cada pierna tendría el mismo diámetro que mi torso, y yo no era precisamente un chico raquítico. Sus brazos tenían la envergadura de la cintura de Julio. Parecía increíble que un volumen tan enorme pudiera moverse con tanta soltura dentro de esos zapatos de tacón de aguja de más de 10 cms. Todo él estaba embutido dentro de un vestido de cola de lentejuelas de color rojo cereza. Maravillosamente maquillado (a Julio se le desencajó la mandíbula de envidia, ya que le daba 20 patadas a su maquillaje, y eso que él siempre presumía de su buen saber hacer en ese tema). Unos guantes de satén blancos, bisutería plateada, una peluca rubia a lo Tina Turner y una boa de plumas de color blanco remataban el conjunto.
       -Niñaaas, ¿a que no os lo esperabais?- Nos dijo esa enorme Dragg Queen, mientras fingía darnos un beso a cada uno. -Venga vayamos entrando que el espectáculo tiene que empezar.-
        No entramos. Fuimos arrastrados por ese torbellino de arte, plumas y lentejuelas que era “Peggy  la  Charcutera”. Esa noche, por más que nos esforzamos, no pasamos de ser unas simples coristas de Peggy. Simplemente, era el centro de atención de toda la fiesta y su repertorio iba desde la copla hasta los clásicos de los años 60 y 70. Por mucho desparpajo que le pusiésemos era imposible estar a su altura. Todavía sigo alucinando al pensar cómo podía andar con tanta soltura encima de esos taconazos que, tal y como me confirmaron después, median trece centímetros y eran de acero reforzado.
        Estuve toda la sesión pensando que me recordaba a alguien. Su voz, sobretodo su voz, me era terriblemente familiar. No fue hasta el final de la sesión, cuando abrieron las luces y cesó la música. Al verlo hablando y riéndose con los camareros del restaurante en el que habíamos cenado, que conseguí reconocerlo:
        -¡Es Arturo el cocinero de la “Yaya Pepa”!- Exclamé.
        Me acerque y con toda franqueza le dije: -Tengo que admitir que no te he reconocido hasta hace un momento, desconocía por completo esta faceta tuya.-
      -Ayy guapetón, estoy molida, a mi edad el cuerpo ya no me aguanta estos saraos.- Me dijo orgullosa.
       -Tú dirás lo que quieras, pero, llevar esos tacones con ese desparpajo no se consigue en un ratito.- Le indiqué con tono de admiración.
        Me miró y sonrió. Se acercó a mi oído y me expresó: -A vosotros los jóvenes todo os sorprende, pero este cuerpo ha dado mucha guerra y tiene muchas tablas ya.- Y con los zapatos de tacón en la mano (los había sustituido por unas cómodas chancletas). Salió fuera donde le estaba esperando la limusina de la discoteca y varios de los camareros de la “Yaya Pepa”.
     Esa mañana, en el ya tradicional desayuno en el Bar Paco, con todos los empleados de la discoteca. Julio no podía disimular el cabreo que llevaba encima: -¿Pero qué se ha creído esa mamarracha? ¿Qué puede llegar y pasar por encima de todos?- Farfullaba, en un tono muy ofendido.
        -Julio, tendrás que reconocerle que es muy buena. Su actuación de Raffaela Carrá ha sido espectacular.- Le dije recriminándolo.
      -Lo que sucede, es que hasta ahora, Julio no ha tenido competencia real. Porque reconozcámoslo, Drag Issis es bastante petarda. Y que le de sombra una ballena como esa, tiene que ser duro de llevar.- Sentenció Tatiana, la camarera morena de los pechos enormes.
        -Por cierto, Dragg Issis podría aprenderse la letra de las canciones de Annie Lennox, porque se le nota un montón que no va acompasado con el playback.- Dijo Sergio, el segurata con pinta de Marine moreno.
        -¿Qué haces? ¿Recitas la lista de la compra mientras finges que cantas en inglés? Tomates, patatas, pollo y ternera… - Dijo Markus el segurata rubio, mientras todos se reían de mí. Así que todos empezaron a cachondearse de Dragg Issis, con el rollito de la lista de la compra.
        Durante los 3 siguientes fines de semana el ambiente entre los componentes de las Divinas se fue enrareciendo cada vez más. Peggy la Charcutera, la mega-obesa Dragg Queen, ensombrecía cada vez más el enorme ego de Verónica S3. Parecía que en Julio podría producirse una combustión espontánea en cualquier momento. Por mi parte, la curiosidad por saber más del gran cocinero-Dragg Queen, me hizo frecuentar asiduamente la “Yaya Pepa”. Entre desayunos y carajillos de Baileys, me puso al corriente de todo su curriculum artístico: Por lo visto en los años 70, con tan solo 15 años ya era un personaje reconocido dentro de la farándula y el movimiento de la “Gauche Divine”. Actuando como transformista en clubs nocturnos y saraos privados. Con la llegada de la democracia su estrella se fue apagando. Enterrada por los miles de, según él: “Mariconas liberadas que se subían a un escenario por un plato de lentejas”. Acabó por entrar en el mundo de la hostelería hasta la actualidad. En ese aspecto creo que se parecía más a Dragg Isis que a Verónica S3. No se subía al escenario por el dinero que iba a ganar, sino, que estaba intentando resucitar al chico que fue hace 40 años.
        Y llegó el 15 de agosto (curiosamente caía en viernes), esa noche VeronicaS3 realizó la que creo que fue la peor actuación de su carrera.
        -Chica si lo que buscas es dar sombra a Peggy te acabas de lucir.- La recriminé riéndome.
        -Ya verás cuando te toque subir a ti.- Me contestó. -No sé con qué producto han limpiado el pódium, pero resbala como el suelo de un churrero.-
        Miré al pódium. En ese momento empezaba la actuación Peggy. Tuve una extraña sensación, como un estremecimiento que me recorría la base de la nuca… algo no iba bien. Y así fue. En pleno Show (Peggy estaba haciendo el “explota-explótame” de Raffaela Carrá), durante el movimiento de melenaza p’atrás. La enorme Dragg Queen voló por un instante en el aire, cayendo como un saco de patatas sobre el pódium. Y del pódium al suelo de la discoteca. Ese fue el final del breve retorno de “Peggy la Charcutera”, que acabo con una costilla, el codo y la tibia rotos.
        De esa noche recuerdo, a parte del patético resbalón. La cara de enorme complacencia y satisfacción de Julio, además de la siniestra sonrisa que lucía en su cara, Verónica S3. -¿Habría sido premeditado?- Me pregunté a mí mismo. De lo que no había ninguna duda, era que, VeronicaS3 estaba al corriente de la peligrosidad del pódium y en vez de avisar al siguiente en actuar se calló como una puta.
        A finales de agosto volví a desayunar en la “Yaya Pepa”. Allí estaba Alfredo con el brazo y la pierna escayoladas, me sorprendió que no se hubiese cogido la baja laboral (por lo visto el restaurante era su vida). Lo había hablado con el propietario y el resto del servicio del restaurante. Al exponerles la situación, todos accedieron a compensar con horas de trabajo y dedicación las carencias que tendría su encargado durante la convalecencia (otra cosa no, pero Alfredo era un gran profesional, admirado y querido por todos sus colaboradores).
        Por lo que respecta a mí. El resto del verano me guarde mucho de molestar a Julio. Había descubierto al diablo que vivía en su interior y no tenía ninguna intención de arriesgarme a sufrir su ira.




        Posdata:
        Creo que la ley de riesgos laborales debería de tener un apartado donde aclarase a  partir de  cuantos  centímetros,  unos  tacones,  pueden transformar una actuación en un trabajo de altísimo riesgo.

         Dragg Issis es el personaje del libro de recopilación “MEMORIAS DE UNA DRAGG QUEEN DE PUEBLO”. Podéis encontrar el libro completo y otras cositas de Agusti Pericay en los siguientes enlaces:




No hay comentarios:

Publicar un comentario